Su historia comienza con un acto que nadie osa nombrar.

No fue un crimen común, ni un error simple, sino algo que alteró el curso de su propia existencia.

Un ser de poder  lo condenó entonces a vivir bajo una forma ajena, mitad carne, mitad memoria.

Lo hizo movido por el amor, y sin embargo lo dejó solo.

Desde entonces, el monstruo camina a través de los siglos, sin propósito más que el de encontrarla.

No busca venganza ni perdón; solo desea verla una última vez.

Porque si ella lo mirara, aunque fuera un instante, su condena se rompería… y podría morir como lo que alguna vez fue: un hombre.