La famosa bailarina del Teatro Zubayr. Su estilo de danza es elegante y agraciado, y posee un carácter puro y bondadoso.
  • Género Femenino
  • Raza Humana
  • Fandom Genshin Impact
  • Bailarina
  • Soltero(a)
  • Cumpleaños 14 de octubre
  • 32 Publicaciones
  • 36 Escenas
  • Se unió en noviembre 2023
  • 41 Visitas perfil
Otra información
  • Longitud narrativa
    Una línea , Semi-párrafo , Párrafo , Multi-párrafo
  • Categorías de rol
    Acción , Anime & Mangas , Aventura , Comedia , Contemporáneo , Drama , Fantasía , Romance , Slice of Life , Suspenso , Terror , Videojuegos
Fijado
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  • Gaikokujin ᵂᵃⁿᵈᵉʳⁱⁿᵍ ᴮˡᵃˢᵖʰᵉᵐʸ ¿Sabes?, siempre he creído que las danzas más hermosas no necesitan palabras, que los sentimientos pueden expresarse con cada movimiento, cada paso, cada latido del corazón. Pero… contigo es diferente. Contigo, quiero que mis palabras también bailen, que lleguen hasta ti sin temor a desvanecerse como arena en el viento.

    No sé cuándo comenzó exactamente, pero cada vez que te veo, siento que mi mundo se llena de colores más vivos, como si estuviera bajo la luz de mil linternas. Sé que eres alguien que ha caminado solo por mucho tiempo, que el viento ha sido tu única compañía… pero si alguna vez deseas detenerte, aunque sea por un instante, quiero estar ahí. Quiero ser alguien a quien puedas mirar sin sentir que el mundo te empuja hacia adelante sin descanso.

    No espero nada de ti, solo quería decírtelo. Porque los sentimientos hermosos deben compartirse, ¿no crees? Aunque solo sean un susurro en la brisa.
    [Gaikos] ¿Sabes?, siempre he creído que las danzas más hermosas no necesitan palabras, que los sentimientos pueden expresarse con cada movimiento, cada paso, cada latido del corazón. Pero… contigo es diferente. Contigo, quiero que mis palabras también bailen, que lleguen hasta ti sin temor a desvanecerse como arena en el viento. No sé cuándo comenzó exactamente, pero cada vez que te veo, siento que mi mundo se llena de colores más vivos, como si estuviera bajo la luz de mil linternas. Sé que eres alguien que ha caminado solo por mucho tiempo, que el viento ha sido tu única compañía… pero si alguna vez deseas detenerte, aunque sea por un instante, quiero estar ahí. Quiero ser alguien a quien puedas mirar sin sentir que el mundo te empuja hacia adelante sin descanso. No espero nada de ti, solo quería decírtelo. Porque los sentimientos hermosos deben compartirse, ¿no crees? Aunque solo sean un susurro en la brisa.
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  • Nilou sostenía el sobre blanco entre sus manos, acariciando con el pulgar el pequeño corazón azul dibujado en el centro. Sus mejillas ardían en un tono suave de carmesí, mientras miraba fijamente hacia la puerta del salón vacío. Había esperado todo el día para este momento, pero ahora que lo tenía frente a ella, las palabras parecían haberse desvanecido de su mente.

    —¿Y si no es el momento adecuado...? —murmuró para sí misma, su voz apenas audible en el silencio.

    El sol de la tarde se filtraba por la ventana, iluminando sus ojos verdes, que estaban llenos de una mezcla de duda y esperanza. Nilou respiró profundamente, tratando de calmar los nervios que le hacían temblar las manos. Sabía que la carta era sencilla, pero contenía todo lo que su corazón había querido expresar durante semanas. Una confesión honesta y sin adornos, algo que le costó más escribir de lo que jamás hubiera admitido.

    Se levantó con cautela, apretando el sobre contra su pecho. Miró hacia la puerta una vez más, debatiéndose entre el miedo y el deseo de dar el siguiente paso. Al final, una leve sonrisa se dibujó en sus labios.

    —Lo sabrás hoy... —susurró con determinación, dando el primer paso para encontrar a la persona que tanto significaba para ella.

    Gaikokujin ᵂᵃⁿᵈᵉʳⁱⁿᵍ ᴮˡᵃˢᵖʰᵉᵐʸ
    Nilou sostenía el sobre blanco entre sus manos, acariciando con el pulgar el pequeño corazón azul dibujado en el centro. Sus mejillas ardían en un tono suave de carmesí, mientras miraba fijamente hacia la puerta del salón vacío. Había esperado todo el día para este momento, pero ahora que lo tenía frente a ella, las palabras parecían haberse desvanecido de su mente. —¿Y si no es el momento adecuado...? —murmuró para sí misma, su voz apenas audible en el silencio. El sol de la tarde se filtraba por la ventana, iluminando sus ojos verdes, que estaban llenos de una mezcla de duda y esperanza. Nilou respiró profundamente, tratando de calmar los nervios que le hacían temblar las manos. Sabía que la carta era sencilla, pero contenía todo lo que su corazón había querido expresar durante semanas. Una confesión honesta y sin adornos, algo que le costó más escribir de lo que jamás hubiera admitido. Se levantó con cautela, apretando el sobre contra su pecho. Miró hacia la puerta una vez más, debatiéndose entre el miedo y el deseo de dar el siguiente paso. Al final, una leve sonrisa se dibujó en sus labios. —Lo sabrás hoy... —susurró con determinación, dando el primer paso para encontrar a la persona que tanto significaba para ella. [Gaikos]
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  • El teatro Zubayr brillaba con la calidez de cientos de lámparas que colgaban del techo como estrellas capturadas. El murmullo de la audiencia llenaba el aire, un susurro expectante que se extinguió cuando las cortinas de terciopelo comenzaron a abrirse lentamente.

    Nilou estaba sola en el centro del escenario. El suelo bajo sus pies, decorado con intrincados mosaicos, parecía cobrar vida bajo la luz que caía sobre ella. Sus ojos recorrieron el espacio, encontrando consuelo en la familiaridad del teatro. Este lugar no era solo un escenario; era un santuario.

    Cuando comenzó la música, un dulce y melancólico tar de cuerdas y flautas, Nilou cerró los ojos. Su primer movimiento fue un simple paso, casi imperceptible, pero cargado de intención. En ese instante, no había espectadores, no había paredes. Solo existía la danza y la conexión que ella sentía con la tierra, el aire, y la historia que estaba a punto de contar.

    Sus brazos se alzaron, fluidos como el agua del puerto de Sumeru, evocando imágenes de ríos que serpenteaban a través de los bosques. Cada giro era un pétalo que caía suavemente al suelo, cada salto un ave que ascendía al cielo. Mientras danzaba, sentía como si el teatro mismo respirara con ella, como si las piedras y las maderas antiguas reconocieran el lenguaje de sus movimientos.

    El calor de las lámparas acariciaba su piel, pero lo que más sentía era el latido de su propio corazón, acompasado con la música. Para Nilou, bailar no era un acto consciente; era una rendición. Se entregaba completamente a la melodía, dejando que guiara cada paso, cada curva de su cuerpo.

    Cuando la música alcanzó su clímax, Nilou giró una última vez, su falda ondulando como un mar en tormenta. Al detenerse, abrió los ojos y vio a la audiencia, sus rostros iluminados por una emoción indescriptible. En ese instante, supo que su danza había tocado algo profundo, algo que las palabras nunca podrían alcanzar.

    El teatro estalló en aplausos, pero Nilou no escuchaba. Sus pensamientos estaban lejos, en la calma que seguía al torrente, en el eco de sus propios sentimientos: gratitud, libertad y el inquebrantable amor por el arte que siempre había sido su refugio.
    El teatro Zubayr brillaba con la calidez de cientos de lámparas que colgaban del techo como estrellas capturadas. El murmullo de la audiencia llenaba el aire, un susurro expectante que se extinguió cuando las cortinas de terciopelo comenzaron a abrirse lentamente. Nilou estaba sola en el centro del escenario. El suelo bajo sus pies, decorado con intrincados mosaicos, parecía cobrar vida bajo la luz que caía sobre ella. Sus ojos recorrieron el espacio, encontrando consuelo en la familiaridad del teatro. Este lugar no era solo un escenario; era un santuario. Cuando comenzó la música, un dulce y melancólico tar de cuerdas y flautas, Nilou cerró los ojos. Su primer movimiento fue un simple paso, casi imperceptible, pero cargado de intención. En ese instante, no había espectadores, no había paredes. Solo existía la danza y la conexión que ella sentía con la tierra, el aire, y la historia que estaba a punto de contar. Sus brazos se alzaron, fluidos como el agua del puerto de Sumeru, evocando imágenes de ríos que serpenteaban a través de los bosques. Cada giro era un pétalo que caía suavemente al suelo, cada salto un ave que ascendía al cielo. Mientras danzaba, sentía como si el teatro mismo respirara con ella, como si las piedras y las maderas antiguas reconocieran el lenguaje de sus movimientos. El calor de las lámparas acariciaba su piel, pero lo que más sentía era el latido de su propio corazón, acompasado con la música. Para Nilou, bailar no era un acto consciente; era una rendición. Se entregaba completamente a la melodía, dejando que guiara cada paso, cada curva de su cuerpo. Cuando la música alcanzó su clímax, Nilou giró una última vez, su falda ondulando como un mar en tormenta. Al detenerse, abrió los ojos y vio a la audiencia, sus rostros iluminados por una emoción indescriptible. En ese instante, supo que su danza había tocado algo profundo, algo que las palabras nunca podrían alcanzar. El teatro estalló en aplausos, pero Nilou no escuchaba. Sus pensamientos estaban lejos, en la calma que seguía al torrente, en el eco de sus propios sentimientos: gratitud, libertad y el inquebrantable amor por el arte que siempre había sido su refugio.
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