• Al caer vi mi hogar,
    mi cielo
    y mi alma rota;
    al caer
    vi mi vida desde otras alas.

    Mientras descendía:
    mi dolor,
    mi destino,
    mi propio exilio;
    la tierra
    otro refugio donde estar.

    (sólo el perdón me salva)

    El mayor de todos,
    fui cayendo,
    me llené de odio,
    de oscuridad y malicia.

    Soy la nueva estirpe:
    tu tentación
    más humana.
    Divinidad en el oro,
    sectario
    desde
    el edén hasta hoy.

    Mi sed de venganza:
    saciar
    vuestras almas de maldad
    y desobediencia.

    Soy el nuevo ídolo de barro.
    Corazón
    en tinieblas,
    tu creación más noble,
    a traición
    en el olvido.
    Al caer vi mi hogar, mi cielo y mi alma rota; al caer vi mi vida desde otras alas. Mientras descendía: mi dolor, mi destino, mi propio exilio; la tierra otro refugio donde estar. (sólo el perdón me salva) El mayor de todos, fui cayendo, me llené de odio, de oscuridad y malicia. Soy la nueva estirpe: tu tentación más humana. Divinidad en el oro, sectario desde el edén hasta hoy. Mi sed de venganza: saciar vuestras almas de maldad y desobediencia. Soy el nuevo ídolo de barro. Corazón en tinieblas, tu creación más noble, a traición en el olvido.
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  • Algo no anda bien
    Fandom Oc/hololive
    Categoría Acción
    𝐏 𝐀 𝐑 𝐀 𝐍 𝐎 𝐗

    Aquellos días en la playa con su novio, apartada del bullicio y las emociones desbordadas de la boda de Bael y Diva, habían sido el refugio perfecto para una mente cansada. Pero, a pesar de la calma exterior, algo en su interior seguía inquieto. Recordaba la boda: el amor, la alegría de sus amigos pero también existian los recuerdos de traición y dolor.

    La figura de Eros seguía rondando sus pensamientos como una sombra persistente. La forma en la que había intentado separarla de su amado, manipulando sus sentimientos, dejando cicatrices en su confianza. No podía dejar de pensar en Diluc, su mejor amigo, quién la había decepcionado con sus acciones. Y luego, las palabras de Dana y Skadi, las que siempre destilaban veneno y resentimiento a pesar de no haberles hecho nunca nada. Si bien la fachada que habia guardado durante la boda habia sido bastante creible; Irys sabia que se tenian algo entre manos.

    Fue entonces, mientras se levantaba para dar un paseo por la orilla, que sus ojos se encontraron con los de el albino. Irys había regresado para recoger una manta que había olvidado, y al volverse para mirarlo, sus ojos se cruzaron. Él parecía sumido en sus propios pensamientos, pero algo en su mirada la inquietó, algo que le heló la sangre. Había una frialdad en sus ojos, una intensidad que no era normal. Era como si estuviera calculando algo, como si estuviera esperando algo ¿o a alguien?

    Un estremecimiento recorrió su espalda. La sensación era extraña, algo que habia sentido antes. Ese jóven, su presencia le resultaba desconcertante. Algo en él le recordaba a Skadi, a esa mercenaria que había intentado matarla días atrás.

    Aunque su rostro no coincidía con el de la mujer, había algo en su postura, en su aura, que despertaba la misma desconfianza. ¿Sería un enviado de ella?

    Irys observó al joven por unos segundos, su intuición diciéndole que algo no estaba bien, que ese encuentro no era una casualidad. Su respiración se aceleró, y antes de que pudiera decidir qué hacer, él comenzó a caminar hacia ella, sus pasos lentos y calculados, como si hubiera estado esperando que ella reaccionara. Irys, con el corazón en la garganta, no podía apartar la vista de él.
    ¿Era una amenaza? ¿O simplemente el eco de sus propias inseguridades? Sin embargo, no podía ignorar la sensación de peligro que la envolvía. Algo en ese momento no estaba bien. Y no sabía si su instinto la estaba protegiendo o si estaba simplemente persiguiendo sombras.
    [P4ranox] Aquellos días en la playa con su novio, apartada del bullicio y las emociones desbordadas de la boda de Bael y Diva, habían sido el refugio perfecto para una mente cansada. Pero, a pesar de la calma exterior, algo en su interior seguía inquieto. Recordaba la boda: el amor, la alegría de sus amigos pero también existian los recuerdos de traición y dolor. La figura de Eros seguía rondando sus pensamientos como una sombra persistente. La forma en la que había intentado separarla de su amado, manipulando sus sentimientos, dejando cicatrices en su confianza. No podía dejar de pensar en Diluc, su mejor amigo, quién la había decepcionado con sus acciones. Y luego, las palabras de Dana y Skadi, las que siempre destilaban veneno y resentimiento a pesar de no haberles hecho nunca nada. Si bien la fachada que habia guardado durante la boda habia sido bastante creible; Irys sabia que se tenian algo entre manos. Fue entonces, mientras se levantaba para dar un paseo por la orilla, que sus ojos se encontraron con los de el albino. Irys había regresado para recoger una manta que había olvidado, y al volverse para mirarlo, sus ojos se cruzaron. Él parecía sumido en sus propios pensamientos, pero algo en su mirada la inquietó, algo que le heló la sangre. Había una frialdad en sus ojos, una intensidad que no era normal. Era como si estuviera calculando algo, como si estuviera esperando algo ¿o a alguien? Un estremecimiento recorrió su espalda. La sensación era extraña, algo que habia sentido antes. Ese jóven, su presencia le resultaba desconcertante. Algo en él le recordaba a Skadi, a esa mercenaria que había intentado matarla días atrás. Aunque su rostro no coincidía con el de la mujer, había algo en su postura, en su aura, que despertaba la misma desconfianza. ¿Sería un enviado de ella? Irys observó al joven por unos segundos, su intuición diciéndole que algo no estaba bien, que ese encuentro no era una casualidad. Su respiración se aceleró, y antes de que pudiera decidir qué hacer, él comenzó a caminar hacia ella, sus pasos lentos y calculados, como si hubiera estado esperando que ella reaccionara. Irys, con el corazón en la garganta, no podía apartar la vista de él. ¿Era una amenaza? ¿O simplemente el eco de sus propias inseguridades? Sin embargo, no podía ignorar la sensación de peligro que la envolvía. Algo en ese momento no estaba bien. Y no sabía si su instinto la estaba protegiendo o si estaba simplemente persiguiendo sombras.
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    Grupal
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  • La Lealtad puede hacer correr a alguién o huir de alguién. La Lealtad no es una Virtud sino ser leal por Amor. Piensa dos veces antes de hacer un juramento porque a toda Lealtad termina en traición.
    -Lorna recuerda a Alex, a Havok su ex que la traicionó para querer casarse con una enfermera humana.-
    La Lealtad puede hacer correr a alguién o huir de alguién. La Lealtad no es una Virtud sino ser leal por Amor. Piensa dos veces antes de hacer un juramento porque a toda Lealtad termina en traición. -Lorna recuerda a Alex, a Havok su ex que la traicionó para querer casarse con una enfermera humana.-
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  • —Preocupado seguía. Si bien había conseguido que Lucifer más o menos se recuperase ... Mucho se temía que no era suficiente. La cosa era que, él mismo también se sentía del mismo modo o al menos muy similar al del rey del infierno.

    Se sentía afortunado por ser independiente, si lo perfectamente el que se había abierto las venas podría haber sido él mismo. Y no una, si no tres veces. Una por traición vivida, seguida del abandono. —
    —Preocupado seguía. Si bien había conseguido que Lucifer más o menos se recuperase ... Mucho se temía que no era suficiente. La cosa era que, él mismo también se sentía del mismo modo o al menos muy similar al del rey del infierno. Se sentía afortunado por ser independiente, si lo perfectamente el que se había abierto las venas podría haber sido él mismo. Y no una, si no tres veces. Una por traición vivida, seguida del abandono. —
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  • A su alrededor, el agua parece burbujear y distorsionarse, como si respondiera a sus emociones más profundas, esos deseos humanos que corren a través de su ser.

    La superficieestá impregnada por la tentación de sus pensamientos: lujuria, ira, orgullo, los siete pecados humanos danzan como sombras a su alrededor.

    Irys extiende sus manos y cada vez que sus dedos tocan la superficie, se desatan visiones fugaces de los deseos más oscuros de la humanidad. Imágenes de traición, de pasión prohibida, de sueños rotos.

    La mezcla de estos sentimientos humanos se convierte en un perfume embriagador que la rodea, haciéndola más poderosa y a la vez más vulnerable a la corrupción.
    A su alrededor, el agua parece burbujear y distorsionarse, como si respondiera a sus emociones más profundas, esos deseos humanos que corren a través de su ser. La superficieestá impregnada por la tentación de sus pensamientos: lujuria, ira, orgullo, los siete pecados humanos danzan como sombras a su alrededor. Irys extiende sus manos y cada vez que sus dedos tocan la superficie, se desatan visiones fugaces de los deseos más oscuros de la humanidad. Imágenes de traición, de pasión prohibida, de sueños rotos. La mezcla de estos sentimientos humanos se convierte en un perfume embriagador que la rodea, haciéndola más poderosa y a la vez más vulnerable a la corrupción.
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  • Los ojos plateados de Anthork no son solo un rasgo físico, son el reflejo de su poder, su linaje y su destino. En su manada, los Alphas no se eligen solo por la fuerza bruta, sino por una combinación de ferocidad, instinto y dominio absoluto sobre su esencia sobrenatural. Su mirada plateada es el sello de su supremacía, un brillo que emana de su propia naturaleza indomable.

    Desde su nacimiento, sus ojos fueron distintos, un presagio de grandeza y un recordatorio de su singularidad, tal vez por esa razón fue abandonado nada más nacer.
    Se dice que los lobos con ojos plateados llevan la esencia de la luna misma, bendecidos por los ancestros para liderar con fuerza y sabiduría. En la penumbra, su mirada resplandece como el acero bajo la luz, intimidante para sus enemigos y reconfortante para su manada.

    Más allá de su significado simbólico, sus ojos también le otorgan una percepción única. Puede ver más allá de lo evidente, captar los matices de las emociones y los cambios en la energía de su entorno con una precisión aterradora. Es un don y una maldición, pues nada escapa a su mirada afilada, ni la mentira ni la traición.

    Los ojos de Anthork no son solo su marca de Alpha, son su legado, su identidad y su advertencia silenciosa a cualquiera que ose desafiarlo.

    En su forma lobuna, el rojo en sus ojos no solo es un símbolo de furia, sino un instinto primitivo despertando. Es la señal de que la caza ha comenzado, de que su control se transforma en una violencia calculada, en la ira de un líder que no permitirá que su manada, su territorio o aquello que es suyo, sea arrebatado.

    Cuando sus ojos arden como brasas, no hay marcha atrás. Anthork no solo lucha, arrasa.
    Los ojos plateados de Anthork no son solo un rasgo físico, son el reflejo de su poder, su linaje y su destino. En su manada, los Alphas no se eligen solo por la fuerza bruta, sino por una combinación de ferocidad, instinto y dominio absoluto sobre su esencia sobrenatural. Su mirada plateada es el sello de su supremacía, un brillo que emana de su propia naturaleza indomable. Desde su nacimiento, sus ojos fueron distintos, un presagio de grandeza y un recordatorio de su singularidad, tal vez por esa razón fue abandonado nada más nacer. Se dice que los lobos con ojos plateados llevan la esencia de la luna misma, bendecidos por los ancestros para liderar con fuerza y sabiduría. En la penumbra, su mirada resplandece como el acero bajo la luz, intimidante para sus enemigos y reconfortante para su manada. Más allá de su significado simbólico, sus ojos también le otorgan una percepción única. Puede ver más allá de lo evidente, captar los matices de las emociones y los cambios en la energía de su entorno con una precisión aterradora. Es un don y una maldición, pues nada escapa a su mirada afilada, ni la mentira ni la traición. Los ojos de Anthork no son solo su marca de Alpha, son su legado, su identidad y su advertencia silenciosa a cualquiera que ose desafiarlo. En su forma lobuna, el rojo en sus ojos no solo es un símbolo de furia, sino un instinto primitivo despertando. Es la señal de que la caza ha comenzado, de que su control se transforma en una violencia calculada, en la ira de un líder que no permitirá que su manada, su territorio o aquello que es suyo, sea arrebatado. Cuando sus ojos arden como brasas, no hay marcha atrás. Anthork no solo lucha, arrasa.
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  • Apolo descendió del Olimpo con una mezcla de hastío y desdén, sintiendo una vez más que ese lugar jamás sería su verdadero hogar. Su gente, su propia sangre, seguía sin entenderlo, sin aceptar que él no era como ellos. La traición, la exclusión, la falta de comprensión… eran cicatrices que no desaparecerían.

    Sus hermanas podían llamarlo exagerado, obsesivo o lo que quisieran, pero ninguna entendía el vínculo que lo unía a Ellie. No se trataba solo de amor, era algo más profundo, más instintivo, casi divino, algo sagrado. No podía estar tantas horas sin ella sin que su cuerpo lo resintiera, sin que su mente se nublara. Y aún así, lo juzgaban, lo atacaban como si él fuera el culpable por simplemente seguir lo que su propia naturaleza le dictaba. Pretendían que pidiera perdón, pero él era el Dios de la verdad y nunca mentía.

    El aire de la Tierra le resultó un alivio. La brisa, los sonidos lejanos de la ciudad… aquí sí podía respirar, aquí tenía algo real.

    Se dirigió directamente hacia Ellie, encontrándola con solo seguir el latido de su esencia en su interior. Apenas la vio, toda la tensión acumulada en su pecho comenzó a disiparse.

    — Si tan solo supieras lo insoportable que puede llegar a ser esa gente… — murmuró, envolviéndola en sus brazos y respirando profundamente su aroma.

    Aquí era donde realmente pertenecía. No en el Olimpo, no entre quienes lo veían como uno más como un niño, mal criado cuando precisamente era todo lo contrario, las infantiles e inmaduras eran ellas. Solo Ellie era su verdadero hogar.
    Apolo descendió del Olimpo con una mezcla de hastío y desdén, sintiendo una vez más que ese lugar jamás sería su verdadero hogar. Su gente, su propia sangre, seguía sin entenderlo, sin aceptar que él no era como ellos. La traición, la exclusión, la falta de comprensión… eran cicatrices que no desaparecerían. Sus hermanas podían llamarlo exagerado, obsesivo o lo que quisieran, pero ninguna entendía el vínculo que lo unía a Ellie. No se trataba solo de amor, era algo más profundo, más instintivo, casi divino, algo sagrado. No podía estar tantas horas sin ella sin que su cuerpo lo resintiera, sin que su mente se nublara. Y aún así, lo juzgaban, lo atacaban como si él fuera el culpable por simplemente seguir lo que su propia naturaleza le dictaba. Pretendían que pidiera perdón, pero él era el Dios de la verdad y nunca mentía. El aire de la Tierra le resultó un alivio. La brisa, los sonidos lejanos de la ciudad… aquí sí podía respirar, aquí tenía algo real. Se dirigió directamente hacia Ellie, encontrándola con solo seguir el latido de su esencia en su interior. Apenas la vio, toda la tensión acumulada en su pecho comenzó a disiparse. — Si tan solo supieras lo insoportable que puede llegar a ser esa gente… — murmuró, envolviéndola en sus brazos y respirando profundamente su aroma. Aquí era donde realmente pertenecía. No en el Olimpo, no entre quienes lo veían como uno más como un niño, mal criado cuando precisamente era todo lo contrario, las infantiles e inmaduras eran ellas. Solo Ellie era su verdadero hogar.
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  • ᴇʟíᴀꜱ
    ──────
    En Knaresborough cada nueva generación de neófitos "Llamas de sangre" eran censados y asignados a una unidad de nodrizas quienes los criarían y educarían desde el momento que terminaran de lactar, asignándole nombres aleatorios con el fin de no poder ser identificados por sus padres a medida que crezcan, el vínculo paternal era roto al momento que la madre dejaba de amamantar, luego de eso, sería un adiós para siempre.

    Así pasaba con cada infante de esta tribu que cada año crecía en número volviéndose más y más poderosa.

    Los padres asumían el arrebatamiento de sus hijos como algo natural parte del ciclo de vida. Los nuevos habitantes del pueblo serían inducidos a un duro entrenamiento y adoctrinamiento militar apenas tuvieran consciencia del porqué y con qué fin habían sido concebidos.

    Este no era el caso de Elías, hijo de Hamza, un Llama de Sangre y Astrid, arquera Nórdica quien se había asentado en la tribu sin saber lo que significaría ser madre en un lugar como ese. La única forma de que una extranjera sea aceptada y recibida en Knaresborough era procrear y pasar por el rito de brazas calientes en cuencos con agua de mar durante la luna sangrienta para que así, por este pacto, el niño naciera con poderes de fuego... un soldado más para la ambiciosa colección del gobernante en ese entonces.

    Las madres quedaban con quemaduras de segundo grado en gran parte de sus cuerpos, era el costo de procrear bebés con poderes sobrenaturales

    Astrid, como las demás sufrió el mismo destino, tardó un largo tiempo en sanar las cicatrices que las brazas habían hecho en su piel. Ella, después de todo este sacrificio no daría su único hijo así como así, lo amaba sin conocerlo aún, no lo dejaría ir. Tenía que encontrar la manera de no perderlo.

    Pasó el tiempo y Elías era un hermoso y feliz bebé pelirrojo de pocos meses, cuando con mucho pesar Astrid le pidió a su esposo Hamza que lo marcara en su espalda, una huella al rojo vivo que no se borarría, la señal que aún estando lejos les indicaría quien era su hijo. Y así fue, el niño creció ganándose el respeto y cariño de las personas que estaban a su cargo. Mientras sus padres biológicos jamás dejaron de verlo y compartir con él a escondidas entregando todos sus conocimientos y amor a su preciado hijo.
    Como pocos pudo conocer a sus padres y mantener una relación de familia en lo secreto de las vigilias, en la soledad y con ellos podía llamarse con su legítimo nombre: Elías, pero para todos los demás era conocido como Gaspar el joven promesa.

    En una de tantas veladas con sus padres recibió una noticia que traía consigo una gran responsabilidad: Su madre Astrid esperaba una niña; su nombre sería Elizabeth y por ella también haría el rito de la luna roja aunque eso significara pasar por el doloroso proceso de sanación.

    Pasó el tiempo y Elizabeth pequeña todavía ya era parte de un grupo que en el futuro tenían todas las fichas puestas para ser el escuadrón combativo más letal de los últimos tiempos.

    A diferencia de su hermano, Liz no fue marcada ya que sus padres fueron asesinados por alta traición (a penas ella nació) al descubrir que mantenían contacto con su hijo, más nunca descubrieron de quien se trataba.
    Elías hizo unos arreglos con una de las nodrisas que afortunadamente lo tenían en gran estima para registrar con el nombre real a la pequeña pelirroja, nunca se presentó ante ella como su familiar, la observaba y cuidaba a distancia siempre que podía.

    El año del Búho llegó y con este el terrible genocidio de toda la tribu, muchos murieron y a él lo tomaron prisionero, entre cinco fue engrillado y arrastrado hasta un barco para hacerlo esclavo en el viejo continente. Su mundo se había destrozado por completo el corazón le dolía causando en cada palpitar agudas punzadas, pero entonces la vio... su pequeña hermanita se escabullía para ser libre. Elizabeth lo logró, eso quería creer, era una chispa de esperanza. Lograría escapar y la encontraría donde sea que estuviera sólo tenía que esperar el tiempo adecuado.

    A͟͞c͟͞t͟͞u͟͞a͟͞l͟͞i͟͞d͟͞a͟͞d͟͞ ͟͞

    Seis años pasaron para lograr su ansiada independencia después de un largo y tortuoso tiempo como esclavo al fin pudo emprender su búsqueda. Recordaba a Elizabeth como una niña, sería difícil dar con ella dependiendo sólo de sus memorias.
    Por suerte para él, después de un par de años de intensa investigación arribó a uno de los poblados donde Liz había adquirido cierta popularidad como la Reina Escarlata: una guerrera de ojos carmesí y la furia de su llama que consumía todo a su paso. Elías no dudó, era ella.

    Siguió migaja por migaja que obtenía de información recorriendo cada lugar que Liz había pisado hasta que despues de miles de kilómetros recorridos de travesía llegó a Kyoto.

    ── Te encontraré Elizabeth, aunque sea lo último que haga
    ᴇʟíᴀꜱ ────── En Knaresborough cada nueva generación de neófitos "Llamas de sangre" eran censados y asignados a una unidad de nodrizas quienes los criarían y educarían desde el momento que terminaran de lactar, asignándole nombres aleatorios con el fin de no poder ser identificados por sus padres a medida que crezcan, el vínculo paternal era roto al momento que la madre dejaba de amamantar, luego de eso, sería un adiós para siempre. Así pasaba con cada infante de esta tribu que cada año crecía en número volviéndose más y más poderosa. Los padres asumían el arrebatamiento de sus hijos como algo natural parte del ciclo de vida. Los nuevos habitantes del pueblo serían inducidos a un duro entrenamiento y adoctrinamiento militar apenas tuvieran consciencia del porqué y con qué fin habían sido concebidos. Este no era el caso de Elías, hijo de Hamza, un Llama de Sangre y Astrid, arquera Nórdica quien se había asentado en la tribu sin saber lo que significaría ser madre en un lugar como ese. La única forma de que una extranjera sea aceptada y recibida en Knaresborough era procrear y pasar por el rito de brazas calientes en cuencos con agua de mar durante la luna sangrienta para que así, por este pacto, el niño naciera con poderes de fuego... un soldado más para la ambiciosa colección del gobernante en ese entonces. Las madres quedaban con quemaduras de segundo grado en gran parte de sus cuerpos, era el costo de procrear bebés con poderes sobrenaturales Astrid, como las demás sufrió el mismo destino, tardó un largo tiempo en sanar las cicatrices que las brazas habían hecho en su piel. Ella, después de todo este sacrificio no daría su único hijo así como así, lo amaba sin conocerlo aún, no lo dejaría ir. Tenía que encontrar la manera de no perderlo. Pasó el tiempo y Elías era un hermoso y feliz bebé pelirrojo de pocos meses, cuando con mucho pesar Astrid le pidió a su esposo Hamza que lo marcara en su espalda, una huella al rojo vivo que no se borarría, la señal que aún estando lejos les indicaría quien era su hijo. Y así fue, el niño creció ganándose el respeto y cariño de las personas que estaban a su cargo. Mientras sus padres biológicos jamás dejaron de verlo y compartir con él a escondidas entregando todos sus conocimientos y amor a su preciado hijo. Como pocos pudo conocer a sus padres y mantener una relación de familia en lo secreto de las vigilias, en la soledad y con ellos podía llamarse con su legítimo nombre: Elías, pero para todos los demás era conocido como Gaspar el joven promesa. En una de tantas veladas con sus padres recibió una noticia que traía consigo una gran responsabilidad: Su madre Astrid esperaba una niña; su nombre sería Elizabeth y por ella también haría el rito de la luna roja aunque eso significara pasar por el doloroso proceso de sanación. Pasó el tiempo y Elizabeth pequeña todavía ya era parte de un grupo que en el futuro tenían todas las fichas puestas para ser el escuadrón combativo más letal de los últimos tiempos. A diferencia de su hermano, Liz no fue marcada ya que sus padres fueron asesinados por alta traición (a penas ella nació) al descubrir que mantenían contacto con su hijo, más nunca descubrieron de quien se trataba. Elías hizo unos arreglos con una de las nodrisas que afortunadamente lo tenían en gran estima para registrar con el nombre real a la pequeña pelirroja, nunca se presentó ante ella como su familiar, la observaba y cuidaba a distancia siempre que podía. El año del Búho llegó y con este el terrible genocidio de toda la tribu, muchos murieron y a él lo tomaron prisionero, entre cinco fue engrillado y arrastrado hasta un barco para hacerlo esclavo en el viejo continente. Su mundo se había destrozado por completo el corazón le dolía causando en cada palpitar agudas punzadas, pero entonces la vio... su pequeña hermanita se escabullía para ser libre. Elizabeth lo logró, eso quería creer, era una chispa de esperanza. Lograría escapar y la encontraría donde sea que estuviera sólo tenía que esperar el tiempo adecuado. A͟͞c͟͞t͟͞u͟͞a͟͞l͟͞i͟͞d͟͞a͟͞d͟͞ ͟͞ Seis años pasaron para lograr su ansiada independencia después de un largo y tortuoso tiempo como esclavo al fin pudo emprender su búsqueda. Recordaba a Elizabeth como una niña, sería difícil dar con ella dependiendo sólo de sus memorias. Por suerte para él, después de un par de años de intensa investigación arribó a uno de los poblados donde Liz había adquirido cierta popularidad como la Reina Escarlata: una guerrera de ojos carmesí y la furia de su llama que consumía todo a su paso. Elías no dudó, era ella. Siguió migaja por migaja que obtenía de información recorriendo cada lugar que Liz había pisado hasta que despues de miles de kilómetros recorridos de travesía llegó a Kyoto. ── Te encontraré Elizabeth, aunque sea lo último que haga
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
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    ||¿¡CÓMO QUE ESE MANOJO DE PIROPOS QUE LANCÉ COMO TODO ROMEO ENAMORADO FUERON A OTRO ALASTOR Y NO AL MÍO!?

    -Saca el revolver y se pone la punta en la boca.
    No merece vivir luego de la alta traición por confundir a su adorado esposo (Que en su defensa se dejó guiar por el nombre)-
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