Dinámica de sombra
Como si el clima estuviera coludido con su estado de ánimo, el cielo se veía despejado y soplaba un viento cálido. Incluso el aroma de las flores se colaba a través de las ventanas entreabiertas de la biblioteca. Junior lanzó una mirada contemplativa, imaginándose saliendo a disfrutar del día, sentado bajo un árbol y leyendo un libro de ficción, para variar un poco de su lectura netamente académica. Sin embargo, eso podría hacerlo más tarde, cuando su lección finalizara.
Junior no podía evitar sentirse contento, y eso empezaba a ser un problema, ya que le resultaba difícil ocultarlo. Movía las piernas infantilmente en su asiento y, de vez en cuando, se le formaba una pequeña sonrisa en los labios. La alegría que sentía estaba justificada: hoy era uno de esos días en los que el conde Phantomhive estaba presente y había decidido darle una lección personalmente. Junior lo valoraba mucho. A pesar de su ocupada agenda, el conde encontraba tiempo para dedicárselo a él en una lección que cualquier otro profesor contratado podría darle, aunque tarde o temprano tendría que revelarle que esas lecciones ya no eran suficientes. Hacía tiempo que había superado ese nivel y había estado instruyéndose por su cuenta con los libros de la biblioteca. Pero pronto estos tampoco serían suficientes.
Sin embargo, Junior deseaba prolongar estas lecciones personales. Disfrutaba sentándose a escuchar al conde, su experiencia en la administración de empresas y las tierras de la finca donde vivían eran fascinantes; su concentración fue tal que incluso el té se le había enfriado.
No obstante, se permitió distraerse un poco, la voz de fondo lo relajaba, y lo hacia pensar en lo considerado que era. Si no fuera por él, Junior estaría desperdiciando su intelecto en algún pueblo del norte, de donde provenía su familia, mientras que su primo, quien servía a la reina en Buckingham, no podía hacerse cargo de él. Distrayéndose aún más, se encontró pensando en su primo y en cuándo vendría a visitarlo. Era su única familia cercana en Londres, y de vez en cuando se sentía solo.
Junior no podía evitar sentirse contento, y eso empezaba a ser un problema, ya que le resultaba difícil ocultarlo. Movía las piernas infantilmente en su asiento y, de vez en cuando, se le formaba una pequeña sonrisa en los labios. La alegría que sentía estaba justificada: hoy era uno de esos días en los que el conde Phantomhive estaba presente y había decidido darle una lección personalmente. Junior lo valoraba mucho. A pesar de su ocupada agenda, el conde encontraba tiempo para dedicárselo a él en una lección que cualquier otro profesor contratado podría darle, aunque tarde o temprano tendría que revelarle que esas lecciones ya no eran suficientes. Hacía tiempo que había superado ese nivel y había estado instruyéndose por su cuenta con los libros de la biblioteca. Pero pronto estos tampoco serían suficientes.
Sin embargo, Junior deseaba prolongar estas lecciones personales. Disfrutaba sentándose a escuchar al conde, su experiencia en la administración de empresas y las tierras de la finca donde vivían eran fascinantes; su concentración fue tal que incluso el té se le había enfriado.
No obstante, se permitió distraerse un poco, la voz de fondo lo relajaba, y lo hacia pensar en lo considerado que era. Si no fuera por él, Junior estaría desperdiciando su intelecto en algún pueblo del norte, de donde provenía su familia, mientras que su primo, quien servía a la reina en Buckingham, no podía hacerse cargo de él. Distrayéndose aún más, se encontró pensando en su primo y en cuándo vendría a visitarlo. Era su única familia cercana en Londres, y de vez en cuando se sentía solo.
Como si el clima estuviera coludido con su estado de ánimo, el cielo se veía despejado y soplaba un viento cálido. Incluso el aroma de las flores se colaba a través de las ventanas entreabiertas de la biblioteca. Junior lanzó una mirada contemplativa, imaginándose saliendo a disfrutar del día, sentado bajo un árbol y leyendo un libro de ficción, para variar un poco de su lectura netamente académica. Sin embargo, eso podría hacerlo más tarde, cuando su lección finalizara.
Junior no podía evitar sentirse contento, y eso empezaba a ser un problema, ya que le resultaba difícil ocultarlo. Movía las piernas infantilmente en su asiento y, de vez en cuando, se le formaba una pequeña sonrisa en los labios. La alegría que sentía estaba justificada: hoy era uno de esos días en los que el conde Phantomhive estaba presente y había decidido darle una lección personalmente. Junior lo valoraba mucho. A pesar de su ocupada agenda, el conde encontraba tiempo para dedicárselo a él en una lección que cualquier otro profesor contratado podría darle, aunque tarde o temprano tendría que revelarle que esas lecciones ya no eran suficientes. Hacía tiempo que había superado ese nivel y había estado instruyéndose por su cuenta con los libros de la biblioteca. Pero pronto estos tampoco serían suficientes.
Sin embargo, Junior deseaba prolongar estas lecciones personales. Disfrutaba sentándose a escuchar al conde, su experiencia en la administración de empresas y las tierras de la finca donde vivían eran fascinantes; su concentración fue tal que incluso el té se le había enfriado.
No obstante, se permitió distraerse un poco, la voz de fondo lo relajaba, y lo hacia pensar en lo considerado que era. Si no fuera por él, Junior estaría desperdiciando su intelecto en algún pueblo del norte, de donde provenía su familia, mientras que su primo, quien servía a la reina en Buckingham, no podía hacerse cargo de él. Distrayéndose aún más, se encontró pensando en su primo y en cuándo vendría a visitarlo. Era su única familia cercana en Londres, y de vez en cuando se sentía solo.
Tipo
Individual
Líneas
Cualquier línea
Estado
Terminado