Se había decidido, Rhianwen había deliberado cuidadosamente sobre su decisión de unir su vida con Seth, y había decidido que aquella unión que no era política solo podía molestar a Sayfbasma y Bosset ya que aquellos reinos sí poseían principes casaderos y tenían interés en un reino como Vindur. 

Tras su enfermedad, tratada por Raiann el Galeno, la regina máxima de vindur resultó estar embarazada, aunque lo que ella no sabía es que iban a ser gemelos y el futuro de aquel embarazo iba a ser terriblemente complejo. 

Las invitaciones a la boda fueron repartidas a Aidna de Fjellriket, Vlad de Toamna, Leïlla y Nifrid de Springflür, al Shogunato de Akondro, a La Sultana de Bosset y a los regentes de Sayfbasma y por último a los clanes de Gua Naga. 

La boda se planeó para el segundo viernes del año, tras las festividades de Shadi, en conjunto se anunciaría que la Regina Máxima estaba encinta y pronto habrían nuevos herederos. También se planearía la coronación del Regis Regente Seth, para el tercer viernes del año, donde pasaría a ser el Regis Máximo Seth de Lynnette.

Los primeros en aceptar la invitación fueron Fjellriket seguidos de Gua Naga. Estos últimos habían mandado representantes para pasar un tiempo en Vindur y conocer a la Regina y al Regis y ofrecerles un nuevo tratado de comercio, ya que ahora Seth debería aparecer en el tratado. 

Por otro lado Sayfbasma declinó la invitación, no se dieron motivos pero la tensión entre los Reinos volvió a elevarse. 

Rhianwen mandó a los pueblos fronterizos con Toamna y Sayfbasma retroceder, no quería guerras en el próximo mes, tampoco quería rencillas ni disputas, le daba igual si Vlad avanzaba y tomaba algunas aldeas menores, quería paz y estabilidad por un tiempo. 

Así pues se decretaron días de fiesta nacional desde el segundo lunes del año, hasta el cuarto lunes del año, pues apesar de ser un reino austero les gustaba festejar con lo poco que tenían para todos. 

Las calles comenzaron a ser protegidas de las ventiscas por los grandes magos de Vindur, así los niños podían colgar girnaldas hechas con flores, pintar con tizas las empedradas calles y dejar el estruendoso silvido del viento fuera de sus celebraciones. 
Por días, Vindur dejaba de parecer un reino austero y pobre para convertirse en un reino colorido y vivaz una extraña fusión de Fjellriket y Sprinflür.