❏ ⋮ 𝐃𝐞𝐜𝐚𝐝𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚 𝐦𝐨𝐫𝐭𝐚𝐥
ꜱᴛᴀʀᴛᴇʀ ᴄᴏɴ: [EnvyZoroark]
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↬| Durante su longeva vida, Dethia jamás había conocido lo que eran las carencias, el sentimiento de necesidad o de "no poder". Era una divinidad en su máxima expresión, proveniente de uno de los reinos más poderosos en el cielo de los dioses y con una fuerte influencia en el mundo mortal, quien dijera no conocerlo, estaría mintiendo, todo el mundo debía saber que él era sucesor de la luz y el sol; al menos, así siempre había sido categorizado, y debido a que su título era "Príncipe del Sol", solo era cuestión de tiempo para que se convirtiera en el nuevo Dios.
Para el infortunio de aquel, había un desacuerdo entre sus ideales y lo que realmente se planeaba. En un primer momento ascenderlo había sido el objetivo de todo el mundo, pero las circunstancias de su nacimiento y el terror que conllevó descubrir que Dethia era una existencia con un potencial catastrófico, cambiaron el rumbo de su destino.
Aquello conllevó a medidas desesperadas en las que, fue obligado a portar dos esclavas en cada una de sus muñecas con el fin de suprimir por completo su poder, y una vez que no representara una amenaza, sería asesinado.
Aunque el plan original consistía en solo estabilizarlo, Dethia se había ganado el odio de varías divinidades, por tanto, no solo bastaba con retenerlo, sino que, pensando en el futuro del mundo, algunos creían que su existencia debía desaparecer para siempre.
Y ahí se encontraba, postrado en el suelo mientras sus manos quedaban alzadas por las cadenas firmes que lo privaban de la libertad de huir. Además, con aquellas esclavas conteniendolo, no podía ser capaz de usar ninguna habilidad aprendida.
La muerte estaba frente a él, ocultando su apariencia detrás de una máscara y otros cuantos lacayos siguiendole el juego de atormentar hasta el final al príncipe, quién más que mostrarse vulnerable trás la situación, tenía una expresión clara de aburrimiento por tanto diálogo, como si realmente fuera de importancia sus motivos detrás para el albino.
No es como que estuviera resignado a morir; estaba esperando la oportunidad perfecta para irse de ahí, aunque la paciencia no fuera una virtud dominante en él, en esta cuestión, debía soportar hasta el final o realmente aquellos cumplirian su cometido.
Fue entonces, cuando el detractor acarició cínicamente su rostro mientras le amenazaba con una daga en su cuello, que encontró un punto de escape. Por las esclavas que llevaba encima apenas y se notaría, pero algo que nadie nunca contempló era que Dethia quizás no podía usar sus poderes, pero aún podia absorber una pequeña cantidad de vitalidad del resto, lo que le dió oportunidad de descender hacía el mundo mortal con lo poco que logró consumir mientras el otro apenas actuaba.
De ese modo llegaría a descender, ahora siendo una divinidad encapsulada en el cuerpo de un simple mortal sin habilidad alguna. El escapé había resultado porque la energía de su agresor era lo suficientemente poderosa para alimentarlo, sin embargo, no correría con la misma suerte estando rodeado de plebeyos comunes y corrientes. Dicho de otro modo, mientras aun sus poderes se encontraran suprimidos, el solo era un humano más, sin posesiones. De ser una divinidad, se había reducido a ser nadie, una simple existencia que no valía nada.
Sus prendas estaban sucias y su garganta ardía; pasando una de sus manos por su blanquecino cuello, se dió cuenta que aquel bastardo había alcanzado a cortar su piel, aunque apenas era un rasguño poco profundo, seguía siendo molesto sentir como la sangre se deslizaba por su torso. Como primer instinto, quiso usar la luz sanadora para curarse, sin embargo, evidentemente no funcionó.
Comenzó a caminar sin rumbo fijo, en busca de un pueblo cercano. Estaba visiblemente incómodo, pero debía soportarlo y avanzar pues aún no estaba completamente a salvo.
En el primer pueblo desértico, mientras exploraba a su alrededor, encontró a un ser extraño escondido entre algunos callejones. Dethia era un sinvergüenza natural, por lo que sin ni siquiera presentarse o dialogar, fue directo a lo que necesitaba. — Oye, tú. ¿Sabes curar una herida? — el tono era demandante sin una pizca de amabilidad visible. Parecía mas bien como si estuviera tratando con cualquiera de sus sirvientes que tenía en el reino.
❏ ⋮ 𝐃𝐞𝐜𝐚𝐝𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚 𝐦𝐨𝐫𝐭𝐚𝐥
ꜱᴛᴀʀᴛᴇʀ ᴄᴏɴ: [EnvyZoroark]
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↬| Durante su longeva vida, Dethia jamás había conocido lo que eran las carencias, el sentimiento de necesidad o de "no poder". Era una divinidad en su máxima expresión, proveniente de uno de los reinos más poderosos en el cielo de los dioses y con una fuerte influencia en el mundo mortal, quien dijera no conocerlo, estaría mintiendo, todo el mundo debía saber que él era sucesor de la luz y el sol; al menos, así siempre había sido categorizado, y debido a que su título era "Príncipe del Sol", solo era cuestión de tiempo para que se convirtiera en el nuevo Dios.
Para el infortunio de aquel, había un desacuerdo entre sus ideales y lo que realmente se planeaba. En un primer momento ascenderlo había sido el objetivo de todo el mundo, pero las circunstancias de su nacimiento y el terror que conllevó descubrir que Dethia era una existencia con un potencial catastrófico, cambiaron el rumbo de su destino.
Aquello conllevó a medidas desesperadas en las que, fue obligado a portar dos esclavas en cada una de sus muñecas con el fin de suprimir por completo su poder, y una vez que no representara una amenaza, sería asesinado.
Aunque el plan original consistía en solo estabilizarlo, Dethia se había ganado el odio de varías divinidades, por tanto, no solo bastaba con retenerlo, sino que, pensando en el futuro del mundo, algunos creían que su existencia debía desaparecer para siempre.
Y ahí se encontraba, postrado en el suelo mientras sus manos quedaban alzadas por las cadenas firmes que lo privaban de la libertad de huir. Además, con aquellas esclavas conteniendolo, no podía ser capaz de usar ninguna habilidad aprendida.
La muerte estaba frente a él, ocultando su apariencia detrás de una máscara y otros cuantos lacayos siguiendole el juego de atormentar hasta el final al príncipe, quién más que mostrarse vulnerable trás la situación, tenía una expresión clara de aburrimiento por tanto diálogo, como si realmente fuera de importancia sus motivos detrás para el albino.
No es como que estuviera resignado a morir; estaba esperando la oportunidad perfecta para irse de ahí, aunque la paciencia no fuera una virtud dominante en él, en esta cuestión, debía soportar hasta el final o realmente aquellos cumplirian su cometido.
Fue entonces, cuando el detractor acarició cínicamente su rostro mientras le amenazaba con una daga en su cuello, que encontró un punto de escape. Por las esclavas que llevaba encima apenas y se notaría, pero algo que nadie nunca contempló era que Dethia quizás no podía usar sus poderes, pero aún podia absorber una pequeña cantidad de vitalidad del resto, lo que le dió oportunidad de descender hacía el mundo mortal con lo poco que logró consumir mientras el otro apenas actuaba.
De ese modo llegaría a descender, ahora siendo una divinidad encapsulada en el cuerpo de un simple mortal sin habilidad alguna. El escapé había resultado porque la energía de su agresor era lo suficientemente poderosa para alimentarlo, sin embargo, no correría con la misma suerte estando rodeado de plebeyos comunes y corrientes. Dicho de otro modo, mientras aun sus poderes se encontraran suprimidos, el solo era un humano más, sin posesiones. De ser una divinidad, se había reducido a ser nadie, una simple existencia que no valía nada.
Sus prendas estaban sucias y su garganta ardía; pasando una de sus manos por su blanquecino cuello, se dió cuenta que aquel bastardo había alcanzado a cortar su piel, aunque apenas era un rasguño poco profundo, seguía siendo molesto sentir como la sangre se deslizaba por su torso. Como primer instinto, quiso usar la luz sanadora para curarse, sin embargo, evidentemente no funcionó.
Comenzó a caminar sin rumbo fijo, en busca de un pueblo cercano. Estaba visiblemente incómodo, pero debía soportarlo y avanzar pues aún no estaba completamente a salvo.
En el primer pueblo desértico, mientras exploraba a su alrededor, encontró a un ser extraño escondido entre algunos callejones. Dethia era un sinvergüenza natural, por lo que sin ni siquiera presentarse o dialogar, fue directo a lo que necesitaba. — Oye, tú. ¿Sabes curar una herida? — el tono era demandante sin una pizca de amabilidad visible. Parecía mas bien como si estuviera tratando con cualquiera de sus sirvientes que tenía en el reino.