• Guarda silencio, mientras se escuchaba el papel amarronado, estaba envolviendo lo que parecía ser un ramo de paniculatas, respirando con tranquilidad, mientras se sentía tan orgullosa de su creación, acariciando los detalles de la flor.
    Guarda silencio, mientras se escuchaba el papel amarronado, estaba envolviendo lo que parecía ser un ramo de paniculatas, respirando con tranquilidad, mientras se sentía tan orgullosa de su creación, acariciando los detalles de la flor.
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • Jax Memories,
    21/11/2025.

    >> If I had a Gun… - Noel Gallagher’s

    There’s something heavy about watching a year come to an end… like every day that disappears takes with it a part of me I didn’t know how to hold on to. Sometimes I look back and feel like I lived too fast, left too many words unspoken, too much love unprotected. And that weight… it hits harder when the calendar runs out.

    Closing cycles was never my strength. I always stayed a little longer than I should, always waited for something to change, for someone to return, for the world to give me a break it never planned to give. Some memories don’t burn anymore, but they don’t heal either; they simply exist—shadows that follow me when the road gets quiet.

    And yet… there’s a soft, almost human kind of melancholy in watching a year die. Like life whispering that, despite everything I’ve broken, there’s still a chance to do things differently. Not better… just differently. At my pace, with my scars, with my absences.

    Maybe that’s all I can ask from the road ahead: a little peace in the noise, a moment to breathe without feeling like everything I love is slipping through my fingers. And if that peace never comes, if the road stays rough… at least I’ll know I tried. That even a tired soul can find a small corner of clarity before the next cycle begins.

    Because in the end, that’s what I am: a man still moving forward, even when the past is heavy and the future hurts. A man who looks at the end of the year the way he looks at a sunset—with sadness… but with a quiet hope that maybe, tomorrow, it’ll hurt a little less.
    Jax Memories, 21/11/2025. >> If I had a Gun… - Noel Gallagher’s There’s something heavy about watching a year come to an end… like every day that disappears takes with it a part of me I didn’t know how to hold on to. Sometimes I look back and feel like I lived too fast, left too many words unspoken, too much love unprotected. And that weight… it hits harder when the calendar runs out. Closing cycles was never my strength. I always stayed a little longer than I should, always waited for something to change, for someone to return, for the world to give me a break it never planned to give. Some memories don’t burn anymore, but they don’t heal either; they simply exist—shadows that follow me when the road gets quiet. And yet… there’s a soft, almost human kind of melancholy in watching a year die. Like life whispering that, despite everything I’ve broken, there’s still a chance to do things differently. Not better… just differently. At my pace, with my scars, with my absences. Maybe that’s all I can ask from the road ahead: a little peace in the noise, a moment to breathe without feeling like everything I love is slipping through my fingers. And if that peace never comes, if the road stays rough… at least I’ll know I tried. That even a tired soul can find a small corner of clarity before the next cycle begins. Because in the end, that’s what I am: a man still moving forward, even when the past is heavy and the future hurts. A man who looks at the end of the year the way he looks at a sunset—with sadness… but with a quiet hope that maybe, tomorrow, it’ll hurt a little less.
    Me gusta
    Me encocora
    3
    2 turnos 0 maullidos
  • “Te encontré” — Rescate de Ellis

    La casa abandonada estaba en silencio.
    Demasiado silencio.

    Reid avanzó primero, casi corriendo, la linterna temblando en su mano por los nervios.
    Morgan gritó algo detrás, un “¡Reid, esperá!” que él ignoró.

    No podía esperar.
    No después de lo que Rachel había dicho.
    No después de sentir que el mundo se le venía abajo solo por imaginar a Ellis lastimada.

    Abrió una puerta, otra, otra.
    Todas vacías.

    Hasta que escuchó un golpe leve.
    Como un suspiro.
    Como alguien tratando de respirar sin hacer ruido.

    —Ellis… —susurró, con la voz ya rota.

    El sonido venía del sótano.

    Reid bajó los escalones tan rápido que casi se cae.
    Y allí, iluminada por un rayo de luz que entraba por una ventana rota, estaba ella:
    atrapada en una silla, manos atadas, la ropa sucia, el cabello pegado a la frente, pero viva.

    Viva.

    —Ellis —fue casi un sollozo.

    Ella levantó la cabeza con esfuerzo, y cuando lo vio, sus labios temblaron en algo que parecía una sonrisa cansada.

    —Spencer —lo dijo suave, como si estuviera soñando.

    Reid soltó la linterna, dejó caer su arma al suelo y cruzó la habitación en dos pasos.
    No lo pensó.
    No lo procesó.
    No calculó probabilidades.

    Simplemente la rodeó con los brazos y la jaló contra su pecho.

    El golpe del abrazo fue fuerte, desesperado.
    Ella exhaló contra su cuello, como si por fin pudiera respirar.

    —¿Estás bien? —preguntó él, pero su voz quebrada decía que necesitaba oírlo más de lo que ella necesitaba decirlo.

    —Estoy estoy bien, Spencer —susurró, apoyando la cabeza en su hombro—. Sabía que vendrías.

    Sus dedos se aferraron a la tela de su chaqueta, como si necesitara asegurarse de que fuera real.

    Reid cerró los ojos.
    Un segundo.
    Solo un segundo.
    Suficiente para dejar salir un mínimo temblor que no dejaría que nadie más viera.

    —No vuelvas a hacerme esto —murmuró él, a medio camino entre un reproche y un alivio absoluto—. No vuelvas a desaparecer así.

    Ella rió, una risa débil, pero viva.

    —No planeaba hacerlo
    Y menos si sé que te pones así.

    Reid exhaló una mezcla de risa y llanto que nunca admitiría.
    Después se separó un poco, lo justo para verla a los ojos.

    —Te tengo —dijo, y esta vez fue promesa, no aviso.

    —Siempre lo supe —respondió Ellis con suavidad—. Tu siempre me encuentras, Spence.

    Morgan y Prentiss llegaron corriendo detrás, pero ninguno tuvo corazón para interrumpirlos.

    Reid estaba arrodillado frente a ella, desatando las cuerdas con manos temblorosas, mientras Ellis apoyaba la frente en la suya, respirando el mismo aire, compartiendo ese segundo que dijo más que cualquier palabra.

    Porque él la encontró.
    Porque ella lo esperó.
    Porque ese abrazo fue un “te necesito” disfrazado de alivio.
    Porque Reid rescato a su hermana elegida.

    Y nadie en ese sótano tuvo dudas:

    Ellis Preece era la persona capaz de romper —y reconstruir— el corazón de Spencer Reid.
    “Te encontré” — Rescate de Ellis La casa abandonada estaba en silencio. Demasiado silencio. Reid avanzó primero, casi corriendo, la linterna temblando en su mano por los nervios. Morgan gritó algo detrás, un “¡Reid, esperá!” que él ignoró. No podía esperar. No después de lo que Rachel había dicho. No después de sentir que el mundo se le venía abajo solo por imaginar a Ellis lastimada. Abrió una puerta, otra, otra. Todas vacías. Hasta que escuchó un golpe leve. Como un suspiro. Como alguien tratando de respirar sin hacer ruido. —Ellis… —susurró, con la voz ya rota. El sonido venía del sótano. Reid bajó los escalones tan rápido que casi se cae. Y allí, iluminada por un rayo de luz que entraba por una ventana rota, estaba ella: atrapada en una silla, manos atadas, la ropa sucia, el cabello pegado a la frente, pero viva. Viva. —Ellis —fue casi un sollozo. Ella levantó la cabeza con esfuerzo, y cuando lo vio, sus labios temblaron en algo que parecía una sonrisa cansada. —Spencer —lo dijo suave, como si estuviera soñando. Reid soltó la linterna, dejó caer su arma al suelo y cruzó la habitación en dos pasos. No lo pensó. No lo procesó. No calculó probabilidades. Simplemente la rodeó con los brazos y la jaló contra su pecho. El golpe del abrazo fue fuerte, desesperado. Ella exhaló contra su cuello, como si por fin pudiera respirar. —¿Estás bien? —preguntó él, pero su voz quebrada decía que necesitaba oírlo más de lo que ella necesitaba decirlo. —Estoy estoy bien, Spencer —susurró, apoyando la cabeza en su hombro—. Sabía que vendrías. Sus dedos se aferraron a la tela de su chaqueta, como si necesitara asegurarse de que fuera real. Reid cerró los ojos. Un segundo. Solo un segundo. Suficiente para dejar salir un mínimo temblor que no dejaría que nadie más viera. —No vuelvas a hacerme esto —murmuró él, a medio camino entre un reproche y un alivio absoluto—. No vuelvas a desaparecer así. Ella rió, una risa débil, pero viva. —No planeaba hacerlo Y menos si sé que te pones así. Reid exhaló una mezcla de risa y llanto que nunca admitiría. Después se separó un poco, lo justo para verla a los ojos. —Te tengo —dijo, y esta vez fue promesa, no aviso. —Siempre lo supe —respondió Ellis con suavidad—. Tu siempre me encuentras, Spence. Morgan y Prentiss llegaron corriendo detrás, pero ninguno tuvo corazón para interrumpirlos. Reid estaba arrodillado frente a ella, desatando las cuerdas con manos temblorosas, mientras Ellis apoyaba la frente en la suya, respirando el mismo aire, compartiendo ese segundo que dijo más que cualquier palabra. Porque él la encontró. Porque ella lo esperó. Porque ese abrazo fue un “te necesito” disfrazado de alivio. Porque Reid rescato a su hermana elegida. Y nadie en ese sótano tuvo dudas: Ellis Preece era la persona capaz de romper —y reconstruir— el corazón de Spencer Reid.
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • —Ese tonto...

    Lo miraba desde la distancia con molestia ¿Cómo podía existir hombre tan exasperante?
    No dejaba de desmeritarlo cada que tenía oportunidad, a pesar de que se esforzaba siendo un simple humano, buscando ser igual de fuerte que su padre, entrenando arduamente cuando sus responsabilidades como príncipe le permitían.

    Pasó de largo, yendo a ver a su madre, sabiendo que estaría en su alcoba como siempre, listo para tomar su nueva lista de labores de la semana, pues ahora él llevaba en cierto modo la responsabilidad del pueblo a falta del Rey de Ithaca y con la depresión de la Reina.
    —Ese tonto... Lo miraba desde la distancia con molestia ¿Cómo podía existir hombre tan exasperante? No dejaba de desmeritarlo cada que tenía oportunidad, a pesar de que se esforzaba siendo un simple humano, buscando ser igual de fuerte que su padre, entrenando arduamente cuando sus responsabilidades como príncipe le permitían. Pasó de largo, yendo a ver a su madre, sabiendo que estaría en su alcoba como siempre, listo para tomar su nueva lista de labores de la semana, pues ahora él llevaba en cierto modo la responsabilidad del pueblo a falta del Rey de Ithaca y con la depresión de la Reina.
    Me shockea
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • El futuro de britania y liones esta en manos de estos 4 jovenes .
    El futuro de britania y liones esta en manos de estos 4 jovenes .
    0 turnos 0 maullidos
  • Un buen , dia para estar aqui me pregunto ¿que hay de nuevo?
    Un buen , dia para estar aqui me pregunto ¿que hay de nuevo?
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • Vamos a divertirnos hoy...veamos a cuantos demonios cazamos..
    Vamos a divertirnos hoy...veamos a cuantos demonios cazamos..
    Me encocora
    Me endiabla
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • Prominentes senos, grandes glúteos, ropa pequeña que no deja algo a la imaginación, palabras promiscuas, lejos de una atracción, le generan una notoria incomodidad.
    ¿de quién era la culpa?

    Cundo le preguntaban si era que acaso le gustaban los hombres, él lo negaba, sabía que no tenía que ocultarlo.
    Era simple; él soñaba con una mujer que fuese como su madre con su padre, ese tipo de amor tan paciente, tan calmo y completo. Privado pero intenso, leal y completo.
    Con independencia pero disponibilidad.

    Él seguirá disfrutando de sus padres, sus hermanos, sus amigos y sus hobbies, no tiene prisa de perder el tiempo con mujeres que no ven más allá de su nariz.
    Prominentes senos, grandes glúteos, ropa pequeña que no deja algo a la imaginación, palabras promiscuas, lejos de una atracción, le generan una notoria incomodidad. ¿de quién era la culpa? Cundo le preguntaban si era que acaso le gustaban los hombres, él lo negaba, sabía que no tenía que ocultarlo. Era simple; él soñaba con una mujer que fuese como su madre con su padre, ese tipo de amor tan paciente, tan calmo y completo. Privado pero intenso, leal y completo. Con independencia pero disponibilidad. Él seguirá disfrutando de sus padres, sus hermanos, sus amigos y sus hobbies, no tiene prisa de perder el tiempo con mujeres que no ven más allá de su nariz.
    Me gusta
    Me encocora
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • Nada como otro día más de entrenamiento libre
    Nada como otro día más de entrenamiento libre
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • Se que hay una versión de mi que jamás sobrevivió a los ataques.
    Se que hay otra versión de mi que se forzó a ser un "hombrecito".

    Pero.....me gusta esta versión de mi.
    Viva, feliz, a gusto con mi cuerpo, con mi identidad.
    ¿hombre?¿mujer? ¡¿qué importa?!
    Yo me acepto como soy, los que me aman, me aman como soy ~
    Se que hay una versión de mi que jamás sobrevivió a los ataques. Se que hay otra versión de mi que se forzó a ser un "hombrecito". Pero.....me gusta esta versión de mi. Viva, feliz, a gusto con mi cuerpo, con mi identidad. ¿hombre?¿mujer? ¡¿qué importa?! Yo me acepto como soy, los que me aman, me aman como soy ~
    Me encocora
    1
    0 turnos 0 maullidos
Patrocinados