Hace 8 meses...

Las indicaciones eran simples: 4:30 en el bosque, sigue el sendero. Sé puntual y ve solo. Esa era la nota que Ian había recibido, una nota que apareció bajo su puerta por la mañana, al llegar a casa después de la festividad de las 7 familias. A la cual había sido invitado, pero prefirió no

La nota tenía un aroma increíblemente femenino, así como la escritura. No tenía idea de quién la había enviado, pero, como dicen, la curiosidad mató al gato. En ese caso, él era ese gato.

La vio sentada bajo un árbol, increíblemente hermosa y tranquila, esperándola como si se tratara de un sueño, o tal vez una pesadilla. Los últimos años se habían reducido a verla escapar, encontrarla, verla huir de nuevo; ya era una rutina a la que ambos se habían acostumbrado, un juego que aparentemente ella no deseaba continuar.

Alexa sintió la presencia de Ian, acompañada de su característico perfume varonil y su energía mágica, poderosa y descontrolada como siempre. La joven de cabello azul estaba harta de todo esto, así que había decidido enfrentarlo de una vez por todas. Necesitaba respuestas, estaba cansada de jugar al gato y al ratón con él. Inevitablemente, la cuerda invisible que los unía tiró de ella. Mantenerse lejos de él todos esos años le había permitido olvidar la sensación sofocante de estar cerca, maldiciendo cada célula de su cuerpo por suplicar unirse a aquel ser. Ni hablar de la energía lunar que los conectaba como hijos de la misma madre celestial.

Ian la observaba mientras avanzaba en su dirección, con su cabello azul cayendo sobre sus hombros, otorgándole una apariencia más salvaje que cuando estuvieron juntos hace algunos años. Después de escapar de aquella cabaña donde compartieron la última noche, hace 6 años, no se habían visto tan de cerca. Podía sentir cómo esa mujer vibraba intensamente, a pesar de tener su magia bloqueada.

Alexa lo miró, y en ese instante recordó al hombre que había conocido. Él seguía siendo tan elegante y varonil como siempre, con esa aura de superioridad y la sonrisa que hacía temblar a cualquiera, especialmente a ella. Sin embargo, antes de que su cuerpo la traicionara, levantó sus defensas. La energía oscura que siempre lo acompañaba le recordaba quién era en realidad. No podía confiar en él, no después de todo lo que había sucedido.

—Hola, Ian...

Ian se arrodilló frente a ella, observando cada detalle de su rostro. Ante él, veía a una mujer de cabello azul, con un rostro angelical, labios seductores y un cuerpo que lo incitaba a calmar sus deseos más impuros. A pesar del tiempo, seguía siendo la misma en muchos aspectos: su aroma a bosque, la suavidad de su piel. Pero algo había cambiado. Ahora tenía carácter, ya no era aquella niña indefensa. La inocencia que antes brillaba en sus ojos había desaparecido, reemplazada por una nobleza firme y decidida.

Al escuchar su nombre salir de los labios de Alexa, Ian se congeló. Aquella voz angelical que lo atormentaba aún tenía el poder de desarmarlo. Con un susurro, acarició su mejilla como si temiera que ella desapareciera.

—Hola, Lexi...

Ella no dijo nada al sentir el contacto de Ian, pero también estaba sorprendida por su reacción. La última vez que lo había visto, no se permitió observarlo detenidamente. Ahora, frente a ella, estaba Ian con 29 años, más fuerte y varonil. Hombros anchos, piernas largas y torneadas, brazos fuertes, definitivamente la definición de atractivo y elegante.

Una sonrisa triste se forma en los labios de Alexa cuando él la llamó por su antiguo apodo. Una avalancha de emociones se acumuló en su pecho al tenerlo tan cerca. Su aroma, su voz, su tacto... todo la hacía sentir de nuevo como una adolescente. Pero ya no eran esos jóvenes que jugaban a enamorarse, sino dos adultos con cicatrices que ambos habían creado.

—¿Qué quieres, Ian? ¿Por qué me sigues persiguiendo? ¿Aun estar aferrado a algo que no podrá pasar?

Se apartó suavemente, sintiendo cómo su piel comenzaba a quedarse con el tacto, placentero pero peligroso. No podía permitirse esos sentimientos ahora.

El corazón de Ian dolió al ver cómo ella lo miraba, como si fuera un extraño, o peor aún, un enemigo. Sus palabras lo tomaron por sorpresa. ¿Acaso no lo extrañaba? Un vacío lo invadió cuando ella lo apartó. Alexa era lo que le faltaba desde hacía tanto tiempo, y ahora, estando tan cerca, sentía que se le escapaba de las manos.

—Te quiero a ti. ¿Aún no lo comprendes? Te amo, Alexandra. Eres la mujer que atormenta mis sueños, por quien late mi corazón. Eres el aire que respiro, y te seguiré hasta el fin del mundo si es necesario. ¿Por qué no lo entiendes?

Dijo aquello con desesperación mientras tomaba sus manos entre las suyas. Ambos sintieron una corriente eléctrica recorrer sus cuerpos. Ian la miró con seriedad, acerco mas a ella, ambos cuerpos suplicando por mas contacto. el miro firmemente sus ojos y con un tomo profundo y serio continuo su discurso.

—Sabes que juntos seríamos imparables. Eres el complemento perfecto para mí. Una chica de noble cuna, digna de reinar a mi lado. La Gran Madre de la Noche nos eligió. Dos de sus hijos, destinados a sentarse en el trono.

Acaricio suavemente su rostro pasando su pulgar por los labios femeninos, claramente moría por sentirlos una vez mas.

Alexa lo miró confundida. Claro que su madre quería que estuvieran juntos, ambos lo sabían, pero después de todo lo que había pasado, no podía ser tan descarado de mirarla a los ojos, con tanto amor, con deseo desenfrenado y reclamar con su mirada tantas explicaciones, sentía aquella conexión, la sintonía de su madre, comprendía cada palabra de lo que el decía, ella sabia que sus almas habían sido unidas antes de nacer y sus cuerpos se habían vuelto uno hace tanto tiempo. Sabia que el amor que le profesaba era real, pues ella tambien lo había sentido en muchas veces.

- ¿Por qué te atreves a decir aquellas cosas? Después de todo lo que a pasado, aun tras todo lo que se sobre ti, no seas descarado admite que es tu oscuridad hablando por ti...

Ella hablo con calma, después de todo, aunque el decía amarle, sabia la clase de persona que es y de lo que es capaz de hacer, tenia que cuidar bien sus palabras, no era conveniente que el se enojara. Las manos de Ian sobre ella ardían, seguía siendo tan cálido como la primera vez que la toco, solo que ya no eran el paraíso, era mas un infierno sin embargo Alexa estaba comenzando a desear arder en el.

-Después de todo el daño que nos hemos hecho. Creía que te conocía, que sabia de que persona me había enamorado, cuando me confesaste lo de tu madre, la naturaleza de tu sangre y que sobre ti caía una maldición cada noche sin luna, guarde el secreto, tu secreto...

Alexa respiró profundamente, apartando el enojo que amenazaba con tomar el control de sus palabras. Ella apartó las manos masculinas de su rostro, mirándolo con firmeza mientras retrocedía un poco. Su cercanía era abrumadora.

||Parte 2