Navidad, mi época favorita de todo el año.

 

Queda todavía algunas semanas antes de que lleguen las vacaciones (muy esperadas por los alumnos)

Este será mi primer año que no pase la navidad con la familia, mis hermanas las pasaran con sus respectivas parejas. Papá y mamá se van de crucero, pasaran las fiestas acompañados de otras parejas muggles.

Va a ser mi primera navidad en Hogwarts.

 

Al mismo tiempo que se avecinan las vacaciones, eso también significa que llegan los exámenes. Hay tiempo de sobra para que mis compañeros y yo, preparemos cada uno con calma los exámenes tanto practicos y teóricos, para los alumnos.

 

Anoche estuve hasta tarde corrigiendo los trabajos, que la semana pasada les puse a los alumnos de tercero y cuarto año. Mientras disfrutaba de una taza caliente de té, fue mi gran aliado para no terminar durmiendo sobre los pergaminos.

Sigo teniendo las mismas ganas y ilusión del primer día.

 

Todavía recuerdo cuándo la directora Magnoball nos presentó a los profesores que no conocíamos, me sorprendió conocer finalmente a los hermanos Sallow. Y más, verlos como los profesores de Encantamientos y Defensa contra las Artes oscuras.

Se celebró una comida, para celebrar nuestra bienvenida y también el nuevo curso que nos esperaba a todos por delante.

 

Fue un día maravilloso.

 

 

Mientras ibamos por los postres, recibí una nota de Magnoball. Las dos nos reunimos en el que antaño era el despacho de Dumbledore.

-¿Se encuentra bien señorita Featherington?.

En todos mis años como estudiante nunca había sido llamada a este despachó, llegué a imaginármelo varías veces y en todas, era diferente. Mi imaginación lo cambiaba, la realidad es mucho mejor que mi imaginación.

-Siempre tuve curiosidad por ver como era su despacho.

Enseguida me arrepentí de mis palabras, no quería que recordase al difunto director. Magnoball y yo contemplamos su retrato, fue un buen hombre y uno de los mejores directores de todo Hogwarts.

 

-¿Desea tomar algo?.

-No, gracias.

-Quería hablar con mi sucesora a solas. Esperó que no la molesté.

-En absoluto.

La observó detenidamente colocando una enorme pila de una extensa variedad de libros y pergaminos. Levantó una de mis cejas, no lo esperaba. Ahora mismo me he quedado sin palabras, estoy confusa.

-Me he tomado la libertad de ayudarla a preparar el programa de este nuevo año escolar.

-No se que decir.

-Se que yo ya no soy la profesora de Transformaciones, no la voy a pedir que sigo mi programa a raja tabla.

Solo es una guía que he diseñado para que la ayude, este año se estrena como profesora y deseó que todo te vaya bien.

-Gracias. Muchas gracias, es muy amable directora Magnoball.

-Hace años estuve en la misma posición que usted y se muy bien, que los comienzos siempre son duros.

-Es muy amable.

-Aunque ahora sea la directora, la clase de Transformaciones tendrá siempre un hueco en mi corazón.

 

Irrumpe en el despacho una elfa llamada Dolfi, es la ayudante de Magnoball. Fue llamada para llevar la guía de campo a mi despachó, volví a dar las gracias antes de abandonar el despachó.

 

 

 

 

-Disculpe.

La elfa domestica de Magnoball llama mi atención, vuelvo a dejar la pluma dentro del tintero y bajo la cabez en su dirección.

-Dolfi siente haberla interrumpido. Dolfi tenía órdenes de buscarla.

-Tranquila Dolfi. ¿Para qué me buscabas?.

-Mi ama desea verla.

 

 

-Quería verme, directora.

-Estoy impresionada con su trabajó. En tan poco tiempo se ha hecho con el control de los alumnos y con la clase que imparte. 

Suspiró de alivio al escuchar sus amables palabras, antes de entrar pensé que había cometido un falló o recibiría una amolestación.

-Sabía que no me defraudaría, tome la decisión correcta al contratarla como mi sustituta.

 

 

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Sabía que no me defraudaría, tome la decisión correcta al contratarla como mi sustituta.

 

Las palabras de Magnoball resonaron una y otra vez en mi cabeza, durante el resto de lo que queda de día.

 

Hoy por la tarde no tengo que impartir ninguna clase, decídi quedarme en mi despacho. Sentada en el sillón en frente de la chimenea ojeo mi correo tomando una taza de café descafeinado, en cuánto vi su nombre, con rapidez cojo esa carta y terminó leyéndola y releyendo dos veces más.

-No puede ser cierto.