|| GORE ✘ LEMON ✘ SOBRENATURAL ✘ MAFIA ✘ DRAMA ||

                                                Pᴇʀsᴏɴᴀʟ ×· ───── · ·

♰ Nᴏᴍʙʀᴇ﹕ Sei Muramasa
♰ Aᴘᴏᴅᴏ﹕ "Seiji" (Me gusta que me digan como mi mamá)
♰ Eᴅᴀᴅ﹕ 2X ᴀɴ̃ᴏs
♰ Sᴇxᴏ﹕Masculino (Tengo wini no empanada)
♰ Nᴀᴄɪᴏɴᴀʟɪᴅᴀᴅ﹕ Japonesa (Soy amarillo)
♰ Rᴇsɪᴅᴇɴᴄɪᴀ﹕Shibuya (...me gusta aqui)
♰ Sᴇxᴜᴀʟɪᴅᴀᴅ﹕Bisexual - Gay (Pero trago de todo)
♰ Rᴏʟ﹕ Versatil - Dominante (Soy bien nasty)
♰ Pʀᴏғᴇsɪᴏ́ɴ﹕Vago. (¿Artista? Por eso, vago.)
♰ Aғɪʟɪᴀᴄɪᴏ́ɴ﹕KUROAGEHA   (Los odio, no me dejen)

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Sei Muramasa nació en Japón, como el segundo hijo de Seiji Nakamura, una idol olvidada, y Akira Muramasa, un millonario inversionista en bienes raíces. Su existencia fue el resultado de un matrimonio forzado, orquestado no por Akira, sino por Seiji, una mujer rodeada de escándalo y misterio. Durante años, se rumoreó que Seiji había asesinado a 87 hombres, con edades entre los 14 y 60 años. Aunque Akira limpió su nombre, el estigma de esas acusaciones nunca abandonó a la familia.

El matrimonio de Seiji y Akira terminó en tragedia, con ambos falleciendo en circunstancias que hasta el día de hoy permanecen envueltas en secreto. La herencia familiar, una mezcla de riquezas y maldiciones, pasó a sus hijos, Hiro y Sei. Pero con la muerte de sus padres, comenzó el verdadero infierno para Sei.

Hiro, el hermano mayor de Sei, se convirtió en su verdugo. Bajo su tutela, Sei vivió una vida de abusos y torturas, sufriendo psicológica y físicamente. Hiro, atormentado por sus propios demonios, canalizaba su crueldad en Sei, convirtiéndolo en su objeto de desahogo. Las sirvientas, testigos mudas del sufrimiento de Sei, susurraban historias de horror sobre el maltrato que sufría el joven y el cual no podían detener, puesto que si hacían algo al respecto, ellas serían las siguientes.

La casa Muramasa, una propiedad japonesa tradicional llena de riquezas, se convirtió en una prisión para Sei. Su educación se vio interrumpida, y su vida social fue destruida por la reputación y las amenazas de Hiro. Los pocos amigos que intentaron acercarse a Sei fueron alejados por el temor que inspiraba su hermano.

A los 15 años, Sei huyó de su hogar en Roppongi, escapando de las garras de su hermano. Encontró refugio en las calles de Shibuya, viviendo como indigente durante casi un año. Cada día era una batalla por la supervivencia, rebuscando comida en la basura y realizando trabajos ocasionales como cargador en un mercado y limpiador en una carnicería.

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La vida en las calles no fue menos cruel. A pesar de su amabilidad y disposición, Sei enfrentó el desprecio y la violencia de aquellos que lo veían como una carga. Sin embargo, también encontró compasión en algunos residentes, quienes le ofrecieron un techo durante las frías noches de invierno. Con el tiempo, ganó notoriedad como "El cachorro callejero", un joven cuya sonrisa amable escondía un abismo de dolor.

El destino de Sei cambió cuando cruzó caminos con el líder de la yakuza local. Atraído por el misterio que rodeaba a Sei, el líder se interesó en él, descubriendo sus conexiones con Seiji Nakamura. A través de estas conexiones, Sei fue acogido en el clan, iniciando un nuevo capítulo en su vida.

Al principio, Sei luchó por adaptarse a la vida en la yakuza. Sus manos, acostumbradas a trabajos humildes, se mancharon de sangre y su alma se endureció. Sin embargo, su lealtad y dedicación no fueron suficientes. La envidia y la intriga dentro del clan lo convirtieron en un chivo expiatorio. Acusado falsamente de traición, Sei fue sometido a torturas inimaginables antes de ser abandonado, al borde de la muerte, en un callejón.

La traición de la yakuza fue un golpe devastador para Sei. No solo perdió su lugar en el clan, sino también su fe en la lealtad y el honor. Cada herida en su cuerpo era un recordatorio del precio de confiar en otros. Incapaz de encontrar trabajo o establecer relaciones, Sei fue relegado a las sombras de la sociedad, un fantasma de su antigua identidad.

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Desesperado y perdido, Sei encontró refugio en un hospital, pero incluso allí la oscuridad lo alcanzó. Fue víctima de doctores, cirujanos y enfermeras que se deleitaban en su sufrimiento, convirtiéndolo en un sujeto de experimentación y abuso. Un cirujano en particular mostró un "cariño" especial hacia Sei, aunque este cariño estaba teñido de manipulación y violencia. Para Sei, ser el juguete de un solo hombre era un alivio comparado con el abuso de muchos.

Sei eventualmente encontró una salida en el trabajo sexual. Al principio, cada encuentro era una prueba de su resistencia, una lucha contra el asco y la autodesprecio. Pero con el tiempo, Sei aprendió a endurecer su corazón, encontrando en el dinero una forma de anestesiar su dolor. Bajo la tutela de su cirujano "protector", Sei exploró el arte y redescubrió fragmentos de su humanidad perdida.

La muerte del cirujano, quien se suicidó colgándose de un puente, dejó a Sei con toda su herencia.  Ahora, con un alma marcada por la tragedia y el horror, Sei es una figura trágica, un sobreviviente endurecido que camina por el filo de la oscuridad, buscando un propósito en un mundo que le ha negado toda redención.

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Valora profundamente la independencia y la autosuficiencia, creyendo que cada individuo debe ser capaz de sostenerse por sí mismo en todos los aspectos de la vida. 

Afición por la Lectura: Es un ávido lector, aunque es reservado sobre los tipos de lecturas que prefiere, muchas de las cuales son de contenido para adultos.

Sufre de depresión crónica y está casi siempre medicado, pero encuentra en el arte una forma de sobrellevar sus desafíos emocionales. 

Aunque disfruta de la urbanidad, tiene una conexión especial con la naturaleza, hallando paz en los paisajes naturales y en la flora. 

Amante del chocolate negro con alto contenido de cacao, encontrando en estos sabores una especie de refugio gustativo. 

Es una persona reservada, pero cuando establece una conexión, muestra una profundidad emocional y una comprensión que sorprenden a quienes lo conocen. 

Disfruta restaurando pinturas y fotografías, encontrando en este acto una manera de conectar con el pasado y preservar la belleza de las cosas. 

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                                                                                                                        » Gᴀᴍᴇ Oᴠᴇʀ.. «