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Liam Hanslet, un hombre de 28 años que siempre se esforzó por cada logro y por llegar a donde está actuamente. Sin embargo, aún le queda un objetivo por cumplir y, tal vez así, complete su satisfacción en lo que carrera laboral respecta.

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Nació en San Francisco, California, en una familia de clase media que hizo todo lo posible para poder costear los estudios de Liam cuando llegó el momento de ir a la universidad. Por ello está muy agradecido y devolvió el favor en cuanto terminó su estudios en Finanzas y luego su Máster, comenzando a trabajar casi de manera inmediata. Fue una suerte, en verdad, que una compañia en crecimiento lo tomara sin preguntar demasiado ni pedir experiencia previa.

Con el paso del tiempo se mudó a un apartamento para vivir solo, uno que estuviera en el centro de San Francisco, cerca de casi todo y, especialmente, de su trabajo.

Él fue uno de los pilares que hizo crecer la empresa, entre otras personas, por lo que ascendió relativamente rápido con los años. De hecho, siempre tuvo en mente llegar a ser CFO de la empresa y lo estaba logrando.

Eso creyó.

Hace unos meses atrás llegó una joven mujer a las oficinas, su nombre: Rachel. Todos sus colegas, hombres y mujeres por igual, primero comentaron de la belleza de esa joven, como si fuera sacada de una revista de modelos. Pero, pronto, muchos empezaron a amargarse con la presencia de esa chica (Liam incluído). Parecía ser una persona competente, pero... con una ingenuidad en ciertas cosas que desconcertaba. No solo eso, el CEO de la empresa parecía haber caído por los encantos de la joven; le permitía cosas que a otros no, muchas veces excusándola con que "estaba aprendiendo" y que debían ser pacientes con ella. Cualquier pequeño incidente siempre era culpa de alguien más, no de ella. Luego empezó a ascenderla como si nada en cuestión de semanas.

Liam siempre pasó de ella, hablándole solo cuando era necesario, pero hasta al CEO parecía molestarle que ella interactuara con otros hombres de forma demasiado amistosa. Extraño, pero tampoco estaba para juzgar. Iba a continuar así, pero esa chica era cada vez un dolor de cabeza más intenso que el día anterior. Ya a nadie le caía demasiado bien, sin embargo, de decir algo, se veían en peligro de ser despedidos inmediatamente. Nadie podía criticarla ni decirle lo que verdad pensaban porque, si la hacían sentir mal, el hombre más poderoso en la empresa acababa con la vida laboral de quien fuese.

Entonces, el día llegó en que iban a anunciar el ascenso de alguien a un rol muy importante de la empresa: CFO. Liam ya estaba listo, se puso hasta su mejor traje esa mañana, sabiendo que iban a elegirlo porque era el candidato perfecto, porque su vida estaba en esa empresa. Sin embargo...

Rachel.

Le dieron el puesto a esa chica tan... estúpida. El mundo de Liam pareció derrumbrse desde el interior. A pesar de eso, intentó mantener una sonrisa y aplaudir por el ascenso que debió ser suyo. El que le pertenecía por derecho de piso. Él, no ella.

Continuó como si nada, pero, cada vez, Rachel le recordaba con una sonrisa, que para él era una burla, mientras le pedía proyectos, estados, proyecciones, lo que fuese, mientras ella no hacía absolutamente nada.

Eso fue lo que hizo que la mente de Liam empezara a quebrarse y a comenzar a imaginar todas las posibles maneras de deshacerse de Rachel para obtener el puesto. Si debía deshacerse del CEO, entonces no le importaba. Lo único que siempre quiso era ese simple puesto, el que era suyo, el que le robaron injustamente.

Ahora, planea tomarlo a la fuerza, sin importar qué.

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Us: Mañana le sigo a la ficha que ya se me fueron las ganas de escribir. Agregaré personaldad y físico luego... tal vez.