●▬▬▬୧MonoRol୨▬▬▬▬●

¿Muerte? ¿Que es eso?, para Analis eso era una especie de mentira que contaban los cuentos a la hora de hacer dormir a los más inocentes.

Ahora, debido a sus acciones, esos ojos morado cuáles agujeros negros empezaron a consumir todo lo que se cruzaba en su camino, masticando con la mirada a sus próximas víctimas.

Su ruta estaba marcada por la aquel líquido color negro, que escapaba de las pobres almas en desgracia tomadas por la pelinegra. A pesar de estar despejando su ida hacia un lugar sin tener que hacerlo, se veía que tenía un objetivo planeado para ella.

❝Su nombre... recuerdalo...❞

Mencionó una voz oscura en su memoria. Tratando de revivir la tortura vivida, la cual sólo alimentaba su pérdida de cordura que creia impulsivamente.

Los espejos se partían a medida que avanzaba, y los focos comenzaban a fallar de a poco con cada paso que daba, el miedo invadia la sala.  Tras tanta sangre, logró acercarse a una puerta de metal protegida por tecnología imponente, una que no se romperia fácilmente o asi se pensaba.

🌑;;—ANALIS, SE QUE ESTAS ENOJADA PERO MATAR TODO LO QUE TE RODEA NO ES UN MÉTODO DE DESQUITARSE, NO SOS ELLA... por lo menos acordate de algo nuestro, por favor, rememora lo mucho que me amabas.

Los cables internos en la mente de la chica hicieron un corto circuito más grave. Como si lo ultimo que tenia lo perdiera solo rememorando aquello.

Ya no quedaba otra cosa en su estabilidad mental más que el olor de el oxido recorriendo los pisos, y eso lo demostró de dos formas.

Sus brazos, se levantaron con el arma blanca aún entre sus delicadas manos palidas. Apuntando en dirección a la puerta, cargada de potencia, con sus ojos purpura brillando en un tono más radioactivo, clavo el hacha en ese metal el cual emitió un sonido muy audible. Los gritos de la gente estallaron al igual que los focos de la sala, definitivamente. Todo habia explotado por su culpa, no se sabia como, solo que lo habia hecho.

Tras el gran hoyo creado, sus amatistas de ojos, vigilaron al tipo de pupilas rojos, el cual ya conocía origen de todo el problema. 

🌹;;—¿Amor? Eso fue manipulación... y creeme, después de esto, no te dejaré vivir nuevamente... se termino, Killian—

Al estar lo suficientemente cerca, respirando el mismo aire que el, alzo su hacha con fuerza. Odiando cada segundo a su presa. Hasta que... una aguja más a su piel y a la de su contrincante, fue la explosión que se creó en la habitación.

Una bomba de líquidos.

Por otro lado, su querido, había comenzado a correr en dirección a donde la sangre le llevó, sabía que no había nada bueno tras aquel rastro. Sobre todo porque la voz de su amada se escuchaba desde su posición. Sin embargo, ella ya estaba perdida, abandonada.

El olor a putrefacción y los colores rosa comenzaron a dormirla, el pequeño cuerpo que tenia no era tan resistente como parecia. Dejándole ver, con dificultad solamente a un cuerpo mutado frente a ella, que parecía sostenerla con fuerza. Un tipo deformado en músculos que parecía el mismo hombre que la había torturado, pero ¿exactamente qué le había pasado a ese psicópata? Lo desconocía.  Para cuando quiso actuar contra el, una última aguja, con un líquido negro la llevó a dormirse plenamente sobre su gran brazo. Permitiendole una vista final de su querida persona amada, entrando a ayudarla, buscando pelea para ganae.

🌑;;—Duerme Lis querida... esto terminara pronto.

Tuvo razón... pues para cuando despertó, ya no tenia ni idea donde estaba parada.

Inyectada con una especie se suero en su piel, que se unia a una bolsa donde pequeñas gotas caian. Rodeada de flores y un hombre dormido a su lado con tranquilidad, parecia estar cansado de haberla esperado tanto.

Un hombre que amaba pero ahora, no sabía si podría proteger.

.

.

.

En los sueños de Analis las imágenes de el chico que la cuidaba, se habían vuelto distorsionadas. Ella se encontraba peleando contra el, derramando sangre a mares, perdiendo la batalla pero ganandola al mismo tiempo. No sabía por qué lo hacía, tampoco quería, pero algo la obligaba, un poder que no podía calmar.

Se escuchaba la voz de la pelinegra gritarle que la única forma de poder terminar con la tortura, era que ella debía morir, pues su sangre había sido infectada.

Se vio a sí misma caer al suelo en un charco de liquido rojo, y a él amor de su vida llorar, sufrir, perder. Otra vez.

.

.

.

Sus razones para no confiar eran ciertas, fue por eso que no supo hacer otra cosa que recurrir a su mejor amigo, una persona quien siempre le había escuchado durante sus momentos más oscuros.

📲—¿Estas? Necesitamos hablar... perfecto, te veo en el hospital, no puedo moverme