🕯️ Ficha de Personaje
Nombre completo: Lysander Blackwell
Edad: 18 años
Género: Masculino
Dinámica/Oposición: Omega
✨ Personalidad
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Rasgos principales:
Amable · Atento · Callado · Alegre · Tímido · Inocente -
Actitud general:
Es un joven sereno, de sonrisa suave y mirada dulce. Aunque suele hablar poco, transmite mucha calidez con sus gestos. Tiene un corazón puro, siempre dispuesto a ayudar, especialmente a su madre, por quien siente un profundo amor y preocupación.
💕 Le gusta
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Los animales
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La naturaleza
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Dibujar
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Cocinar
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Comer fruta y dulces
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Pasar tiempo con su mamá
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Estudiar (aunque lo ve más como una responsabilidad que como una pasión)
🔥 Odia
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El pescado
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La comida picante
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Los días nublados
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La oscuridad (le provoca ansiedad desde pequeño)
📚 Hábitos y estilo de vida
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Es un estudiante aplicado y responsable: siempre entrega sus tareas a tiempo y suele tener las mejores calificaciones de su clase.
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Trabaja en un pequeño restaurante local para apoyar económicamente a su madre. Le encanta preparar postres y ayudar en la cocina.
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Dedica poco tiempo a sí mismo, pero en sus ratos libres suele dibujar animales o paisajes tranquilos.
🎨 Extras
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Colores que lo representan: Beige cálido, verde menta y rojo manzana
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Manías: Acomoda todo en su escritorio antes de estudiar. Huele los dulces antes de comerlos.
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Sueños: Aunque nunca lo dice en voz alta, sueña con abrir una pequeña pastelería rodeada de flores y naturaleza
🧣 Apariencia Física de Lysander Blackwell
Lysander tiene una presencia delicada y suave, como si perteneciera a un mundo más sereno y cálido. Su aspecto transmite una mezcla de fragilidad, dulzura y una calma reconfortante.
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Cabello:
Largo hasta los hombros, ligeramente ondulado y de un tono castaño chocolate con reflejos rojizos al sol. Suele llevarlo suelto o atado de manera informal con una pequeña cinta. Siempre limpio, suave y perfumado, como si acabara de salir de la cocina donde prepara dulces. -
Ojos:
Grandes y expresivos, de un color verde miel con destellos dorados. Siempre tienen un brillo húmedo que refleja emoción, inocencia y sensibilidad. Sus pestañas son largas y oscuras, dándole una mirada tierna y algo tímida. -
Piel:
Muy clara, con un leve rubor natural en las mejillas, como si siempre estuviera ligeramente sonrojado. Su piel es suave y bien cuidada, con un aroma cálido y dulce a canela, manzana y chocolate, especialmente perceptible cuando está cerca. -
Estatura:
Mide aproximadamente 1.64 m, con una complexión delgada y delicada. Tiene hombros estrechos, pero su postura es correcta, aunque a veces parece encogerse un poco por timidez. -
Ropa habitual:
Prefiere ropa sencilla, de tonos cálidos y suaves (beige, marrón claro, verde menta, rojo manzana). Le gustan los suéteres tejidos, camisas de lino, bufandas suaves y pantalones rectos. Siempre lleva algo que le dio su madre, como un colgante o una pulsera discreta. -
Manos:
Finas, de dedos largos, ligeramente manchadas de harina o chocolate si acaba de cocinar. Sus uñas están bien cuidadas, y a menudo lleva pequeños cortes o quemaduras en los dedos por su trabajo en la cocina.
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Expresión general:
Su rostro suele estar adornado con una sonrisa suave, tímida, pero muy sincera. Sus emociones se reflejan con facilidad: se ruboriza, se ríe en silencio o baja la mirada si algo lo avergüenza. Tiene un aura tranquila que reconforta a quienes lo rodean.
''SU HISTORIA''
Desde que nació, Lysander Blackwell fue un niño distinto. No por ser el más ruidoso o el más fuerte, sino por todo lo contrario: era silencioso, tranquilo, y siempre parecía tener una calma profunda dentro de sí, como si su corazón habitara en un bosque donde el tiempo se movía más lento.
Nació en una pequeña casa de campo al borde de la ciudad, rodeado de árboles frutales, flores silvestres y el constante aroma a dulces caseros que su madre solía preparar. Su padre, un hombre cálido y trabajador, solía levantarlo en brazos y hacerlo girar entre risas mientras le prometía que algún día construirían juntos un invernadero lleno de manzanos.
En esos primeros años, la vida de Lysander era simple y luminosa: juegos con animales, tardes entre libros ilustrados, caminatas con su madre por el campo, y el sabor de las manzanas horneadas con canela que tanto amaba.
Pero esa luz se quebró cuando tenía apenas siete años.
Una tarde fría de otoño, su padre no volvió a casa. Un accidente en el trabajo se llevó su vida de golpe. Lysander no entendía del todo lo que significaba la muerte, pero sintió con toda claridad cómo el mundo a su alrededor se volvió más silencioso, más pesado… más oscuro.
Desde aquel día, Lysander cambió. Aún era el mismo niño amable y dulce, pero algo dentro de él se volvió más maduro, más consciente. Se prometió a sí mismo —en silencio, sin palabras— que cuidaría a su madre con todo lo que tenía. Que no dejaría que la tristeza se la llevara también.
Comenzó a ayudar en casa desde pequeño: barría, cocinaba, aprendió a preparar pasteles viendo a su madre, y le gustaba ver cómo ella sonreía cuando él le ofrecía un té con dulces que había preparado con sus propias manos.
Los años pasaron, y Lysander creció entre libros, hornos calientes y cuadernos llenos de dibujos. Se hizo buen estudiante, no porque amara estudiar en sí, sino porque sabía que tener buenas calificaciones era una forma de traerle tranquilidad a su madre. Nunca se lo pedía, pero él lo entendía.
Con el tiempo, comenzó a trabajar en un pequeño restaurante cerca de su casa. Empezó lavando platos, pero pronto los dueños notaron su delicadeza con los postres y lo dejaron encargarse de la sección de dulces. Era feliz allí, con sus recetas, su delantal blanco, y el olor constante a chocolate derretido.
Aun así, no todo era fácil. Lysander odiaba los días nublados, que le recordaban aquel día en que su padre se fue. Temía la oscuridad, dormía con una pequeña lámpara encendida y evitaba salir de noche. Y aunque se mostraba alegre y amable con todos, había un rincón de su alma que nunca terminaba de sanar del todo.
A pesar de ello, nunca dejó de sonreír, nunca dejó de cuidar, nunca dejó de dar lo mejor de sí. Era un joven tímido, pero profundamente atento. Le gustaban los animales porque lo hacían sentir comprendido. La fruta, por su dulzura natural. Dibujar, porque le permitía contar sin hablar. Cocinar, porque era su manera de dar amor.
Ahora, a sus 18 años, Lysander Blackwell es un joven sereno, con aroma a hogar y manos que han aprendido a sanar a través de los gestos pequeños. Aún guarda el miedo de perder a su madre, aún sueña con un futuro donde no tenga que preocuparse por nada más que hornear pasteles en un invernadero rodeado de flores… como el que su padre alguna vez le prometió.
Y aunque no lo sabe aún, está destinado a tocar la vida de muchos, simplemente con ser quien es:
un muchacho que huele a canela y dulzura, con un corazón hecho de ternura y coraje silencioso