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Durante el tiempo que estuvo dormido, ni siquiera se dio cuenta como el nivel del agua había subido lentamente desde que algunas tuberías terminaron por reventar.

Poco a poco el círculo infernal del orgullo se llenaba de agua como si estuviera dentro de una gran pecera y fuera sólo decoración interna, cambiando a sus habitantes en variantes acuáticas, algunos manteniendo forma animal como peces y otros con una cola en lugar de piernas, como las tan afamadas Sirenas.

Lentamente fue abriendo los ojos, observando como el agua ya cubría su alcoba hasta la mitad, sorprendido y, más aún, al ver que había recuperado su apariencia, sin embargo no en totalidad.
Mirándose mejor, pudo notar las branqueas, así como pequeñas aletas dorsales, bajando hasta ver la gran aleta a partir de su cadera y las escamas.

—Bueno... Se acabó la ponificación al menos...

Realmente no podía decir mucho, era evidente que el cambio se llevaría a cabo, aunque no esperó que lo siguiente fuera a ser tal cosa, acercándose a la ventana para mirar el exterior, siendo prácticamente un océano que iba en aumento.