Nombre: Minerva Green Gables

Profesion: Sacerdotisa de los bosques

Edad: Eso no se pregunta a una dama

Rasgos Físicos:

  • Apariencia: Minerva es alta y esbelta, con una presencia imponente pero serena. Su piel está bronceada por el sol, y su cabello, largo y trenzado, tiene tonos castaños mezclados con el verde de hojas y flores que siempre lleva entrelazadas como símbolo de su conexión con la naturaleza.
  • Ojos: Sus ojos, de un verde profundo, reflejan la sabiduría y la calma de los antiguos bosques. Son como lagos en los que se puede ver la profundidad del mundo natural y la vastedad de los secretos que custodia.
  • Ropa: Viste túnicas simples hechas de lino y lana, teñidas con colores naturales como verdes, marrones y ocres. Su vestimenta está adornada con bordados que representan hojas, animales y ciclos lunares. Siempre lleva consigo un cinturón de cuero del que cuelgan pequeñas bolsas con hierbas curativas y amuletos sagrados.

Carácter:

  • Sabiduría Ancestral: Minerva es una enciclopedia viva de conocimiento sobre la naturaleza. Conoce los secretos de las plantas, los animales, el clima y las estrellas. Su saber no proviene de libros, sino de la observación directa y el contacto íntimo con la tierra, transmitido a través de generaciones de sacerdotisas.
  • Paciencia y Calma: Minerva se mueve y habla con una serenidad que parece desafiar el tiempo. Es paciente, consciente de que la naturaleza sigue sus propios ciclos, y enseña a sus discípulas que todo en la vida tiene su ritmo y su momento. Incluso en los momentos de crisis, mantiene la compostura, sabiendo que el caos es parte del equilibrio natural.
  • Espiritualidad Profunda: Minerva siente la presencia de los antiguos espíritus de la naturaleza en cada brisa, en cada hoja que cae. No ve a la naturaleza como algo que debe ser dominado o explotado, sino como un ser vivo y sagrado. Para ella, todo está interconectado; cada criatura, cada planta, cada piedra tiene un propósito dentro del gran ciclo de la vida.
  • Fuerza Interior: Aunque es pacífica, Minerva posee una gran fortaleza interior. Cuando su santuario es amenazado, se enfrenta a sus enemigos con firmeza y sin miedo. No recurre a la violencia física, pero su voluntad es inquebrantable, y su habilidad para influir en los demás mediante sus palabras y actos es poderosa.
  • Protección Maternal: Minerva siente un amor profundo por la naturaleza y por las jóvenes sacerdotisas bajo su cuidado. Las trata como si fueran sus propias hijas, enseñándoles a respetar y cuidar el mundo natural. Tiene un instinto protector que despierta ante cualquier amenaza, dispuesta a sacrificar todo por la preservación de lo sagrado.

 

Historia: 

Hace muchos siglos, cuando el Imperio Romano estaba en su auge, había una sacerdotisa llamada Minerva, no en honor a la diosa de la sabiduría, sino a su propio espíritu indomable y conexión con la naturaleza. Minerva no servía en los templos grandiosos de la ciudad, sino en un santuario oculto en lo profundo de los bosques, donde las antiguas tradiciones se mantenían vivas y florecían, lejos de las miradas urbanas.

Desde pequeña, Minerva mostró una afinidad extraordinaria con la naturaleza. Se decía que los animales se acercaban a ella sin miedo, y que las plantas respondían a su presencia con más vitalidad. Su familia, de origen noble, había estado al servicio de la naturaleza durante generaciones, preservando los secretos de los bosques y transmitiendo las tradiciones de los antiguos cultos naturales, mucho antes de que Roma expandiera su dominio.

El templo de Minerva estaba hecho de piedra y madera, rodeado de árboles centenarios que la protegían y, a la vez, guardaban sus secretos. La sacerdotisa lideraba rituales sagrados al amanecer, cuando los primeros rayos del sol tocaban la tierra, y al anochecer, cuando la luna llena iluminaba los claros del bosque. Sus ceremonias no eran para los dioses olímpicos que el pueblo veneraba, sino para los antiguos espíritus de la naturaleza, de los ríos, los vientos y las montañas. Ella era la guardiana del equilibrio entre los humanos y el entorno natural.

Minerva no estaba sola. Un grupo selecto de sacerdotisas jóvenes, entrenadas por ella, vivían en el santuario. Bajo su guía, aprendían el lenguaje de los árboles, las propiedades curativas de las plantas y los secretos de los animales salvajes. Ellas eran las encargadas de mantener la armonía entre el mundo natural y los hombres, una tarea que se volvía cada vez más difícil conforme Roma avanzaba y las ciudades devoraban el campo.

Pero Minerva no se detendría. Era conocida por su fortaleza y sabiduría, pero también por su capacidad para inspirar paz y respeto hacia la naturaleza en aquellos que la escuchaban. Los pocos romanos que llegaban a su santuario en busca de sanación, sabiduría o simplemente un respiro del bullicio de la ciudad, se marchaban con una profunda reverencia por lo natural.

Sin embargo, el Imperio cambiaba. El crecimiento y la expansión traían consigo un desafío para el delicado equilibrio que Minerva y su grupo protegían. Con los años, se corría la voz de su poder, y aunque muchos venían a aprender de ella, otros intentaban destruir lo que representaba, pues sus ideas desafiaban la conquista del hombre sobre la tierra.

En una fatídica noche, bajo una tormenta inusual, Minerva tuvo una visión. Los dioses antiguos le hablaban en sueños, advirtiéndole del peligro que se avecinaba. Los ejércitos romanos, que ya no veneraban los misterios de la naturaleza, marcharían pronto para talar los bosques y construir sobre la tierra sagrada. Sabía que su tiempo como protectora de aquel santuario se estaba agotando.

Reuniendo a sus discípulas, Minerva las llevó a un último ritual bajo el cielo estrellado. Juntas invocaron a los antiguos espíritus de la tierra, pidiendo protección para lo que aún quedaba del mundo natural. Aunque el poder militar de Roma era imparable, el santuario y los secretos que guardaban las sacerdotisas de la naturaleza nunca serían olvidados.

La leyenda dice que, después de esa noche, el santuario de Minerva desapareció en la espesura del bosque. Ningún soldado pudo encontrarlo, y los árboles crecieron más densos, protegiendo los últimos vestigios de aquella sabiduría antigua. Se cuenta que, hasta el día de hoy, si caminas en ciertos bosques bajo la luna llena, puedes escuchar los susurros de las sacerdotisas, recordándonos que la naturaleza, aunque olvidada por muchos, siempre guarda su poder, esperando el día en que los humanos vuelvan a necesitar su sabiduría.

Minerva, sacerdotisa de la naturaleza, se convirtió en una leyenda. Para algunos, era un mito de resistencia frente al imparable avance de la civilización; para otros, era un recordatorio de que, sin importar cuán grande sea el poder del hombre, la naturaleza siempre tendrá la última palabra.

Poderes y Habilidades:

  • Comunión con la Naturaleza: Minerva es capaz de comunicarse con los elementos de la naturaleza. Los animales, los árboles y las aguas la entienden, y ella a ellos. Esta habilidad no es mágica en el sentido tradicional, sino una consecuencia de su conexión espiritual y su profundo conocimiento.
  • Conocimiento de las Plantas Curativas: Como sacerdotisa, Minerva es experta en la preparación de remedios naturales y pociones. Conoce cada hierba y planta medicinal de los alrededores de su santuario, y puede curar enfermedades que los médicos de la ciudad apenas pueden comprender.
  • Rituales y Magia Ancestral: Aunque no se considera una maga en el sentido convencional, Minerva realiza rituales antiguos para invocar la protección de los espíritus de la naturaleza. Sus ceremonias tienen poder cuando se realizan con la intención correcta y en armonía con los ciclos lunares y solares.
  • Influenciadora Espiritual: Su poder más notable es su capacidad para inspirar a otros a respetar y proteger la naturaleza. Sus palabras, llenas de sabiduría y calma, son capaces de cambiar el corazón de aquellos que la escuchan.