- Como si una extraña pesadez rodeara todo su cuerpo, como si los sempiternos pensamientos de culpa y de caos refulgente estallaran en lo más profundo del subconsciente, el Alquimista ahora se encontraba en el balcón de una vieja y gloriosa biblioteca. La misma estaba ubicada en un origen desconocido para la mayoría de los aventureros, pero siempre era hallada por aquellos eruditos del conocimiento y sabios de la información; muchos maestros y consejeros de guerra encontraban su camino hacia esta gloriosa ubicación donde el saber era la guía y el arma definitiva para desentrañar los misterios más grandes, donde la mayoría de los seres obtenían un sendero claro para sus objetivos.

Este viejo rincón alejado del mundo se decía que contenía una maldición positiva, es decir una bendición para cada aventurero. Se rumoreaba que la misma siempre podría ser encontrada por quienes realmente sintieran amor por el saber, por la cognición; este enorme santuario era dirigido por encapuchados en túnicas blancas de todas las razas existentes; aquí no había ninguna clase de poder u orden social, no existían las razas como tales, solo adeptos y neófitos que buscaban "El saber primordial", por lo que no era raro encontrarse con Elfos, Demonios, Ángeles, Humanos, Enanos, Trols, No-Muertos, entre otros muchos. Cada uno guardaba la llave y era el guía de alguna sección específica donde la sabiduría esperaba para ser obtenida; Inclusive la iluminación y los tragaluces junto a los alfeizares y ventanales eran sorprendentemente planificados, cada parte y cada arista de los balcones, incluso los agarraderos; la arquitectura completa de la biblioteca más grande de los 12 reinos estaba diseñada para aprovechar la puesta completa del sol.

"Quienes diseñaron este sitio sabían lo que hacían" era lo que se decía Alex cada vez que necesitaba aclarar sus ideas y recabar información; es así como ahora yacía en una pequeña banqueta disfrutando de la enorme vista hacia el horizonte, mientras que tras de sí había un sin fin de estanterías y libreros con toda clase de material teórico y práctico sobre literalmente cualquier conocimiento. Muchas criaturas humanoides estaban en los diferentes pisos, leyendo y recopilando datos, información, relatos, números. Todos en aquel sitio eran iguales ante los ojos del Dios del conocimiento. -
- Como si una extraña pesadez rodeara todo su cuerpo, como si los sempiternos pensamientos de culpa y de caos refulgente estallaran en lo más profundo del subconsciente, el Alquimista ahora se encontraba en el balcón de una vieja y gloriosa biblioteca. La misma estaba ubicada en un origen desconocido para la mayoría de los aventureros, pero siempre era hallada por aquellos eruditos del conocimiento y sabios de la información; muchos maestros y consejeros de guerra encontraban su camino hacia esta gloriosa ubicación donde el saber era la guía y el arma definitiva para desentrañar los misterios más grandes, donde la mayoría de los seres obtenían un sendero claro para sus objetivos. Este viejo rincón alejado del mundo se decía que contenía una maldición positiva, es decir una bendición para cada aventurero. Se rumoreaba que la misma siempre podría ser encontrada por quienes realmente sintieran amor por el saber, por la cognición; este enorme santuario era dirigido por encapuchados en túnicas blancas de todas las razas existentes; aquí no había ninguna clase de poder u orden social, no existían las razas como tales, solo adeptos y neófitos que buscaban "El saber primordial", por lo que no era raro encontrarse con Elfos, Demonios, Ángeles, Humanos, Enanos, Trols, No-Muertos, entre otros muchos. Cada uno guardaba la llave y era el guía de alguna sección específica donde la sabiduría esperaba para ser obtenida; Inclusive la iluminación y los tragaluces junto a los alfeizares y ventanales eran sorprendentemente planificados, cada parte y cada arista de los balcones, incluso los agarraderos; la arquitectura completa de la biblioteca más grande de los 12 reinos estaba diseñada para aprovechar la puesta completa del sol. "Quienes diseñaron este sitio sabían lo que hacían" era lo que se decía Alex cada vez que necesitaba aclarar sus ideas y recabar información; es así como ahora yacía en una pequeña banqueta disfrutando de la enorme vista hacia el horizonte, mientras que tras de sí había un sin fin de estanterías y libreros con toda clase de material teórico y práctico sobre literalmente cualquier conocimiento. Muchas criaturas humanoides estaban en los diferentes pisos, leyendo y recopilando datos, información, relatos, números. Todos en aquel sitio eran iguales ante los ojos del Dios del conocimiento. -
Me encocora
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