Una tarde como cualquier otra, una adolescente de expresión pícara ha llamado a la puerta de la cabaña del brujo. Es una de sus alumnas, una de las más dotadas e inteligentes y, por lo tanto, una de las mejores manipuladoras.

Entre lágrimas y tras una larga historia, la chica ha pedido ayuda para su familia de hechiceros que está siendo perseguida por enemigos. Y el brujo se la negó, no sólo una sino tres veces.

La chica se fue llorando desconsoladamente.

— Amo... ¿Por qué no quiso ayudar a esa pobre niña? —Pregunta Lester, el cuervo, quien ha visto la escena desde la valla donde está de pie.

— Porque no soy un idiota, Lester —responde el brujo—. Hace muchos años ya que no caigo en la tontería de conmoverme por las lágrimas de una mujer.

#ElBrujoCojo
Una tarde como cualquier otra, una adolescente de expresión pícara ha llamado a la puerta de la cabaña del brujo. Es una de sus alumnas, una de las más dotadas e inteligentes y, por lo tanto, una de las mejores manipuladoras. Entre lágrimas y tras una larga historia, la chica ha pedido ayuda para su familia de hechiceros que está siendo perseguida por enemigos. Y el brujo se la negó, no sólo una sino tres veces. La chica se fue llorando desconsoladamente. — Amo... ¿Por qué no quiso ayudar a esa pobre niña? —Pregunta Lester, el cuervo, quien ha visto la escena desde la valla donde está de pie. — Porque no soy un idiota, Lester —responde el brujo—. Hace muchos años ya que no caigo en la tontería de conmoverme por las lágrimas de una mujer. #ElBrujoCojo
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