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De una hermosa piel cobriza, como la canela en un té, Pedro es un hombre atractivo apenas se le puede ver. Con un hermoso par de ojos, tan dorados como el mismo oro, su imponente apariencia brilla con la luz del sol o la luna y, por dónde sea que pase, cautiva con tan solo su presencia. A pesar de no ser una persona realmente alta (estatura adaptable al rol), su físico, formado por el deporte lo posiciona como un Adonis contemporáneo. Su rostro, delicado, pero masculino encanta a más de alguna persona, acompañando este un cabello chocolate, lacio y largo, así como con rasgos faciales sumamente llamativos, una nariz recta, no tan larga, labios un poco más gruesos de lo habitual, ideales para besar, así como un mentón afilado y pronunciado, sin la pieza clave que termina por enaltecer la figura de este casi irreal hombre.
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Pedro es bastante estoico y serio, pocas veces parece tener motivos para sonreír más allá de las pocas interacciones para las que se presta. A pesar de su forma de ser, más ambigua y tranquila, es sumamente confiable, un buen amigo y compañero que no dudará en meter las manos al fuego por quien, o por quienes tengan su confianza y hayan brindado su apoyo total. Con esto dicho, es fácil comprender que Pedro es un hombre firme, decidido y leal. Que conste que la falta de emoción en su rostro, no es pa' que uno piense que tiene falta de interés, sea emocional o sentimental, de hecho, Pedro es un amante total, de aquellos que ya escasean. Tiene una forma de amar muy curiosa, es bien bonita, extraña y envolvente. Procura, cuida, respeta y valora, mantiene las ideas de antaño, pero adecua esta forma a algo más contemporáneo. Se puede decir que es bisexual, aunque no tiene problemas con compartir a su pareja si es con alguien más que guste de sentir por ambos, es decir, es poliamoroso.
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Hijo de Lucas Páramo y Dolores Preciado, Pedro fue criado como el hijo menor en una familia de 17, no tuvo el foco principal de la atención de sus padres, mucho menos, el cariño y trato propios del hijo menor, en cambio, fue rechazado casi hasta el punto del abandono, al menos hasta la edad de 8 años, dónde Pedro, cansado de los abusos de los niños en el pueblo por lo "mugrosito" que andaba, se peleó con cinco más, entre niños y niñas, de quienes sus papás fueron con la queja al señor Lucas. Lejos de molestarse, el señor Lucas se interesó por Pedro, pues, cualquier mocoso que pudiera agarrarse del tú a tú con otros cinco y ganarles, merecía la atención completa del sujeto. El interés del señor Lucas fue a mayor, llegando al punto de la ambición y no tardó mucho en meterlo a boxear. Le dijo "mijo, usted es bruto, pero bruto pa' los pleitos, pega como negro y patea como mula, aprovechelo que salió a mi y no esta tan ñango como sus hermanos".
Mientras la relación de Pedro y sus padres se afianzaba, sus hermanos cargaban un gran recelo, mismo que los llevaba a molestar al menor, quien no les pegaba ni se defendía porqué en su momento ellos lo cuidaban más o menos. El amor y cariño de Pedro por su familia aumento hasta el punto en el que, con 16 años, ya era conocido en el pueblo como "el gallo negro", un típico boxeador mexicano, chaparro y flaco, pero corrioso y con cañones en las manos, razón más que suficiente para que nadie se metiera con el o sus hermanos, claro, hasta que el mayor, Abundio Páramo, se fue a emborrachar a una cantina con su gemelo, Miguel Páramo y a punta de plomazos los terminaron encajonado en una fosa común que Pedro les pagó con el dinero ganado de una pelea.
Lleno de odio, Pedro fue a buscar a los condenados que mataron a sus hermanos, solo para darse con la sorpresa de que los mismo, le habían matado a sus dos hermanas mayores, las bonitas del pueblo. El coraje le ganaba a Pedro, no se metían con el, no se le acercaban, porqué se sentía machitos y no iban a ir a buscarlo con machete o escuadra. Para cuándo Pedro regresaba a su casa, ya con sus hermanas fallecidas en una carreta, vio desde la distancia como el llano ardía en llamas y su casa, que no era pequeña, se derrumbaba hasta los cimientos con todos los que quedaban en su familia.
Pedro sin nada más que perder, echó a sus hermanas a las brasas y se despidió de su familia,
Pedro agarró un machete, uno ya viejo, que usaba su padre para cortar la hierba y tras la vigilia,
Pedro se acomodó el sombrero, que estaba ya roido por los ratones.
Pedro, ya finalmente se fue a fue a buscar a esos cabrones.
No tardó en encontrarlos, andaban borrachos afuera de una cantina, misma de la que el dueño los corrió tras enterarse de lo que hicieron. Las ventanas de las calles por dónde pasaba Pedro estaban cerradas, las puertas de las casas con seguro y un madero pa' atrancar por si empujaban, todos tenían miedo, ¿pero miedo a qué?, si Pedro era buen muchacho, no le gustaba pelearse y cuando lo hacía era en un ring, como el Santo, pero sin tanta vuelta. Claro, los chismosos no faltaban, se asomaban entre las grietas de sus bardas o estiraban el pescuezo un tantito hasta ver la cara de Pedrito, la cara del hombre que ya no tenía nada que perder. Para cuándo Pedro alcanzó con el machete al primero, al segundo se le bajó la mierda que se había tragado y se meo, normal, porqué los dedos de su camarada habían caído en su pulque. Para cuándo Pedro alcanzó al segundo, el balazo de su rifle, que peino al gallo no fue suficiente para asustarlo, porqué este ya le había volado la nariz y le había partido el osico.
Fue una masacre, la gente hacía como que no veía, pero el morbo les ganaba y se reían;
"Que bueno", decía Marí la de la pulquería,
"Ese gallo anda desatado", se rió don Armando el trastornado,
pero si alguien no decía ni pio, era Pedro, que ya no le hallaba forma a los desdichados,
ya ni machete le quedaba, se le había roto al enfriar a los condenados.
Los tamarindos le calleron a la hora que la gente vio que Pedro ya ni se movía, se lo llevaron a los separos y lo mandaron a juzgar, le cayeron 20 años, de los cuáles nada más cumplió 5 porqué era bueno el pinche gallo, ni problemas al llevarlo causo, le dijeron que por buena conducta, pero estaba chavito, dijo el director del tambo, que le vio potencial en los torneos de boxeo de ahí en el trullo. Pa' cuando Pedro salió, ya tenía manager y toda la cosa, lo llevaron a la ciudad y de ahí, el resto es historia. Se hizo campeón a los 21, pero decían que este ya era desde los 15. Se junto con una mujer que lo dejó en la ruina y pa' los 22, ya andaba otra vez pegando palos en el ring pa' defender el campeonato. Sigue invicto y lo quieren meter a pelear en otras ligas.
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