Despertó en un sobresalto, su cuerpo empapado en sudor frío, mientras su corazón palpitaba con fuerza en el interior de su pecho, luchando por liberarse de los últimos vestigios de aquella pesadilla que se desvanecía lentamente de su mente. Había sido tan real, tan vívida, que aún podía sentir el dolor punzante de la estaca clavándose en su ser, atormentándolo con una agonía insoportable.
Tomando una respiración profunda, Rei se sentó en el borde de su cama, pasando una mano temblorosa por su cabello empapado. Odiaba esas noches en las que sus sueños se volvían tan intensos y oscuros, aunque nunca lo reconocería abiertamente. Los terrores de la muerte final lo acosaban, dejándolo con la duda de si habría tomado las decisiones correctas, si había hecho lo suficiente para ser recordado. Una estaca era la única forma en que podría encontrar la final definitivo... y era precisamente por ello que le aterrorizaba tanto.
Rei no deseaba morir. Aún no había alcanzado todas sus metas, aún no había iluminado lo suficiente el escenario. ¿Cómo podría abandonar este mundo sin haber dejado su huella? No, necesitaba más tiempo, aunque en ocasiones, en los rincones más oscuros de su mente, había contemplado el atractivo de un descanso eterno.
Pronto, ya era mas de las doce de la tarde y Rei tendría que prepararse para otro día repleto de ocupaciones. Tal vez debería enfocarse en perfeccionar su próxima actuación, en pulir cada detalle de su rutina, en vez de dejarse abrumar por pesadillas carentes de sentido.
Despertó en un sobresalto, su cuerpo empapado en sudor frío, mientras su corazón palpitaba con fuerza en el interior de su pecho, luchando por liberarse de los últimos vestigios de aquella pesadilla que se desvanecía lentamente de su mente. Había sido tan real, tan vívida, que aún podía sentir el dolor punzante de la estaca clavándose en su ser, atormentándolo con una agonía insoportable.
Tomando una respiración profunda, Rei se sentó en el borde de su cama, pasando una mano temblorosa por su cabello empapado. Odiaba esas noches en las que sus sueños se volvían tan intensos y oscuros, aunque nunca lo reconocería abiertamente. Los terrores de la muerte final lo acosaban, dejándolo con la duda de si habría tomado las decisiones correctas, si había hecho lo suficiente para ser recordado. Una estaca era la única forma en que podría encontrar la final definitivo... y era precisamente por ello que le aterrorizaba tanto.
Rei no deseaba morir. Aún no había alcanzado todas sus metas, aún no había iluminado lo suficiente el escenario. ¿Cómo podría abandonar este mundo sin haber dejado su huella? No, necesitaba más tiempo, aunque en ocasiones, en los rincones más oscuros de su mente, había contemplado el atractivo de un descanso eterno.
Pronto, ya era mas de las doce de la tarde y Rei tendría que prepararse para otro día repleto de ocupaciones. Tal vez debería enfocarse en perfeccionar su próxima actuación, en pulir cada detalle de su rutina, en vez de dejarse abrumar por pesadillas carentes de sentido.