𝖂𝖎𝖙𝖈𝖍 :
𝓐𝓷𝓷 𝓦𝓲𝓽𝓬𝓱𝓮𝓻.

Cuando hablamos de magia, es difícil no pensar en varitas mágicas o en hechizos como los que vemos en las películas, llenos de brillos y con cambios instantáneos, sin embargo, en la vida real estos hechizos se llevan a cabo de diferente manera, algunos con incienso, rituales y una que otra poción real.

•Practical Magick•

Η μαγεία είναι παντού. Γύρω μας

Una tienda creada con el fin y por la necesidad de tener acceso a los instrumentos e información necesarios para poder conectar con la espiritualidad y el misticismo que el universo nos ofrece. Por lo que si estás en busca de algún cuarzo, amuleto de protección o de un cacho de luna (literal), esta tienda está hecha para ti, dentro de ella puedes encontrar desde sahumerios, piedras mágicas, cuarzos y rituales.

Eso podía leerse en la entrada al establecimiento, al menos para los amantes del misticismo y lo sobré natural.

Sin embargo en el mismo letrero lucían unas palabras que solo los que conocen el verdadero arte de la magia y seres del mundo oculto entre las sombras, podría descubrir con completa facilidad pues para ellos el color de estas destella en un color verde neón.

Dentro del lugar había estantes repletos de libros, pequeñas mesas repletas de cuarzos, cartas astrales, supuestas pociones, inciensos cubiertos por una aura oscura entre velas y cráneos "falsos" diminutas criaturas qué solían desaparecer cuál sombras. Todo lo que en un lugar así podría tener para atraer a los humanos.

Tras el mostrador una joven de aspecto juvenil con rasgos finos y dulces le sonreía con gentileza a todo aquel que entrará por la puerta para darle la bienvenida.

Aquel día había sido muy sustancioso, tuvo bastante afluencia, al salir el último de los visitantes de ese día ella se alejó un poco dando la espalda hacia la puerta para continuar con sus asuntos reales anotando en su lista los productos que tenía al alcance y los pendientes que debía concluir aquella noche.

La mujer podría parecer una simple mortal de extraordinaria belleza esbelta figura prominentes encantos qué llamarían la atención hasta del más burdo de los hombres eso era parte de su glamour y esencia de su ser.

Un tanto perdida entre sus cuentas sonriendo cuando una pequeña hada se posó en su hombro haciendo ademanes como si le imitara distraída y de la forma más casual sintió la presencia de una persona que posee un gran poder mágico entrar en la tienda.

Érase una vez que se era, en un tiempo que ya nadie recuerda, una soberana que tenía un curioso poder mágico. Esta soberana, esposa de un intrépido y valiente faraón, no sabía cómo lo había hecho para alterar las leyes del tiempo y el espacio de forma que su adorado Egipto quedase atrás como un precioso sueño y apareciera, de sopetón y desprendiendo un destello de luz cegadora, sobre el saco de patatas de un mercader furibundo que no dejaba de gritarle en un idioma que no entendía. Claro estaba que la gente, curiosa y murmurante, se aglutinaba al oír tamaña bronca sin entender muy bien qué pasaba. ¡Ni la propia Maatkara lo entendía! De repente estaba en su palacio, y de repente...¡Puf!
Ante sus ojos de color malva se alzaba una ciudad enorme de piedra gris y formas muy variadas. ¿Eso del suelo era barro? ¿Qué estaba comiendo aquella niña de más allá?

—¿Dónde estoy?—inquirió en su idioma arcaico.

¡Cómo hubo de protegerse de los escobazos que le arreaba el tendero que no entendía ni jota!