Sentía que todo a su alrededor era producto de sus equivocación. 

Nacer. Aferrarse a sobrevivir. Destacar en algo. Amar. Querer. Desear.

Todos esos sentimientos humanos eran abrasivos, sus deseos de ayudar a los demás para salvarlos fue el premio de consolación mientras planeaba como quitarse la vida.

Ironía. Cansancio. Desgaste. Derrota. Perdedor.

Recordaba las palabras duras de su madre, sentía la presión en su carne con los arrebatos de su padre, sus sueños (pesadillas) constamente le arrebatan la poca decencía que quedaba con esos rostros que pasaron sobre su piel.

¿Qué todos nacen con un destino?. ¿Cuál era el suyo?.

Quien sabe. Comió, fue al cine, a la feria, visito la ciudad nocturna en la torre más alta y finalmente bajo los efectos del alcohol tomo una decisión, la vieja escopeta de su padre. Un cartucho, como si la rutela rusa funcionará con semejante arma pero estaba jodido. Abrió la boca, se metió la punta del arma, hubo lágrimas, hubo de todo... y un fuerte estallido resono, se tapizo de sangre, sesos, carne molida y ahí quedo, en medio de nada que fuera suyo.