Reencuentro
Fandom Hazbin Hotel
Categoría Otros
Rol para: Husk

— Desde qué abrió los ojos, siempre supo a donde iban a dirigirse sus primeros pasos. Solo había una persona a la qué necesitaba ver antes qué a nadie para conseguir la paz suficiente como para reflexionar todo aquello qué debía decidir de ahora en adelante. Sobretodo con el tema de Alastor, ya qué finalmente era mucho más complejo y retorcido de lo qué parecía. Como todo en general con aquel demonio radiofónico.

Por lo qué en poco tiempo se plantó delante del hotel en el qué se suponía qué Husk, seguía trabajando. Aunque no entró directamente, si no qué dubitativo observó la puerta, dejándose perder en la fachada del mismo como si fuera la primera vez qué la veía pese a qué lejos estaba de ser aquel el motivo qué lo retenía ¿Y si Husk estaba enfadado?¿Y si le odiaba?¿Tal vez le culparía? Aquellos pensamientos intrusivos estaban regresando a us mento una vez más, llevándose una mano al pecho, al sentir la opresión emocional qué siempre le obligaba a adoptar la frívola fachada en la qué se escudaba del mundo del por.no.

Cabizbajo, apretando con fuerza los ojos y la mandíbula, se obligó a recordar cómo en aquella ocasión, antes de regresar a su cuerpo, Husk le abrazó, aferrándose a él con una fuerza qué nunca antes sintió, como luchaba por contener las lágrimas y como juraba y perjuraba qué de retroceder en el tiempo, habría vuelto a vender su libertad por él. Respiró hondo varias veces, hasta qué por fin, se atrevió a posar la mano de forma temblorosa sobre el picaporte y abrió, adentrándose en el edificio con el corazón a punto de estallarle en el pecho.

Enseguida, sus ojos buscaron la zona del bar, sin embargo está vez no con el objetivo de calmar su sed, si no buscando a quien normalmente le sirvió los tragos. Y cuando le vio se detuvo, frenado por un fuerte sentimiento. Tuvo qué detenerse a examinarlo… Era una especie de felicidad desbordante entremezclada con alivio, tan intensas qué por unos instantes Ángel pensó qué acabaría por perder el conocimiento. Sin embargo, pudo reponerse y reprimiendo una sonrisa qué quería escapar, aprovechó qué el felino estaba de espaldas para acercarse sigilosamente y sentarse en su taburete habitual. Y pronunció:

—¡Eh, gatito! Ponme una copa de lo más fuerte qué tengas—
Rol para: [barcat75] — Desde qué abrió los ojos, siempre supo a donde iban a dirigirse sus primeros pasos. Solo había una persona a la qué necesitaba ver antes qué a nadie para conseguir la paz suficiente como para reflexionar todo aquello qué debía decidir de ahora en adelante. Sobretodo con el tema de Alastor, ya qué finalmente era mucho más complejo y retorcido de lo qué parecía. Como todo en general con aquel demonio radiofónico. Por lo qué en poco tiempo se plantó delante del hotel en el qué se suponía qué Husk, seguía trabajando. Aunque no entró directamente, si no qué dubitativo observó la puerta, dejándose perder en la fachada del mismo como si fuera la primera vez qué la veía pese a qué lejos estaba de ser aquel el motivo qué lo retenía ¿Y si Husk estaba enfadado?¿Y si le odiaba?¿Tal vez le culparía? Aquellos pensamientos intrusivos estaban regresando a us mento una vez más, llevándose una mano al pecho, al sentir la opresión emocional qué siempre le obligaba a adoptar la frívola fachada en la qué se escudaba del mundo del por.no. Cabizbajo, apretando con fuerza los ojos y la mandíbula, se obligó a recordar cómo en aquella ocasión, antes de regresar a su cuerpo, Husk le abrazó, aferrándose a él con una fuerza qué nunca antes sintió, como luchaba por contener las lágrimas y como juraba y perjuraba qué de retroceder en el tiempo, habría vuelto a vender su libertad por él. Respiró hondo varias veces, hasta qué por fin, se atrevió a posar la mano de forma temblorosa sobre el picaporte y abrió, adentrándose en el edificio con el corazón a punto de estallarle en el pecho. Enseguida, sus ojos buscaron la zona del bar, sin embargo está vez no con el objetivo de calmar su sed, si no buscando a quien normalmente le sirvió los tragos. Y cuando le vio se detuvo, frenado por un fuerte sentimiento. Tuvo qué detenerse a examinarlo… Era una especie de felicidad desbordante entremezclada con alivio, tan intensas qué por unos instantes Ángel pensó qué acabaría por perder el conocimiento. Sin embargo, pudo reponerse y reprimiendo una sonrisa qué quería escapar, aprovechó qué el felino estaba de espaldas para acercarse sigilosamente y sentarse en su taburete habitual. Y pronunció: —¡Eh, gatito! Ponme una copa de lo más fuerte qué tengas—
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