En tanto acondiciona la bodega para pasar la noche en ella junto a Añil Sharp con algo de comodidad, cae en cuenta del manojo de hierbas que descansa en un rincón, colgado del techo. La toca. La siente. La huele. Reconoce la flor y la planta, y un recuerdo del pasado lejano, que creía perdido, vuelve a él. Un canto, una receta. Magia.
Junto a ese, hay unos cuantos tallos más. Interrumpe la labor dejando la cama a medio hacer para armarse con las hierbas y un atado de raíces guardado, oculto, en una de las estanterías. En un mortero, junto a una generosa cantidad de sal, las muele mientras recita en tono bajo algunas palabras en la vieja lengua de los maiar. Los ojos cerrados y un brillo dorado cubriendo sus dedos.
"Malos espíritus, no son bienvenidos aquí. Malos espíritus, los expulso de aquí".
No sabe si funcionará. Si tuviera que apostar, lo haría en contra, sin embargo, no pierde nada con intentar y el fruto de su labor termina en un pequeño plato frente a la puerta del dormitorio donde descansan Tolek Zientek y [Thomas], a modo de barrera para los entes y las pesadillas que acosan al brujo.
Junto a ese, hay unos cuantos tallos más. Interrumpe la labor dejando la cama a medio hacer para armarse con las hierbas y un atado de raíces guardado, oculto, en una de las estanterías. En un mortero, junto a una generosa cantidad de sal, las muele mientras recita en tono bajo algunas palabras en la vieja lengua de los maiar. Los ojos cerrados y un brillo dorado cubriendo sus dedos.
"Malos espíritus, no son bienvenidos aquí. Malos espíritus, los expulso de aquí".
No sabe si funcionará. Si tuviera que apostar, lo haría en contra, sin embargo, no pierde nada con intentar y el fruto de su labor termina en un pequeño plato frente a la puerta del dormitorio donde descansan Tolek Zientek y [Thomas], a modo de barrera para los entes y las pesadillas que acosan al brujo.
En tanto acondiciona la bodega para pasar la noche en ella junto a [Anil] con algo de comodidad, cae en cuenta del manojo de hierbas que descansa en un rincón, colgado del techo. La toca. La siente. La huele. Reconoce la flor y la planta, y un recuerdo del pasado lejano, que creía perdido, vuelve a él. Un canto, una receta. Magia.
Junto a ese, hay unos cuantos tallos más. Interrumpe la labor dejando la cama a medio hacer para armarse con las hierbas y un atado de raíces guardado, oculto, en una de las estanterías. En un mortero, junto a una generosa cantidad de sal, las muele mientras recita en tono bajo algunas palabras en la vieja lengua de los maiar. Los ojos cerrados y un brillo dorado cubriendo sus dedos.
"Malos espíritus, no son bienvenidos aquí. Malos espíritus, los expulso de aquí".
No sabe si funcionará. Si tuviera que apostar, lo haría en contra, sin embargo, no pierde nada con intentar y el fruto de su labor termina en un pequeño plato frente a la puerta del dormitorio donde descansan [Tolek] y [Thomas], a modo de barrera para los entes y las pesadillas que acosan al brujo.