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Nunca superó las vejaciones recibidas por su familia, en especial por su madre y por su abuelo. Puesto que su padre, no actuó en ningún momento como figura paternal.

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Encuentra consuelo en la dulce anestesia que le da el vino y en el calor de una mujer, pues aunque sea pagando. Sentía algo más que odio e ira.

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La violencia es su escudo para esconder todas las inseguridades que lo invadían. Por eso, siempre actuará de manera violenta sobretodo, cuando sacan a la luz sus actividades cuestionables.

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Al recibir afecto, se pone muy nervioso y no sabe cómo actuar. Se agobia e intenta alejarse de aquellas demostraciones de cariño (Por el simple hecho de que no estaba acostumbrado a ello.).

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En el fondo de su corazón, ama a su esposa e hijos, no podía demostrarlo pues no comprendía como hacerlo y más por su miedo a ser rechazado.

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La actitud del príncipe era de total apatía y combustión. Completamente de sangre caliente, cuando perdía el control de sus acciones, se volvía una bestia, incapaz de razonar y llevarse por las sombras que lo consumían.

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No recuerda una noche donde no lo persiguieran las ominosas pesadillas. Teniendo así, que acudir a la bebida para sofocar las garras que desgarraban su psique.