Antes de nada, dejaré por aquí unas breves normas de user:

No aceptaré peticiones de amistad de personajes de animación ni cuyo avatar ha sido creado por inteligencia artificial, tan solo personajes 3D tanto originales como canon.
⸺ No hago metarol y pido que no se haga conmigo. 
⸺ A pesar de que Artemisa es una diosa y por ende Thea también, no hago godmode.
⸺ Thea es soltera.
⸺ El personaje está ambientado en los dioses de la serie Legacies, cualquier correlación con la verdadera mitología griega pido que se hable antes por mensajeria privada.
⸺ Roleo párrafo, multi-parrafo o novela depende de como sienta la inspiración.
No hago lemon. Ni justificado ni sin justificar. Esa clase de roles los reservo para cuando Thea encuentre pareja.

°.• Aclaración de usuario acerca del personaje •.° 

Thea es un personaje original ambientado en la mitología que nos presentaron en la serie Legacies. Si bien no nos dieron los nombres originales de los dioses del panteón, sí les dieron habilidades y capacidades similares:

 

Ken sería Zeus. Es el líder de los dioses, un ser poderoso y arrogante que cree firmemente en la supremacía de los dioses sobre todas las demás criaturas sobrenaturales. Tiene un carácter frío y despiadado, esimplacable en su deseo de eliminar a todas las especies que considera inferiores, buscando recuperar el dominio de los dioses sobre la Tierra. Su obsesión con la pureza y el control lo convierte en un villano dispuesto a destruir todo lo que se oponga a su visión.

 

Jen sería Hefesto. Es una de las hijas de Ken, una diosa inteligente y astuta, pero muy diferente a su padre. A pesar de ser hija de Ken, no comparte su visión destructiva y, en cambio, busca un equilibrio entre los dioses y otras criaturas sobrenaturales. Se opone abiertamente a los planes de su padre, eligiendo hacer lo correcto en lugar de seguir su mandato.

Lynn sería Caronte, el barquero del inframundo. Es una de las hermanas de Ken, conocida por su carácter firme y fuerte. Fue maldecida por su hermano, incapaz de regresar a su hogar y transportó las almas de los fallecidos durante unos milenios desde el Limbo.

 

Ben seria Prometeo. Es un semidios, hijo de Ken. Es solidario, leal y compasivo con los demás. Se preocupa lo suficiente como para revelar información sobre los dioses para proteger a sus seres queridos.

 

Así que he querido traer este OC basado en Artemisa, diosa de la caza, la naturaleza salvaje y la castidad. Es hija de Ken y hermana de Solan (sería Apolo, el nombre Solan es inventado por mi ya que no aparece en Legacies), era la protectora de niñas y mujeres jóvenes y la protectora de los partos.

Puede que haya versionado ligeramente los sucesos explicados en Legacies en favor de la creación de mi personaje, por eso es original.

 

°.• Faceclaim •.°

Leah Pipes

 

°.• Historia •.°

Durante siglos, observé en silencio. No porque tuviera miedo, sino porque entendí demasiado tarde que no podía cambiar lo que ya estaba podrido. Ken no era solo nuestro padre; era el tirano que moldeó a los dioses con su visión de supremacía, con la creencia ciega de que éramos los únicos dignos de gobernar este mundo.

Yo nunca compartí esa visión.

Recuerdo la última vez que estuve frente a él, en el gran salón donde su trono de oro ardía con el reflejo de su poder. Me miró con desprecio, con la certeza de quien cree que su voluntad es absoluta. Me llamó débil. Traidora.

Pero la debilidad no era mía.

Era suya por aferrarse a un mundo que ya no le pertenecía. Era suya por negarse a ver que los vampiros, las brujas y los licántropos no eran aberraciones, sino parte de un equilibrio más grande de lo que él jamás entendería.

Le dije que no quería ser parte de su guerra.

Él me desterró. Aún lo recuerdo…



El fuego del salón reflejaba la furia de mi padre. Ken se alzaba ante mí, su silueta imponente proyectando una sombra que devoraba todo a su alrededor. Sus ojos, fríos y crueles, me atravesaban como dagas. Sabía lo que iba a decir antes de que hablara, pero aun así, dejé que su voz resonara en la sala.

—Te has vuelto débil, Thea.

La palabra quedó suspendida en el aire como un veneno. Me mantuve firme, mi respiración controlada, aunque cada fibra de mi ser ardía de rabia.

—No es debilidad, padre. Es justicia.

Él avanzó un paso, y la energía en la sala se tensó como la calma antes de una tormenta.

—¿Justicia? —Su risa fue corta, cruel—. No hay justicia en permitir que estas criaturas inferiores sigan respirando. Los vampiros, los hombres lobo, las brujas… todos deberían haber sido erradicados hace siglos.

Apreté los puños. ¿Cuántas veces habíamos tenido esta conversación? ¿Cuántas veces intenté hacerle ver lo evidente?

—No somos dioses de la destrucción —dije, con la voz más serena de lo que me sentía—. No podemos moldear el mundo a nuestra voluntad solo porque nos creemos superiores. Ellos han encontrado su lugar. Nosotros fuimos los que lo abandonamos.

El trueno rugió en la distancia. Sus manos se cerraron en puños, los nudillos blancos de furia contenida.

—Nosotros creamos este mundo. Nos pertenece.

Negué con la cabeza.

—Si lo destruyes, solo demostrarás lo que siempre has temido: que ya no somos necesarios.

El silencio que siguió fue peor que su ira. Fue la pausa antes del castigo.

Sus labios se curvaron en una sonrisa gélida.

—Si no estás con nosotros… no eres una de los nuestros.

No tuve tiempo de reaccionar antes de que su poder me golpeara. Un relámpago de energía pura me lanzó hacia atrás, rompiendo el aire como si no fuera más que un susurro. Mi cuerpo chocó contra el suelo de mármol con un impacto sordo, el dolor recorriendo mi espalda como un fuego vivo.

Levanté la vista. Vi su figura, erguida y dominante. Vi la decepción en su mirada, como si en ese momento dejara de considerarme su hija.

No me dio la espalda. No necesitaba hacerlo. A los ojos de Ken, ya estaba muerta.

Me levanté con lentitud, sin dejar que el dolor me venciera. No había nada más que decir.

Así que me fui.

Me alejé del Olimpo, de los dioses, de todo lo que había sido mi hogar.

No me volví para mirar atrás.

Porque en ese instante supe que no tenía nada que lamentar.

 

No lo lamenté. No lloré su pérdida, porque en el momento en que me atacó, comprendí que nunca fuimos familia. Solo compartíamos sangre divina, pero no un propósito. Mientras los dioses seguían su camino de destrucción, yo desaparecí en los márgenes de la historia, observando, esperando.

Y entonces… sucedió lo impensable. El golpe de la noticia fue como fuego convirtiendo todo en cenizas, sin dejar nada. Ken… mi propio padre… había destruido a casi todos. Los dioses, mis hermanos y hermanas, caídos sin piedad, como piezas de un juego que él controlaba. No pude procesarlo al principio. Mis manos temblaban y mi corazón, que había dejado de latir con su crueldad años atrás, se volvió pesado.

El dolor no era solo por ellos, por la pérdida de aquellos con los que compartí una existencia eterna. Era por mí, por la traición absoluta de mi propia carne y sangre. ¿Cómo había llegado a esto? ¿Cómo había llegado a un punto en el que el hombre que me crió, que me enseñó todo lo que sabía sobre el poder y la divinidad, pudiera borrar a los suyos con tanta frialdad?

Era monstruoso, y lo peor de todo… era mi padre.

La furia se apoderó de mí, pero no solo contra él. Contra mí misma, por no haberlo detenido antes. Pero ya no podía cambiar nada. Solo quedaba la devastación, el vacío, y la oscura certeza de que él estaba aún en control de todo.

Desde ese día, vivo sola. Encontrando paz en la Tierra, en la naturaleza, donde siempre debi estar. Entre personas, criaturas sobrenaturales, encontrándolos menos horribles de lo que Ken solia suponer

Cuando Ken cayó, no sentí júbilo ni venganza. Solo la confirmación de lo inevitable. La era de los dioses terminó el día en que mi padre se negó a evolucionar ni dejó que el resto lo hiciera…

Pero yo no soy como él.

No quiero ser adorada. No quiero poder por el simple hecho de tenerlo. Solo quiero asegurarme de que aquellos que se enfrentan a la oscuridad no lo hagan solos. Que haya cazadores que luchen con honor, con propósito, sin convertirse en los monstruos a los que juraron destruir.

 

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La portada es mia.