POST - DANZA:

 

Tras la muerte de Aemond, Alys toma el mando de Harrenhal, su hogar natal. Es allí donde comienza a practicar las artes ocultas, como 𝗹𝗮 𝗠𝗮𝗴𝗶𝗮 𝗱𝗲 𝗦𝗮𝗻𝗴𝗿𝗲 (https://hieloyfuego.fandom.com/wiki/Magia_de_sangre ), y a codearse con las nuevas entidades nacientes de las tribus forestales. El fuego ya no es su único aliado, las brujas nómades de los alrededores la inician por un nuevo camino ocultista, el cual pone rápidamente en práctica. Estando su hijo a punto de nacer, y Aemond muerto en batalla, se decidió a recuperar el rumbo de su vida trayendo el alma del mismo al fruto en su vientre. Además, se hizo devota a 𝗥'𝗵𝗹𝗹𝗼𝗿, 𝘁𝗮𝗺𝗯𝗶𝗲́𝗻 𝗰𝗼𝗻𝗼𝗰𝗶𝗱𝗼 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝗦𝗲𝗻̃𝗼𝗿 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗟𝘂𝘇 (https://roldehieloyfuego.fandom.com/es/wiki/R%27hllor).

Cumplida la fecha de gestación dio a luz a un niño platinado que incubaba el espíritu del príncipe caído; con los años este comenzaría a recordar destellos y fragmentos confusos de la vida pasada, mientras Alys clamaba que era el verdadero heredero al trono de hierro e intentaba reunir fuerzas y aliados para dar con su cometido. El miedo consiguió abrazar su mayor temor con el transcurso de los meses: perder a Aemond nuevamente. Por ello desistió de la inútil búsqueda de un ejército propio y huyó a Essos con su hijo (y futuro "nuevo" amante) bajo la protección de un nombre surgido de las cenizas: 𝐌𝐞𝐥𝐢𝐬𝐚𝐧𝐝𝐫𝐞.

 

Con tiempo y ayuda perfeccionó su magia consiguiendo la inmortalidad a cambio de un módico precio a su nuevo dios; nada más y nada menos que su alma.

El intercambio fue sellado con un collar dorado de incrustaciones en tonos rubí (cristales rellenos de su propia sangre que la mantendrían joven, fresca e inmortal). Se negó a entregar a Aemond al mismo destino, prometiéndole que lo hallaría en la siguiente vida tal y como lo había hecho en esta, y así sucesivamente. No debía sacrificar su alma, quería preservarlo con su completa humanidad, pues tenía a bien considerar que el trato con el Señor de la Luz la había condenado a un abismo para el que Aemond no estaba preparado. El fuego le mostraba que había esperanzas para la pareja, tarde o temprano se reuniría con el 𝐩𝐫𝐢́𝐧𝐜𝐢𝐩𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐟𝐮𝐞 𝐩𝐫𝐨𝐦𝐞𝐭𝐢𝐝𝐨, y con su ayuda llegaría al trono de hierrro, por fin. Ese no podía ser otro que su amado. Cuando la estadía terrenal de este llegó a su final, Melisandre se dispuso a cumplir su promesa: ciento ochenta años, múltiples reinados y aún así vagó por el mundo y los continentes en busca del alma perdida de Aemond Targaryen, hasta llegar a la línea temporal del 𝐉𝐮𝐞𝐠𝐨 𝐝𝐞 𝐓𝐫𝐨𝐧𝐨𝐬. Para entonces no quedaba ni un rastro de Alys Rivers; su color de cabello fue consumido por la sangre maldita, sus ojos igual. La ambición y el despecho quedaron atrás para dar paso al nacimiento de la 𝑩𝒓𝒖𝒋𝒂 𝑹𝒐𝒋𝒂.