• La oscuridad fue mi refugio.
    Mi santuario.
    Cómoda, húmeda.
    Pero insuficiente.

    Una semana pasó desde aquel bonito vals con el padrecito fluorescente, con su sal, su cruz, su luz, y ese aroma a redención rancia que me dejó en la piel. Una semana tragando la mierda de la ciudad subterránea, entre tuberías oxidadas y secretos de alcantarilla. Hasta que decidí moverme.

    No tan cerca, no tan lejos. Lo justo. Una pizca de sensatez, no más, mezclada con kilos de hambre.

    Porque necesitaba alimento. No migajas, no un par de almas rotas goteando desesperación como grifos viejos. Necesitaba una fuente. Un río. Una tormenta emocional que me llenara hasta el último rincón.

    Y no tenía un plan. ¿Para qué? Las mentes preparadas saben improvisar.

    Allí fui.
    St. Dymphna Behavioral Health Center.
    A las afueras de Missoula, Montana.
    Pequeño. Discreto. Olvidado. Perfecto.

    Los primeros en notarme fueron, naturalmente, los que ya estaban rotos. Los locos. Los que oyen voces, ven formas y lamen paredes. Les hablé. Les susurré. Les hice reír. Les hice gritar. Uno intentó dibujarme con su mierda. Lindo detalle.

    El personal lo anotó como un “aumento moderado en los episodios alucinatorios grupales”.

    Delicioso.

    Tres días después, una enfermera “muy profesional” reportó haber visto una sombra extraña en un pasillo.

    Pobrecita.

    No supo que yo también la vi a ella. Y a lo que lloraba cuando pensaba que nadie miraba. Me la bebí despacio.

    Y ella contagió a sus compañeras. El terror empezó a fluir. Como intravenosa directa al alma.

    Silencioso, lento, espeso.

    Tres días más y yo era el secreto peor guardado del hospital. Mi nombre no se decía, pero mi silueta se garabateaba en las paredes con lápices mordidos y uñas ensangrentadas.

    Y yo, radiante. Vital. Glorioso.

    Podía haberme ido en ese mismo momento, habría sido lo usual, no necesito reflectores ni los aplausos del publico. Podía dejar que lo archivaran como un brote de histeria colectiva.

    Pero no.

    ¿Sabes por qué vine en realidad? Por él.

    Por ese santo de mirada indolente que aún paseaba por mis pensamientos. Por su fe. Por su puñetera luz.

    Me entretuvo. Me divirtió. Y eso, padrecito, tuve que honrarlo.

    Así que hice mi obra.

    Una función especial, solo por una noche.

    Maté a todos.
    A todos y cada uno.
    76 pacientes.
    28 empleados.
    No quedó uno solo con vida.
    Ni un cuerpo sin desmembrar, ni un grito sin atender, ni un ojo sin vaciar. Me tomé mi tiempo. Jugué con ellos. Adiviné sus miedos. Se los di. Y los devoré.

    Y al final…

    Al final, al fondo del pasillo de las habitaciones, donde las luces titilaban y los rezos se evaporaban, dejé mi firma, un retrato hecho con sangre, uñas, carne seca. El rostro del hombre que me hizo sonreír aquella noche, dos semanas atrás.

    ¿Ves lo que me haces hacer, padrecito?
    ¿No es hermoso?
    La oscuridad fue mi refugio. Mi santuario. Cómoda, húmeda. Pero insuficiente. Una semana pasó desde aquel bonito vals con el padrecito fluorescente, con su sal, su cruz, su luz, y ese aroma a redención rancia que me dejó en la piel. Una semana tragando la mierda de la ciudad subterránea, entre tuberías oxidadas y secretos de alcantarilla. Hasta que decidí moverme. No tan cerca, no tan lejos. Lo justo. Una pizca de sensatez, no más, mezclada con kilos de hambre. Porque necesitaba alimento. No migajas, no un par de almas rotas goteando desesperación como grifos viejos. Necesitaba una fuente. Un río. Una tormenta emocional que me llenara hasta el último rincón. Y no tenía un plan. ¿Para qué? Las mentes preparadas saben improvisar. Allí fui. St. Dymphna Behavioral Health Center. A las afueras de Missoula, Montana. Pequeño. Discreto. Olvidado. Perfecto. Los primeros en notarme fueron, naturalmente, los que ya estaban rotos. Los locos. Los que oyen voces, ven formas y lamen paredes. Les hablé. Les susurré. Les hice reír. Les hice gritar. Uno intentó dibujarme con su mierda. Lindo detalle. El personal lo anotó como un “aumento moderado en los episodios alucinatorios grupales”. Delicioso. Tres días después, una enfermera “muy profesional” reportó haber visto una sombra extraña en un pasillo. Pobrecita. No supo que yo también la vi a ella. Y a lo que lloraba cuando pensaba que nadie miraba. Me la bebí despacio. Y ella contagió a sus compañeras. El terror empezó a fluir. Como intravenosa directa al alma. Silencioso, lento, espeso. Tres días más y yo era el secreto peor guardado del hospital. Mi nombre no se decía, pero mi silueta se garabateaba en las paredes con lápices mordidos y uñas ensangrentadas. Y yo, radiante. Vital. Glorioso. Podía haberme ido en ese mismo momento, habría sido lo usual, no necesito reflectores ni los aplausos del publico. Podía dejar que lo archivaran como un brote de histeria colectiva. Pero no. ¿Sabes por qué vine en realidad? Por él. Por ese santo de mirada indolente que aún paseaba por mis pensamientos. Por su fe. Por su puñetera luz. Me entretuvo. Me divirtió. Y eso, padrecito, tuve que honrarlo. Así que hice mi obra. Una función especial, solo por una noche. Maté a todos. A todos y cada uno. 76 pacientes. 28 empleados. No quedó uno solo con vida. Ni un cuerpo sin desmembrar, ni un grito sin atender, ni un ojo sin vaciar. Me tomé mi tiempo. Jugué con ellos. Adiviné sus miedos. Se los di. Y los devoré. Y al final… Al final, al fondo del pasillo de las habitaciones, donde las luces titilaban y los rezos se evaporaban, dejé mi firma, un retrato hecho con sangre, uñas, carne seca. El rostro del hombre que me hizo sonreír aquella noche, dos semanas atrás. ¿Ves lo que me haces hacer, padrecito? ¿No es hermoso?
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  • No te acerques.
    No me mires.
    No me toques.

    No permitiré que caigas en mi infierno.





    Puedo escucharlas, esas voces... ese murmullo en medio del silencio que penetra, impone, aterroriza…, mata.

    Esa oscuridad que absorbe todo. Todo. Se lo lleva egoístamente. Lo hace suyo. Lo domina. Lo aleja, lo arranca de mí, no puedo alcanzarlo.

    Ilumíname.

    Un paso…
    Uno solo.
    Acércate.

    Caí en esa oscuridad, no puedo gritar. Háblame. Dime algo, lo que sea. Rompe este silencio.

    Mírame. Se ve borroso, no puedo ver, está muy oscuro.

    Alcánzame. Toma mi mano, aférrate, no me sueltes.

    No quiero caer…
    No te acerques. No me mires. No me toques. No permitiré que caigas en mi infierno. Puedo escucharlas, esas voces... ese murmullo en medio del silencio que penetra, impone, aterroriza…, mata. Esa oscuridad que absorbe todo. Todo. Se lo lleva egoístamente. Lo hace suyo. Lo domina. Lo aleja, lo arranca de mí, no puedo alcanzarlo. Ilumíname. Un paso… Uno solo. Acércate. Caí en esa oscuridad, no puedo gritar. Háblame. Dime algo, lo que sea. Rompe este silencio. Mírame. Se ve borroso, no puedo ver, está muy oscuro. Alcánzame. Toma mi mano, aférrate, no me sueltes. No quiero caer…
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  • Las antorchas azules titilaban suavemente en las paredes de ónice. El gran salón del Inframundo, vasto como una caverna sagrada, estaba colmado de almas expectantes. Perséfone, vestida con sus mantos de noche y de flor, ascendió con la calma majestuosa que solo poseen las que han cruzado todos los umbrales. Y entonces, con voz clara, comenzó:

    —Hijos de la sombra. Vosotros, que camináis entre la memoria y el silencio, escuchadme. Hoy no os hablo como diosa, sino como mujer. Como madre. Como reina por elección, no por imposición.

    Sus ojos, verdes como la promesa de la primavera, se posaron suavemente sobre la multitud.

    —Fui hija de la tierra y del cielo, criada en los campos donde cantan las estaciones. Y fui traída aquí por vuestro Rey, Hades, señor de los silencios eternos. Muchos han cantado que fue un rapto… y sí, lo fue. Pero también fue un inicio. Un viaje hacia lo desconocido, donde no encontré prisión, sino un nuevo rostro del amor.

    Su voz no se quebró, pero se volvió más íntima, como una confesión antigua.

    —A su lado no fui sombra ni adorno. Fui su reina. Su igual. Y en ese pacto que se forjó no en fuego, sino en paciencia y verdad, nació la vida más inesperada: nuestro hijo, Zagreus. Y más tarde, nuestra hija: Melínoe.

    Una suave corriente de asombro recorrió las ánimas al escuchar ese nombre sagrado.

    —Melínoe… la que camina entre los sueños y los terrores. Portadora de los misterios. Ella es la luz que recorre los túneles del subconsciente, la guardiana de los límites entre lo que somos y lo que tememos ser. Nació de mí como tú naciste de la vida, y en ella vive lo mejor de este reino y lo mejor de mí.

    Perséfone dio un paso adelante, su manto rozando el suelo como una ola de noche.

    —Muchos creen que el Inframundo es sólo castigo. Que es el fin. Yo os digo esto: también es principio. Aquí he sido amada, aquí he dado vida, aquí he reinado no con cadenas, sino con raíces. Y si alguna vez dudáis de la belleza que puede brotar en medio de la oscuridad, pensad en mis hijos. En Melínoe, en Zagreus. Frutos de una unión que no nació del miedo, sino del tiempo y la verdad.

    Elevó una mano, como si pudiera sostener el peso de sus palabras en el aire.

    —Yo no cambiaría nada. Ni el rapto. Ni la roca. Ni el invierno. Porque en todo eso estaba escrita la semilla de lo que soy hoy. Reina. Madre. Mujer de dos mundos.

    Una pausa. Y luego, su voz, con la fuerza de un juramento:

    —No temáis a la sombra. No huyáis del abismo. Porque si yo florecí aquí, también vosotros podéis. Si yo amé aquí, también vosotros podéis ser amados. Este reino no es olvido. Es transformación. Es renacimiento. Y mientras mi voz resuene en estas cámaras, que sepáis esto: no estáis solos. Yo os veo. Yo os guardo. Yo os acojo.

    Y con un leve gesto, como quien bendice sin palabras, descendió un escalón del estrado.
    Las ánimas, sin aliento, permanecieron en silencio largo rato. No por miedo.
    Sino por reverencia.
    Las antorchas azules titilaban suavemente en las paredes de ónice. El gran salón del Inframundo, vasto como una caverna sagrada, estaba colmado de almas expectantes. Perséfone, vestida con sus mantos de noche y de flor, ascendió con la calma majestuosa que solo poseen las que han cruzado todos los umbrales. Y entonces, con voz clara, comenzó: —Hijos de la sombra. Vosotros, que camináis entre la memoria y el silencio, escuchadme. Hoy no os hablo como diosa, sino como mujer. Como madre. Como reina por elección, no por imposición. Sus ojos, verdes como la promesa de la primavera, se posaron suavemente sobre la multitud. —Fui hija de la tierra y del cielo, criada en los campos donde cantan las estaciones. Y fui traída aquí por vuestro Rey, Hades, señor de los silencios eternos. Muchos han cantado que fue un rapto… y sí, lo fue. Pero también fue un inicio. Un viaje hacia lo desconocido, donde no encontré prisión, sino un nuevo rostro del amor. Su voz no se quebró, pero se volvió más íntima, como una confesión antigua. —A su lado no fui sombra ni adorno. Fui su reina. Su igual. Y en ese pacto que se forjó no en fuego, sino en paciencia y verdad, nació la vida más inesperada: nuestro hijo, Zagreus. Y más tarde, nuestra hija: Melínoe. Una suave corriente de asombro recorrió las ánimas al escuchar ese nombre sagrado. —Melínoe… la que camina entre los sueños y los terrores. Portadora de los misterios. Ella es la luz que recorre los túneles del subconsciente, la guardiana de los límites entre lo que somos y lo que tememos ser. Nació de mí como tú naciste de la vida, y en ella vive lo mejor de este reino y lo mejor de mí. Perséfone dio un paso adelante, su manto rozando el suelo como una ola de noche. —Muchos creen que el Inframundo es sólo castigo. Que es el fin. Yo os digo esto: también es principio. Aquí he sido amada, aquí he dado vida, aquí he reinado no con cadenas, sino con raíces. Y si alguna vez dudáis de la belleza que puede brotar en medio de la oscuridad, pensad en mis hijos. En Melínoe, en Zagreus. Frutos de una unión que no nació del miedo, sino del tiempo y la verdad. Elevó una mano, como si pudiera sostener el peso de sus palabras en el aire. —Yo no cambiaría nada. Ni el rapto. Ni la roca. Ni el invierno. Porque en todo eso estaba escrita la semilla de lo que soy hoy. Reina. Madre. Mujer de dos mundos. Una pausa. Y luego, su voz, con la fuerza de un juramento: —No temáis a la sombra. No huyáis del abismo. Porque si yo florecí aquí, también vosotros podéis. Si yo amé aquí, también vosotros podéis ser amados. Este reino no es olvido. Es transformación. Es renacimiento. Y mientras mi voz resuene en estas cámaras, que sepáis esto: no estáis solos. Yo os veo. Yo os guardo. Yo os acojo. Y con un leve gesto, como quien bendice sin palabras, descendió un escalón del estrado. Las ánimas, sin aliento, permanecieron en silencio largo rato. No por miedo. Sino por reverencia.
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  • Ubicación: Bosque estatal de ██████.
    Misión: Reconocimiento.
    Equipo: Bravo-1.
    Hora: 04:47 AM.

    Llovía. La unidad avanzaba a través del bosque, cubriéndose mutuamente en silencio. Las linternas IR proyectaban conos estrechos de luz que temblaban al ritmo de los pasos.

    La estructura no figuraba en ningún mapa o registro. Simplemente… estaba ahí. Una mansión victoriana de dos pisos, rodeada por un jardín marchito que parecía no haber conocido el sol en décadas. No había camino de acceso ni señales de ocupación. Sólo una verja oxidada que crujía con el viento y una entrada principal.

    — Tenemos visual del objetivo —susurró Rourke.

    Viper iba al frente, se detuvo para alzar el puño en señal de alto. Fueron sólo unos segundos en contemplativa quietud los que lo delataron, su silueta parcialmente oculta entre los árboles. El equipo lo conocía por su eficiencia y su silencio. Pero había algo más ahora. Algo en su postura. Algo no estaba bien.

    — Vamos a entrar. Cuiden sus sectores —ordenó al fin, con su habitual tono suave, pero seco.

    El interior estaba en un estado de conservación anormal. No había polvo ni telarañas. Las chimeneas parecían usadas recientemente, pero el aire estaba frío. No había olor a humo ni a humedad.

    El equipo comenzó el avance.

    En el comedor encontraron una mesa con cubiertos dispuestos para una cena. Había platos servidos con carne aún jugosa y humeante.

    Una mosca flotaba inmóvil en el aire.

    — ¿Qué... carajos es esto? —Susurró Mason.

    El sistema de comunicaciones crujió con estática durante unos segundos. Luego, una voz infantil, apenas audible, dijo una sola palabra: "Fuera."

    — Eso no viene de nuestro canal —aclaró Rourke.

    Los visores térmicos -y la visión térmica natural de Viper que no los necesitaba- mostraban siluetas humanas sentadas a la mesa… pero no había nadie allí.

    Viper se detuvo una vez más. Se giró un instante hacia el grupo enseñando el ceño fruncido. Sabía que algo así podía pasar.

    Pero no dijo nada al respecto.

    — Planta baja despejada. Subimos.

    Subieron por la escalera cubierta de alfombra roja. Una de las lámparas se encendió sola.

    Nadie creía ya que estaban en una operación estándar.

    Viper mantuvo la delantera, su rifle apuntando hacia el pasillo. Al avanzar, notó que las puertas a ambos lados estaban cerradas, salvo una al fondo, entreabierta. Desde ahí emergía una luz blanca y pulsante, como de tubo fluorescente moribundo.

    — Rourke, toma la izquierda. Mason, toma la derecha.

    Dorsey, el más joven del equipo, se colocó detrás de Rourke. Respiraba de forma, pero trataba de disimularlo. Cada pocos segundos, lanzaba miradas alrededor como si esperara ver algo salir de las paredes.

    — Despejado —Rourke.

    — Limpio —Mason.

    Tras reagruparse, se acercaron a la habitación iluminada. Viper empujó la puerta suavemente con una mano.

    La luz provenía de una lámpara colgando del techo. La habitación, un dormitorio, había sido modificada: las paredes estaban cubiertas de lonas plásticas, la cama no era más que un armazón sin colchón en el centro y con correas desgastadas. Nadie necesitaba el resultado de un análisis para saber qué eran las manchas oscuras en el piso.

    Sobre el catre no había nadie, Pero las correas vibraban, tensas, como si alguien invisible se debatiera aún allí.

    —¿Esto es parte de... algún experimento militar? —murmuró Dorsey, visiblemente afectado.

    Nadie respondió.

    Viper tenía la mirada clavada en un espejo que colgaba frente a la cama. En él, su reflejo no era del todo suyo. Su imagen de naga estaba ahí, pero sus ojos eran humanos... llenos de terror.

    Se giró sin inmutarse.

    — Regresemos —esa era la última habitación.

    Mientras salían, Rourke llamó por el intercomunicador:

    — Viper, tenemos un problema.

    El grupo respondió avanzando en su dirección. En la puerta de una de las habitaciones del ala izquierda, una de las que acababan de revisar hacía un momento, Rourke sostenía su arma con fuerza sin quitar la vista del interior.

    Pronto, Viper se asomó.

    La habitación era una réplica exacta del cuartel donde el equipo había dormido la noche anterior. Los catres, las mantas, hasta las fotos personales, todo los detalles estaban ahí. Incluso ellos. Copias de cada uno.

    — Eso es un espejo, ¿Verdad? —Spider tenía la voz quebrada.

    El silencio se apoderó del equipo.

    — No toquen nada. Nos vamos.

    — ¿Qué es esto, Viper? Esto no es normal. Esto es... —Mason parecía cada vez más asustado.

    — Ya no es asunto nuestro.

    Pero las escaleras ya no estaban ahí. El pasillo detrás de ellos era ahora un corredor infinito. La casa había cambiado.
    Dorsey murmuró una maldición. Spider gruñó. Rourke revisó su munición por cuarta vez. Viper no mostró emoción alguna. Apretó los labios. Sabía que había una regla en estos casos: la anomalía te observa, y si sabe que la temes, se alimenta. Así que avanzó.
    Ubicación: Bosque estatal de ██████. Misión: Reconocimiento. Equipo: Bravo-1. Hora: 04:47 AM. Llovía. La unidad avanzaba a través del bosque, cubriéndose mutuamente en silencio. Las linternas IR proyectaban conos estrechos de luz que temblaban al ritmo de los pasos. La estructura no figuraba en ningún mapa o registro. Simplemente… estaba ahí. Una mansión victoriana de dos pisos, rodeada por un jardín marchito que parecía no haber conocido el sol en décadas. No había camino de acceso ni señales de ocupación. Sólo una verja oxidada que crujía con el viento y una entrada principal. — Tenemos visual del objetivo —susurró Rourke. Viper iba al frente, se detuvo para alzar el puño en señal de alto. Fueron sólo unos segundos en contemplativa quietud los que lo delataron, su silueta parcialmente oculta entre los árboles. El equipo lo conocía por su eficiencia y su silencio. Pero había algo más ahora. Algo en su postura. Algo no estaba bien. — Vamos a entrar. Cuiden sus sectores —ordenó al fin, con su habitual tono suave, pero seco. El interior estaba en un estado de conservación anormal. No había polvo ni telarañas. Las chimeneas parecían usadas recientemente, pero el aire estaba frío. No había olor a humo ni a humedad. El equipo comenzó el avance. En el comedor encontraron una mesa con cubiertos dispuestos para una cena. Había platos servidos con carne aún jugosa y humeante. Una mosca flotaba inmóvil en el aire. — ¿Qué... carajos es esto? —Susurró Mason. El sistema de comunicaciones crujió con estática durante unos segundos. Luego, una voz infantil, apenas audible, dijo una sola palabra: "Fuera." — Eso no viene de nuestro canal —aclaró Rourke. Los visores térmicos -y la visión térmica natural de Viper que no los necesitaba- mostraban siluetas humanas sentadas a la mesa… pero no había nadie allí. Viper se detuvo una vez más. Se giró un instante hacia el grupo enseñando el ceño fruncido. Sabía que algo así podía pasar. Pero no dijo nada al respecto. — Planta baja despejada. Subimos. Subieron por la escalera cubierta de alfombra roja. Una de las lámparas se encendió sola. Nadie creía ya que estaban en una operación estándar. Viper mantuvo la delantera, su rifle apuntando hacia el pasillo. Al avanzar, notó que las puertas a ambos lados estaban cerradas, salvo una al fondo, entreabierta. Desde ahí emergía una luz blanca y pulsante, como de tubo fluorescente moribundo. — Rourke, toma la izquierda. Mason, toma la derecha. Dorsey, el más joven del equipo, se colocó detrás de Rourke. Respiraba de forma, pero trataba de disimularlo. Cada pocos segundos, lanzaba miradas alrededor como si esperara ver algo salir de las paredes. — Despejado —Rourke. — Limpio —Mason. Tras reagruparse, se acercaron a la habitación iluminada. Viper empujó la puerta suavemente con una mano. La luz provenía de una lámpara colgando del techo. La habitación, un dormitorio, había sido modificada: las paredes estaban cubiertas de lonas plásticas, la cama no era más que un armazón sin colchón en el centro y con correas desgastadas. Nadie necesitaba el resultado de un análisis para saber qué eran las manchas oscuras en el piso. Sobre el catre no había nadie, Pero las correas vibraban, tensas, como si alguien invisible se debatiera aún allí. —¿Esto es parte de... algún experimento militar? —murmuró Dorsey, visiblemente afectado. Nadie respondió. Viper tenía la mirada clavada en un espejo que colgaba frente a la cama. En él, su reflejo no era del todo suyo. Su imagen de naga estaba ahí, pero sus ojos eran humanos... llenos de terror. Se giró sin inmutarse. — Regresemos —esa era la última habitación. Mientras salían, Rourke llamó por el intercomunicador: — Viper, tenemos un problema. El grupo respondió avanzando en su dirección. En la puerta de una de las habitaciones del ala izquierda, una de las que acababan de revisar hacía un momento, Rourke sostenía su arma con fuerza sin quitar la vista del interior. Pronto, Viper se asomó. La habitación era una réplica exacta del cuartel donde el equipo había dormido la noche anterior. Los catres, las mantas, hasta las fotos personales, todo los detalles estaban ahí. Incluso ellos. Copias de cada uno. — Eso es un espejo, ¿Verdad? —Spider tenía la voz quebrada. El silencio se apoderó del equipo. — No toquen nada. Nos vamos. — ¿Qué es esto, Viper? Esto no es normal. Esto es... —Mason parecía cada vez más asustado. — Ya no es asunto nuestro. Pero las escaleras ya no estaban ahí. El pasillo detrás de ellos era ahora un corredor infinito. La casa había cambiado. Dorsey murmuró una maldición. Spider gruñó. Rourke revisó su munición por cuarta vez. Viper no mostró emoción alguna. Apretó los labios. Sabía que había una regla en estos casos: la anomalía te observa, y si sabe que la temes, se alimenta. Así que avanzó.
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  • 𝗦𝝤𝝡𝗘ꔋ𝘏𐌉𝖭𝗚𝗦𝖠𝘉𝝤ꓴꔋ𝘏𝗘𝙍:
    ‘ᴹⁱˢᶜᵉˡˡᵃⁿᵉᵒᵘˢ ᴱᵈⁱᵗⁱᵒⁿ’

    ➜Es una fanática del terror, todo lo que gire en torno a lo oscuro y perturbador tiene su atención, libros, películas, adornos, lugares abandonados, objetos malditos y todo aquello con vibra sobrenatural forma parte de una de sus obsesiones.

    ➜Aunque no lo admite en el fondo le gusta la comida humana, sin embargo, no tolera todos los alimentos existentes por igual, algunos pueden conducirla al vómito o al malestar de la misma forma que puede tener antojos desmedidos o “inventar” recetas con su ingrediente especial (Sangre, obvio).

    ➜Detesta el silencio, no puede pasar más de cinco minutos sola con sus pensamientos o simplemente en ambientes quietos, acostumbra a llevar su móvil y auriculares con música constante para aliviar la ansiedad y el estrés que eso le ocasiona, le dificulta mantenerse racional. Ha adoptado una gran cultura musical con el correr de los siglos al recorrer distintos continentes.

    ➜A pesar de su apariencia ruda y actitud de matona pandillera tiene una seducción muy única, es más coqueta de lo que aparenta y sabe moverse muy bien, es buena bailarina y acróbata, parte de su entrenamiento físico consistió en contorsionismo y atletismo explotando al máximo su cuerpo.

    ➜Colecciona pertenencias de sus víctimas, no hay una explicación lógica para eso, simplemente si le gusta se lo lleva, si le causa algo será suyo, sobre todo joyas y objetos brillantes, pero no por eso menosprecia cosas como prendas, juguetes, etc.

    ➜Es indistinta a dañar animales (si no ha de ser un caso extremo), no tiene ninguna diferencia con ellos y sostiene que los humanos son la única especie sobrante y que está en constante reproducción.

    ➜Tiene gran habilidad para el dibujo y la pintura, en su pasado como clarividente se vio obligada a perfeccionar su arte para expresar a detalle todo lo que su mente proyectaba y replicar a la perfección todo tipo de imagen existente.

    ➜Es poliglota, si bien su idioma natal es el inglés ha dedicado parte de su vida a aprender varios idiomas a nivel fluido tanto en habla como en escritura entre los cuales se destacan el italiano, ruso, español, alemán y chino siendo su desafío actual el francés y el latín.

    ➜Duerme, no tan seguido como otras variantes de su especie, pero disfruta de siestas que oscilan entre 3 y 21 horas. Principalmente para moderar su sed, además de ser un buen “break” para su cabeza. En caso de sueños prolongados suele ocultarse de la civilización más no es muy común.

    ➜Le encantan los baños de inmersión, puede pasar largos ratos en piscinas o tinas, es uno de sus caprichos más comunes, siempre tiene un momento para ella y su “tiempo de spa”.

    ➜Fuma, por placer y por terapia, la ayuda a sostener su humor dónde corresponde cuando es necesario y como no le afecta también le sirve para distraerse de malos impulsos. Si quisiera experimentar algún efecto únicamente podría hacerlo a través de la sangre infectada con el estupefaciente a elección.

    ➜Sufre de pesadillas y visiones cortas sobre su pasado humano, (lo que la confunde a diario puesto que ella solo posee recuerdos lucidos de su vida a partir de su abrazo) así como también sobre el momento de su captura y muerte de su Sire, de la cual siente gran culpa hasta el día de hoy.

    ➜Es pesimista y bastante realista, nunca se ha permitido soñar en grande o tener metas más allá de la supervivencia, no posee vínculos muy cercanos y nunca ha tenido amoríos puesto a que más allá de tener un lado emocional oculto los algunos sentimientos aún son un enigma para ella, aunque interpreta las emociones con sabiduría a raíz de lo aprendido entre los humanos.

    ➜La tecnología no es una molestia para ella, ha logrado actualizarse con éxito y de hecho es buena para usarla, siendo casi adicta al teléfono celular.

    ➜Es sensible a ruidos extremadamente altos si la toman por sorpresa, todo lo que pueda estimular o alterar su psiquis la conducen a un frenesí psicótico dónde puede llegar a desconocerse con su entorno.

    ➜El contacto físico es difícil con ella, no le gusta, es muy sencillo causarle incomodidad y fastidio cuando de eso se trata, es algo que aún trabaja.

    ➜Adora los tatuajes, piercings y todo tipo de modificación corporal, ella posee varios de los primeros, aunque muchos cubren cicatrices que prefirió olvidar.

    ➜Lleva un conteo estricto de sus víctimas, es un TOC que no le ha dicho a nadie.

    ➜Cuando pierde la cordura suele tener episodios de tricotilomanía.

    ➜Es buena con las armas de todo tipo, pero una de las herencias de su Sire es el “asesinato bestial” ha demostrado que tan solo con sus manos puede crear terribles escenarios y es no solo un sello personal sino que también su favorito.
    𝗦𝝤𝝡𝗘ꔋ𝘏𐌉𝖭𝗚𝗦𝖠𝘉𝝤ꓴꔋ𝘏𝗘𝙍: ‘ᴹⁱˢᶜᵉˡˡᵃⁿᵉᵒᵘˢ ᴱᵈⁱᵗⁱᵒⁿ’ ➜Es una fanática del terror, todo lo que gire en torno a lo oscuro y perturbador tiene su atención, libros, películas, adornos, lugares abandonados, objetos malditos y todo aquello con vibra sobrenatural forma parte de una de sus obsesiones. ➜Aunque no lo admite en el fondo le gusta la comida humana, sin embargo, no tolera todos los alimentos existentes por igual, algunos pueden conducirla al vómito o al malestar de la misma forma que puede tener antojos desmedidos o “inventar” recetas con su ingrediente especial (Sangre, obvio). ➜Detesta el silencio, no puede pasar más de cinco minutos sola con sus pensamientos o simplemente en ambientes quietos, acostumbra a llevar su móvil y auriculares con música constante para aliviar la ansiedad y el estrés que eso le ocasiona, le dificulta mantenerse racional. Ha adoptado una gran cultura musical con el correr de los siglos al recorrer distintos continentes. ➜A pesar de su apariencia ruda y actitud de matona pandillera tiene una seducción muy única, es más coqueta de lo que aparenta y sabe moverse muy bien, es buena bailarina y acróbata, parte de su entrenamiento físico consistió en contorsionismo y atletismo explotando al máximo su cuerpo. ➜Colecciona pertenencias de sus víctimas, no hay una explicación lógica para eso, simplemente si le gusta se lo lleva, si le causa algo será suyo, sobre todo joyas y objetos brillantes, pero no por eso menosprecia cosas como prendas, juguetes, etc. ➜Es indistinta a dañar animales (si no ha de ser un caso extremo), no tiene ninguna diferencia con ellos y sostiene que los humanos son la única especie sobrante y que está en constante reproducción. ➜Tiene gran habilidad para el dibujo y la pintura, en su pasado como clarividente se vio obligada a perfeccionar su arte para expresar a detalle todo lo que su mente proyectaba y replicar a la perfección todo tipo de imagen existente. ➜Es poliglota, si bien su idioma natal es el inglés ha dedicado parte de su vida a aprender varios idiomas a nivel fluido tanto en habla como en escritura entre los cuales se destacan el italiano, ruso, español, alemán y chino siendo su desafío actual el francés y el latín. ➜Duerme, no tan seguido como otras variantes de su especie, pero disfruta de siestas que oscilan entre 3 y 21 horas. Principalmente para moderar su sed, además de ser un buen “break” para su cabeza. En caso de sueños prolongados suele ocultarse de la civilización más no es muy común. ➜Le encantan los baños de inmersión, puede pasar largos ratos en piscinas o tinas, es uno de sus caprichos más comunes, siempre tiene un momento para ella y su “tiempo de spa”. ➜Fuma, por placer y por terapia, la ayuda a sostener su humor dónde corresponde cuando es necesario y como no le afecta también le sirve para distraerse de malos impulsos. Si quisiera experimentar algún efecto únicamente podría hacerlo a través de la sangre infectada con el estupefaciente a elección. ➜Sufre de pesadillas y visiones cortas sobre su pasado humano, (lo que la confunde a diario puesto que ella solo posee recuerdos lucidos de su vida a partir de su abrazo) así como también sobre el momento de su captura y muerte de su Sire, de la cual siente gran culpa hasta el día de hoy. ➜Es pesimista y bastante realista, nunca se ha permitido soñar en grande o tener metas más allá de la supervivencia, no posee vínculos muy cercanos y nunca ha tenido amoríos puesto a que más allá de tener un lado emocional oculto los algunos sentimientos aún son un enigma para ella, aunque interpreta las emociones con sabiduría a raíz de lo aprendido entre los humanos. ➜La tecnología no es una molestia para ella, ha logrado actualizarse con éxito y de hecho es buena para usarla, siendo casi adicta al teléfono celular. ➜Es sensible a ruidos extremadamente altos si la toman por sorpresa, todo lo que pueda estimular o alterar su psiquis la conducen a un frenesí psicótico dónde puede llegar a desconocerse con su entorno. ➜El contacto físico es difícil con ella, no le gusta, es muy sencillo causarle incomodidad y fastidio cuando de eso se trata, es algo que aún trabaja. ➜Adora los tatuajes, piercings y todo tipo de modificación corporal, ella posee varios de los primeros, aunque muchos cubren cicatrices que prefirió olvidar. ➜Lleva un conteo estricto de sus víctimas, es un TOC que no le ha dicho a nadie. ➜Cuando pierde la cordura suele tener episodios de tricotilomanía. ➜Es buena con las armas de todo tipo, pero una de las herencias de su Sire es el “asesinato bestial” ha demostrado que tan solo con sus manos puede crear terribles escenarios y es no solo un sello personal sino que también su favorito.
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  • - Estaban en el aeropuerto, junto con Jack y Glen, y las maletas del pequeño-

    Angy: Glen hazle caso a Jack, en lo que te diga. Irán a ver a un viejo amigo , Pero cualquier cosa que Jack te diga le haces caso de acuerdo?

    - el pequeño asintió sonriendo levemente a su madre-

    Gleb: tu también cuídate Angyar

    - la joven abraza a su hijo fuerte tratando de no llorar -

    Jack: siempre me gustaron las películas de terror.
    - Angyar lo miro de reojo negando, y Jack solo sonrio-

    Jack: descuida no le pasará nada mientras yo esté vivo. Está telenovela está demasiado intrigante como para perdermela.

    - Angyar se separa de Gleb y le entrega un collar que tiene colgado un anillo-

    Angyar: cuando vuelvas me lo devuelves, te protegerá así como me protegió a mi estos meses.
    - le da un beso en la mejilla y Jack le da la señal al pequeño que deben irse , el pequeño se despide de su madre con la mano y ella le responde de igual manera. Cuando ya los pierde de vista se da la vuelta camino a la salida -

    Bien comencemos...
    - Estaban en el aeropuerto, junto con Jack y Glen, y las maletas del pequeño- Angy: Glen hazle caso a Jack, en lo que te diga. Irán a ver a un viejo amigo , Pero cualquier cosa que Jack te diga le haces caso de acuerdo? - el pequeño asintió sonriendo levemente a su madre- Gleb: tu también cuídate Angyar - la joven abraza a su hijo fuerte tratando de no llorar - Jack: siempre me gustaron las películas de terror. - Angyar lo miro de reojo negando, y Jack solo sonrio- Jack: descuida no le pasará nada mientras yo esté vivo. Está telenovela está demasiado intrigante como para perdermela. - Angyar se separa de Gleb y le entrega un collar que tiene colgado un anillo- Angyar: cuando vuelvas me lo devuelves, te protegerá así como me protegió a mi estos meses. - le da un beso en la mejilla y Jack le da la señal al pequeño que deben irse , el pequeño se despide de su madre con la mano y ella le responde de igual manera. Cuando ya los pierde de vista se da la vuelta camino a la salida - Bien comencemos...
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  • ¿A que no lo adivináis? ¡CHAN CHAN CHAN!
    ¡Alguien más ha decidido dar el salto a 3D!

    ¡BIENVENIDA A LOS PERSONAJES 3D, 🇰​🇦​🇾​🇦​🇰​🇴​ ​ 🇸​🇦​🇪​🇰​🇮​!

    Ella es un personaje de "La Maldición", así que... amantes del terror... ¿A qué esperáis?


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D
    ¿A que no lo adivináis? ¡CHAN CHAN CHAN! 🤩 ¡Alguien más ha decidido dar el salto a 3D! ✨ ¡BIENVENIDA A LOS PERSONAJES 3D, [Kayak0]! 🎉 Ella es un personaje de "La Maldición", así que... amantes del terror... ¿A qué esperáis? #Personajes3D #3D #Comunidad3D
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  • En lo más profundo del Reino del Sueño, más allá de las corrientes agitadas de Morfeo, más allá del umbral de los terrores nocturnos y los sueños sin rumbo, hay un espacio donde la niebla canta.
    Una bruma plateada se desliza entre los surcos del alma dormida, invisible para la mente humana, imperceptible incluso para otros dioses.

    Ser un espiritu divino, ser Eunoë es aquella que...

    No camina. No flota. No se mueve como los demás.
    Ella brota, se expande como hálito sagrado en cada rincón donde la voluntad flaquea.
    Los sueños la ignoran... y, sin embargo, se reencuentran consigo mismos cuando ella pasa.

    Esta noche, en el lecho de un anciano que ha olvidado el sabor de la esperanza, su neblina se arremolina con dulzura.
    Su presencia no da frío, ni calor... solo alivio.

    Desde su niebla surgen, por primera vez, dos formas delicadas como hilos de humo: manos nacientes, aún aprendiendo a tocar.
    No rozan la piel, sino el recuerdo del alma.
    Con un gesto lento, una de esas manos cubre el pecho del durmiente.
    La otra... siembra.

    No semillas, no palabras, no pensamientos... sino un susurro divino:

    "Todavía puedes volver a imaginar."

    Y donde antes había un vacío sin color, brota un sueño tenue: el anciano se ve a sí mismo de niño, corriendo entre árboles que no existen, riendo con una voz que creía perdida.
    No lo recuerda al despertar.
    Pero al abrir los ojos, algo ha cambiado.
    Tiene hambre. Tiene ganas de escribir algo. Sonríe sin razón.

    Ella no espera agradecimientos.
    No necesita que la recuerden.
    Ella siembra en silencio y se retira como el rocío que no exige ser visto.

    Y así, con cada alma que toca, la niebla florece un poco más.
    Pequeños hilos de neblina —hilos de consuelo— quedan flotando como pétalos invisibles.
    Nadie los nota, pero muchos vuelven a soñar.
    En lo más profundo del Reino del Sueño, más allá de las corrientes agitadas de Morfeo, más allá del umbral de los terrores nocturnos y los sueños sin rumbo, hay un espacio donde la niebla canta. Una bruma plateada se desliza entre los surcos del alma dormida, invisible para la mente humana, imperceptible incluso para otros dioses. Ser un espiritu divino, ser Eunoë es aquella que... No camina. No flota. No se mueve como los demás. Ella brota, se expande como hálito sagrado en cada rincón donde la voluntad flaquea. Los sueños la ignoran... y, sin embargo, se reencuentran consigo mismos cuando ella pasa. Esta noche, en el lecho de un anciano que ha olvidado el sabor de la esperanza, su neblina se arremolina con dulzura. Su presencia no da frío, ni calor... solo alivio. Desde su niebla surgen, por primera vez, dos formas delicadas como hilos de humo: manos nacientes, aún aprendiendo a tocar. No rozan la piel, sino el recuerdo del alma. Con un gesto lento, una de esas manos cubre el pecho del durmiente. La otra... siembra. No semillas, no palabras, no pensamientos... sino un susurro divino: "Todavía puedes volver a imaginar." Y donde antes había un vacío sin color, brota un sueño tenue: el anciano se ve a sí mismo de niño, corriendo entre árboles que no existen, riendo con una voz que creía perdida. No lo recuerda al despertar. Pero al abrir los ojos, algo ha cambiado. Tiene hambre. Tiene ganas de escribir algo. Sonríe sin razón. Ella no espera agradecimientos. No necesita que la recuerden. Ella siembra en silencio y se retira como el rocío que no exige ser visto. Y así, con cada alma que toca, la niebla florece un poco más. Pequeños hilos de neblina —hilos de consuelo— quedan flotando como pétalos invisibles. Nadie los nota, pero muchos vuelven a soñar.
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  • Ian Maslow d’Aubigny
    Categoría Slice of Life
    En lo alto de un edificio de mármol negro en Marsella, con vista al puerto cubierto por la niebla, Ian Maslow cerraba un trato con una sonrisa que jamás alcanzaba sus ojos. Era el líder silencioso de la familia Maslow, una organización que controlaba desde el tráfico de armas en los Balcanes hasta los contratos políticos en Francia. Para muchos, los Maslow eran una leyenda de sangre y miedo. Para los que sabían la verdad, Ian era el mito tras la leyenda.

    Vestía siempre de negro. No por dramatismo, sino por eficiencia. El negro no llama la atención. El negro se mezcla con la noche. Como él.
    Ian no levantaba la voz. Bastaba una mirada. Una pausa exacta. Una frase lanzada como cuchillo al corazón de sus enemigos.

    Su obsesión no eran las armas ni el dinero. Eran las personas. Estudiarlas. Controlarlas. Saber qué las mueve y, sobre todo, qué las detiene. Tenía un archivo mental de cada aliado, cada traidor, cada político que alguna vez respiró cerca de su poder. En su mundo, el azar era una excusa de los débiles.

    Una vez, un periodista intentó exponerlo. Desapareció sin ruido. Sin nota. Sin cuerpo. Solo un sobre, dejado en el buzón de su redacción, con una sola frase escrita a máquina:

    “Cuando escribes sobre monstruos, asegúrate de no ser interesante para ellos.”

    Esa era la firma de Maslow. La elegancia del terror.
    De noche, tejía acuerdos con ministros corruptos, reorganizaba cargamentos ilegales y tomaba decisiones que decidían la vida o la muerte de decenas sin pestañear.

    No necesitaba disparar un arma. Porque el verdadero poder es hacer que otros disparen por ti… y te den las gracias por ello.

    Consideraciones: Disposición a aceptar roles, mínimo pido trama con un sentido y ortografía entendible , quiero pasar un buen momento en la plataforma. No tengan miedo a acercarse...
    En lo alto de un edificio de mármol negro en Marsella, con vista al puerto cubierto por la niebla, Ian Maslow cerraba un trato con una sonrisa que jamás alcanzaba sus ojos. Era el líder silencioso de la familia Maslow, una organización que controlaba desde el tráfico de armas en los Balcanes hasta los contratos políticos en Francia. Para muchos, los Maslow eran una leyenda de sangre y miedo. Para los que sabían la verdad, Ian era el mito tras la leyenda. Vestía siempre de negro. No por dramatismo, sino por eficiencia. El negro no llama la atención. El negro se mezcla con la noche. Como él. Ian no levantaba la voz. Bastaba una mirada. Una pausa exacta. Una frase lanzada como cuchillo al corazón de sus enemigos. Su obsesión no eran las armas ni el dinero. Eran las personas. Estudiarlas. Controlarlas. Saber qué las mueve y, sobre todo, qué las detiene. Tenía un archivo mental de cada aliado, cada traidor, cada político que alguna vez respiró cerca de su poder. En su mundo, el azar era una excusa de los débiles. Una vez, un periodista intentó exponerlo. Desapareció sin ruido. Sin nota. Sin cuerpo. Solo un sobre, dejado en el buzón de su redacción, con una sola frase escrita a máquina: “Cuando escribes sobre monstruos, asegúrate de no ser interesante para ellos.” Esa era la firma de Maslow. La elegancia del terror. De noche, tejía acuerdos con ministros corruptos, reorganizaba cargamentos ilegales y tomaba decisiones que decidían la vida o la muerte de decenas sin pestañear. No necesitaba disparar un arma. Porque el verdadero poder es hacer que otros disparen por ti… y te den las gracias por ello. Consideraciones: Disposición a aceptar roles, mínimo pido trama con un sentido y ortografía entendible , quiero pasar un buen momento en la plataforma. No tengan miedo a acercarse...
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  • Tuvo un sueño sin sentido y eso provocó que su corazón amanezca agitado. ¿Ataque de pánico?. No delata su condición, sumerge su cabeza entre las aguas aunque el miedo lo consuma.

    Se levanta, se mira al espejo, la voz en su cabeza sigue sonando, lo que antes era imperceptible se volvió una furia que agita su interior. Había olvidado lo terrorífico que es su propia mente descontrolada.

    — Mantén la calma, respira y usemos la lógica. — "Elegiste por presión social pero tú corazón sabía cuál era la respuesta " le susurraba esa silueta colada tras el espejo.

    J.K se marcha tomando fuertes bocados de aire, necesita fumar.
    Tuvo un sueño sin sentido y eso provocó que su corazón amanezca agitado. ¿Ataque de pánico?. No delata su condición, sumerge su cabeza entre las aguas aunque el miedo lo consuma. Se levanta, se mira al espejo, la voz en su cabeza sigue sonando, lo que antes era imperceptible se volvió una furia que agita su interior. Había olvidado lo terrorífico que es su propia mente descontrolada. — Mantén la calma, respira y usemos la lógica. — "Elegiste por presión social pero tú corazón sabía cuál era la respuesta " le susurraba esa silueta colada tras el espejo. J.K se marcha tomando fuertes bocados de aire, necesita fumar.
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