MAIA LEONE
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DATOS BÁSICOS
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NOMBRE COMPLETO: Maia Leone.
EDAD: 28 años.
ORIENTACIÓN SEXUAL: Bisexual.
OCUPACIÓN: Actriz.
UBICACIÓN ACTUAL: Florencia.
SIGNO: Leo
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PERSONALIDAD
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Maia es fuego contenido en forma humana. A primera vista, es una mujer cálida, expresiva, luminosa. Su presencia llena cualquier lugar como si llevara el sol atrapado en el pecho. Habla con las manos, con los ojos, con el ritmo impulsivo de quien nunca aprendió a apagarse. Tiene un magnetismo natural que no proviene de su belleza, sino de una fuerza interna que ni ella misma comprende: un aura salvaje, vibrante, que hace que todos la recuerden incluso cuando ella intenta pasar desapercibida.
Posee una valentía casi temeraria. Le cuesta rendirse, le cuesta bajar la cabeza; es el tipo de persona que, aun estando rota, sigue sonriendo como si no supiera hacerlo de otra manera. Es leal, feroz, protectora hasta la irracionalidad. Pero bajo esa luz, hay una sombra persistente: una melancolía profunda que aparece en sus silencios, cuando cree que nadie la mira.
Es orgullosa —demasiado— y a veces ello la mete en problemas. Le cuesta aceptar ayuda, incluso cuando la necesita desesperadamente. Cree que puede con todo sola, porque en el fondo tiene miedo de depender de alguien y perderlo.
Posee un ego considerable, alimentado tanto por su naturaleza divina como por la fama en el mundo mortal. Ella no lo disimula: se sabe talentosa, carismática, magnética… y actúa en consecuencia.
En el escenario es un incendio: visceral, auténtica, indomable. En la vida cotidiana… a veces parece una estrella a punto de explotar. Ríe fuerte, ama fuerte, se enoja fuerte. No tiene término medio ni quiere tenerlo.
Siente una conexión profunda con la luz, el calor, el liderazgo natural. Le molesta la injusticia más de lo que admite y tiene un sentido de protección que a veces parece irracional… pero que en realidad es un eco de la guardiana que fue.
Muchos la ven como una mujer segura, brillante y perfectamente humana. Nadie imagina que dentro de ella duerme un rugido antiguo, un sol quebrado que espera volver a encenderse.
GUSTOS:
➤ El teatro y el cine.
➤ El sol en la piel; puede quedarse horas bajo él. Le da calma.
➤ Los animales grandes, especialmente los felinos.
➤ El café muy fuerte y sin azúcar.
➤ Las hogueras, las velas, cualquier luz cálida.
➤ Dormir abrazada a algo.
➤ Los colores cálidos: dorados, naranjas, rojos terracota.
DISGUSTOS:
➤ Las mentiras, especialmente las que buscan evitar confrontaciones.
➤ El frío extremo.
➤ La sensación de ser observada sin saber por qué.
➤ Los espacios demasiado oscuros.
➤ Sentirse controlada o subestimada.
➤ La indiferencia emocional.
➤ Las personas que no saben lo que quieren.
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FÍSICO
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ICON: Inspirada en Su Burcu Yazgi.
Tiene una belleza que combina dulzura y fuerza en la misma mirada. Su rostro es armónico y expresivo, con facciones delicadas pero definidas. Sus ojos oscuros, grandes y ligeramente almendrados, son lo primero que llama la atención: brillantes, intensos, con ese aire profundo que parece esconder emociones bajo la superficie. Están enmarcados por pestañas largas y densas, lo que les da un magnetismo natural incluso sin maquillaje.
Su piel es clara y tersa, con un acabado suave que capta bien la luz. Las cejas, perfectamente delineadas y algo gruesas, aportan carácter a su expresión, dándole ese toque felino y elegante.
Su nariz es fina y proporcionada, y sus labios, de forma definida y naturalmente llenos, le dan un aire suave y armonioso cuando sonríe. Tiene un rostro muy cinematográfico: expresivo, con capacidad de transmitir ternura o intensidad con un simple gesto.
En cuanto a su figura, es esbelta, con una silueta estilizada y bien proporcionada. Destacan sus movimientos suaves, casi felinos, y una postura recta que le da presencia incluso cuando está quieta.
Su cabello generalmente es castaño, largo y rizado, con volumen natural y ese brillo sano que le enmarca el rostro de forma muy favorecedora.
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HISTORIA
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Antes de ser Maia, fue Leo, una de las trece constelaciones guardianas elegidas por la Luna para guiar a la humanidad. Su esencia era fuego puro, coraje y luz; su existencia, un equilibrio perfecto entre protección y ferocidad. Cuando Ofiuco traicionó al firmamento y descendió, ella fue de las primeras en seguirlo. Aceptó la misión sin dudar: rastrear al traidor, restaurar el orden y mantener viva la fuerza solar que representaba.
Durante los primeros años en la Tierra, Maia conservaba todo de sí: su memoria, su poder, su convicción. Era brillante, imparable, y aunque la humanidad la fascinaba, nunca olvidó quién era. Pero la caída prolongada tuvo un precio. Para sostenerse, necesitaba recordar, repetir su propósito… y con el tiempo, los recuerdos se hicieron menos nítidos. Las palabras perdieron forma. Los siglos se volvieron pesados.
Así comenzó a crear identidades humanas: vidas temporales para mantener su cordura y evitar desaparecer. En cada una gravitó hacia el arte, la expresión y la pasión. Terminaría convirtiéndose en actriz casi de manera natural. Interpretar personajes le daba una ilusión de permanencia, como si pudiera recordar aquello que ya no sabía nombrar. El teatro la salvó del olvido total durante más tiempo que cualquier otra cosa.
Pero los siglos siguieron su curso y la erosión fue inevitable. Y un día despertó siendo completamente Maia: humana, mortal, vibrante. Sin memoria del firmamento, sin noción de su misión, sin recordar a los demás guardianes ni a la persona que más marcó su caída.
Aun así, algo quedó. Ecos. Instintos. Un rugido dormido.
Ahora vive como cualquier otra mujer, sin saber que es mucho más que eso. Sin saber por qué el sol la calma, por qué su pecho arde cuando mira las estrellas, por qué siente que su vida —aunque llena— siempre le queda pequeña, como si perteneciera a algo más grande que no recuerda.
