Kazuo aceptaba el regalo de Verónica Valentine , inclinando suavemente la cabeza en modo de agradecimiento.
- Agradezco enormemente el detalle. Las cosas dulces son mi debilidad - dijo con aquel tono tranquilo que tanto lo caracterizaba.
- Y por favor, intente no salir sola la próxima vez en la madrugada por el bosque. Es peligroso.- lo dijo con una genuina preocupación.
Kazuo aceptaba el regalo de [fire_ruby_bull_303] , inclinando suavemente la cabeza en modo de agradecimiento.
- Agradezco enormemente el detalle. Las cosas dulces son mi debilidad - dijo con aquel tono tranquilo que tanto lo caracterizaba.
- Y por favor, intente no salir sola la próxima vez en la madrugada por el bosque. Es peligroso.- lo dijo con una genuina preocupación.
Me acercó por detrás llevó dos tazas de café para mi gemelo Alexander Fraser, me gusta que volvamos a vivir juntas, le entregó una antes de beber de la otra.
Me acercó por detrás llevó dos tazas de café para mi gemelo [Wolf_thc1], me gusta que volvamos a vivir juntas, le entregó una antes de beber de la otra.
El aire se sentía espeso, cargado con partículas que podrían hacer arder la piel de quien no llevara la protección adecuada, ni hablar de corroer los pulmones con cada respiración.
Anomae caminaba con lentitud, fijándose en las calles llenas de escombros, cada paso premeditado en segundos. Eran silenciosos. No tenía demasiada prisa en ese momento. Sus pulmones se adaptaron de forma automática para evitar achicharrarse; su piel... no había mucho para sentir en su piel, lo que quedaba de ella.
Las ruinas no causaban mucho en él salvo el preguntarse cómo se veía todo antes que colapsara. Antes de las evacuaciones a las zonas más seguras, como las Blancas o Grises, ¿cuántas personas se habrían ido para poder salvarse? ¿Cuántas murieron? Se lo preguntaba más por curiosidad que por pena.
De forma repentina, se detuvo, su cuerpo temblando erráticamente por unos 10 segundos. Escuchó su carne y órganos intentar deformarse, reubicarse en formas que un humano no necesitaba. Cerró los ojos para contenerlo, sosteniendo el aire contaminado en sus pulmones hasta que pudo retomar el control. No había dolor, pero sí una sensación extraña de vacío, de no saber si lo que era ahora estaba bien o no.
Llevó una mano hacia su cabeza vendada, algo confundido, justo antes de escuchar ruido a su derecha. Giró la cabeza con rapidez, un latigazo que pudo haberle causado algún esguince en la zona del cuello. No vio nada, aunque distinguió el ruido como pasos. ¿Eran pasos? ¿Quizás solo el viento?
Volvió a caminar, ahora en esa dirección. Lento como siempre, pero un poco más decidido que antes. Si había alguien más necesitaba saber, aún si no tenía un fin exacto al porqué.
𝐒𝐞𝐜𝐭𝐨𝐫 𝐌𝟑 — 𝐙𝐨𝐧𝐚 𝐍𝐞𝐠𝐫𝐚
El aire se sentía espeso, cargado con partículas que podrían hacer arder la piel de quien no llevara la protección adecuada, ni hablar de corroer los pulmones con cada respiración.
Anomae caminaba con lentitud, fijándose en las calles llenas de escombros, cada paso premeditado en segundos. Eran silenciosos. No tenía demasiada prisa en ese momento. Sus pulmones se adaptaron de forma automática para evitar achicharrarse; su piel... no había mucho para sentir en su piel, lo que quedaba de ella.
Las ruinas no causaban mucho en él salvo el preguntarse cómo se veía todo antes que colapsara. Antes de las evacuaciones a las zonas más seguras, como las Blancas o Grises, ¿cuántas personas se habrían ido para poder salvarse? ¿Cuántas murieron? Se lo preguntaba más por curiosidad que por pena.
De forma repentina, se detuvo, su cuerpo temblando erráticamente por unos 10 segundos. Escuchó su carne y órganos intentar deformarse, reubicarse en formas que un humano no necesitaba. Cerró los ojos para contenerlo, sosteniendo el aire contaminado en sus pulmones hasta que pudo retomar el control. No había dolor, pero sí una sensación extraña de vacío, de no saber si lo que era ahora estaba bien o no.
Llevó una mano hacia su cabeza vendada, algo confundido, justo antes de escuchar ruido a su derecha. Giró la cabeza con rapidez, un latigazo que pudo haberle causado algún esguince en la zona del cuello. No vio nada, aunque distinguió el ruido como pasos. ¿Eran pasos? ¿Quizás solo el viento?
Volvió a caminar, ahora en esa dirección. Lento como siempre, pero un poco más decidido que antes. Si había alguien más necesitaba saber, aún si no tenía un fin exacto al porqué.