Un par de cortinas de un pálido y gastado color parduzco , desagradables al tacto ,que impedían pasar la luz del sol a través de un pequeño ventanuco, era la única mota de color en aquellas cuatro paredes que conformaban la sala.

Olía a lejía y a pintura.

Al otro lado , a través del enorme cristal que separaba el reducido espacio de la habitación contigua, Carl observaba la escena mostrando el mismo semblante serio , gélido e impasible que se había mantenido esbozado en su rostro nada más entrar .

- ¿ Y bien ?- Pese a la sensación de vacío en el pecho , los músculos agarrotados y la creciente debilidad , la voz de la muchacha emergió de su garganta inexpresiva , neutra, aunque pese al enorme esfuerzo, le fue imposible ocultar el cansancio acumulado. 

Sus cejas se alzaron de manera inquisitiva , sus brazos permanecieron cruzados por debajo del pecho, su espalda y hombros erguidos, su atención puesta en el hombrecillo sentado frente a ella, cuyos ojos le retornaron la mirada , despojados de todo aquello que otrora hubiera hecho ser a su propietario quien fuera que hubiera sido, dejando en su lugar un cascarón vacío , sin vida.

Era menudo, aunque de complexión fuerte y robusta. Llevaba un harapiento traje color beige sucio ,desgarrado y chamuscado. Olía a moho.-" No...No lo sé. No, lo sé, ama. No lo recuerdo."- "Ama... "Aquella palabra le provocaba náuseas, repulsión.

Arlan, que se encontraba a su siniestra, dedicó a la joven una mirada tranquilizadora, instándole a continuar.

" Sin miedo, recuerdas ", le había dicho en su momento  , " Muestra siempre seguridad aunque carezcas de ella. Será tu mejor baza, no lo olvides. Así nunca podrán jugar contigo"

Ni siquiera estaba del todo segura de qué le había impulsado a meterse de lleno en aquel caso. Quizás esa tremenda empatía que tantos y tantos problemas le había causado por no usar al cien por cien la cabeza, quizás la extraña familiaridad que emanaba de cada uno de los testimonios que había sido capaz de obtener por diversas vías, o quizás su omnipresente curiosidad.

Tres años antes, a las afueras de París, un viejo granero ya abandonado del que ya nadie se preocupaba ni recordaba, amanecía siendo pasto de las llamas. Nadie supo con certeza qué lo había originado, pero todos los testigos afirmaban que sofocarlo fue una tarea tediosa y complicada, pues cuando al fin parecía que todo estaba bajo control, el incendio reaparecía al cabo de muy poco tiempo, más intenso. Se necesitaron tres equipos de bomberos y se tardaron aproximadamente doce horas hasta que las llamas se extinguieron definitivamente.

En el suelo se descubrieron extrañas figuras y runas que se desperdigaban aquí y allá , además de fragmentos de hierro y cristal esparcidos a lo largo del solar.

No obstante, el susodicho incendio había dejado al descubierto algo mucho más insólito : tendidos en el suelo calcinado, se encontraron totalmente intactos cuatro cuerpos de dos varones y dos mujeres , que las llamas ni siquiera habían hecho amago de tocar.

Según los informes que había tenido oportunidad de leer, cuando llegaron los agentes ,describieron un olor nauseabundo a azufre mezclado con el dulzor de la miel. Ese olor, ese maldito olor que desde que tenía uso de razón le atormentaba en sus peores pesadillas.

Mencionaron además que todos ellos presentaban en el costado izquierdo un hematoma cuya forma evocaba, sin riesgo de equivocarse , una flor de lis retorcida.

Para cuando Arlan le mencionó aquella serie de acontecimientos escasos meses antes, unos grandes almacenes que acababan de quebrar, reventaron en otro gran incendio que terminó echando a perder más de la mitad de la estructura. Se tardaron más de cuatro días en extinguirlo del todo.

Durante dos noches seguidas, los vecinos de alrededor afirmaron que aún siendo noche cerrada, parecía ser pleno día.

Mismo número de cuerpos : dos varones, dos mujeres, mismo hematoma , mismas runas, mismo hedor,¿ Cómo no entrar de lleno, a pesar de las múltiples advertencias , con tantos interrogantes?

Los ojos verdes de la Confesora escudriñaron al interrogado, quien, ansioso por poder hacer cualquier cosa, por pequeña que fuera , que la complaciese, se retorcía en la silla , la respiración entrecortada, casi como si necesitase recordar cómo se daba una bocanada de aire.- " Necesitamos que nos digas la verdad. Necesitamos que nos digas qué ocurrió."- A pesar de la autoridad que denotaba la voz del viejo mago, el hombrecillo ni se inmutó. Sólo la miraba a ella.- Ahora vas a decirnos toda la verdad.- Al haber recibido por fin una orden, al tener algo con lo que sabía, podía complacerla, su semblante cambió y una amplia curvatura se esbozó en labios foráneos.

Entre ambos le enseñaron las fotos que se habían tomado de ambos escenarios.

El interrogado reconoció en cuestión de segundos la primera de las fotos.

Inevitablemente , bajo el influjo del toque de una Confesora, poco a poco fue desgranando todas y cada una de las atrocidades cometidas en el olvidado granero, a cada cual peor. El martirio por el que pasaron aquellos cuatro jóvenes inocentes, lo que les obligó a hacer y cómo les dió muerte al no sucumbir . - " Ellos me obligaron. No quería. Fueron ellos."- Las lágrimas empapaban el arrugado rostro, sus ojillos grises imploraban su perdón.

Rosie se obligó a tragar saliva un par de veces a medida que avanzaba en el relato de los hechos.

 Por primera vez el normalmente expresivo rostro de la joven no mostró nada. Ni dolor, ni frío, ni calor, ni siquiera el horror que verdaderamente sentía. Nada.- ¿ Había alguien más contigo ? - Incluso el propio Arlan se sorprendió .El interpelado negó, con el rostro cubierto de un rojizo rubor, fruto de la vergüenza que le producía aquello que acaba de contar. Vergüenza, porque era consciente de que le había desagradado .

Intercambió una mirada con Arlan, quien entonó un sincero y silente " Lo siento", sin necesidad de pronunciar palabra alguna.- " Es suficiente por ahora." - Rosie asintió, conteniendo las ganas de vomitar.

Carl finalmente entró en la sala y obligó al hombrecillo a abandonar el lugar después de un largo rato.- "¿ En qué más puedo complacerte, ama ?"- De nuevo aquella dichosa palabra....

Fue incapaz de contestar. La debilidad le había acabado consumiendo hasta dejarla sin apenas fuerzas. Sabía que serían tan sólo una o dos horas, pero necesitaba descansar.

El hombrecillo gritaba, se retorcía, suplicaba quedarse.- " Iatrish ...." - Había sido la última palabra que lanzara al aire . Arlan, quien al parecer sí que había entendido el significado a juzgar por su reacción, frunció el ceño, los músculos en tensión, y rodeó sus hombros con un brazo.-" Vamos, diablillo. Será mejor volver..."- Nadie dijo nada durante lo que duró el camino de vuelta. Mago y Confesora se encontraban absortos en sus propios pensamientos.

No obstante, Rosie agradecía aquella compañía.

Recapacitando a cerca de todo lo acontecido, se encontró a sí misma necesitando hallar más respuestas, necesitando saber más por más náuseas y repulsión que le produjera , no quería dejar que tipos así anduvieran a sus anchas.

Luego estaba aquella palabra, esa que durante varias semanas tanto a ella como al mago había terminado por quitar el sueño.

" Iatrish....."

 

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- "¿ Quiénes son ?- La menor, de poco más de trece años, se retorcía en su abrazo en un vano intento por zafarse. Sollozaba, temblaba.- ¿ Qué ocurre? Quiero volver a casa..."- La muchacha mantuvo aquel arrullo unos instantes, susurrándole palabras amables en su afán por hacer que se calmara.- Pase lo que pase, no hagas un solo movimiento. Quédate con nosotros y todo irá bien,¿ De acuerdo?-. La chiquilla asintió, secándose las lágrimas con la manga.

Eran voces desgarradoras , roncas, profundas que parecían provenir del mismísimo inframundo. Su horripilante sonido reverberaba en todas direcciones contra las gruesas paredes de la maltrecha estructura.- " Caerán, caerán. Caerá el peón, caerá el rey . El caminante acecha. Tus sueños serán su campo de batalla. Iatrish, Iatrish. Caerán, caerán. Caerá la reina, caerá el paladín. Caerán, Caerán. Iatrish, Iatrish.."- Aquel cántico iba y venía, iba y venía. A veces cerca y ,a veces, tan lejano como un eco.

En sus brazos, la muchachita temblaba , dejando escapar un quejido al ver cómo otro muchacho, no muy lejos de donde se encontraban, se estampaba de bruces contra el suelo, desollado, inerte, moribundo, desorientado y finalmente, muerto . Dio un fuerte chillido antes de zafarse de los brazos de la Confesora. - ¡ No! - Rosie intentó disuadirle .

Ojos dorados observaron desde cada rincón, gargantas desprovistas de toda vida y con un hambre voraz profirieron desgarradores gruñidos. El monótono cántico estaba, esta vez, más y más cerca.

Pudo observar desde su posición con total claridad aquellas formas . Escamas en lugar de piel, colmillos extremadamente afilados, labios resecos y lechosos y un vaho mugriento que emergía de éstos junto con un aliento fétido.

- "¡ No hay tiempo!- Arlan logró sacarle de su amargo y doloroso ensimismamiento. Se había quedado incluso más paralizada que aquella chiquilla a la que desesperadamente intentaba contener.- Están aquí. Ahora,¡ Vamos! Tenemos que salir de aquí."- No hubo oportunidad de reacción. Varias puertas, las pocas que todavía se podían conservar, reventaron, iluminando la noche con una llamarada de un tinte verdoso. En el suelo, intactos, descansaban los cuerpos sin vida de tres de las víctimas. Arlan y ella habían llegado justo a tiempo de interceptar a la última pieza de su rompecabezas.

La niña entonces hizo lo peor que podía hacer : echar a correr.- Mierda.....- Avanzaron, ocultándose entre las destrozadas columnas, manteniéndose lejos de la vista de aquellos seres.

Explotaron cristales, se rasgó parte de la pulida piedra y el pavimento. Varios escudos ahora les impedían el paso.

Rosie se defendía con todo cuanto tenía a su alcance : escombros que aún había en el suelo, tablillas de madera... Arlan, por su parte, echaba mano de cuantos trucos conocía, invocando el peligroso fuego de mago, ese que no paraba hasta que sus llamas te atrapaban .Un muro reventó . Más escudos se alzaron poco después, asfixiándoles e impidiéndoles el paso Estaban por todas partes. Su alargada sombra, su hedor y su cántico les delataba.

Unos pasos más hacia su izquierda, pasitos pequeños y prudentes, le bastaron para descubrir el cuerpo de la niña, cuyo rostro mostraba una expresión de puro horror, tendido en el frío pavimento, destrozado, irreconocible- Lo ..lo siento....- Un par de lágrimas surcaron sus mejillas al tiempo que su voz ,impregnada del dolor de la situación, emergía a duras penas de sus cuerdas vocales.- Lo siento...- Fue instantáneo. Aquella inmensa mole de colmillos, ojos de pesadilla, cuerpos alargados, deformes y escamosos la rodearon en menos de lo que dura un parpadeo. Para colmo había perdido de vista al anciano mago.

El cántico, otrora armónico, solemne e hipnótico, se había convertido en un aullido desgarrador , incómodo, chirriante. Sonrisas, reflejo de la misma muerte surcaron los pérfidos labios de las criaturas.

Sus voces sibilantes le provocaban dolor de cabeza, un dolor que retumbaba hasta en sus entrañas. En la frente de todos ellos estaba grabada la misma flor de lis que se había encontrado en los cuerpos.

Gritó, gritó hasta prácticamente quedarse ronca cuando el dolor le fue insoportable, llegando a caer de rodillas.

Sus manos estaban apretadas en un puño con tanta fuerza que las uñas en un momento dado se le clavaron en la carne.- "Iatrish, Iatrish. Caerán, caerán. El caminante acecha, acecha. Iatrish, Iatrish...- Era un dolor punzante, intenso, cada vez más y más insoportable. Los gritos habían pasado a ser chillidos, chillidos que se entremezclaban con aquel barullo de cánticos.- "¡ Iatrish, Iatrish!"Alzó su diestra de manera inconsciente. Un rayo de un intenso color azulado resbaló entre la yema de sus dedos, quebrando el techo.

Se hizo el silencio en lo que nuevas horripilantes sonrisas se dirigían a ella. Los seres se movían gráciles, sin prisa, acechantes.- " Avanzarán los hijos de la sangre y el acero. Sangre vieja, sangre nueva, sangre renovada, ¡ Iatrish, Iatrish! El puente también caerá." - Su menudo cuerpo cayó de bruces, una enorme esfera de la que emanaban luz y calor a partes iguales ,reventó un segundo techo, lo último que recordaría antes de toparse de frente, una vez más con el rostro del mago.