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    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ #𝘚𝘦𝘥𝘶𝘤𝘵𝘪𝘷𝘦𝘚𝘶𝘯𝘥𝘢𝘺
    ㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤ #𝘔𝘢𝘳𝘷𝘦𝘭ㅤ#3𝘋
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  • 𝑰𝑵𝑺𝑻𝑨𝑮𝑹𝑨𝑴 ↷ 𝐮𝐩𝐝𝐚𝐭𝐞.
    𓂅 ﹫jaejun.sanren⠀。⠀。

    ˹ 𝗉𝗈𝘀𝘁𝗲𝗱 𝗈𝗻
    .⇾ 16/11
    ˹ 𝗹𝗼𝗰𝗮𝘁𝗲𝗱 𝗶𝗻
    .⇾ 𝐒𝐚𝐧𝐫𝐞𝐧 𝐇𝐚𝐧𝐨𝐤, 𝐒𝐞𝐨𝐮𝐥

    ❝ Los domingos tienen una manera peculiar de desnudar el silencio.
    El amanecer entra sin pedir permiso, dibujando la verdad sobre la piel.

    No hay prisa.
    No hay ruido.
    Solo un recordatorio simple:
    incluso la quietud puede ser un rito…
    aunque a veces, lo único que le falta
    es la compañía perfecta para compartirlo. ❞

    — 𝐉.𝐒.

    #MirrorEsoterica #SanrenLineage #SeductiveSunday #Solitude
    #MorningLight #RitualsOfSilence
    𝑰𝑵𝑺𝑻𝑨𝑮𝑹𝑨𝑴 ↷ 𝐮𝐩𝐝𝐚𝐭𝐞. 𓂅 ﹫jaejun.sanren⠀。⠀。 ˹ 𝗉𝗈𝘀𝘁𝗲𝗱 𝗈𝗻 .⇾ 16/11 ˹ 𝗹𝗼𝗰𝗮𝘁𝗲𝗱 𝗶𝗻 .⇾ 𝐒𝐚𝐧𝐫𝐞𝐧 𝐇𝐚𝐧𝐨𝐤, 𝐒𝐞𝐨𝐮𝐥 ❝ Los domingos tienen una manera peculiar de desnudar el silencio. El amanecer entra sin pedir permiso, dibujando la verdad sobre la piel. No hay prisa. No hay ruido. Solo un recordatorio simple: incluso la quietud puede ser un rito… aunque a veces, lo único que le falta es la compañía perfecta para compartirlo. ❞ — 𝐉.𝐒. #MirrorEsoterica #SanrenLineage #SeductiveSunday #Solitude #MorningLight #RitualsOfSilence
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  • 𝙽𝚘 𝚜𝚘𝚢 𝚏𝚊𝚌𝚒𝚕, 𝚜𝚘𝚢 𝚍𝚒𝚏𝚒𝚌𝚒𝚕, 𝚜𝚊𝚛𝚌𝚊𝚜𝚝𝚒𝚌𝚊, 𝚒𝚗𝚍𝚎𝚙𝚎𝚗𝚍𝚒𝚎𝚗𝚝𝚎, 𝚎𝚖𝚘𝚌𝚒𝚘𝚗𝚊𝚕 𝚢 𝚞𝚗 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚎𝚗 𝚎𝚕 𝚝𝚛𝚊𝚜𝚎𝚛𝚘 𝚊𝚕𝚐𝚞𝚗𝚊𝚜 𝚟𝚎𝚌𝚎𝚜.
    𝙿𝚎𝚛𝚘 𝚜𝚒 𝚖𝚎 𝚝𝚛𝚊𝚝𝚊𝚜 𝚋𝚒𝚎𝚗 𝚜𝚘𝚢 𝚕𝚊 𝚙𝚎𝚛𝚜𝚘𝚗𝚊 𝚖𝚊𝚜 𝚌𝚊𝚛𝚒𝚗̃𝚘𝚜𝚊, 𝚍𝚒𝚟𝚎𝚛𝚝𝚒𝚍𝚊, 𝚕𝚎𝚊𝚕 𝚚𝚞𝚎 𝚎𝚗𝚌𝚘𝚗𝚝𝚛𝚊𝚛𝚊𝚜.
    𝙽𝚘 𝚜𝚘𝚢 𝚏𝚊𝚌𝚒𝚕, 𝚜𝚘𝚢 𝚍𝚒𝚏𝚒𝚌𝚒𝚕, 𝚜𝚊𝚛𝚌𝚊𝚜𝚝𝚒𝚌𝚊, 𝚒𝚗𝚍𝚎𝚙𝚎𝚗𝚍𝚒𝚎𝚗𝚝𝚎, 𝚎𝚖𝚘𝚌𝚒𝚘𝚗𝚊𝚕 𝚢 𝚞𝚗 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚎𝚗 𝚎𝚕 𝚝𝚛𝚊𝚜𝚎𝚛𝚘 𝚊𝚕𝚐𝚞𝚗𝚊𝚜 𝚟𝚎𝚌𝚎𝚜. 𝙿𝚎𝚛𝚘 𝚜𝚒 𝚖𝚎 𝚝𝚛𝚊𝚝𝚊𝚜 𝚋𝚒𝚎𝚗 𝚜𝚘𝚢 𝚕𝚊 𝚙𝚎𝚛𝚜𝚘𝚗𝚊 𝚖𝚊𝚜 𝚌𝚊𝚛𝚒𝚗̃𝚘𝚜𝚊, 𝚍𝚒𝚟𝚎𝚛𝚝𝚒𝚍𝚊, 𝚕𝚎𝚊𝚕 𝚚𝚞𝚎 𝚎𝚗𝚌𝚘𝚗𝚝𝚛𝚊𝚛𝚊𝚜.
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  • 𝙲𝚞𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚎𝚕 𝚍𝚒𝚊𝚋𝚕𝚘 𝚗𝚘 𝚙𝚞𝚎𝚍𝚎 𝚊𝚝𝚛𝚊𝚙𝚊𝚛𝚝𝚎... 𝚎𝚗𝚟𝚒𝚊 𝚊 𝚞𝚗 𝙰𝚌𝚞𝚊𝚛𝚒𝚘.
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    𝑬𝒍 𝒕𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐 𝒔𝒆 𝒅𝒆𝒕𝒖𝒗𝒐 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒆𝒏 𝒂𝒒𝒖𝒆𝒍𝒍𝒐𝒔 𝒅í𝒂𝒔: 𝒕𝒖 𝒍𝒖𝒛 𝒔𝒊𝒈𝒖𝒆 𝒔𝒊𝒆𝒏𝒅𝒐 𝒍𝒂 𝒎𝒊𝒔𝒎𝒂, 𝒊𝒓𝒓𝒆𝒑𝒆𝒕𝒊𝒃𝒍𝒆, 𝒚 𝒂𝒍𝒈𝒐 𝒆𝒏 𝒎í 𝒗𝒐𝒍𝒗𝒊ó 𝒂 𝒆𝒏𝒄𝒆𝒏𝒅𝒆𝒓𝒔𝒆 𝒔𝒊𝒏 𝒂𝒗𝒊𝒔𝒂𝒓.
    𝑬𝒍 𝒕𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐 𝒔𝒆 𝒅𝒆𝒕𝒖𝒗𝒐 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒆𝒏 𝒂𝒒𝒖𝒆𝒍𝒍𝒐𝒔 𝒅í𝒂𝒔: 𝒕𝒖 𝒍𝒖𝒛 𝒔𝒊𝒈𝒖𝒆 𝒔𝒊𝒆𝒏𝒅𝒐 𝒍𝒂 𝒎𝒊𝒔𝒎𝒂, 𝒊𝒓𝒓𝒆𝒑𝒆𝒕𝒊𝒃𝒍𝒆, 𝒚 𝒂𝒍𝒈𝒐 𝒆𝒏 𝒎í 𝒗𝒐𝒍𝒗𝒊ó 𝒂 𝒆𝒏𝒄𝒆𝒏𝒅𝒆𝒓𝒔𝒆 𝒔𝒊𝒏 𝒂𝒗𝒊𝒔𝒂𝒓.
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  • ılılı 𝄪  ♫ ﹒ lı ◠◠  ♩  ◠◠ ıl ﹒ ♫  𝄪 ılılı

    @𝖧𝗒𝗎𝗇_𝖪𝖬:

    La luz cayó sobre mí como si me reconociera de otra vida.
    Entre fragancias cálidas y un resplandor que nace desde la raíz, sentí que el aire guardaba un secreto… uno que solo se revela cuando el corazón está quieto.

    Sulwhasoo entiende esa clase de brillo, el que no proviene de la piel, sino de lo que uno lleva dentro.
    Quizá por eso, esta noche, la calma me siguió como una sombra familiar… y yo la dejé quedarse.

    # Sulwhasoo # HyunForSulwhasoo # ArtInFocus # RootedLight

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    ılılı 𝄪  ♫ ﹒ lı ◠◠  ♩  ◠◠ ıl ﹒ ♫  𝄪 ılılı @𝖧𝗒𝗎𝗇_𝖪𝖬: La luz cayó sobre mí como si me reconociera de otra vida. 💚🍃 Entre fragancias cálidas y un resplandor que nace desde la raíz, sentí que el aire guardaba un secreto… uno que solo se revela cuando el corazón está quieto. 🌿✨ Sulwhasoo entiende esa clase de brillo, el que no proviene de la piel, sino de lo que uno lleva dentro. Quizá por eso, esta noche, la calma me siguió como una sombra familiar… y yo la dejé quedarse. 🤍🌿 # Sulwhasoo # HyunForSulwhasoo # ArtInFocus # RootedLight ❤️100,890 likes 💬Ver los 520 comentarios
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    𝐒𝐡𝐞'𝐬 𝐬𝐨𝐟𝐭 𝐛𝐮𝐭 𝐢𝐧 𝐚 𝐯𝐞𝐫𝐲 𝐝𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫𝐨𝐮𝐬 𝐰𝐚𝐲.
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  • ──── 𝘛𝘩𝘦 𝘥𝘦𝘣𝘵 𝘩𝘢𝘴 𝘣𝘦𝘦𝘯 𝘱𝘢𝘪𝘥. ──── 𝑃𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑡 𝐷𝑎𝑦 | ℭ𝔥𝔞𝔭𝔱𝔢𝔯 [𝟷𝟷]

    [] 𝑃𝑎𝑟í𝑠, 𝐹𝑟𝑎𝑛𝑐𝑖𝑎 — 𝟷𝟶:𝟹𝟶 𝑃.𝑀

    La noche parisina caía como un velo de terciopelo negro sobre el Sena, cuando el vuelo desde Buenos Aires aterrizó en Charles de Gaulle. Santiago descendió del avión con la elegancia de un fantasma, su abrigo negro ondeando ligeramente con la brisa otoñal. Sus ojos rojos ocultos tras lentes ahumados, piel pálida que no reflejaba la luz, y un aura que hacía que los mortales se apartaran instintivamente.

    Argentino de nacimiento, pero con siglos de vagabundeo por el infierno y la tierra, hablaba francés como si hubiera nacido en las calles de Montmartre.

    Tomó un taxi hacia el distrito 16, donde las mansiones de los poderosos se erguían como fortalezas de mármol y oro. Su objetivo: Pierre Duval, el Ministro de Defensa de Francia, un hombre que había cruzado caminos con Santiago décadas atrás, cuándo se deshacía de los opositores u aquellos que atentaban contra él. Pero los contratos cambian, y esta vez, el pago venía por una deuda pendiente del mismísimo Pierre.

    La mansión de Duval era un palacio neoclásico, rodeado de jardines manicureados y vigilado por guardias armados con fusiles de asalto. Santiago se acercó a la verja principal, su silueta recortada contra las luces de la ciudad. Uno de los guardias, un tipo fornido con auricular, lo detuvo.

    Guardia: ──── Identifiez-vous. ────

    Gruñó el guardia, mano en la pistolera.
    Santiago sonrió, revelando colmillos apenas perceptibles.

    ──── Dites à Monsieur Duval que c'est un vieil ami d'Argentine. Santiago. Il me connaît depuis longtemps.────

    El guardia dudó, pero el nombre surtió efecto. Llamó por radio, y tras un minuto de silencio tenso, la verja se abrió.

    Dos guardias más lo escoltaron por el camino de gravilla, sus botas crujiendo como huesos rotos. Santiago caminaba con calma, inhalando el aroma a rosas y poder corrupto.
    En el vestíbulo de mármol, iluminado por candelabros de cristal, Pierre Duval lo esperaba. El ministro era un hombre de sesenta años, elegante en su traje a medida, con una copa de coñac en la mano. Su rostro se iluminó con una mezcla de sorpresa y nostalgia.

    Pierre : ──── Santiago! Mon Dieu, ça fait combien... vingt ans? Depuis Brazzaville. Entre, entre. Qu'est-ce qui t'amène à Paris? Un contrat?────


    Santiago entró, quitándose los guantes lentamente.

    ──── Exactement, Pierre. Un contrat. Mais cette fois, c'est toi la cible. ────

    Los ojos de Duval se abrieron de par en par. Intentó retroceder, pero los guardias ya estaban alertas.

    Los dos guardias en la puerta levantaron sus armas, pero Santiago fue más rápido. Con un movimiento fluido, extendió la mano y envolviendo su cuello hasta romperlo. El hombre gritó mientras su cuerpo se retorcía, huesos crujiendo como ramas secas, hasta colapsar en un montón de carne inerte.

    El segundo disparó, balas silbando en el aire, pero rebotaron en la piel de Santiago como gotas de lluvia en acero.

    ──── Tu n'as pas changé du tout, Pierre. Tu continues d'échouer malgré toute la sécurité dont tu disposes.────

    El guardia restante cargó con un cuchillo, pero Santiago lo agarró por el cuello, levantándolo del suelo. Con un chasquido, el cuello se quebró.

    El cuerpo cayó pesadamente sobre la alfombra persa.
    Duval retrocedió hacia su escritorio, presionando un botón de pánico oculto.

    Pierre : ──── Pourquoi? Qui t'a payé? On était amis! ────

    Santiago se rio, un sonido gutural que resonó como eco en el infierno.

    ──── Amis ? Nous n'avons jamais été amis. Tu as rompu le pacte, et maintenant tu dois payer. Le démon qui est en moi n'oublie pas. Et ce soir, le prix à payer sera ton sang. ────

    Más guardias irrumpieron desde las escaleras: cuatro en total, armados hasta los dientes. Disparos retumbaron en la mansión, astillando muebles antiguos y perforando paredes. Santiago se movió como humo, esquivando balas. Saco rápidamente su 9mm, solo fueron dos disparos certeros; una a la cabeza de los dos guardias que cubrían la delantera.

    Los últimos dos intentaron flanquearlo. Uno disparó una ráfaga que rozó el hombro de Santiago, rasgando el abrigo pero no la piel.

    ──── Pathétique. ────

    Siseó él, lanzando una daga oculta en su saco que se clavó en la garganta del tirador. El último guardia, aterrorizado, vació su cargador.

    Santiago, apunto nuevamente y disparó otro certero tiro en la cabeza del guardia restante. Duval, acorralado detrás del escritorio, sacó una pistola de un cajón.

    Pierre : ──── Attends! Je peux payer le double! Triple! ────

    Santiago se acercó, ignorando el arma.

    Tomó la pistola de la mano temblorosa de Duval y la aplastó como papel. Luego, con delicadeza casi amorosa, colocó una mano en la frente del ministro y luego la bajó rápidamente para tomarlo del cuello apretando fuertemente.

    ──── Adieu, Pierre. L'enfer t'attend. . . ────

    Hizo una pequeña pausa.

    ────𝘌𝘴𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘵𝘦 𝘱𝘶𝘥𝘳𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘪𝘯𝘧𝘪𝘦𝘳𝘯𝘰, 𝘧𝘳𝘢𝘯𝘤é𝘴 𝘣𝘢𝘴𝘵𝘢𝘳𝘥𝘰. ────

    Un pulso fuerte recorrió el cuerpo del ministro. Su piel se agrietó ante aquél tacto, sangre negra brotando como lava. Gritó una última vez hasta que se escucho rápidamente el filo de la garra atravesando su cuello y un rápido movimiento, firme y perfecto realizando un corte limpió donde la cabeza salió rodando por los suelos dejando un camino de sangre en el transcurso.

    Santiago se limpió las manos en el abrigo, admirando el caos: cuerpos destrozados, sangre salpicando tapices renacentistas. Sacó un cigarrillo, lo encendió con una llama de su dedo, y exhaló humo hacia el techo.

    ──── Paris est toujours aussi belle la nuit. J'ai récupéré ce que vous me deviez. ────

    Murmuró, antes de desvanecerse en las sombras, dejando la mansión como un mausoleo de los caídos. El demonio había cobrado su deuda.
    ──── 𝘛𝘩𝘦 𝘥𝘦𝘣𝘵 𝘩𝘢𝘴 𝘣𝘦𝘦𝘯 𝘱𝘢𝘪𝘥. ──── 𝑃𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑡 𝐷𝑎𝑦 | ℭ𝔥𝔞𝔭𝔱𝔢𝔯 [𝟷𝟷] [🇫🇷] 𝑃𝑎𝑟í𝑠, 𝐹𝑟𝑎𝑛𝑐𝑖𝑎 — 𝟷𝟶:𝟹𝟶 𝑃.𝑀 La noche parisina caía como un velo de terciopelo negro sobre el Sena, cuando el vuelo desde Buenos Aires aterrizó en Charles de Gaulle. Santiago descendió del avión con la elegancia de un fantasma, su abrigo negro ondeando ligeramente con la brisa otoñal. Sus ojos rojos ocultos tras lentes ahumados, piel pálida que no reflejaba la luz, y un aura que hacía que los mortales se apartaran instintivamente. Argentino de nacimiento, pero con siglos de vagabundeo por el infierno y la tierra, hablaba francés como si hubiera nacido en las calles de Montmartre. Tomó un taxi hacia el distrito 16, donde las mansiones de los poderosos se erguían como fortalezas de mármol y oro. Su objetivo: Pierre Duval, el Ministro de Defensa de Francia, un hombre que había cruzado caminos con Santiago décadas atrás, cuándo se deshacía de los opositores u aquellos que atentaban contra él. Pero los contratos cambian, y esta vez, el pago venía por una deuda pendiente del mismísimo Pierre. La mansión de Duval era un palacio neoclásico, rodeado de jardines manicureados y vigilado por guardias armados con fusiles de asalto. Santiago se acercó a la verja principal, su silueta recortada contra las luces de la ciudad. Uno de los guardias, un tipo fornido con auricular, lo detuvo. Guardia: ──── Identifiez-vous. ──── Gruñó el guardia, mano en la pistolera. Santiago sonrió, revelando colmillos apenas perceptibles. ──── Dites à Monsieur Duval que c'est un vieil ami d'Argentine. Santiago. Il me connaît depuis longtemps.──── El guardia dudó, pero el nombre surtió efecto. Llamó por radio, y tras un minuto de silencio tenso, la verja se abrió. Dos guardias más lo escoltaron por el camino de gravilla, sus botas crujiendo como huesos rotos. Santiago caminaba con calma, inhalando el aroma a rosas y poder corrupto. En el vestíbulo de mármol, iluminado por candelabros de cristal, Pierre Duval lo esperaba. El ministro era un hombre de sesenta años, elegante en su traje a medida, con una copa de coñac en la mano. Su rostro se iluminó con una mezcla de sorpresa y nostalgia. Pierre : ──── Santiago! Mon Dieu, ça fait combien... vingt ans? Depuis Brazzaville. Entre, entre. Qu'est-ce qui t'amène à Paris? Un contrat?──── Santiago entró, quitándose los guantes lentamente. ──── Exactement, Pierre. Un contrat. Mais cette fois, c'est toi la cible. ──── Los ojos de Duval se abrieron de par en par. Intentó retroceder, pero los guardias ya estaban alertas. Los dos guardias en la puerta levantaron sus armas, pero Santiago fue más rápido. Con un movimiento fluido, extendió la mano y envolviendo su cuello hasta romperlo. El hombre gritó mientras su cuerpo se retorcía, huesos crujiendo como ramas secas, hasta colapsar en un montón de carne inerte. El segundo disparó, balas silbando en el aire, pero rebotaron en la piel de Santiago como gotas de lluvia en acero. ──── Tu n'as pas changé du tout, Pierre. Tu continues d'échouer malgré toute la sécurité dont tu disposes.──── El guardia restante cargó con un cuchillo, pero Santiago lo agarró por el cuello, levantándolo del suelo. Con un chasquido, el cuello se quebró. El cuerpo cayó pesadamente sobre la alfombra persa. Duval retrocedió hacia su escritorio, presionando un botón de pánico oculto. Pierre : ──── Pourquoi? Qui t'a payé? On était amis! ──── Santiago se rio, un sonido gutural que resonó como eco en el infierno. ──── Amis ? Nous n'avons jamais été amis. Tu as rompu le pacte, et maintenant tu dois payer. Le démon qui est en moi n'oublie pas. Et ce soir, le prix à payer sera ton sang. ──── Más guardias irrumpieron desde las escaleras: cuatro en total, armados hasta los dientes. Disparos retumbaron en la mansión, astillando muebles antiguos y perforando paredes. Santiago se movió como humo, esquivando balas. Saco rápidamente su 9mm, solo fueron dos disparos certeros; una a la cabeza de los dos guardias que cubrían la delantera. Los últimos dos intentaron flanquearlo. Uno disparó una ráfaga que rozó el hombro de Santiago, rasgando el abrigo pero no la piel. ──── Pathétique. ──── Siseó él, lanzando una daga oculta en su saco que se clavó en la garganta del tirador. El último guardia, aterrorizado, vació su cargador. Santiago, apunto nuevamente y disparó otro certero tiro en la cabeza del guardia restante. Duval, acorralado detrás del escritorio, sacó una pistola de un cajón. Pierre : ──── Attends! Je peux payer le double! Triple! ──── Santiago se acercó, ignorando el arma. Tomó la pistola de la mano temblorosa de Duval y la aplastó como papel. Luego, con delicadeza casi amorosa, colocó una mano en la frente del ministro y luego la bajó rápidamente para tomarlo del cuello apretando fuertemente. ──── Adieu, Pierre. L'enfer t'attend. . . ──── Hizo una pequeña pausa. ────𝘌𝘴𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘵𝘦 𝘱𝘶𝘥𝘳𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘪𝘯𝘧𝘪𝘦𝘳𝘯𝘰, 𝘧𝘳𝘢𝘯𝘤é𝘴 𝘣𝘢𝘴𝘵𝘢𝘳𝘥𝘰. ──── Un pulso fuerte recorrió el cuerpo del ministro. Su piel se agrietó ante aquél tacto, sangre negra brotando como lava. Gritó una última vez hasta que se escucho rápidamente el filo de la garra atravesando su cuello y un rápido movimiento, firme y perfecto realizando un corte limpió donde la cabeza salió rodando por los suelos dejando un camino de sangre en el transcurso. Santiago se limpió las manos en el abrigo, admirando el caos: cuerpos destrozados, sangre salpicando tapices renacentistas. Sacó un cigarrillo, lo encendió con una llama de su dedo, y exhaló humo hacia el techo. ──── Paris est toujours aussi belle la nuit. J'ai récupéré ce que vous me deviez. ──── Murmuró, antes de desvanecerse en las sombras, dejando la mansión como un mausoleo de los caídos. El demonio había cobrado su deuda.
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  • ɪ ᴛʜᴏᴜɢʜᴛ ɪᴛ ᴡᴀs ᴊᴜsᴛ ᴀ ɴɪɢʜᴛᴍᴀʀᴇ.
    Fandom The walking dead
    Categoría Acción
    Le cayo una gota en la frente, luego una segunda, hasta que la tercera consiguio despertarlo. Abrió los ojos despacio, tratando de encontrar el lugar del que provenían.

    Caían desde el aire acondicionado en el marco en la ventana, parecía estar averiado; no emitía sonido, tampoco tenía algun número para indicar la temperatura o una luz al costado de la pantalla led. Estaba apagado y perdía agua de la manguera que iba al exterior, solo esperaba que no quisieran hacerle pagar por ese desperfecto.

    Aparto las sábanas y entrecerro los párpados al recibir de lleno la luz solar en la cara.

    ──Solo fue una pesadilla, que alivio ── Murmuro refiriendose lo ocurrido hace minutos, estaba confundiendo su muerte con un sueño pero no tenía idea de eso.

    Se sentó en el colchón. Se rasco los ojos para espabilarse y le echo un vistazo a la habitación. No estaba en el bunker, estaba en una habitación de motel normal; de los más baratos, con dos camas individuales y con un bolso que descansaba sobre la segunda cama vacía.

    Lo último que recordaba, quitando los sucesos de lo que creía había sido un mal sueño, era que iba cazar vampiros junto a Sam pero no había rastro de su hermano por ahí.

    No le dio demasiada importancia, penso que el menor de los Winchester había cambiado de opinión por alguna razón y que se había quedado en el Bunker. Después de todo, ambos estaban preparados para eliminar cualquier criatura y a juzgar por el reloj en la pared, faltaba poco para el mediodía; exterminar un nido de vampiros en ese horario era pan comido, estaría de vuelta en menos de una hora.

    Se ducho y cambio en tiempo record. En menos de veinte minutos estaba en el estacionamiento del motel buscando su auto pero el impala no estaba por ninguna parte. Sintió una punzada en el pecho, no era para menos, su bebé había desaparecido un infarto era lo mínimo que podía sentir.

    Corrió hacia la recepción del motel con arma en mano y comenzó a tocar desesperadamente el timbre en el recibidor pero nadie acudio a su llamado.

    ──¿Hola? ¡Necesito ver las cámaras del estacionamiento, robaron mi coche! ── insistió, pero la repuesta fue la misma.

    Regreso a la calle, dispuesto a recorrer manzanas enteras a pie con la esperanza de encontrar el impala estacionado por algún lugar y darle su merecido a quien se le ocurrio la brillante idea de llevárselo. Caminaba con prisa, sumergido en sus propios pensamientos que no se percato que no había nadie más en la calle, estaba completamente vacía.

    A un par de metros diviso una patrulla de policía, corrio hacia ella y se detuvo del lado del acompañante, tenía la ventanilla entre abierta. En el interior encontro a un oficial con la cabeza apoyada sobre el volante y con el cinturón de seguridad puesto.

    ──¡Oiga oficial. Lamento interrumpir su siesta pero necesito que-... ── Mientras hablaba, abrió la puerta con la intención de subirse para que juntos rastillaran la zona pero tan rápido como la abrió tuvo que cerrarla de golpe. El conductor profirió un alarido espantoso que no se parecía a nada que hubiese oído antes y comenzó a retorcerse en su asiento, prisionero de un cinturón de seguridad que no intento quitarse como si hubiese olvidado como hacerlo.

    El hombre tenía el rostro hinchado y la piel rosada, probablemente por estar tanto tiempo debajo del sol dentro del coche pero lo que más le sorprendio fue la forma en la que chasqueaba los dientes, lo hacía con tanta fuerza que parece imitar el sonido de cáscaras de nueces abriendose.

    Por un momento, hicieron contacto visual. Los ojos verdes se encontraron con un par de ojos blancos que carecían de vida, lo primero que cruzo por su mente fue que estaba frente a una 𝗦𝗵𝘁𝗿𝗶𝗴𝗮. Retrocedio de un salto maldiciendo su suerte, comenzó a buscar en su bolso una cuchilla de hierro consagrado aunque dudaba de la efectividad porque la criatura no estaba alimentandose, y ese momento de vulnerabilidad era el único en el que tenia oportunidad de matarla.

    Sabiendo eso, quiso de intentarlo de todos modos. Abrió la puerta una vez más, pero antes de que pudiera acercarse a lo que creía era una criatura sobrenatural, alguien lo sujeto del brazo. Dean se soltó del agarre con un movimiento brusco y cuando se giro para hacer frente a quien lo había sujetado, se encontro con otra de esas cosas que se avalanzo sobre él; el cazador se defendió dándole un puñetazo en el rostro y enviandolo al suelo de inmediato.

    No supo porqué levanto la mirada en lugar de terminar de darle una paliza al que estaba en el suelo, pero agradecio haberlo hecho. Más de esas cosas se acercaban, arrastrando los pies y con los brazos extendidos. No eran dos o tres más, eran seis sin contar el que estaba dentro de la patrulla ni el que estaba en el suelo y que ahora lo sujetaba por el talón.

    ──No me toques, Freddy Krueger ── lo aparto de una patada en la cabeza y sin saber que más hacer, desenfundo su arma y comenzó a disparar. Primero le dio al que estaba en el suelo, luego al oficial dentro de la patrulla hasta que vacío el cargador con los que estaban acercándose, pero al no darles en la cabeza, volvieron a ponerse de pie y trataron de acercarse de nuevo.

    El sonido atrajo a más, salían de todas partes. Variaban en tamaño y en edades pero todos se veían igual, como salidos del videoclip de la canción thriller.

    Se abrió paso empujandolos, repartiendo puñetazos a diestra y siniestra hasta que se percato de que lo superaban en número. Comenzó a correr sin rumbo fijo, unicamente con la idea de alejarse de esas cosas y llamar a Sam para pedir refuerzos.

    En el camino se rompió la correa del bolso con sus cosas, tuvo que dejarlo atrás. Dobló a la izquierda al ver de frente otro grupo de muertos vivientes y no le dejaron más opción que meterse por el primer hueco que encontró: un callejón sin salida. A mitad del callejón se dio cuenta que el alambre que le cerraba el paso era más alto de lo que había pensado y que además, habían más zombies esperándolo del otro lado.

    Frenó en seco y giro sobre los talones para regresar pero ya era tarde, lo tenían acorralado. Atino a subirse sobre un contenedor de basura y comenzo a brincar en el para alcanzar la escalera de incendios de uno de los apartamentos, apenas rozaba el hierro del último escalón con las yemas de los dedos pero no conseguía alcanzarlo, lo único que estaba haciendo era más y más ruido.

    𝒎𝙖𝒈𝙜𝒊𝙚 𝙧𝒉𝙚𝒆
    Le cayo una gota en la frente, luego una segunda, hasta que la tercera consiguio despertarlo. Abrió los ojos despacio, tratando de encontrar el lugar del que provenían. Caían desde el aire acondicionado en el marco en la ventana, parecía estar averiado; no emitía sonido, tampoco tenía algun número para indicar la temperatura o una luz al costado de la pantalla led. Estaba apagado y perdía agua de la manguera que iba al exterior, solo esperaba que no quisieran hacerle pagar por ese desperfecto. Aparto las sábanas y entrecerro los párpados al recibir de lleno la luz solar en la cara. ──Solo fue una pesadilla, que alivio ── Murmuro refiriendose lo ocurrido hace minutos, estaba confundiendo su muerte con un sueño pero no tenía idea de eso. Se sentó en el colchón. Se rasco los ojos para espabilarse y le echo un vistazo a la habitación. No estaba en el bunker, estaba en una habitación de motel normal; de los más baratos, con dos camas individuales y con un bolso que descansaba sobre la segunda cama vacía. Lo último que recordaba, quitando los sucesos de lo que creía había sido un mal sueño, era que iba cazar vampiros junto a Sam pero no había rastro de su hermano por ahí. No le dio demasiada importancia, penso que el menor de los Winchester había cambiado de opinión por alguna razón y que se había quedado en el Bunker. Después de todo, ambos estaban preparados para eliminar cualquier criatura y a juzgar por el reloj en la pared, faltaba poco para el mediodía; exterminar un nido de vampiros en ese horario era pan comido, estaría de vuelta en menos de una hora. Se ducho y cambio en tiempo record. En menos de veinte minutos estaba en el estacionamiento del motel buscando su auto pero el impala no estaba por ninguna parte. Sintió una punzada en el pecho, no era para menos, su bebé había desaparecido un infarto era lo mínimo que podía sentir. Corrió hacia la recepción del motel con arma en mano y comenzó a tocar desesperadamente el timbre en el recibidor pero nadie acudio a su llamado. ──¿Hola? ¡Necesito ver las cámaras del estacionamiento, robaron mi coche! ── insistió, pero la repuesta fue la misma. Regreso a la calle, dispuesto a recorrer manzanas enteras a pie con la esperanza de encontrar el impala estacionado por algún lugar y darle su merecido a quien se le ocurrio la brillante idea de llevárselo. Caminaba con prisa, sumergido en sus propios pensamientos que no se percato que no había nadie más en la calle, estaba completamente vacía. A un par de metros diviso una patrulla de policía, corrio hacia ella y se detuvo del lado del acompañante, tenía la ventanilla entre abierta. En el interior encontro a un oficial con la cabeza apoyada sobre el volante y con el cinturón de seguridad puesto. ──¡Oiga oficial. Lamento interrumpir su siesta pero necesito que-... ── Mientras hablaba, abrió la puerta con la intención de subirse para que juntos rastillaran la zona pero tan rápido como la abrió tuvo que cerrarla de golpe. El conductor profirió un alarido espantoso que no se parecía a nada que hubiese oído antes y comenzó a retorcerse en su asiento, prisionero de un cinturón de seguridad que no intento quitarse como si hubiese olvidado como hacerlo. El hombre tenía el rostro hinchado y la piel rosada, probablemente por estar tanto tiempo debajo del sol dentro del coche pero lo que más le sorprendio fue la forma en la que chasqueaba los dientes, lo hacía con tanta fuerza que parece imitar el sonido de cáscaras de nueces abriendose. Por un momento, hicieron contacto visual. Los ojos verdes se encontraron con un par de ojos blancos que carecían de vida, lo primero que cruzo por su mente fue que estaba frente a una 𝗦𝗵𝘁𝗿𝗶𝗴𝗮. Retrocedio de un salto maldiciendo su suerte, comenzó a buscar en su bolso una cuchilla de hierro consagrado aunque dudaba de la efectividad porque la criatura no estaba alimentandose, y ese momento de vulnerabilidad era el único en el que tenia oportunidad de matarla. Sabiendo eso, quiso de intentarlo de todos modos. Abrió la puerta una vez más, pero antes de que pudiera acercarse a lo que creía era una criatura sobrenatural, alguien lo sujeto del brazo. Dean se soltó del agarre con un movimiento brusco y cuando se giro para hacer frente a quien lo había sujetado, se encontro con otra de esas cosas que se avalanzo sobre él; el cazador se defendió dándole un puñetazo en el rostro y enviandolo al suelo de inmediato. No supo porqué levanto la mirada en lugar de terminar de darle una paliza al que estaba en el suelo, pero agradecio haberlo hecho. Más de esas cosas se acercaban, arrastrando los pies y con los brazos extendidos. No eran dos o tres más, eran seis sin contar el que estaba dentro de la patrulla ni el que estaba en el suelo y que ahora lo sujetaba por el talón. ──No me toques, Freddy Krueger ── lo aparto de una patada en la cabeza y sin saber que más hacer, desenfundo su arma y comenzó a disparar. Primero le dio al que estaba en el suelo, luego al oficial dentro de la patrulla hasta que vacío el cargador con los que estaban acercándose, pero al no darles en la cabeza, volvieron a ponerse de pie y trataron de acercarse de nuevo. El sonido atrajo a más, salían de todas partes. Variaban en tamaño y en edades pero todos se veían igual, como salidos del videoclip de la canción thriller. Se abrió paso empujandolos, repartiendo puñetazos a diestra y siniestra hasta que se percato de que lo superaban en número. Comenzó a correr sin rumbo fijo, unicamente con la idea de alejarse de esas cosas y llamar a Sam para pedir refuerzos. En el camino se rompió la correa del bolso con sus cosas, tuvo que dejarlo atrás. Dobló a la izquierda al ver de frente otro grupo de muertos vivientes y no le dejaron más opción que meterse por el primer hueco que encontró: un callejón sin salida. A mitad del callejón se dio cuenta que el alambre que le cerraba el paso era más alto de lo que había pensado y que además, habían más zombies esperándolo del otro lado. Frenó en seco y giro sobre los talones para regresar pero ya era tarde, lo tenían acorralado. Atino a subirse sobre un contenedor de basura y comenzo a brincar en el para alcanzar la escalera de incendios de uno de los apartamentos, apenas rozaba el hierro del último escalón con las yemas de los dedos pero no conseguía alcanzarlo, lo único que estaba haciendo era más y más ruido. [HILLT0PLEADER]
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  • 𝘘𝘶𝘦 𝘮𝘦 𝘴𝘪𝘨𝘢𝘴… 𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘦 𝘱𝘪𝘦𝘳𝘥𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘯𝘵𝘰... ₊ ⊹🪻 ✧ ˚
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