-El mutante sopesó para sus adentros, reflexionando de forma silenciosa a la vez que una pesada brisa veraniega surcaba los ventanales del cuarto de la posada donde se encontraba. Los arremolinados vientos soplaban con fuerza las hendiduras de las ventanas con esquinas agrietadas o quizás sin poder cerrarse bien debido a un fallo en su construcción, como también su repetido uso. La cama aún estaba un poco dura, siendo que claramente no era el mejor lugar para reposar luego de cumplir una misión de tanta envergadura.

Alex había asesinado a un monarca importante del reino del este, hermano de otros príncipes influyentes del continente, y padre de 3 hijas, era un burócrata para su círculo social y para la plebe; pero esa familia real y sobre todo el difunto príncipe eran los principales traficantes de esclavos en toda la costa arrecife (conocida así por sus preciosas estructuras coralinas y rocosas de baja profundidad, la diversidad de la flora y fauna de ese reino eran simplemente todo un evento turístico.) Aunque detrás de toda esa pantomima había un tirano reinando con puño de hierro a la par que masacraba discretamente a su gente a placer mientras traficaba a menores de edad para vendérselos a otros reinos.

Ahora el Magnánimo Alquimista estaba vociferando con voz tenue, sin ninguna expresión aparente en su rostro, solo quedaba el frío de la noche, las manchas de sangre de toda la gente que había asesinado durante esos días; algunos culpables y otros simples peones en una causa oscura. En esos instantes el erudito estaba a solas mirando al abismo mientras este le devolvía la mirada de manera desahuciada.

Creo que al final es cierto lo que dicen de nosotros, somos simples máquinas de matar, científicos y asesinos, calamidades... Monstruos sin corazón. ¿Y qué mejor para asesinar a monstruos y criaturas de la noche que otro monstruo? ~

-Aunque sonara redundante así era como el Alquimista Mutante veía las cosas, todo de un oscuro color gris-
-El mutante sopesó para sus adentros, reflexionando de forma silenciosa a la vez que una pesada brisa veraniega surcaba los ventanales del cuarto de la posada donde se encontraba. Los arremolinados vientos soplaban con fuerza las hendiduras de las ventanas con esquinas agrietadas o quizás sin poder cerrarse bien debido a un fallo en su construcción, como también su repetido uso. La cama aún estaba un poco dura, siendo que claramente no era el mejor lugar para reposar luego de cumplir una misión de tanta envergadura. Alex había asesinado a un monarca importante del reino del este, hermano de otros príncipes influyentes del continente, y padre de 3 hijas, era un burócrata para su círculo social y para la plebe; pero esa familia real y sobre todo el difunto príncipe eran los principales traficantes de esclavos en toda la costa arrecife (conocida así por sus preciosas estructuras coralinas y rocosas de baja profundidad, la diversidad de la flora y fauna de ese reino eran simplemente todo un evento turístico.) Aunque detrás de toda esa pantomima había un tirano reinando con puño de hierro a la par que masacraba discretamente a su gente a placer mientras traficaba a menores de edad para vendérselos a otros reinos. Ahora el Magnánimo Alquimista estaba vociferando con voz tenue, sin ninguna expresión aparente en su rostro, solo quedaba el frío de la noche, las manchas de sangre de toda la gente que había asesinado durante esos días; algunos culpables y otros simples peones en una causa oscura. En esos instantes el erudito estaba a solas mirando al abismo mientras este le devolvía la mirada de manera desahuciada. Creo que al final es cierto lo que dicen de nosotros, somos simples máquinas de matar, científicos y asesinos, calamidades... Monstruos sin corazón. ¿Y qué mejor para asesinar a monstruos y criaturas de la noche que otro monstruo? ~ -Aunque sonara redundante así era como el Alquimista Mutante veía las cosas, todo de un oscuro color gris-
Me encocora
Me entristece
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