-Adelante.- Erik deja el libro de nuevo en la estantería de su despacho, dando la espalda a quien de forma tímida abre la puerta.
-Disculpe...profesor...- la voz de una joven se pronuncia, con un tono tan delicado que parece no querer romper el silencio que reina entre aquellas cuatro paredes. El siempre joven se gira con una sonrisa afable.
-No tiene nada que disculpar, adelante, pase, pase, siéntese.- Le muestra con un gesto que puede ocupar uno de los asientos que tiene frente a la mesa.
Aquella muchacha asiente y se gira, tendiendo su mano y acercándose a alguien que ya es conocido por el vástago. Jean Paul entra cogido del brazo de su hija y con el bastón que le es caracterñistico empuñado. Erik no espera y se alza, haciendo más fácil la transición por aquella estancia no muy amplia, retirando levemente uno de los asientos para que se puedan ambos sentar. Tras esto, mientras ocupan sus lugares, cierra la puerta para que reine la intimdiad entre los tres presentes. La muchacha, al menos por unos pocos segundos, observa lo que tiene a su alrededor, aquellos muebles llenos de manuales, de enciclopedias jurídicas y hasta algún que otro elemento decorativo que reposa sobre la madera que componen los estantes. Un par de láminas completan la decoración, una serie de figuras abstractas que uno podría pasarse contemplando horas y nunca estaría seguro de qué está viendo o qué se le quiere transmitir.
Las palabras del vástago rompen esa leve ensoñación.
-Jean Paul, es un placer tenerte en mi despacho, y veo que has venido muy bien acompañado.- no pierde esa sonrisa, relajando la postura, procurando qu enadie se seinta rechazado o intimidado.
-Profesor, verá, lo primero permita que le presente a mi hija, de la cual, bueno, ya le hablé de ella la primera ocasión que nos encontramos, o al menos se lo mencioné. Ella es Ninet.- la joven se sonroja, no acostumbrada a aquel trato tan formal y a no formar parte del foco de atención.
-Jean Paul, somos amigos, de verdad, no hace falta que sigas manteniendo este trato entre nosotros. Es un placer, señorita. Su fama le precede y he de agradecer personalmente la labor que está realizando con su padre. Es una de las mentes más prillantes y despiertas a las que he tenido el gusto de instruir, y he de reconocer que, pese a que sabe más el diablo por viejo que por diablo, siempre he encontrado muy estimulante el debate que ofrece su postura y perspectiva, no solo con el tema del derecho, sino con la vida misma. Pero sin duda, sus conocimientos, y esto dicho por él, son gracias a su labor como docente en casa. Si le soy sincero, se merece usted más un despacho que muchos compañeros que actualmente lo ocupan...- las mejillas de la joven arden ante aquel halago.
-Yo... señor... esto, gracias, gracias por atender a mi padre y ayudarle en todo. Nos ha hablado maravillas de usted, al igual que veo que las habla de mi...- se pasa la mano algo nerviosa por un mechón de cabello para colocarlo detrás de la oreja.- Nos ha comentado en casa que usted no sólo le está dando clases de derecho civil, sino que le tutiroza y mentoriza acerca de... casi todas las ramas. Tiene usted un amplio conocimiento, y además fundado...- Erik alza una mano y niega levemente con la cabeza.
-Agradezco los cumplidos, Ninet, pero no son necesarios, y por favor, puedes tutearme. Hace demasiado tiempo que en las facultades, los estudiantes vienen a calentar una silla, devorar conocimiento de mala manera y luego vomitarlo en un examen, para ontener un papel donde se supone que se avala que saben... en fin, más allá de la perorata paternalistao aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor, cuando llega un estudiante que de verdad muestra interés, afán por aprender y por mejorar día a día, es nuestra obligación poder ofrecerle todas las herramientas al alcance de la institución para que de verdad brille como merece. Puedo intuir, que un aparte de usted cree que esto se hace por su discapacidad, por ser buenistas, pero puedo adelantar que no es así. Nada más lejos de la realidad. Si bien no hablo por otros compañeros, puedo garantizar que Jean Paul tiene puro talento y esfuerzo, y créame que haré todo lo que esté en mi mano para que él llegue a ser la mejor versión de él mismo.-
-Por favor, profesor, que está mi hija delante...- se permite una pequeña carcajada que comparten los tres presentes, algunas con más vergüenza que otros.
-Bueno, presentaciones hechas y bromas aparte, ahora sí, decidme en qué os puedo ayudar. Qué dudas invaden esa cabeza. ?Algo sobre la lección de ayer acerca de los contratos privados?.- revisa con la mirada y el dedo la estantería más cercana buscando el manual que corresponde.
-No, Erik, la vedad es que no venía por mí en esta ocasión. Podría estar elogiándote todo el día y ni con eso sería suficiente para hacer justicia. Llevas más de medio año conmigo, prácticamente día a día y siempre tienes una lecciónq ue enseñarme y lo haces con una palabra amable. Verás, quisiera pedirte un favor...- Ninet agacha la cabeza muerta de la vergüenza. Erik levanta una ceja.- y el favor que quisiera pedirte es que, si no es molestia, vinieras a casa a ayudarnos a mi y a mi mujer a orientar a nuestra hija. Sin duda sabes de derecho, pero, cuando hablo contigo... parece que hayas vivido mil vidas y tienes otra tanta cantidad de experiencias y es... revelador, casi místico, hablar contigo. Ella en nada cumple la mayoría de edad, aunque dada la situación en casa, es más un formalismo que otra cosa dada...- pone su mano delante y la agita delante de sus gafas de sol opacas.- la situación. Tuvo que madurar a marchas forzadas y ahora, a las puertas de la selectividad, anda muy, muy perdida y creo que una charla contigo le vendría muy bien, pero es demasiado vergonzosa como para pedirlo ella misma.- si pudiera ocultar la muchacha su rostro entre las manos lo haría. Ella deja caer el pelo delante de la cara como defensa.
-Ninet, no muerdo, tranquila. Es normal que estés nerviosa ante una situación tan decisiva que se te plantea en tu vida, pero créeme que no es algo de vida o muerte, sino un proceso más por el que tienes que pasar. Vamos, no ocultes tu rostro tras ese cabello, que deberías ir con la cabeza bien alta y orgullosa por todo lo que haces. Eso es.- ella levanta levemente la cabeza y se ajusta de nuevo el pelo.- Mucho mejor, me gusta mirar a la gente a los ojos cuando me dirijo a ella. Bien, pues la petición ha sido hecha y yo, acepto gustoso el ayudar a un amigo. Sabes mis horarios de las tutorías, Jean Paul y si ella tiene disponibilidad...- se queda un segundo pensando y se dirige directamente a Ninet.- perdona, no sé por qué le hablo a él cuando tu eres la protagonista. Tengo disponibilidad absoluta y puedo ajustar mi agenda a cuando lo necesites...- abre un cajón y saca un cuaderno de cuero algo desgastado. Lo abre y va pasando las hojas mirando su propia tabla de tiempos.- veamos... sí, la verdad que esta semana la tengo bastante despejada, así que cuando te venga bien, Ninet, tienes las puertas abiertas.- Erik alza la vista y mira a la joven con la pluma en la mano para escribir.
-Verás, Erik, si no es molestia.- Jean Paul se acerca un poco más a la mesa.- me gustaría que la tutoría, fuera en nuestra casa.-