Se había enterado de aquella peculiar gala y, como bien no podía ser de otro modo, aquel rey infernal no perdería la oportunidad de participar y hacerse destacar.

La excentricidad del monarca del infierno quedó bien marcada cuando, a plena alfombra, una chispa terminó creando una llamarada gigantesca y controlada, dejando ver la silueta de Lucifer antes de mermar entre sus manos, controlando el fuego a voluntad. Bastó un chasquido de sus dedos, apareciendo su báculo con aquel adorno de manzana en el mango, apenas avanzando un par de pasos.

Mostró una amplia sonrisa de orgullo, así como aquella indumentaria que lo hacía destacar en especial, mirando las cámaras y posando en aras de dejar ver su esplendor, no sólo como el ángel caído más bello, si no como su naturaleza demoniaca dictaba al ser la tentación encarnada.

—Mi presencia en esta gala será por demás interesante... Hay tantos pecadores aquí~

Recorría los alrededores como un felino en caza, sacudiendo ligeramente la larga y delgada cola antes de seguir su paso, con porte, elegancia y cierta sensualidad ya natural en él.
Su estatura no era impedimento alguno para darse a notar entre la multitud.

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