Como cada madrugada, Lester graznaba felizmente desde lo más alto del tejado comunicándose con las aves de los alrededores y especialmente con los miembros de la bandada a la que pertenece.
De pronto, una pequeña bola de nieve impacta contra él y, literalmente, le cierra el pico.
— ¿Qué demonios, Lester? ¡Ya cállate! —Ordena el perpetrador, el brujo que acaba de asomar al patio.
— Amo, no es mi culpa que tengas resaca por baboso —responde el ave, sacudiéndose enérgicamente.
Los restos de nieve salen volando de encima del plumaje.
— Babosa tu tanga —reniega el brujo, llevándose una mano a la cabeza—, enséñale a tus amigos a usar Whatsapp, es más silencioso.
— Ni siquiera tú sabes usar Whatsapp, amo —contraataca el cuervo, siempre listo para trolear—. ¿Cuánto te costó conseguir el número del periodista? Ah, no. Que ni lo conseguiste, te lo tuvo que dar él mismo.
— Cállate, pollo al carbón —reniega, una vez más.
— Amo, tu eres un mono quemado...
— ¡Baja de ahí y ven a decírmelo a la cara si eres tan macho! —Protesta el brujo.
Y se agacha para conseguir otro puñado de nieve...
— ¡Tengo que irme!
Y así, Lester se aleja volando entre graznidos y cualquiera podría decir que así es como suena la risa de un cuervo.
#ElBrujoCojo James Benjamin Blackwood
De pronto, una pequeña bola de nieve impacta contra él y, literalmente, le cierra el pico.
— ¿Qué demonios, Lester? ¡Ya cállate! —Ordena el perpetrador, el brujo que acaba de asomar al patio.
— Amo, no es mi culpa que tengas resaca por baboso —responde el ave, sacudiéndose enérgicamente.
Los restos de nieve salen volando de encima del plumaje.
— Babosa tu tanga —reniega el brujo, llevándose una mano a la cabeza—, enséñale a tus amigos a usar Whatsapp, es más silencioso.
— Ni siquiera tú sabes usar Whatsapp, amo —contraataca el cuervo, siempre listo para trolear—. ¿Cuánto te costó conseguir el número del periodista? Ah, no. Que ni lo conseguiste, te lo tuvo que dar él mismo.
— Cállate, pollo al carbón —reniega, una vez más.
— Amo, tu eres un mono quemado...
— ¡Baja de ahí y ven a decírmelo a la cara si eres tan macho! —Protesta el brujo.
Y se agacha para conseguir otro puñado de nieve...
— ¡Tengo que irme!
Y así, Lester se aleja volando entre graznidos y cualquiera podría decir que así es como suena la risa de un cuervo.
#ElBrujoCojo James Benjamin Blackwood
Como cada madrugada, Lester graznaba felizmente desde lo más alto del tejado comunicándose con las aves de los alrededores y especialmente con los miembros de la bandada a la que pertenece.
De pronto, una pequeña bola de nieve impacta contra él y, literalmente, le cierra el pico.
— ¿Qué demonios, Lester? ¡Ya cállate! —Ordena el perpetrador, el brujo que acaba de asomar al patio.
— Amo, no es mi culpa que tengas resaca por baboso —responde el ave, sacudiéndose enérgicamente.
Los restos de nieve salen volando de encima del plumaje.
— Babosa tu tanga —reniega el brujo, llevándose una mano a la cabeza—, enséñale a tus amigos a usar Whatsapp, es más silencioso.
— Ni siquiera tú sabes usar Whatsapp, amo —contraataca el cuervo, siempre listo para trolear—. ¿Cuánto te costó conseguir el número del periodista? Ah, no. Que ni lo conseguiste, te lo tuvo que dar él mismo.
— Cállate, pollo al carbón —reniega, una vez más.
— Amo, tu eres un mono quemado...
— ¡Baja de ahí y ven a decírmelo a la cara si eres tan macho! —Protesta el brujo.
Y se agacha para conseguir otro puñado de nieve...
— ¡Tengo que irme!
Y así, Lester se aleja volando entre graznidos y cualquiera podría decir que así es como suena la risa de un cuervo.
#ElBrujoCojo [Wendigo]