Introducción.
No entendía qué hacía ese niño yéndola a ver.
Cada cierta cantidad de días, como si escapara de su caos solo para corroborar que ella seguía con vida, o no se había vuelto loca, quien sabe. Miraba su sonrisa boba, escuchaba su verborrea acerca de todo y nada a la vez. Notaba su mirada nostálgica de haber perdido una parte de sí, pero no hablaba al respecto.
Ella sabía de máscaras, al final de cuentas.
Fueron años, de visitas, de preguntas y curiosidades. Al principio, se limitaba a responderle de manera seca, apática, pero él no parecía alterado por eso; tranquilamente, y sin darse cuenta, comenzó a esperar esas visitas. Comenzó a ver el calendario.
—... Así que probablemente van a cambiar algunas vialidades por los edificios derrumbados, ya que la destrucción ocurrió hasta debajo de los cimientos de muchos edificios, y, aparentemente, es casi imposible que...
—Me haces sentir como una abuela en un asilo.
Su verborrea se detuvo abruptamente, y su rostro fue un completo gesto de sorpresa. Luego, una boba sonrisa, infantil, como si hubiera obtenido lo que quería.
—No pareces una abuela.
—Sabes lo que quise decir.
—Estoy acostumbrado a tratar con gente áspera como tú, Kaina.
—¿También los mareas con situaciones y datos aleatorios?
—No exactamente. —Se había estirado un poco en la silla. —Solo quiero que vuelvas a tener fe.
Las palabras tan esperanzadoras, los sueños imposibles... antes la movían. Pero no ahora. A pesar de su milagrosa recuperación después de que AFO destruyera su cuerpo, su mente aun no podía tomar el cargado optimismo de su sucesor. Al menos su verborrea ya no la estresaba, eso debía ser un avance.
—Paso.
—Prométeme al menos que te esmerarás en que, en algún punto, trabajes para retomar lo que eras antes.
—¿Qué ganarías tú obteniendo eso de mi?
—Mera satisfacción, supongo.
Sonrió, esta vez de manera cínica. Kaina tuvo ganas de despedirlo en ese momento.
-.-.-.-.-.-
¿En qué momento ese optimismo había cambiado a Kaina? No lo supo. Tampoco supo cuándo ese joven, que se miraba como un niño para ella, se había vuelto un adulto. Cómo, de ser un agente de la Comisión de Seguridad Pública de Héroes, se volvió su presidente. Haber estado tanto tiempo en prisión, que parecía inmutable a pesar del pasar de los días, le hizo ver que el mundo estaba yendo demasiado rápido.
—Que aburrida eres.
—Es probable, sí. Pero no me siento lista.
—¿Te estas auto castigando, Kai?
Guardó silencio. Comenzó a jugar sutilmente con un mechón de su cabello púrpura, paseándolo por su dedo índice, renuente a responder mentalmente esa pregunta. Siempre que lo recordaba, evitaba verse las manos, que sentía manchadas de sangre.
—Es muy probable.
—¿Y si te digo que estoy dispuesto a esperarte?
—¿Por qué harías eso?
Hubo una media sonrisa en sus labios, pero no una respuesta verbal, algo extraño en él.
—¿Hawks?
—Piénsalo bien. Creo que tienes mucho que dar aun, Lady Nagant.
Tuvo tiempo para pensarlo, sí, ya que él no volvió a visitarla durante un mes; aquellas visitas habían comenzado siendo irregulares, a veces con la presencia del joven Midoriya Izuku (lo cual hacía que el momento estresante fuera, a la par, ruidoso). Pero, conforme pasaban los años, se estabilizó a una, dos veces por semana. ¿Qué podría él decirle en esos días? Todo. Como un niño que le presumía a su madre sus logros escolares.
Un mes, sin noticias de él. tuvo que admitir que sintió incertidumbre... ¿era lo que intentaba? Ese chico era demasiado inteligente, un hábil manipulador... tanto que, exactamente treinta días después, cuando volvió a visitarla, estaba molesta con él tras llegar a conclusiones precipitadas. El vidrio que los separaba parecía endeble en ese momento, y la risa nerviosa de él le hizo comprender que realmente se veía tan molesta a como lo estaba.
—Estoy a punto de retractarme de mi proposición. —Dijo en tono de broma. —Pero ahora que veo tu reacción actual, me doy cuenta de que realmente lo estas evaluando.
—¿Mi reacción? —Respondió, lentamente. Su cabeza le repetía que estaba cayendo en su juego.
—Estás molesta. En todos estos años, no me habías mostrado emociones tan dominantes, quiere decir que estás cambiando un poco.
Era cierto que estaba molesta en ese momento, pero, tras escucharlo, se dio cuenta de que en realidad no tenía idea de la verdadera razón por la que lo estaba. ¿Era mera manipulación de Hawks, o había cambiado algo en ella?
—¿Y bien?
—Está bien.
—¿Eh?
—Dije que está bien. Volveré a la Comisión.
Silencio. Era claro que el aún no esperaba que ella accediera a salir, por lo que, por primera vez, lo dejó sin palabras; ella esperó unos momentos a que saliera de esa sorpresa, teniendo sus vistosos ojos dorados encima de ella. Habían pasado años, sí, pero él seguía siendo un niño.
—Ah... eh...
—No me digas que tenías otros planes en mente.
—Tenía todo un discurso. —Admitió, y sonrió con resignación. —En ese caso, nos veremos fuera pronto.
—¿Vas a venir por mí? —Bromeó, con un tono sarcástico.
—Te tengo completamente agendada.
—Estás bromeando.
—Mera insiste en que agende todo, así que no.
Tuvo nuevamente esa sensación extraña en ella: incertidumbre. De salir de nuevo, esta vez de manera legal. De los cambios habría en el exterior. Estaba... nerviosa.