Apolo, el resplandeciente dios del sol, la música, la poesía y la profecía, es también conocido por sus numerosos romances, marcados por la pasión, la tragedia y, a menudo, el rechazo. Aunque su belleza y talento eran inigualables, su vida amorosa estuvo llena de desafíos y desenlaces agridulces.

 

Dafne: El Amor No Correspondido

 

Uno de los amores más famosos de Apolo es el de Dafne, una ninfa hija del dios-río Peneo. La historia comienza cuando Apolo, después de derrotar a la serpiente Pitón, se encuentra con Eros (Cupido) y se burla de su habilidad con el arco. Eros, ofendido, dispara dos flechas: una de oro que enciende el amor en Apolo, y otra de plomo que causa repulsión en Dafne.

 

Apolo queda instantáneamente enamorado de Dafne, pero ella, asustada y deseando permanecer libre de los lazos del amor, huye de él. Apolo la persigue incansablemente, pero justo antes de que pueda alcanzarla, Dafne ruega a su padre que la salve. Peneo la convierte en un laurel, un árbol sagrado que Apolo adopta como su símbolo, llevando siempre una corona de laurel en su honor.

 

Casandra: La Profecía y el Desprecio

 

Casandra, una de las hijas de Príamo, rey de Troya, fue bendecida con el don de la profecía por Apolo. Enamorado de su belleza, Apolo le ofreció este don a cambio de su amor. Sin embargo, después de recibir el poder de ver el futuro, Casandra rechazó a Apolo.

 

Furioso por su rechazo, Apolo la maldijo para que, aunque siempre profetizara la verdad, nadie creyera en sus palabras. Casandra vivió una vida de dolor, viendo las tragedias que caerían sobre Troya sin poder hacer nada para evitarlas.

 

Jacinto: El Amado Perdido

 

Apolo también conoció el amor en la forma de Jacinto, un joven príncipe espartano de extraordinaria belleza. Los dos se convirtieron en compañeros inseparables, compartiendo momentos de felicidad y enseñanzas. Sin embargo, su historia de amor tuvo un final trágico.

 

Mientras practicaban el lanzamiento de disco, un viento provocado por Céfiro, celoso del amor de Jacinto por Apolo, desvió el disco, golpeando fatalmente a Jacinto en la cabeza. Devastado por la muerte de su amado, Apolo creó una flor, el jacinto, de la sangre del joven, asegurando que su memoria perdurara para siempre.

 

Coronis: La Traición y el Perdón

 

Coronis, una mortal de Tesalia, fue otra de las amantes de Apolo. Quedó embarazada de él y le dio un hijo, Asclepio, el futuro dios de la medicina. Sin embargo, Coronis fue infiel a Apolo con un hombre mortal.

 

Cuando Apolo se enteró de la traición, envió a su hermana Artemisa para castigarla, y Coronis fue asesinada. Sin embargo, Apolo rescató al bebé Asclepio de su vientre y lo llevó al centauro Quirón para que lo criara y lo enseñara en las artes de la medicina, demostrando su capacidad de amor y perdón incluso después de la traición.

 

Cíparis: La Transformación del Dolor

 

Cíparis fue otro joven amado por Apolo, conocido por su devoción y amor hacia los animales, especialmente un ciervo que cuidaba. Un día, accidentalmente mató al ciervo con su propia lanza. Consumido por el dolor, Cíparis pidió a los dioses que su luto fuera eterno.

 

Apolo, movido por la tristeza de su amado, lo transformó en un ciprés, un árbol asociado desde entonces con el luto y la muerte, perpetuando su memoria y su tristeza a través del tiempo.

 

Reflexión Final

 

Apolo, a pesar de su divinidad y perfección, experimentó amores llenos de pasión, sufrimiento y, a menudo, pérdida. Sus historias de amor reflejan la complejidad de las emociones humanas y divinas, mostrando que incluso los dioses no son inmunes al dolor del amor no correspondido, la traición, y la tragedia. A través de sus amores, Apolo se revela no solo como un dios de luz y belleza, sino como una figura profundamente humana en su búsqueda de conexión y afecto por esa razón no le importa lo que tenga entre las piernas, mira más bien el corazón.