Dragón celta, hijo de Aerten. Ve la Fortuna o Destino, y lo mueve a su favor siempre que puede... que suele ser casi nunca. Debido a su gran poder como Dios Celta, se vio envuelto en la conquista cristiana de los territorios irlandeses, su tierra a proteger, a donde su madre lo había enviado en forma humana para salvaguardar a sus fieles. Ahora, debido a que no puede morir, su cuerpo humano se ve sujetos a las leyes de la mortalidad por haber sido antaño herido por un arma celestial en la Guerra de las Religiones. Sin embargo, se ayuda mutuamente con un aliado y amante lo más... peculiar.
  • Género Masculino
  • Raza Dragón
  • Fandom OC
  • Protector
  • Es complicado
  • Cumpleaños 29 de septiembre
  • 22 Publicaciones
  • 5 Escenas
  • Se unió en agosto 2023
Fijado
Aïrgead, quien fue el Gran Dragón
⇝Nombre⇜ Aïrgead   ⇝Apodos⇜ Owen Innisfee. El Gran Dragón Blanco está sujeto a las leyes de la mortalidad desde que, milenios atrás, fue alcanzado por la lanza celestial de Miguel Arcángel en las batallas por la religión sucedidas en territorio irlandés. Ha tenido múltiples nombres, uno por cada muerte y nacimiento, siendo Owen...
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  • Buenas tardes. La siesta me ha dejado roto.
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  • Qué cosas más bonitas me dice mi marío ♡
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    Un día más dando de comer a las cabras.
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  • Un día más dando de comer a las cabras.
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  • #OffRol Amigues de rol anime, DC, Marvel, HP o el fandom que sea, incluidos OCs: Roleo de todo, me adapto a lo que haga falta sin problemas. Podemos hablar y cuadrar las historias cuando queráis. Sé que Aïrgead es raro, huele a cabra y habla mucho de sus testículos pero en el fondo es un buen tío. Podéis hablarme en cualquier momento y cuadramos, no os asustéis si de pronto os envío yo un md preguntando si queréis trama. Besitos en el culito <3
    #OffRol Amigues de rol anime, DC, Marvel, HP o el fandom que sea, incluidos OCs: Roleo de todo, me adapto a lo que haga falta sin problemas. Podemos hablar y cuadrar las historias cuando queráis. Sé que Aïrgead es raro, huele a cabra y habla mucho de sus testículos pero en el fondo es un buen tío. Podéis hablarme en cualquier momento y cuadramos, no os asustéis si de pronto os envío yo un md preguntando si queréis trama. Besitos en el culito <3
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  • #Offrol Graphic design is my passion
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    ───── ❝ 𝐩̵𝐫̵𝐨̵𝐡̵𝐢̵𝐛̵𝐢̵𝐝̵𝐨̵ ❞ ─────

    Las horas pasaban lentas, solitarias, muertas. Se percataba de que, aunque no debía, comenzaba añorar la compañía del ángel que tres veces había aparecido para matarlo, y tres veces habían compartido cena y una buena charla antes de que éste se marchase con la amenaza de que volvería al día siguiente a completar su faena.
    No lo haría.
    Aïrgead supo desde el primer momento en que la espada celestial del pelirrojo no atravesaría su carne sin siquiera tener necesidad de ver en el Destino de ambos. Había aparecido abatido, derrotado, cumpliendo una orden que no estaba dispuesto a llevar a cabo y ante la que se rebeló nada más presentarse ante el dragón. Y Aïrgead, solitario y entristecido en su nueva cárcel mortal, había encontrado un compañero con el que hablar de algo más que no fuese el tiempo o la cosecha. Vivía en una aldea al sur de Irlanda, en una pequeña comunidad aledaña a lo que hoy día sería el condado de Cork. Sus congéneres, sabedores del poder que poseía y que estaba atado al templo que se levantaba en aquellas tierras, usaban al dragón para librarse de sus enemigos y él, pese a que a veces eran gentes inocentes, obedecía invadido por la culpa de haber fracasado como dios en la tarea de protegerlos.
    Se había casado, pero no quería a su mujer. De hecho 𝑛𝑜 𝑎𝑚𝑎𝑏𝑎 𝑎 𝑛𝑖𝑛𝑔𝑢𝑛𝑎 𝑚𝑢𝑗𝑒𝑟. Sin embargo su pequeña hija, Cara, era todo lo que podía amar sobre esa tierra mortal. Cara había llegado al mundo por la obligación de perpetrar su legado pero la quiso desde el momento en que supo que vendría a este mundo. A aquellas horas de la madrugada, estaría durmiendo plácidamente abrazada a su muñeco de trapo en forma de conejo.
    Sonrió al pensar en ella: calentaba el corazón de Aïrgead en aquellas guardias que debía hacer en la madrugada más que el fuego del guiso que removía. Si su acompañante no llegaba pronto, daría buena cuenta de la comida él solo... Y sabía cuánto le gustaba a Lucifer aquel guiso. @Enzo Dattore
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  • ───── ❝ 𝐩̵𝐫̵𝐨̵𝐡̵𝐢̵𝐛̵𝐢̵𝐝̵𝐨̵ ❞ ─────

    Las horas pasaban lentas, solitarias, muertas. Se percataba de que, aunque no debía, comenzaba añorar la compañía del ángel que tres veces había aparecido para matarlo, y tres veces habían compartido cena y una buena charla antes de que éste se marchase con la amenaza de que volvería al día siguiente a completar su faena.
    No lo haría.
    Aïrgead supo desde el primer momento en que la espada celestial del pelirrojo no atravesaría su carne sin siquiera tener necesidad de ver en el Destino de ambos. Había aparecido abatido, derrotado, cumpliendo una orden que no estaba dispuesto a llevar a cabo y ante la que se rebeló nada más presentarse ante el dragón. Y Aïrgead, solitario y entristecido en su nueva cárcel mortal, había encontrado un compañero con el que hablar de algo más que no fuese el tiempo o la cosecha. Vivía en una aldea al sur de Irlanda, en una pequeña comunidad aledaña a lo que hoy día sería el condado de Cork. Sus congéneres, sabedores del poder que poseía y que estaba atado al templo que se levantaba en aquellas tierras, usaban al dragón para librarse de sus enemigos y él, pese a que a veces eran gentes inocentes, obedecía invadido por la culpa de haber fracasado como dios en la tarea de protegerlos.
    Se había casado, pero no quería a su mujer. De hecho 𝑛𝑜 𝑎𝑚𝑎𝑏𝑎 𝑎 𝑛𝑖𝑛𝑔𝑢𝑛𝑎 𝑚𝑢𝑗𝑒𝑟. Sin embargo su pequeña hija, Cara, era todo lo que podía amar sobre esa tierra mortal. Cara había llegado al mundo por la obligación de perpetrar su legado pero la quiso desde el momento en que supo que vendría a este mundo. A aquellas horas de la madrugada, estaría durmiendo plácidamente abrazada a su muñeco de trapo en forma de conejo.
    Sonrió al pensar en ella: calentaba el corazón de Aïrgead en aquellas guardias que debía hacer en la madrugada más que el fuego del guiso que removía. Si su acompañante no llegaba pronto, daría buena cuenta de la comida él solo... Y sabía cuánto le gustaba a Lucifer aquel guiso. @Enzo Dattore
    ───── ❝ 𝐩̵𝐫̵𝐨̵𝐡̵𝐢̵𝐛̵𝐢̵𝐝̵𝐨̵ ❞ ───── Las horas pasaban lentas, solitarias, muertas. Se percataba de que, aunque no debía, comenzaba añorar la compañía del ángel que tres veces había aparecido para matarlo, y tres veces habían compartido cena y una buena charla antes de que éste se marchase con la amenaza de que volvería al día siguiente a completar su faena. No lo haría. Aïrgead supo desde el primer momento en que la espada celestial del pelirrojo no atravesaría su carne sin siquiera tener necesidad de ver en el Destino de ambos. Había aparecido abatido, derrotado, cumpliendo una orden que no estaba dispuesto a llevar a cabo y ante la que se rebeló nada más presentarse ante el dragón. Y Aïrgead, solitario y entristecido en su nueva cárcel mortal, había encontrado un compañero con el que hablar de algo más que no fuese el tiempo o la cosecha. Vivía en una aldea al sur de Irlanda, en una pequeña comunidad aledaña a lo que hoy día sería el condado de Cork. Sus congéneres, sabedores del poder que poseía y que estaba atado al templo que se levantaba en aquellas tierras, usaban al dragón para librarse de sus enemigos y él, pese a que a veces eran gentes inocentes, obedecía invadido por la culpa de haber fracasado como dios en la tarea de protegerlos. Se había casado, pero no quería a su mujer. De hecho 𝑛𝑜 𝑎𝑚𝑎𝑏𝑎 𝑎 𝑛𝑖𝑛𝑔𝑢𝑛𝑎 𝑚𝑢𝑗𝑒𝑟. Sin embargo su pequeña hija, Cara, era todo lo que podía amar sobre esa tierra mortal. Cara había llegado al mundo por la obligación de perpetrar su legado pero la quiso desde el momento en que supo que vendría a este mundo. A aquellas horas de la madrugada, estaría durmiendo plácidamente abrazada a su muñeco de trapo en forma de conejo. Sonrió al pensar en ella: calentaba el corazón de Aïrgead en aquellas guardias que debía hacer en la madrugada más que el fuego del guiso que removía. Si su acompañante no llegaba pronto, daría buena cuenta de la comida él solo... Y sabía cuánto le gustaba a Lucifer aquel guiso. @[The_FalleOne]
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