En el salón de la mansión Phantomhive las decoraciones estaban dispuestas de manera elegante y ordenada.
El mayordomo dispuso todo en solitario; los manteles blancos sobre las mesas, la vajilla reluciente sobre la misma, e incluso cambió las velas de los candelabros, cuidando que cada detalle estuviera bien para la celebración de hoy.
Esta planeaba ser una festividad modesta, donde aparecerían pocos invitados, dado que el joven amo de la casa no poseía amigos ni conocidos de su edad.
Su amo no quería que su hijo se relacionara con la sociedad, y deseaba que esto se mantuviera por un buen tiempo. Por ello, los invitados sería solo la familia más cercana. Pero, el demonio intuía una sorpresa. En los momentos donde él y su contratista se hallaban lejos de la mansión, ¿quién sabe qué cosas haría el pequeño Phantomhive?
La sangre de su contratista corría por sus venas, el demonio esperaba que fuera igual de imprudente.
—Bien —soltó a la nada, juntando las manos en un corto aplauso.
—Es momento de darle la bienvenida a los invitados.
El mayordomo dispuso todo en solitario; los manteles blancos sobre las mesas, la vajilla reluciente sobre la misma, e incluso cambió las velas de los candelabros, cuidando que cada detalle estuviera bien para la celebración de hoy.
Esta planeaba ser una festividad modesta, donde aparecerían pocos invitados, dado que el joven amo de la casa no poseía amigos ni conocidos de su edad.
Su amo no quería que su hijo se relacionara con la sociedad, y deseaba que esto se mantuviera por un buen tiempo. Por ello, los invitados sería solo la familia más cercana. Pero, el demonio intuía una sorpresa. En los momentos donde él y su contratista se hallaban lejos de la mansión, ¿quién sabe qué cosas haría el pequeño Phantomhive?
La sangre de su contratista corría por sus venas, el demonio esperaba que fuera igual de imprudente.
—Bien —soltó a la nada, juntando las manos en un corto aplauso.
—Es momento de darle la bienvenida a los invitados.
En el salón de la mansión Phantomhive las decoraciones estaban dispuestas de manera elegante y ordenada.
El mayordomo dispuso todo en solitario; los manteles blancos sobre las mesas, la vajilla reluciente sobre la misma, e incluso cambió las velas de los candelabros, cuidando que cada detalle estuviera bien para la celebración de hoy.
Esta planeaba ser una festividad modesta, donde aparecerían pocos invitados, dado que el joven amo de la casa no poseía amigos ni conocidos de su edad.
Su amo no quería que su hijo se relacionara con la sociedad, y deseaba que esto se mantuviera por un buen tiempo. Por ello, los invitados sería solo la familia más cercana. Pero, el demonio intuía una sorpresa. En los momentos donde él y su contratista se hallaban lejos de la mansión, ¿quién sabe qué cosas haría el pequeño Phantomhive?
La sangre de su contratista corría por sus venas, el demonio esperaba que fuera igual de imprudente.
—Bien —soltó a la nada, juntando las manos en un corto aplauso.
—Es momento de darle la bienvenida a los invitados.