[Costa de South Town – Tarde]
El mar golpeaba suavemente contra el muelle de concreto, mientras gaviotas planeaban sobre las olas teñidas de sol. South Town, por un momento, no rugía… simplemente respiraba.
Terry Bogard estaba sentado en una banca vieja junto a la costa, su gorra inclinada hacia el frente para cubrirle del brillo dorado. En una mano sostenía un hotdog con mostaza y jalapeños; en la otra, una botella fría de soda.
Dio un bocado lento, sin prisa. Masticó, miró el horizonte, y sonrió para sí mismo.
—He probado manjares en medio mundo… pero no hay nada como un hotdog frente al mar de South Town.
El viento le sacudía la chaqueta, trayendo el olor salado del océano y el murmullo distante de la ciudad que alguna vez lo hizo sangrar… y que ahora protegía.
Cerró los ojos por un segundo, escuchando solo el mar.
"No todo tiene que ser una pelea supongo".
El mar golpeaba suavemente contra el muelle de concreto, mientras gaviotas planeaban sobre las olas teñidas de sol. South Town, por un momento, no rugía… simplemente respiraba.
Terry Bogard estaba sentado en una banca vieja junto a la costa, su gorra inclinada hacia el frente para cubrirle del brillo dorado. En una mano sostenía un hotdog con mostaza y jalapeños; en la otra, una botella fría de soda.
Dio un bocado lento, sin prisa. Masticó, miró el horizonte, y sonrió para sí mismo.
—He probado manjares en medio mundo… pero no hay nada como un hotdog frente al mar de South Town.
El viento le sacudía la chaqueta, trayendo el olor salado del océano y el murmullo distante de la ciudad que alguna vez lo hizo sangrar… y que ahora protegía.
Cerró los ojos por un segundo, escuchando solo el mar.
"No todo tiene que ser una pelea supongo".
[Costa de South Town – Tarde]
El mar golpeaba suavemente contra el muelle de concreto, mientras gaviotas planeaban sobre las olas teñidas de sol. South Town, por un momento, no rugía… simplemente respiraba.
Terry Bogard estaba sentado en una banca vieja junto a la costa, su gorra inclinada hacia el frente para cubrirle del brillo dorado. En una mano sostenía un hotdog con mostaza y jalapeños; en la otra, una botella fría de soda.
Dio un bocado lento, sin prisa. Masticó, miró el horizonte, y sonrió para sí mismo.
—He probado manjares en medio mundo… pero no hay nada como un hotdog frente al mar de South Town.
El viento le sacudía la chaqueta, trayendo el olor salado del océano y el murmullo distante de la ciudad que alguna vez lo hizo sangrar… y que ahora protegía.
Cerró los ojos por un segundo, escuchando solo el mar.
"No todo tiene que ser una pelea supongo".
