Sentimientos (Continuación AU)
Fandom Hazbin Hotel
Categoría Otros
// Rol con: Angel Dust //


Algunas cosas en el infierno nunca cambian y otras lo hacen drásticamente.
Mientras ciudad pentagrama parecía el mismo de siempre, con sus escándalos, sus asesinatos y las mismas desquiciadas almas haciendo de las suyas por ahí; el círculo de Overlords caía en la desesperación cada día que transcurría. Desde la aparición del misterioso demonio, al que todos habían apodado como "el demonio de la radio", más y más overlords habían desaparecido. Uno tras otro, siguiéndole a su desaparición una casual transmisión por radio de gritos desgarradores.
Pese a los esfuerzos de los soberanos por mantener las desapariciones en secreto, y la sospecha de que fueran los mismos soberanos los transmitidos en radio, la noticia acabó por hacerse pública.

El rumor corrió rápido por ciudad pentagrama y, pronto, todos supieron que un nuevo demonio, aparentemente más fuerte, había llegado al infierno.
Había quiénes tenían la idiotez de pensar que, inspirados por este demonio, podían derrotar overlords también encontrando así su propio final en el camino infernal. Almas rebeladas contra sus propios amos, siendo, sin duda, la llegada de este misterioso demonio una revolución en el infierno.
Husk no fue inmune a las repercusiones y él mismo llegó a tener problemas en el casino con las propias almas bajo su mando... Y no solo con ellas.
Con la nueva amenaza sobre los soberanos, encontrar obtener más poder nunca había sido tan necesario. Una nueva guerra se había formado, inevitablemente, entre los overlords, tensiones y disputas. Una guerra fría que en ocasiones acababa en muerte.

Ahora todos batallaban por obtener más almas bajo contrato, ya fueran de pecadores o lo que podía ser mejor; un propio overlord. Por lo que las tensiones crecieron reunión a reunión, como también la disputa de territorios.
Con esta nueva amenaza cada día más latente y los futuros problemas cada vez más próximos, la presencia de Husk en el casino en varias ocasiones llegaba a ser nula por lo que la necesidad de una mano derecha surgió de repente; aunque no se lo pensó demasiado al respecto... En cuanto los problemas entre overlords empezaron, supo desde el primer momento a quién recurrir y, por supuesto, no era ningún misterio que elegiría a su alma favorita de entre todas; Anthony.
En sus largas horas de ausencia le encomendaba importantes tareas como las de ocuparse del casino como si fuera propio, incluso llegando a pedirle asistiera a reuniones y firmara contratos en su nombre. Había descubierto que, pese a ser algo a la araña no le acababa de gustar, tenía un ojo nato para los negocios que en ocasiones no podía dejar pasar. Sin duda, los primeros contratos que le dejó firmar con confianza ciega, fueron un rotundo éxito por lo que sabía con el resto sucedería igual.

- Llamen a Anthony -

Por fin, después de mucho tiempo, había logrado conseguir estar un día libre. Por completo.
Había estado estresado hasta la médula y con trabajos hasta las orejas... Sabía que, lamentablemente, le había cargado con eso mismo a Anthony y deseaba mostrar su gratitud a su lealtad.
En su despacho, miraba a través de la ventana fumando un cigarro.
// Rol con: [Ange1Dust] // Algunas cosas en el infierno nunca cambian y otras lo hacen drásticamente. Mientras ciudad pentagrama parecía el mismo de siempre, con sus escándalos, sus asesinatos y las mismas desquiciadas almas haciendo de las suyas por ahí; el círculo de Overlords caía en la desesperación cada día que transcurría. Desde la aparición del misterioso demonio, al que todos habían apodado como "el demonio de la radio", más y más overlords habían desaparecido. Uno tras otro, siguiéndole a su desaparición una casual transmisión por radio de gritos desgarradores. Pese a los esfuerzos de los soberanos por mantener las desapariciones en secreto, y la sospecha de que fueran los mismos soberanos los transmitidos en radio, la noticia acabó por hacerse pública. El rumor corrió rápido por ciudad pentagrama y, pronto, todos supieron que un nuevo demonio, aparentemente más fuerte, había llegado al infierno. Había quiénes tenían la idiotez de pensar que, inspirados por este demonio, podían derrotar overlords también encontrando así su propio final en el camino infernal. Almas rebeladas contra sus propios amos, siendo, sin duda, la llegada de este misterioso demonio una revolución en el infierno. Husk no fue inmune a las repercusiones y él mismo llegó a tener problemas en el casino con las propias almas bajo su mando... Y no solo con ellas. Con la nueva amenaza sobre los soberanos, encontrar obtener más poder nunca había sido tan necesario. Una nueva guerra se había formado, inevitablemente, entre los overlords, tensiones y disputas. Una guerra fría que en ocasiones acababa en muerte. Ahora todos batallaban por obtener más almas bajo contrato, ya fueran de pecadores o lo que podía ser mejor; un propio overlord. Por lo que las tensiones crecieron reunión a reunión, como también la disputa de territorios. Con esta nueva amenaza cada día más latente y los futuros problemas cada vez más próximos, la presencia de Husk en el casino en varias ocasiones llegaba a ser nula por lo que la necesidad de una mano derecha surgió de repente; aunque no se lo pensó demasiado al respecto... En cuanto los problemas entre overlords empezaron, supo desde el primer momento a quién recurrir y, por supuesto, no era ningún misterio que elegiría a su alma favorita de entre todas; Anthony. En sus largas horas de ausencia le encomendaba importantes tareas como las de ocuparse del casino como si fuera propio, incluso llegando a pedirle asistiera a reuniones y firmara contratos en su nombre. Había descubierto que, pese a ser algo a la araña no le acababa de gustar, tenía un ojo nato para los negocios que en ocasiones no podía dejar pasar. Sin duda, los primeros contratos que le dejó firmar con confianza ciega, fueron un rotundo éxito por lo que sabía con el resto sucedería igual. - Llamen a Anthony - Por fin, después de mucho tiempo, había logrado conseguir estar un día libre. Por completo. Había estado estresado hasta la médula y con trabajos hasta las orejas... Sabía que, lamentablemente, le había cargado con eso mismo a Anthony y deseaba mostrar su gratitud a su lealtad. En su despacho, miraba a través de la ventana fumando un cigarro.
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