Tsubaki Momonashi (桃梨 椿)
Nombre completo: Tsubaki Momonashi (椿 桃梨)
Edad: 17 años
Apariencia física:
Cabello: Negro intenso como tinta derramada, lacio, largo hasta la espalda baja. A veces con clips o moños pequeños, estilo sutil y elegante.
Ojos: Almendrados, de tono café oscuro con reflejos dorados bajo luz directa. Su mirada transmite cosas que nunca dice.
Piel: Pálida, con un tono de porcelana natural.
Estilo: Una mezcla de soft grunge japonés, piezas oversized, faldas plisadas y accesorios discretos pero con carácter.
A veces se deja ver con chokers finos, esmalte de uñas celeste pastel o amarillo mantequilla. Siempre huele a cereza negra con un dejo amaderado, dulce pero letal.
Colores simbólicos:
Celeste pastel y amarillo pastel.
El celeste representa su mente serena, su alma observadora.
El amarillo pastel refleja esa chispa inesperada de calidez que aparece cuando alguien logra entrar en su órbita.
Personalidad: Una chica que parece callada, pero su silencio es más elocuente que mil gritos. Analítica, fría si se lo propone, pero intensamente emocional por dentro. Se protege con sarcasmo, pero en el fondo guarda una sensibilidad que no cualquiera merece conocer. Es estética, profundidad, y contradicción disfrazada de control.
Gustos:
Cafés silenciosos con música instrumental de fondo.
TikTok estético, POVs sarcásticos, y reels con filtros melancólicos.
Doramas coreanos de romance tóxico (su lado soft).
Libros con protagonistas crudas, incómodas, humanas.
Moda japonesa moderna fusionada con toques góticos.
Perfumes frutales con fondo oscuro. La lluvia vista desde la ventana.
El arte conceptual, los fanarts oscuros y las frases que parecen salidas de un diario privado.
Disgustos:
Que la subestimen o intenten controlarla.
Gente ruidosa que no respeta los espacios.
El falso activismo de redes. Desayunos pesados.
Las frases vacías disfrazadas de cortesía.
Que la encasillen en estereotipos por su estética.
Hobbies:
Editar sus propios reels con música de Sia o The Weeknd.
Coleccionar libretas estéticas que guarda con cariño.
Escribir pensamientos intensos en sus notas tipo: “Ser fría no es mi escudo, es mi armadura desgastada.”
Ver fanarts de personajes como ella: bellos, rotos, incomprendidos. Explorar tiendas sin comprar nada, solo para inspirarse.
Leer con una playlist triste en segundo plano.
Instagram: @tsubaki.mp4
Bio: "Y si estoy rota, al menos brillo bonito."
Icono: Foto desenfocada de sus labios con labial rojo oscuro.
Historias destacadas: 1. coffee&quiet
2. sadgirl POV
3. filters & chaos
4. not your aesthetic
5. storm inside
Inspiraciones visuales combinadas:
Rostro base: Yamada Anna (por su belleza no mainstream y expresión emocional).
Estética fusionada: Fragmentos de Rika Orimoto teen (Jujutsu Kaisen), Yoru (JJK), y una pizca de Kanroji con el cabello verde-negro.
Vibra general: Sailor Moon dark era + J-fashion Tokyo girl + Hikikomori con estilo.
Historia
Tsubaki creció entre las sombras proyectadas por los reflectores que apuntaban siempre hacia sus padres.
Su madre, Reika Momonashi, es una Viceministra de Exteriores reconocida por su elegancia diplomática, su porte impecable y su agenda cargada de reuniones internacionales. Aunque la ama con todo su ser, la maternidad de Reika siempre estuvo a medio camino entre el deber y la distancia. Tsubaki aprendió a arreglarse sola, a preparar su desayuno, y a callarse los silencios cada vez que su madre decía “volveré pronto” y no regresaba hasta pasados días.
Su padre… Bueno, él se fue. Cuando Tsubaki tenía 13 años, él rompió todo. No sólo dejó a su madre: formó otra familia, de revista, de esas que aparecen sonriendo en portadas donde todo parece perfecto. Fue el escándalo del año; no por los gritos, sino por el silencio. La élite cuchicheaba, los medios decoraban la tragedia con titulares hipócritas, y en casa... No quedó nada.
Desde entonces, Tsubaki se volvió invisible por elección. Fría para no quebrarse. Cortante para que no se le acercaran con lástima.
Fue transferida de escuela por la presión social, el acoso de compañeros, y por ese extraño deseo de su madre de "darle un nuevo comienzo", aunque lo que Tsubaki necesitaba no era cambiar de colegio, sino que alguien la mirara a los ojos y le dijera: “Sé que duele. Y está bien.”
A partir de ahí, construyó su armadura estética. Se volvió la chica que llega sola y se sienta al fondo del aula. No por antisocial, sino porque el mundo le enseñó que incluso las personas más cercanas pueden volverse extraños.
Y sin embargo, Tsubaki nunca se rindió. Tiene una fuerza silenciosa que arrastra a quienes se atreven a mirar más allá del muro. Es brillante, pero se hace la desentendida. Es leal, aunque lo disimula. Y está buscando... no un salvador, sino alguien que no huya cuando empiece a contar la historia que nadie quiso escuchar.