Esperó pacientemente hasta que el reloj dio las doce. Doce campanadas que retumbaron en el silencio de la noche, doce campanadas que aprovechó para bajar al piso inferior y escapar hacia una libertad condicionada a un secreto compartido entre dos.
Echó una última mirada atrás, colgándose la mochila sobre los hombros, guardando con gran recelo...