Cacería
#wendigo #freerol
James siente el rugido en su estómago, una hambre voraz que solo la carne viva puede saciar. Sabe que luchar contra este instinto es inútil, terminará perdiendo el control más temprano que tarde si no hace algo al respecto. Sin decir una palabra, se levanta de la mesa y sale de la cafetería, dejando atrás el reconfortante aroma del café y la lluvia persistente.
Camina rápidamente por las calles mojadas de la ciudad, sus pasos resonando en los callejones vacíos. Se dirige hacia el borde de la ciudad, donde el bosque se alza como un refugio oscuro y salvaje. A medida que se adentra en la espesura, el hambre se intensifica, transformándose en una necesidad primitiva y apremiante.
Sin detenerse, deja caer su morral, su abrigo. Si hay suerte, usará sus habilidades de rastreo para recuperarlos más tarde.
En lo profundo del bosque, James se deja llevar por la maldición que lo consume. El talismán en su cuello emite un brillo rojizo que parece tomar la forma de un búho al alejarse cuando su cuerpo comienza a cambiar, sus huesos se estiran y sus músculos se deforman. Un grito desgarrador anuncia la llegada de la bestia. Su piel se vuelve pálida y translúcida, mientras que sus ojos brillan con una luz antinatural. Garras afiladas emergen de sus manos y su mandíbula se alarga, revelando dientes afilados como cuchillas.
El Wendigo es un cazador astuto, se mueve sigilosamente entre los árboles, su olfato agudo detectando el olor de su presa. Puede sentir la respiración, el rítmico repiquetear de un animado corazón. Se agazapa, fundiéndose con el entorno, acechando...
#wendigo #freerol
James siente el rugido en su estómago, una hambre voraz que solo la carne viva puede saciar. Sabe que luchar contra este instinto es inútil, terminará perdiendo el control más temprano que tarde si no hace algo al respecto. Sin decir una palabra, se levanta de la mesa y sale de la cafetería, dejando atrás el reconfortante aroma del café y la lluvia persistente.
Camina rápidamente por las calles mojadas de la ciudad, sus pasos resonando en los callejones vacíos. Se dirige hacia el borde de la ciudad, donde el bosque se alza como un refugio oscuro y salvaje. A medida que se adentra en la espesura, el hambre se intensifica, transformándose en una necesidad primitiva y apremiante.
Sin detenerse, deja caer su morral, su abrigo. Si hay suerte, usará sus habilidades de rastreo para recuperarlos más tarde.
En lo profundo del bosque, James se deja llevar por la maldición que lo consume. El talismán en su cuello emite un brillo rojizo que parece tomar la forma de un búho al alejarse cuando su cuerpo comienza a cambiar, sus huesos se estiran y sus músculos se deforman. Un grito desgarrador anuncia la llegada de la bestia. Su piel se vuelve pálida y translúcida, mientras que sus ojos brillan con una luz antinatural. Garras afiladas emergen de sus manos y su mandíbula se alarga, revelando dientes afilados como cuchillas.
El Wendigo es un cazador astuto, se mueve sigilosamente entre los árboles, su olfato agudo detectando el olor de su presa. Puede sentir la respiración, el rítmico repiquetear de un animado corazón. Se agazapa, fundiéndose con el entorno, acechando...
Cacería
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James siente el rugido en su estómago, una hambre voraz que solo la carne viva puede saciar. Sabe que luchar contra este instinto es inútil, terminará perdiendo el control más temprano que tarde si no hace algo al respecto. Sin decir una palabra, se levanta de la mesa y sale de la cafetería, dejando atrás el reconfortante aroma del café y la lluvia persistente.
Camina rápidamente por las calles mojadas de la ciudad, sus pasos resonando en los callejones vacíos. Se dirige hacia el borde de la ciudad, donde el bosque se alza como un refugio oscuro y salvaje. A medida que se adentra en la espesura, el hambre se intensifica, transformándose en una necesidad primitiva y apremiante.
Sin detenerse, deja caer su morral, su abrigo. Si hay suerte, usará sus habilidades de rastreo para recuperarlos más tarde.
En lo profundo del bosque, James se deja llevar por la maldición que lo consume. El talismán en su cuello emite un brillo rojizo que parece tomar la forma de un búho al alejarse cuando su cuerpo comienza a cambiar, sus huesos se estiran y sus músculos se deforman. Un grito desgarrador anuncia la llegada de la bestia. Su piel se vuelve pálida y translúcida, mientras que sus ojos brillan con una luz antinatural. Garras afiladas emergen de sus manos y su mandíbula se alarga, revelando dientes afilados como cuchillas.
El Wendigo es un cazador astuto, se mueve sigilosamente entre los árboles, su olfato agudo detectando el olor de su presa. Puede sentir la respiración, el rítmico repiquetear de un animado corazón. Se agazapa, fundiéndose con el entorno, acechando...