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Al ser el tercero de los hijos, del matrimonio entre el Rey Viserys y la Reina Alicent, siempre tuvo que esforzarse para sobresalir y tener la atención de los demás, en especial de su madre.

 

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No hubo día donde no sentía odio y envidia por su hermano, Aegon era el primogénito y lo tenía todo. En cambio era una vergüenza para los de su clase, mandando el apellido Targaryen por el lodazal, cada vez que iba al Camino de la Seda. Podría ser el rey y no actuaba como tal.

 

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Las pretensiones al trono, eran muy fuertes para Aemond. Su narcisismo y su actitud ególatra, lo propulsarían a pensamientos y anhelos de grandeza, para conseguir todo lo que un verdadero rey necesitaba.

 

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La manipulación, era un arma muy potente para el Príncipe Tuerto. Utilizando los puntos débiles del contrario para explotarlas a su favor y así, conseguir sus propósitos.

 

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Lo que más aborrecía era el hecho de no tener la absoluta atención maternal, de esta manera, intenta por todos los medios mantenerla con él. Utilizando diferentes métodos de persuasión, tales como su culpabilidad por la pérdida del ojo o la infancia tan oscura que pasó por culpa de su hermano y sus sobrinos, entre otros.

 

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Él en la oscuridad y la privacidad de sus aposentos, se autoproclamaba rey y soñaba con tomar de esposa a la reina. Para poderle demostrar a su madre, como un Rey debe de tratar a su Reina. Mostrando así, su complejo de Edipo, pues estaba enamorado de su progenitora.