• Hoy pasó algo... divertido en clases, mis estudiantes vieron que me estoy dejando crecer el cabello y me regalaron varios accesorios para el cabello, dicen que combinan conmigo.

    Este es uno de ellos.
    Hoy pasó algo... divertido en clases, mis estudiantes vieron que me estoy dejando crecer el cabello y me regalaron varios accesorios para el cabello, dicen que combinan conmigo. Este es uno de ellos.
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  • Lilian Carson

    -La ciudad amanecía gris, envuelta en una llovizna fina que parecía no querer decidir si quedarse o irse. Las gotas repicaban suaves sobre la gabardina de Bondrewd, mientras caminaba con un pequeño ramo de flores envuelto con aquel papel marron, algunas flores blancas, rosas y azules que eran adornadas por aquel liston rojo, elegidas sin pretensión, pero con una intención que no necesitaba palabras-

    -El detective había salido poco más temprano de su casa, caminando sin prisa por aquellas calles después de haber salido del trabajo, con el cigarro apagado entre los labios, No era su costumbre regalar flores, Tampoco visitar lugares que olían tanto a recuerdos, pero esa tarde era diferente-

    -En medio de aquel parque en dónde más de una vez jugaron, se encontraba una pequeña banca de color blanco algo despintada y en ella estaba sentada una chica que parecía buscar algo con la mirada-

    Ha pasado un año....bastante rápido

    -murmuró al verla antes de acercarse y después sentarse a su lado con aquel silencio que siempre lo caracterizo-

    -el eco de risas infantiles resonaba en su memoria.
    Y entre ellas, la de Lilian, la única que alguna vez lo llamó “Bondy” sin temor ni burla-

    Feliz cumpleaños

    -exclamo mientras extendía su mano dándole aquellas flores mientras sus ojos se encontraban con los de su amiga-
    [1HAPPYLULU1] -La ciudad amanecía gris, envuelta en una llovizna fina que parecía no querer decidir si quedarse o irse. Las gotas repicaban suaves sobre la gabardina de Bondrewd, mientras caminaba con un pequeño ramo de flores envuelto con aquel papel marron, algunas flores blancas, rosas y azules que eran adornadas por aquel liston rojo, elegidas sin pretensión, pero con una intención que no necesitaba palabras- -El detective había salido poco más temprano de su casa, caminando sin prisa por aquellas calles después de haber salido del trabajo, con el cigarro apagado entre los labios, No era su costumbre regalar flores, Tampoco visitar lugares que olían tanto a recuerdos, pero esa tarde era diferente- -En medio de aquel parque en dónde más de una vez jugaron, se encontraba una pequeña banca de color blanco algo despintada y en ella estaba sentada una chica que parecía buscar algo con la mirada- Ha pasado un año....bastante rápido -murmuró al verla antes de acercarse y después sentarse a su lado con aquel silencio que siempre lo caracterizo- -el eco de risas infantiles resonaba en su memoria. Y entre ellas, la de Lilian, la única que alguna vez lo llamó “Bondy” sin temor ni burla- Feliz cumpleaños -exclamo mientras extendía su mano dándole aquellas flores mientras sus ojos se encontraban con los de su amiga-
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  • Soy más vieja que la galaxia en la que vives, ¿sabes? ¿Crees que está bien decirle ese tipo de cosas a una mujer mayor? ~
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  • ¿Pero quién será personas que me ha regalado flores?. Son lindas.
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  • Fliqpy me está regalando un ramo de flores.... ¡Después de haber matado alguién!... Esa sonrisa de loco desquicuado me está dando algo de miedo.
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  • — El tintinear de la campanilla sobre la puerta rompió la quietud del local como un suspiro de viento entre hojas dormidas. Zareth Aurelion cruzó el umbral con paso lento, casi ceremonioso, envuelto en su abrigo oscuro que parecía absorber la luz cálida del lugar. El contraste entre su presencia y el entorno era palpable: él, hijo de extremos celestiales e infernales, caminaba entre estanterías repletas de vida delicada, de colores suaves y aromas dulces. El aire estaba impregnado de lavanda, tierra húmeda y un leve rastro de incienso de sándalo, como si el tiempo allí se midiera en fragancias. Sus ojos dorados recorrieron el espacio con calma, deteniéndose en cada rincón como si leyera una historia oculta entre los pétalos. Se acercó a una mesa de madera donde descansaban orquídeas negras, sus dedos rozando apenas los bordes de una flor que parecía latir con luz propia, como si reconociera algo en él que no podía nombrar —

    Buenos días… Qué ramo tan peculiar el que lo acompaña. ¿Puedo ayudarlo en algo

    — La voz provenía de una mujer detrás del mostrador, de rostro sereno y manos manchadas de polen. Su mirada no era temerosa, pero sí cautelosa, como quien reconoce que algo extraordinario acaba de entrar. Zareth no respondió de inmediato. Su silencio era denso, como si las palabras tuvieran que abrirse paso entre siglos de pensamientos. Finalmente, su voz emergió, grave y pausada, como un eco que no pertenece del todo al presente —

    Busco una flor que no exista. Una que no haya sido nombrada aún

    — La florista ladeó la cabeza, sin apartar la mirada. No parecía burlarse, ni desconcertada. Solo curiosa. Caminó con calma hacia una estantería alta, donde descansaban macetas de cerámica pintadas a mano. Tomó una pequeña, de color azul profundo, y la colocó sobre el mostrador. En su interior, una flor de pétalos traslúcidos brillaba con una luz suave, casi respirando. Zareth se acercó, sin tocarla, solo observándola como si en ese instante el tiempo se hubiera detenido. Afuera, la ciudad seguía su curso, pero dentro de la floristería, el mundo parecía haberse detenido a escuchar —

    Aquí tenemos muchas que la gente olvida nombrar. Algunas florecen solo una vez al año. Otras… solo si alguien las recuerda

    — Zareth inclinó la cabeza, sus ojos fijos en la flor. No dijo nada más. Pero algo en su expresión cambió, como si una puerta invisible se hubiera abierto. Su voz volvió a surgir, más baja, más íntima —

    No busco flores para regalar. Solo… para recordar

    — La florista se acercó con la maceta entre las manos, ofreciéndosela sin palabras. La flor parecía temblar levemente, como si reconociera al visitante. Él no la tomó. Solo la contempló, y en ese silencio compartido, algo antiguo pareció despertar entre los tallos y las raíces. Una memoria sin nombre. Un vínculo sin tiempo —

    Entonces tal vez esta sea la que busca. No tiene nombre. Nadie ha querido ponerle uno. Dicen que quien lo haga… la perderá
    — El tintinear de la campanilla sobre la puerta rompió la quietud del local como un suspiro de viento entre hojas dormidas. Zareth Aurelion cruzó el umbral con paso lento, casi ceremonioso, envuelto en su abrigo oscuro que parecía absorber la luz cálida del lugar. El contraste entre su presencia y el entorno era palpable: él, hijo de extremos celestiales e infernales, caminaba entre estanterías repletas de vida delicada, de colores suaves y aromas dulces. El aire estaba impregnado de lavanda, tierra húmeda y un leve rastro de incienso de sándalo, como si el tiempo allí se midiera en fragancias. Sus ojos dorados recorrieron el espacio con calma, deteniéndose en cada rincón como si leyera una historia oculta entre los pétalos. Se acercó a una mesa de madera donde descansaban orquídeas negras, sus dedos rozando apenas los bordes de una flor que parecía latir con luz propia, como si reconociera algo en él que no podía nombrar — Buenos días… Qué ramo tan peculiar el que lo acompaña. ¿Puedo ayudarlo en algo — La voz provenía de una mujer detrás del mostrador, de rostro sereno y manos manchadas de polen. Su mirada no era temerosa, pero sí cautelosa, como quien reconoce que algo extraordinario acaba de entrar. Zareth no respondió de inmediato. Su silencio era denso, como si las palabras tuvieran que abrirse paso entre siglos de pensamientos. Finalmente, su voz emergió, grave y pausada, como un eco que no pertenece del todo al presente — Busco una flor que no exista. Una que no haya sido nombrada aún — La florista ladeó la cabeza, sin apartar la mirada. No parecía burlarse, ni desconcertada. Solo curiosa. Caminó con calma hacia una estantería alta, donde descansaban macetas de cerámica pintadas a mano. Tomó una pequeña, de color azul profundo, y la colocó sobre el mostrador. En su interior, una flor de pétalos traslúcidos brillaba con una luz suave, casi respirando. Zareth se acercó, sin tocarla, solo observándola como si en ese instante el tiempo se hubiera detenido. Afuera, la ciudad seguía su curso, pero dentro de la floristería, el mundo parecía haberse detenido a escuchar — Aquí tenemos muchas que la gente olvida nombrar. Algunas florecen solo una vez al año. Otras… solo si alguien las recuerda — Zareth inclinó la cabeza, sus ojos fijos en la flor. No dijo nada más. Pero algo en su expresión cambió, como si una puerta invisible se hubiera abierto. Su voz volvió a surgir, más baja, más íntima — No busco flores para regalar. Solo… para recordar — La florista se acercó con la maceta entre las manos, ofreciéndosela sin palabras. La flor parecía temblar levemente, como si reconociera al visitante. Él no la tomó. Solo la contempló, y en ese silencio compartido, algo antiguo pareció despertar entre los tallos y las raíces. Una memoria sin nombre. Un vínculo sin tiempo — Entonces tal vez esta sea la que busca. No tiene nombre. Nadie ha querido ponerle uno. Dicen que quien lo haga… la perderá
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  • -¡Ah~! ¡Qué lindo se ve todo desde aquí
    Sabes… cuando miras el universo por completo, parece tan grande… pero también tan pequeño.
    *risita* Supongo que eso tiene sentido si eres el “Espacio”, ¿no~?

    -¡Mira estas estrellitas! *extiende las manos dejando que los orbes brillen* Cada una tiene su propia historia… y aún así, todas brillan juntas.
    Así que, aunque te sientas solito a veces, recuerda: ¡siempre hay luz cerca!

    *Da una vuelta, dejando un rastro de polvo estelar*

    -Ahora ven, ¡vamos a crear una galaxia nueva! ¡Una llena de sonrisas y panecillos!
    -¡Ah~! ¡Qué lindo se ve todo desde aquí✨ Sabes… cuando miras el universo por completo, parece tan grande… pero también tan pequeño. *risita* Supongo que eso tiene sentido si eres el “Espacio”, ¿no~? -¡Mira estas estrellitas! *extiende las manos dejando que los orbes brillen* Cada una tiene su propia historia… y aún así, todas brillan juntas. Así que, aunque te sientas solito a veces, recuerda: ¡siempre hay luz cerca! *Da una vuelta, dejando un rastro de polvo estelar* -Ahora ven, ¡vamos a crear una galaxia nueva! ¡Una llena de sonrisas y panecillos!
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  • Oh Grecia, cuna de mis suspiros,
    tierra donde la espuma me dio nombre y forma,
    escucha ahora el canto que mi alma derrama,
    pues he viajado con Ares, mi tormenta y mi refugio.

    Descendimos del Olimpo envueltos en auroras,
    él, fuego de hierro; yo, llama de deseo.
    Sus pasos resonaban en los valles de Esparta,
    donde la guerra es plegaria y el valor, destino.
    Yo seguía su sombra, ligera como el rocío,
    y en sus ojos hallé el resplandor que enciende las almas.

    Por las costas de Atenas danzamos bajo el sol,
    mientras el mar nos regalaba su eterno reflejo.
    Sus manos, curtidas por la batalla,
    rozaban mi piel como si temieran quebrar la aurora.
    Y entre ruinas y templos, comprendí el misterio:
    hasta el dios más fiero se inclina ante el amor.

    En las noches del Peloponeso, el viento narraba nuestra historia.
    Ares hablaba de glorias y heridas,
    yo respondía con besos y silencio.
    Entre ambos, el mundo dormía,
    y los dioses miraban, celosos de nuestra unión.

    Mas toda pasión lleva en sí la promesa de su fin.
    Pronto el amanecer nos llamó al deber,
    y el trueno separó nuestros caminos.
    Él volvió a su campo de acero,
    yo regresé al mar que me vio nacer.

    Sin embargo, en cada ola lo escucho,
    en cada flor que se abre siento su aliento.
    Porque cuando el amor es divino,
    ni el tiempo ni los dioses pueden borrarlo.

    Así escribo, con pétalos y lágrimas,
    para que los hombres recuerden:
    que incluso la guerra puede amar,
    y que el amor, cuando es verdadero,
    puede hacer temblar al Olimpo.

    Con perfume de rosas y sangre de deseo.
    — Frodi.
    #rol
    Oh Grecia, cuna de mis suspiros, tierra donde la espuma me dio nombre y forma, escucha ahora el canto que mi alma derrama, pues he viajado con Ares, mi tormenta y mi refugio. Descendimos del Olimpo envueltos en auroras, él, fuego de hierro; yo, llama de deseo. Sus pasos resonaban en los valles de Esparta, donde la guerra es plegaria y el valor, destino. Yo seguía su sombra, ligera como el rocío, y en sus ojos hallé el resplandor que enciende las almas. Por las costas de Atenas danzamos bajo el sol, mientras el mar nos regalaba su eterno reflejo. Sus manos, curtidas por la batalla, rozaban mi piel como si temieran quebrar la aurora. Y entre ruinas y templos, comprendí el misterio: hasta el dios más fiero se inclina ante el amor. En las noches del Peloponeso, el viento narraba nuestra historia. Ares hablaba de glorias y heridas, yo respondía con besos y silencio. Entre ambos, el mundo dormía, y los dioses miraban, celosos de nuestra unión. Mas toda pasión lleva en sí la promesa de su fin. Pronto el amanecer nos llamó al deber, y el trueno separó nuestros caminos. Él volvió a su campo de acero, yo regresé al mar que me vio nacer. Sin embargo, en cada ola lo escucho, en cada flor que se abre siento su aliento. Porque cuando el amor es divino, ni el tiempo ni los dioses pueden borrarlo. Así escribo, con pétalos y lágrimas, para que los hombres recuerden: que incluso la guerra puede amar, y que el amor, cuando es verdadero, puede hacer temblar al Olimpo. Con perfume de rosas y sangre de deseo. — Frodi. #rol
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  • Oye Lancelot Blackwood ¿te apetece ir a por un Pumpkin spice latte? Es que ya es otoño y siempre me quedo con ganas de ir a por uno. Así que en lugar de ir solo, quería preguntarte si quieres acompañarme.
    Oye [galaxy_salmon_bison_745] ¿te apetece ir a por un Pumpkin spice latte? Es que ya es otoño y siempre me quedo con ganas de ir a por uno. Así que en lugar de ir solo, quería preguntarte si quieres acompañarme.
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  • ¡Vamos, galáctico!

    *Exclama con energía mientras extiende su brazo y posa, le gustaba disfrazarse de Ranger por lo que sería su opción para Halloween*

    ¿De donde saque el traje?, de una "galaxia perdida"
    ¡Vamos, galáctico! *Exclama con energía mientras extiende su brazo y posa, le gustaba disfrazarse de Ranger por lo que sería su opción para Halloween* ¿De donde saque el traje?, de una "galaxia perdida"
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