Anna nació el 1 de Noviembre del 2003. Una familia bastante querida entre Rose y Joseph, esta familia permaneció juntas con los recuerdos más bonitos hasta que la peque llegase a los 9 años de edad.
Uno de los recuerdos más preciosos, fue cuando su padre Joseph le llevaba al bosque a ver a los lobos y un dia de esos. Encontraron algo que no pudo siquiera imaginar.
— ¡Papi papi! Los lobos están heridos.. — Exclamó preocupada Anna.
Joseph suspiró, estaba más acostumbrado de lo que le hubiera gustado imaginar a ver estas cosas pero de Anna.. sabia que tenía que curar la inocencia de la realidad.
La realidad de que existían cazadores horribles, existían personas que no tenían miedo a simplemente.. matar a un animal y en este caso, lobos. O peor aún, usarlos para experimentos, traficar... y Anna aún apenas tenía 7 años.
— No te preocupes, mira. Ayúdame a agarrar estas cosas.. ¿Sí? Mantén la calma, se van a poner bien, sólo necesito que observes, nunca se sabe cuando tendrás que hacerlo tú.
Y sabía por qué lo decía, Anna adoraba los lobos. Los dibujaba, tenía peluches, figuritas.. sabía que si quería salvar un lobo, si algún dia tuviese esa oportunidad.. tenía que aprender.
Aunque los lobos de por sí, no eran muy de fiarse de cualquier humano. Pero estos conocían perfectamente tanto al hombre como a la pequeña. Eran una manada.
Y es que Joseph era un protector de animales, también empresario pero lo oculto de esto es que él se especializaba en salvar lobos, y aún así, era un precio que posiblemente se estaba arriesgando.
— ¿Ves esos rastros de color como blanco brilloso casi tirando a gris? — Anna asintió.— Eso es plata, está herido y la plata los está haciendo más débiles, debemos quitarselo y después curarlo. ¿De acuerdo?
Joseph fue guiando a Anna para quitarle los restos de plata a una de las lobas que estaban heridas, la loba se le escapaba algún aullido y ella la miraba con una pequeña tristeza.
— Todo saldrá bien, lobita. Estarás bien.
Dijo mientras seguia ayudando a su padre y Joseph sonreía como tonto por ver a su hija haciendo lo que aprendió de él. Sabía que de mayor ella iba a ser alguien increíble, que protegería lo suyo y que daría lo que fuese.
Joseph también hizo lo suyo con otro lobo que también le sucedió lo mismo que la loba. y la verdad, nada daba más rabia que observar y tener que ver cómo aquellos lobos que no hacían nada y podían ser usados para tráficos.. Se le rompía el corazón porque hasta cachorritos habían.
Anna terminó de quitarle aquella plata a la loba, pudo apreciar la tranquilidad de ésta y una sonrisa de oreja a oreja se pudo ver desde la pequeña. Ahora quedaba curarla pero eso ya era lo normal.
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Después de aquello. Anna se puso a jugar con los lobos, la lamían la carita y le hacían cosquillas y Joseph se quedaba mirando, no todos los niños podían tener ese mental tan fuerte y aunque a veces ella fuese alguien bastante amorosa, sensible, impulsiva y traviesa, también veía fuerza en ella.
Unos disparos se escucharon y se notaron que fueron hacia el cielo, los pajaros volaron rápidamente y la mirada de Joseph con la manada fue rápida para que ellos fueran a su lugar seguro.
Joseph tomó en brazos a Anna y corrieron lo más rápido, casi se tropieza pero pudieron huir, hasta que se escondieron y la peque pudo observar cómo se llevaban uno de los lobos. Se le cristalizaron los ojos por no poder salvarlo y su padre la hizo mirarle a los ojos.
— No quise contarte esta parte.. pero debes de entender que no podemos dejar que mueran por esta gentuza. ¿Lo entiendes? — Susurró, Anna asintió entre lágrimas y se fueron hacia la camioneta una vez que hubo luz verde.
Joseph acabó contándole una historia distinta, más que nada lo más simple, que los utilizaban para prendas, para alfombras o incluso peor. Pero ella, con esa mirada fija pudo entender algo, que jamás dejaría que ningún lobo que encontrase sufriera lo que aconteció.
¿Pero cómo fue el comienzo de Anna con los lobos? ¿Bueno, malo? Sorprenderá a muchos.