• ¡Entrenar siempre es divertido!
    El dolor muscular sólo aumenta la diversión...
    ¡Vale la pena!
    Y por cierto, el alma no existe. Pero el cuerpo sí. Por eso vale la pena cuidarlo. ¿Y qué mejor manera de cuidarlo que entrenar?
    ¡Entrenar siempre es divertido! El dolor muscular sólo aumenta la diversión... 😁 😁 😁 ¡Vale la pena! Y por cierto, el alma no existe. Pero el cuerpo sí. Por eso vale la pena cuidarlo. ¿Y qué mejor manera de cuidarlo que entrenar? 🔥 🔥🔥🔥😁👍👌
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  • https://vm.tiktok.com/ZMSRVtJgP/ Esta publicación se ha compartido a través de TikTok Lite. Para disfrutar de más publicaciones, descarga TikTok Lite: https://www.tiktok.com/tiktoklite
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  • ¿Esto se suponía que era solo una cita falsa, no?
    Entonces... ¿por qué sientes que las reglas ya no importan...
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  • —El respeto se gana, ¿cómo? No rebajando a tu oponente y no rebajandote.

    L explicaba a los niños, alumnos del templo chino de artes marciales.
    —El respeto se gana, ¿cómo? No rebajando a tu oponente y no rebajandote. L explicaba a los niños, alumnos del templo chino de artes marciales.
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  • Espero estén bien todos ..ahora quiero sentirme libre y poder modelar un poco
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  • ¡Y no!... no pienso volver, la vista hacia atrás
    todo lo que se fue, ya no volverá.
    No volverá.
    Es pasado y por eso muerto está,
    nunca más volverá.
    A veces sueño despierto
    e intento volver
    a sentir como un día sentí,
    descubrir todo, como hice ayer.
    ¡Y no!... no pienso volver, la vista hacia atrás
    todo lo que se fue, ya no volverá.
    No pienso volver, la vista hacia atrás
    todo lo que se fue, ya no volverá.
    ¡Y no!... no pienso volver, la vista hacia atrás todo lo que se fue, ya no volverá. No volverá. Es pasado y por eso muerto está, nunca más volverá. A veces sueño despierto e intento volver a sentir como un día sentí, descubrir todo, como hice ayer. ¡Y no!... no pienso volver, la vista hacia atrás todo lo que se fue, ya no volverá. No pienso volver, la vista hacia atrás todo lo que se fue, ya no volverá.
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  • 1 a 500 líneas por Día
    Fandom
    The elder scrolls V - Skyrim.
    Búsqueda de
    Personaje
    Estado
    Disponible
    Saludos cordiales a todos.

    Se está formando un grupo de roleplay en español del Fandom de Skyrim, se necesitan a los personajes principales de la saga y los ocho divinos.

    ■ También buscamos gente para los diferentes clanes y gremios.

    》PERSONAJES CANON OCUPADOS HASTA AHORA 《

    ● Akatosh.
    ● Serana Volkihar.
    ● Brynjolf.

    》》Personajes para parnership:

    ■ ALDUIN.


    》》¿Qué no se permite? 》》

    ■ Personajes de otros fandom o universo: ¿por qué se decidió esto?, por qué algunos no van acorde con el Lore o no lo pueden adaptar bien haciendo que la experiencia sea algo incomoda.

    ■ Faltas de respeto hacia los integrantes por fuera del roleplay.

    Del resto sean bienvenidos.


    Saludos cordiales a todos. Se está formando un grupo de roleplay en español del Fandom de Skyrim, se necesitan a los personajes principales de la saga y los ocho divinos. ■ También buscamos gente para los diferentes clanes y gremios. 》PERSONAJES CANON OCUPADOS HASTA AHORA 《 ● Akatosh. ● Serana Volkihar. ● Brynjolf. 》》Personajes para parnership: ■ ALDUIN. 》》¿Qué no se permite? 》》 ■ Personajes de otros fandom o universo: ¿por qué se decidió esto?, por qué algunos no van acorde con el Lore o no lo pueden adaptar bien haciendo que la experiencia sea algo incomoda. ■ Faltas de respeto hacia los integrantes por fuera del roleplay. Del resto sean bienvenidos. 🐉🐉🐉
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  • Ya vieron sangre de Zeus? Me gusto
    Ya vieron sangre de Zeus? Me gusto
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  • Me siento culpable por averlos dejarlos asi pero no sabia como seguir y por mi muerte seguro estan mal.
    Me siento culpable por averlos dejarlos asi pero no sabia como seguir y por mi muerte seguro estan mal.
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  • La creación de Melinoe era un secreto a voces, uno que se le escondió incluso a ella misma. Fue en aquella época en la que el mismo inframundo esperaba la llegada de un nuevo hijo, expectante, ansioso, desesperado por la llegada de aquel ser que engendraba la misma primavera en sus entrañas. No fue una noche cualquiera. Fue un instante fuera del tiempo, donde incluso los relojes divinos dejaron de girar. En lo profundo del Inframundo, en la cámara sagrada donde Perséfone se recogía en su dualidad eterna, la semilla de algo imposible crecía en su fértil ser.

    Hades lo supo. Lo sintió. La intuición de los dioses no necesita pruebas.
    La oscuridad que gobernaba no podía ignorar aquella luz temblorosa que comenzaba a latir en el vientre de su reina, pero no era suya, no llevaba su esencia, no danzaba con su sombra y eso lo desgarró.

    Una joven Perséfone vio llegar a su amado esposo hecho una tempestad de dolor, enojo, duda. El lo sabia, sabia lo que ella había descubierto muy tarde como para evitarlo. —¿De quién es? —rugió Hades, con una furia que hacía temblar hasta a los espectros del Lete—. ¿Qué dios se atrevió a dejar su marca donde solo yo debo reinar?

    Perséfone no respondió con miedo. Solo con una mirada. Triste. Inquebrantable. Sabía que no podía mentirle, pero también sabía que la verdad no le salvaría. Entonces, Hades hizo lo impensable, se arrodilló, su mano, de rey, de verdugo, de amante y carcelero se posó sobre el vientre de Perséfone, con la intención de arrancar aquello que lo desafiaba, arrancar el retoño que alguien se había atrevido a plantar en su jardín. No por odio a la criatura, sino por el abismo que se abría en su pecho al saberse traicionado por el destino mismo. Pero al tocarla se detuvo, no por culpa, no por piedad, sino porque algo le habló desde dentro del cálido vientre de Perséfone.

    Aquello que crecía desafiando al rey del Inframundo, le hablo, no con palabras, sino con una resonancia primitiva, pura, que atravesó hueso, furia, orgullo y divinidad. Una chispa que no le temía. Una conciencia que lo tocó desde dentro del vientre de Perséfone como si ya supiera su nombre, su alma, su condena y Hades, dios de la muerte, señor de los juramentos y el olvido, supo en ese instante que aquella niña, aún sin rostro, aún sin aliento era suya, era mas suya que las aguas del estigia, que las almas del tártaro, que los ladridos de Cerbero, era mas suya que el mismo Inframundo. No por sangre, no por destino, sino por algo más poderoso que ambos. Por un lazo inexplicable, tejido por una fuerza que ni los dioses podían nombrar sin estremecerse: el vínculo del alma.

    Su mano, que antes temblaba de rabia, tembló entonces de ternura.
    —Melinoe… Mi pequeña sombra...—susurró, como si al decirlo sellara un pacto eterno—. No naciste de mí… pero me has elegido, haz elegido ser mía, tan mía como yo seré tuyo, tu padre mi pequeña hija.

    Y así fue como aquella luz que desafiaba al señor de las sombras, lo doblego, lo lleno de un amor imposible de rebatir, desde ese día, Hades no volvió a cuestionarla porque entendió que algunos vínculos no se forjan con la carne ni con la sangre, sino con esa llama sagrada que ni la muerte puede apagar.

    Y Melinoe, nacida del cruce entre lo prohibido y lo sagrado, entre la traición y el milagro, fue amada. No por obligación. Sino porque hasta el mismísimo rey del Inframundo fue incapaz de negarse a su luz.

    hades Greek Mitology
    Persefone Reina del Inframundo Spring
    La creación de Melinoe era un secreto a voces, uno que se le escondió incluso a ella misma. Fue en aquella época en la que el mismo inframundo esperaba la llegada de un nuevo hijo, expectante, ansioso, desesperado por la llegada de aquel ser que engendraba la misma primavera en sus entrañas. No fue una noche cualquiera. Fue un instante fuera del tiempo, donde incluso los relojes divinos dejaron de girar. En lo profundo del Inframundo, en la cámara sagrada donde Perséfone se recogía en su dualidad eterna, la semilla de algo imposible crecía en su fértil ser. Hades lo supo. Lo sintió. La intuición de los dioses no necesita pruebas. La oscuridad que gobernaba no podía ignorar aquella luz temblorosa que comenzaba a latir en el vientre de su reina, pero no era suya, no llevaba su esencia, no danzaba con su sombra y eso lo desgarró. Una joven Perséfone vio llegar a su amado esposo hecho una tempestad de dolor, enojo, duda. El lo sabia, sabia lo que ella había descubierto muy tarde como para evitarlo. —¿De quién es? —rugió Hades, con una furia que hacía temblar hasta a los espectros del Lete—. ¿Qué dios se atrevió a dejar su marca donde solo yo debo reinar? Perséfone no respondió con miedo. Solo con una mirada. Triste. Inquebrantable. Sabía que no podía mentirle, pero también sabía que la verdad no le salvaría. Entonces, Hades hizo lo impensable, se arrodilló, su mano, de rey, de verdugo, de amante y carcelero se posó sobre el vientre de Perséfone, con la intención de arrancar aquello que lo desafiaba, arrancar el retoño que alguien se había atrevido a plantar en su jardín. No por odio a la criatura, sino por el abismo que se abría en su pecho al saberse traicionado por el destino mismo. Pero al tocarla se detuvo, no por culpa, no por piedad, sino porque algo le habló desde dentro del cálido vientre de Perséfone. Aquello que crecía desafiando al rey del Inframundo, le hablo, no con palabras, sino con una resonancia primitiva, pura, que atravesó hueso, furia, orgullo y divinidad. Una chispa que no le temía. Una conciencia que lo tocó desde dentro del vientre de Perséfone como si ya supiera su nombre, su alma, su condena y Hades, dios de la muerte, señor de los juramentos y el olvido, supo en ese instante que aquella niña, aún sin rostro, aún sin aliento era suya, era mas suya que las aguas del estigia, que las almas del tártaro, que los ladridos de Cerbero, era mas suya que el mismo Inframundo. No por sangre, no por destino, sino por algo más poderoso que ambos. Por un lazo inexplicable, tejido por una fuerza que ni los dioses podían nombrar sin estremecerse: el vínculo del alma. Su mano, que antes temblaba de rabia, tembló entonces de ternura. —Melinoe… Mi pequeña sombra...—susurró, como si al decirlo sellara un pacto eterno—. No naciste de mí… pero me has elegido, haz elegido ser mía, tan mía como yo seré tuyo, tu padre mi pequeña hija. Y así fue como aquella luz que desafiaba al señor de las sombras, lo doblego, lo lleno de un amor imposible de rebatir, desde ese día, Hades no volvió a cuestionarla porque entendió que algunos vínculos no se forjan con la carne ni con la sangre, sino con esa llama sagrada que ni la muerte puede apagar. Y Melinoe, nacida del cruce entre lo prohibido y lo sagrado, entre la traición y el milagro, fue amada. No por obligación. Sino porque hasta el mismísimo rey del Inframundo fue incapaz de negarse a su luz. [quasar_yellow_whale_469] [legend_orange_eagle_209]
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