• Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    ~El interior del árbol estaba sumido en la total oscuridad. sólo la destellante luz provocaba por el impacto del martillo contra las runas brindaban unos breves instantes de claridad cegadora. Sin embargo, sus ojos no derramaban lágrimas por el brillo del círculo; Las perlas de sus ojos surgían cada vez que miraba la dorada sangre manchando sus brazos desde las manos hasta los codos. Y asimismo golpeaba con más fuerza. Según los martillazos eran dados notaba como su piel, su cuerpo en si, empezaba a romperse, como si fuera una muñeca de porcelana. Pero le daba igual; en ese momento la ira, frustración y tristeza que sentía en ese momento la hacían olvidar, que su cuerpo se fragmentaba. El quería salir, quería reparar el daño que ella estaba haciendo; pero no estaba dispuesta a dejarle aparecer. La bestia intentaba detener sus brazos y alejarla del círculo del Elden, cuál marioneta, más no estaba dispuesta a permitírselo una vez más.

    Un martillazo, otro, otro, todos acompañados de un solemne impacto que resonaba por las paredes con un eco fantasmal.....Hasta que acabó.

    Las runas estaban esparcidas como piezas de un puzzle de oro y santidad; y gran parte de su brazo izquierdo se fragmentó en pedazos, dejando a la vista una oscura sombra. Se arrodilló, agotada y aturdida, mientras parte de su cuerpo empezaba a desprenderse y convertirse en piedra, desde su pierna hasta la cabeza. Involuntariamente, movida por la bestia, sus brazos se abrieron y postrada en el suelo, agachada. finalmente la cabeza, siendo alzada y tomada presa.

    Ya, después de todo lo ocurrido, no le importaba lo que fuera a pasar ahora.
    ~El interior del árbol estaba sumido en la total oscuridad. sólo la destellante luz provocaba por el impacto del martillo contra las runas brindaban unos breves instantes de claridad cegadora. Sin embargo, sus ojos no derramaban lágrimas por el brillo del círculo; Las perlas de sus ojos surgían cada vez que miraba la dorada sangre manchando sus brazos desde las manos hasta los codos. Y asimismo golpeaba con más fuerza. Según los martillazos eran dados notaba como su piel, su cuerpo en si, empezaba a romperse, como si fuera una muñeca de porcelana. Pero le daba igual; en ese momento la ira, frustración y tristeza que sentía en ese momento la hacían olvidar, que su cuerpo se fragmentaba. El quería salir, quería reparar el daño que ella estaba haciendo; pero no estaba dispuesta a dejarle aparecer. La bestia intentaba detener sus brazos y alejarla del círculo del Elden, cuál marioneta, más no estaba dispuesta a permitírselo una vez más. Un martillazo, otro, otro, todos acompañados de un solemne impacto que resonaba por las paredes con un eco fantasmal.....Hasta que acabó. Las runas estaban esparcidas como piezas de un puzzle de oro y santidad; y gran parte de su brazo izquierdo se fragmentó en pedazos, dejando a la vista una oscura sombra. Se arrodilló, agotada y aturdida, mientras parte de su cuerpo empezaba a desprenderse y convertirse en piedra, desde su pierna hasta la cabeza. Involuntariamente, movida por la bestia, sus brazos se abrieron y postrada en el suelo, agachada. finalmente la cabeza, siendo alzada y tomada presa. Ya, después de todo lo ocurrido, no le importaba lo que fuera a pasar ahora.
    Me encocora
    2
    0 comentarios 0 compartidos
  • La máquina de espresso silbaba, alguien sentado a un lado de la ventana reía demasiado fuerte, y en la esquina mas oscura, Svetla, con una sudadera con una capucha negra, observaba a los clientes mientras giraba una cuchara que...¿reflejaba algo que no estaba ahí?

    El lugar olía a vainilla quemada. El cartel detrás del mostrador decía '𝘕𝘰 𝘴𝘦 𝘢𝘤𝘦𝘱𝘵𝘢𝘯 𝘤𝘩𝘦𝘲𝘶𝘦𝘴 𝘯𝘪 𝘢𝘭𝘮𝘢𝘴'. Nadie sabía si era broma. Svetla no bebía su matcha latte, solo movía la cuchara en círculos perfectos, como si estuviera trazando runas en la espuma.

    De repente, un desconocido se sentó frente a ella. Por accidente o por curiosidad.

    — Esa silla está ocupada —dijo ella al sentir su presencia, sin mirarlo, dejando caer un terrón de azúcar en la taza— ...aunque no por alguien que esté vivo, así que supongo que no importa...

    «𝘌𝘭𝘭𝘢 𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘦. 𝘓𝘢 𝘴𝘪𝘭𝘭𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘥𝘪𝘴𝘱𝘰𝘯𝘪𝘣𝘭𝘦. 𝘗𝘦𝘳𝘰, ¿𝘵𝘶 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘴 𝘭𝘪𝘴𝘵𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢𝘳𝘭𝘢?» Murmuró el hombre pálido y semitransparente. La voz surgió como un susurro, demasiado cerca del oído del desconocido, pero él no pudo escucharlo, solo sintió la ráfaga de aire helado que rozó su nuca.

    Svetla finalmente alzó la vista. Sus ojos verdes, por un instante, parecieron brillar con un destello demasiado intenso para ser humanos.

    — Relájateee. Solo estoy bromeando...o no —empujó hacia el desconocido una tarjeta de visita negra donde las letras se reorganizaban solas— ¿Vienes por café...o porque soñaste con esta dirección anoche?


    #freerol
    La máquina de espresso silbaba, alguien sentado a un lado de la ventana reía demasiado fuerte, y en la esquina mas oscura, Svetla, con una sudadera con una capucha negra, observaba a los clientes mientras giraba una cuchara que...¿reflejaba algo que no estaba ahí? El lugar olía a vainilla quemada. El cartel detrás del mostrador decía '𝘕𝘰 𝘴𝘦 𝘢𝘤𝘦𝘱𝘵𝘢𝘯 𝘤𝘩𝘦𝘲𝘶𝘦𝘴 𝘯𝘪 𝘢𝘭𝘮𝘢𝘴'. Nadie sabía si era broma. Svetla no bebía su matcha latte, solo movía la cuchara en círculos perfectos, como si estuviera trazando runas en la espuma. De repente, un desconocido se sentó frente a ella. Por accidente o por curiosidad. — Esa silla está ocupada —dijo ella al sentir su presencia, sin mirarlo, dejando caer un terrón de azúcar en la taza— ...aunque no por alguien que esté vivo, así que supongo que no importa... «𝘌𝘭𝘭𝘢 𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘦. 𝘓𝘢 𝘴𝘪𝘭𝘭𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘥𝘪𝘴𝘱𝘰𝘯𝘪𝘣𝘭𝘦. 𝘗𝘦𝘳𝘰, ¿𝘵𝘶 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘴 𝘭𝘪𝘴𝘵𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢𝘳𝘭𝘢?» Murmuró el hombre pálido y semitransparente. La voz surgió como un susurro, demasiado cerca del oído del desconocido, pero él no pudo escucharlo, solo sintió la ráfaga de aire helado que rozó su nuca. Svetla finalmente alzó la vista. Sus ojos verdes, por un instante, parecieron brillar con un destello demasiado intenso para ser humanos. — Relájateee. Solo estoy bromeando...o no —empujó hacia el desconocido una tarjeta de visita negra donde las letras se reorganizaban solas— ¿Vienes por café...o porque soñaste con esta dirección anoche? #freerol
    Me encocora
    Me gusta
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • La arena no era arena, eran fragmentos de deseos olvidados que crujían como huesos bajo sus pies. El mar no era mar, sino una masa oscura y espesa que reflejaba las caras distorsionadas cada vez que la luna falsa se asomaba entre las nubes. El aire olía a sal, hierro, y...a electricidad estática. Los dedos enguantados de los Vigilantes le hundían las garras en sus brazos, marcando su piel a través de la fina tela de su vestido. Ella respiró hondo, sintiendo como las runas de supresión en sus muñecas latían en sincronía con su pulso acelerado. Cada símbolo era un clavo en su magia, un intento del Consejo por domesticar lo que era indomable.

    El Capitán de los Vigilantes avanzó, su armadura chirriaba con cada paso sobre la arena brillante. La espada rúnica en su mano dejaba un rastro de luz azulada en el aire, como si cortara la realidad misma.

    — Terminemos esto, Kael —dijo uno de Los Vigilantes, mientras ajustaba su agarre en el brazo izquierdo de Svetla— hay que llevarla ante el Consejo antes de que...

    — Antes de que ¿qué? —interrumpió ella, alzando la vista con una sonrisa desafiante. Su mechón blanco brillaba bajo la luz lunar— ¿antes de que él Capitán recuerde que...su esposa también pidió un deseo una vez? Uno que él no supo darle.

    El Capitán se tensó. El filo de su espada tembló levemente

    "Si...ahí está. La grieta en tu armadura, capitán" Pensó.

    «𝘌𝘴𝘤𝘶𝘱𝘦 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘤𝘢𝘳𝘢 𝘢𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘮𝘰𝘳𝘪𝘳.» Murmuró Luc, con su silueta semitransparente flotando a un lado de ella. Pero él sabía que ella no moriría. No hoy.

    Svetla cerró los ojos y escuchó. Más allá de las palabras de los Vigilantes, que seguían discutiendo que hacer. Más allá de la voz de la sombra fantasmal que siempre la acompañaba. Más allá del crujir de sus propios pasos. Allí, estaba el verdadero sonido de ese lugar:

    𝙀𝙡 𝙢𝙖𝙧.

    No. 𝘕𝘰 𝘦𝘳𝘢 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘦𝘭 𝘮𝘢𝘳. No era el simple oleaje de un océano humano, sino el susurro del Primer Caos, aquel que existía antes de que los deseos tuvieran un nombre. Era un murmullo que le hablaba en lenguas olvidadas, que le recordaba lo que era: hija del abismo, tejedora de costuras entre mundos, vendedora de deseos.

    — ¿Sabes que le pasa al mar cuando alguien le pide un deseo...? —susurró Svetla.

    — Cállate —gruñó el capitan, ignorando el significado tras las palabras de la castaña— No puedes escapar, Le'ron. tus poderes están...

    — ¿Bloqueados? —Svetla rió, y en ese momento, la primera gota de sangre cayó de su nariz a la arena. Los vigilantes no la vieron hundirse en el suelo, no sintieron como los granos de deseos olvidados absorbían la gota rojiza— quizás los poderes pueden ser robados, Kael. Pero el caos... 𝘦𝘭 𝘤𝘢𝘰𝘴 𝘴𝘪𝘮𝘱𝘭𝘦𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘦𝘴.

    Con un movimiento brusco, la castaña retorció su brazo izquierdo hasta sentir el crujido del hueso dislocándose. El dolor no importaba, porque había algo que callaría al dolor pronto...la libertad.

    Las runas de supresión necesitaban contacto completo para funcionar. Un hueso fuera de lugar, una herida abierta, y la cadena se rompía por un instante. Un segundo. Un segundo era todo lo que necesitaba.

    "Ven a mi" Susurró al mar, pero no con palabras, sino con el lenguaje de las cosas que se rompen. "Cómo yo voy a ti."

    𝙀𝙡 𝙤𝙘𝙚𝙖𝙣𝙤 𝙧𝙪𝙜𝙞𝙤.

    No fue una ola lo que vino, sino una herida en el mundo que se abrió desde las profundidades hasta la orilla. Los Vigilantes gritaron cuando el agua negra les golpeó, pero el verdadero horror llegó cuando vieran lo que realmente era:

    Millones de manos translucidas, bocas abiertas en gritos silenciados, dedos que buscaban agarrar, arrastrar. Los restos de todos los deseos no pagados, las promesas rotas que el mar había recolectado desde el principio de los tiempos.

    — ¡Sueltenla! —alcanzó a gritar uno de Los Vigilantes antes de que la primera mano se cerrara alrededor de su tobillo.

    No necesitó que se lo dijeran dos veces. Con un movimiento fluido –como si el dolor de su brazo le perteneciera a otro cuerpo–, se zafó de los agarres y saltó hacia la brecha.

    El agua fría la envolvió como un vientre materno. Por un momento, todo fue silencio y oscuridad. Luego, las voces comenzaron. "𝘜𝘯 𝘰𝘫𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘴𝘵𝘢 𝘮𝘢𝘴 𝘢𝘨𝘶𝘥𝘢..." "𝘜𝘯 𝘨𝘳𝘪𝘵𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘦𝘭 𝘴𝘪𝘭𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰..." "𝘜𝘯 𝘩𝘪𝘫𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘦𝘭 𝘱𝘰𝘥𝘦𝘳..."

    Eran los ecos de los pactos que el mar recordaba. Sintió cómo sus pulmones ardían, pero no por falta de aire –nadie se ahoga aqui– sino porque el caos le preguntaba: "¿𝘘𝘶𝘦 𝘥𝘢𝘴 𝘢 𝘤𝘢𝘮𝘣𝘪𝘰, 𝘱𝘦𝘲𝘶𝘦ñ𝘢 𝘮𝘦𝘯𝘵𝘪𝘳𝘰𝘴𝘢?"

    — ¡Lo que sea! —gritó, y su voz resonó en el mismo caos como un disparo.

    El mar rió. Y entonces, la escupió.

    La castaña cayó de rodillas en la arena. Una arena que no era más que solo arena. Frente a un mar que si era mar. Otra playa, está vez en el plano primario. El agua salada que escupió estaba teñida de rojo, pero no era sangre... 𝘦𝘳𝘢𝘯 𝘱𝘦𝘵𝘢𝘭𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘧𝘭𝘰𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘦𝘹𝘪𝘴𝘵𝘪𝘢 𝘦𝘯 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘮𝘶𝘯𝘥𝘰.

    A su lado, Luc se materializó, más pálido que de costumbre –como si eso fuera posible–.

    «𝘕𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘮𝘢𝘴 𝘩𝘢𝘨𝘢𝘴 𝘦𝘴𝘰. 𝘕𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘮𝘢𝘴 𝘭𝘭𝘢𝘮𝘦𝘴 𝘢 𝘦𝘴𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘦𝘯𝘵𝘪𝘦𝘯𝘥𝘦𝘴.» Murmuró.

    Ella no respondió. Se limitó a mirar hacia el horizonte, dónde la luna –esta vez, una real. La luna que conocía– se reflejaba sobre aguas demasiado tranquilas.

    En su muñeca, dónde antes estaban las runas de supresión, ahora había una marca nueva. Una que parecía girar si la mirabas demasiado tiempo.

    "Todo deseo tiene un costo..." Pensó, acariciando la marca.
    La arena no era arena, eran fragmentos de deseos olvidados que crujían como huesos bajo sus pies. El mar no era mar, sino una masa oscura y espesa que reflejaba las caras distorsionadas cada vez que la luna falsa se asomaba entre las nubes. El aire olía a sal, hierro, y...a electricidad estática. Los dedos enguantados de los Vigilantes le hundían las garras en sus brazos, marcando su piel a través de la fina tela de su vestido. Ella respiró hondo, sintiendo como las runas de supresión en sus muñecas latían en sincronía con su pulso acelerado. Cada símbolo era un clavo en su magia, un intento del Consejo por domesticar lo que era indomable. El Capitán de los Vigilantes avanzó, su armadura chirriaba con cada paso sobre la arena brillante. La espada rúnica en su mano dejaba un rastro de luz azulada en el aire, como si cortara la realidad misma. — Terminemos esto, Kael —dijo uno de Los Vigilantes, mientras ajustaba su agarre en el brazo izquierdo de Svetla— hay que llevarla ante el Consejo antes de que... — Antes de que ¿qué? —interrumpió ella, alzando la vista con una sonrisa desafiante. Su mechón blanco brillaba bajo la luz lunar— ¿antes de que él Capitán recuerde que...su esposa también pidió un deseo una vez? Uno que él no supo darle. El Capitán se tensó. El filo de su espada tembló levemente "Si...ahí está. La grieta en tu armadura, capitán" Pensó. «𝘌𝘴𝘤𝘶𝘱𝘦 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘤𝘢𝘳𝘢 𝘢𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘮𝘰𝘳𝘪𝘳.» Murmuró Luc, con su silueta semitransparente flotando a un lado de ella. Pero él sabía que ella no moriría. No hoy. Svetla cerró los ojos y escuchó. Más allá de las palabras de los Vigilantes, que seguían discutiendo que hacer. Más allá de la voz de la sombra fantasmal que siempre la acompañaba. Más allá del crujir de sus propios pasos. Allí, estaba el verdadero sonido de ese lugar: 𝙀𝙡 𝙢𝙖𝙧. No. 𝘕𝘰 𝘦𝘳𝘢 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘦𝘭 𝘮𝘢𝘳. No era el simple oleaje de un océano humano, sino el susurro del Primer Caos, aquel que existía antes de que los deseos tuvieran un nombre. Era un murmullo que le hablaba en lenguas olvidadas, que le recordaba lo que era: hija del abismo, tejedora de costuras entre mundos, vendedora de deseos. — ¿Sabes que le pasa al mar cuando alguien le pide un deseo...? —susurró Svetla. — Cállate —gruñó el capitan, ignorando el significado tras las palabras de la castaña— No puedes escapar, Le'ron. tus poderes están... — ¿Bloqueados? —Svetla rió, y en ese momento, la primera gota de sangre cayó de su nariz a la arena. Los vigilantes no la vieron hundirse en el suelo, no sintieron como los granos de deseos olvidados absorbían la gota rojiza— quizás los poderes pueden ser robados, Kael. Pero el caos... 𝘦𝘭 𝘤𝘢𝘰𝘴 𝘴𝘪𝘮𝘱𝘭𝘦𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘦𝘴. Con un movimiento brusco, la castaña retorció su brazo izquierdo hasta sentir el crujido del hueso dislocándose. El dolor no importaba, porque había algo que callaría al dolor pronto...la libertad. Las runas de supresión necesitaban contacto completo para funcionar. Un hueso fuera de lugar, una herida abierta, y la cadena se rompía por un instante. Un segundo. Un segundo era todo lo que necesitaba. "Ven a mi" Susurró al mar, pero no con palabras, sino con el lenguaje de las cosas que se rompen. "Cómo yo voy a ti." 𝙀𝙡 𝙤𝙘𝙚𝙖𝙣𝙤 𝙧𝙪𝙜𝙞𝙤. No fue una ola lo que vino, sino una herida en el mundo que se abrió desde las profundidades hasta la orilla. Los Vigilantes gritaron cuando el agua negra les golpeó, pero el verdadero horror llegó cuando vieran lo que realmente era: Millones de manos translucidas, bocas abiertas en gritos silenciados, dedos que buscaban agarrar, arrastrar. Los restos de todos los deseos no pagados, las promesas rotas que el mar había recolectado desde el principio de los tiempos. — ¡Sueltenla! —alcanzó a gritar uno de Los Vigilantes antes de que la primera mano se cerrara alrededor de su tobillo. No necesitó que se lo dijeran dos veces. Con un movimiento fluido –como si el dolor de su brazo le perteneciera a otro cuerpo–, se zafó de los agarres y saltó hacia la brecha. El agua fría la envolvió como un vientre materno. Por un momento, todo fue silencio y oscuridad. Luego, las voces comenzaron. "𝘜𝘯 𝘰𝘫𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘴𝘵𝘢 𝘮𝘢𝘴 𝘢𝘨𝘶𝘥𝘢..." "𝘜𝘯 𝘨𝘳𝘪𝘵𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘦𝘭 𝘴𝘪𝘭𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰..." "𝘜𝘯 𝘩𝘪𝘫𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘦𝘭 𝘱𝘰𝘥𝘦𝘳..." Eran los ecos de los pactos que el mar recordaba. Sintió cómo sus pulmones ardían, pero no por falta de aire –nadie se ahoga aqui– sino porque el caos le preguntaba: "¿𝘘𝘶𝘦 𝘥𝘢𝘴 𝘢 𝘤𝘢𝘮𝘣𝘪𝘰, 𝘱𝘦𝘲𝘶𝘦ñ𝘢 𝘮𝘦𝘯𝘵𝘪𝘳𝘰𝘴𝘢?" — ¡Lo que sea! —gritó, y su voz resonó en el mismo caos como un disparo. El mar rió. Y entonces, la escupió. La castaña cayó de rodillas en la arena. Una arena que no era más que solo arena. Frente a un mar que si era mar. Otra playa, está vez en el plano primario. El agua salada que escupió estaba teñida de rojo, pero no era sangre... 𝘦𝘳𝘢𝘯 𝘱𝘦𝘵𝘢𝘭𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘧𝘭𝘰𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘦𝘹𝘪𝘴𝘵𝘪𝘢 𝘦𝘯 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘮𝘶𝘯𝘥𝘰. A su lado, Luc se materializó, más pálido que de costumbre –como si eso fuera posible–. «𝘕𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘮𝘢𝘴 𝘩𝘢𝘨𝘢𝘴 𝘦𝘴𝘰. 𝘕𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘮𝘢𝘴 𝘭𝘭𝘢𝘮𝘦𝘴 𝘢 𝘦𝘴𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘦𝘯𝘵𝘪𝘦𝘯𝘥𝘦𝘴.» Murmuró. Ella no respondió. Se limitó a mirar hacia el horizonte, dónde la luna –esta vez, una real. La luna que conocía– se reflejaba sobre aguas demasiado tranquilas. En su muñeca, dónde antes estaban las runas de supresión, ahora había una marca nueva. Una que parecía girar si la mirabas demasiado tiempo. "Todo deseo tiene un costo..." Pensó, acariciando la marca.
    Me encocora
    Me gusta
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • Runas, cristales y orbes, la alquimia permite infundir en estos materiales propiedades increíbles, casi mágicas. Y son mi mayor orgullo.

    Para quienes les pueda interesar, me encontraran en mi estudio en la Av. Millicent 83, pregunten por el Alquimista...
    Runas, cristales y orbes, la alquimia permite infundir en estos materiales propiedades increíbles, casi mágicas. Y son mi mayor orgullo. Para quienes les pueda interesar, me encontraran en mi estudio en la Av. Millicent 83, pregunten por el Alquimista...
    Me gusta
    1
    2 turnos 0 maullidos
  • 𝗦𝗶𝗰𝘂𝘁 𝗹𝘂𝘅 𝗲𝘁 𝘁𝗲𝗻𝗲𝗯𝗿𝗮𝗲
    Categoría Otros
    𝗐𝗂𝗍𝗁: James Delaney

    El olor de la carne era inconfundible, la sangre y el desmembramiento de partes era una de las cosas que desearía haber olvidar de la guerra, mas aun cuando no se conocer ni un poco de su propio futuro dentro de los próximos segundos. Tendida contra el suelo, deseo haber tomado una mejor eleccion, haber pedido ayuda, esperar en casa o simplemente ir mejor preparada para la batalla. Pero nada de eso la preparaba para la extrema antinaturalidad del lugar, con la sangre pesada desde el momento en que su carne toco la ramas o desde que el aire viciado de la neblina extraña comenzó a asfixiarla y confundir sus sentidos, con runas medio hechas que no se podia usar por mas de unos minutos antes de ceder y desvanecerse de la piel.

    El limite de las cosas, así lo queria ver, todo aquello que es invisible parecia superarla con crecer, con una gran particularidad divertida, siendo Clary parte vital del otro lado del velo, una de los muchos que pueden ver, una de las que puede conmbatir y protejer.

    "Esta trayendo seres oscuros entre nosotros, ya nisiquiera sabemos en quien confiar. Amenaza a nuestra especie y al orden, no quiero oír quejas. Por ahora, nos encargaremos nosotros personalmente de garantizar la seguridad del mundo, dejaremos el resto para quedar alerta desde sus respectivos institutos, sobre los brujos... deberán mantenerse en sus casas hasta terminar las investigaciones, cualquiera que se encuentre tan solo a unos metros, será considerado un traidor. No nos obliguen a replantear los acuerdos."

    Esa era la orden, esperar y dejar fluir. Pero para Clary eso era simplemente imposible, ser alguien que se queda quieto mientras tiene las armas suficientes para ayudar a otros y no ser simplemente la receptora de malas noticias llenas de nombres conocidos que desaparecían o simplemente morían en el deber. 'Se que no puedo detenerte, solo... ten cuidado' Prometió a Ragnor quien sabia de antemano que si abría el portal, no habría marcha atrás y comprometeriá, no solo su propia vida, si no la de alguien valioso para su viejo amigo, con opciones reducidas empujo a la menuda peliroja hacia la zona mas cercana, el bien conocido Puente de Overtoun, a solo unos pocos pasos del bosque denominado como
    "La mancha negra de Escocia".

    Con cada paso mas cerca del centro, sus pasos se volvían torpes, su respiracion dificil, su equilibrio entorpecido entre mas se sumergía en el lodoso pantano formado de manera antinatural, magia o alguún tipo de reacción sobrenaatural ante la oscuridad, no podia definirlo ni tenia la mente suficiente para concentrarse. Para la quinta caída decidio que el cuchillo serafín permaneciera mucho mas al frente de su rostro para evitar clavarlo en su propia carne y con la piedra luminosa pegada bien a su cuerpo para defenderse de la oscuridad del bosque y darse un poco de seguridad, no queriendo alejarse de la poca luz que la noche que cubría cada centímetro del area. Para cuando la cabaña se volvió visible ante sus ojos entre la niebla y con la luz apuntandole como si fuera una señal divina, el aire no le entraba con normalidad a los pulmones y sus pies se sentian cansados de tanto caminar, se dio cuenta de que los cuerpos de viejos y jovenes nefilim ya hacian esparcidos por todo el lugar, como en una escena de terror bien escenografiada para dar un escalofrío a quien mirase.
    𝗐𝗂𝗍𝗁: [DevilDelan3y] El olor de la carne era inconfundible, la sangre y el desmembramiento de partes era una de las cosas que desearía haber olvidar de la guerra, mas aun cuando no se conocer ni un poco de su propio futuro dentro de los próximos segundos. Tendida contra el suelo, deseo haber tomado una mejor eleccion, haber pedido ayuda, esperar en casa o simplemente ir mejor preparada para la batalla. Pero nada de eso la preparaba para la extrema antinaturalidad del lugar, con la sangre pesada desde el momento en que su carne toco la ramas o desde que el aire viciado de la neblina extraña comenzó a asfixiarla y confundir sus sentidos, con runas medio hechas que no se podia usar por mas de unos minutos antes de ceder y desvanecerse de la piel. El limite de las cosas, así lo queria ver, todo aquello que es invisible parecia superarla con crecer, con una gran particularidad divertida, siendo Clary parte vital del otro lado del velo, una de los muchos que pueden ver, una de las que puede conmbatir y protejer. "Esta trayendo seres oscuros entre nosotros, ya nisiquiera sabemos en quien confiar. Amenaza a nuestra especie y al orden, no quiero oír quejas. Por ahora, nos encargaremos nosotros personalmente de garantizar la seguridad del mundo, dejaremos el resto para quedar alerta desde sus respectivos institutos, sobre los brujos... deberán mantenerse en sus casas hasta terminar las investigaciones, cualquiera que se encuentre tan solo a unos metros, será considerado un traidor. No nos obliguen a replantear los acuerdos." Esa era la orden, esperar y dejar fluir. Pero para Clary eso era simplemente imposible, ser alguien que se queda quieto mientras tiene las armas suficientes para ayudar a otros y no ser simplemente la receptora de malas noticias llenas de nombres conocidos que desaparecían o simplemente morían en el deber. 'Se que no puedo detenerte, solo... ten cuidado' Prometió a Ragnor quien sabia de antemano que si abría el portal, no habría marcha atrás y comprometeriá, no solo su propia vida, si no la de alguien valioso para su viejo amigo, con opciones reducidas empujo a la menuda peliroja hacia la zona mas cercana, el bien conocido Puente de Overtoun, a solo unos pocos pasos del bosque denominado como "La mancha negra de Escocia". Con cada paso mas cerca del centro, sus pasos se volvían torpes, su respiracion dificil, su equilibrio entorpecido entre mas se sumergía en el lodoso pantano formado de manera antinatural, magia o alguún tipo de reacción sobrenaatural ante la oscuridad, no podia definirlo ni tenia la mente suficiente para concentrarse. Para la quinta caída decidio que el cuchillo serafín permaneciera mucho mas al frente de su rostro para evitar clavarlo en su propia carne y con la piedra luminosa pegada bien a su cuerpo para defenderse de la oscuridad del bosque y darse un poco de seguridad, no queriendo alejarse de la poca luz que la noche que cubría cada centímetro del area. Para cuando la cabaña se volvió visible ante sus ojos entre la niebla y con la luz apuntandole como si fuera una señal divina, el aire no le entraba con normalidad a los pulmones y sus pies se sentian cansados de tanto caminar, se dio cuenta de que los cuerpos de viejos y jovenes nefilim ya hacian esparcidos por todo el lugar, como en una escena de terror bien escenografiada para dar un escalofrío a quien mirase.
    Tipo
    Individual
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    3
    1 turno 0 maullidos
  • Tomó las runas con cuidado, sus dedos rozando las suaves curvas de las piedras marcadas con símbolos ancestrales. Durante un momento, su mirada se posó en estas, deteniéndose en los grabados como si pudieran revelarle algo más profundo, algo que había estado buscando en silencio.

    Sus ojos brillaron brevemente, no con júbilo, sino con una seriedad contemplativa que encajaba con la naturaleza del regalo. Levantó la vista hacia su interlocutora, sus palabras emergiendo con un tono bajo.

    —Un presente que contiene tanto conocimiento como potencial. —Hizo una leve inclinación de cabeza, un gesto que no era común en ella, pero que transmitía un respeto genuino.— Agradezco tu consideración.

    Con un movimiento medido, colocó las runas en un pequeño bolsillo de su capa, asegurándose de que estuvieran a salvo.

    —Es un regalo que no subestimaré, ni por su utilidad ni por el pensamiento detrás de él. —Murmuró, mientras una sombra de algo parecido a gratitud cruzaba por sus ojos.

    〈 Gracias por el regalo, Alexa Selene ♡ ¡Precisamente una cosa que me apasiona! 〉
    Tomó las runas con cuidado, sus dedos rozando las suaves curvas de las piedras marcadas con símbolos ancestrales. Durante un momento, su mirada se posó en estas, deteniéndose en los grabados como si pudieran revelarle algo más profundo, algo que había estado buscando en silencio. Sus ojos brillaron brevemente, no con júbilo, sino con una seriedad contemplativa que encajaba con la naturaleza del regalo. Levantó la vista hacia su interlocutora, sus palabras emergiendo con un tono bajo. —Un presente que contiene tanto conocimiento como potencial. —Hizo una leve inclinación de cabeza, un gesto que no era común en ella, pero que transmitía un respeto genuino.— Agradezco tu consideración. Con un movimiento medido, colocó las runas en un pequeño bolsillo de su capa, asegurándose de que estuvieran a salvo. —Es un regalo que no subestimaré, ni por su utilidad ni por el pensamiento detrás de él. —Murmuró, mientras una sombra de algo parecido a gratitud cruzaba por sus ojos. 〈 Gracias por el regalo, Alexa Selene ♡ ¡Precisamente una cosa que me apasiona! 〉
    Me encocora
    1
    2 turnos 0 maullidos
  • -la joven diosa , estaba en la antigua biblioteca buscando algunos libros que contenían magia antigua y dibujos de algunas runas la verdad estarían en esos libros -
    -la joven diosa , estaba en la antigua biblioteca buscando algunos libros que contenían magia antigua y dibujos de algunas runas la verdad estarían en esos libros -
    0 turnos 0 maullidos
  • 𓂀 𝕄𝕠𝕟𝕠𝕣𝕠𝕝 𓂀

    El lugar parecía detenido en un tiempo que ya nadie recordaba. Columnas caídas yacen dispersas como huesos de un gigante olvidado, cubiertas de un musgo frío que crece sin prisa. La luz de la luna filtraba su pálida claridad a través de los huecos de un techo inexistente, proyectando sombras entre los arcos rotos. El aire estaba impregnado de humedad y un leve olor a tierra vieja, mezclado con el silencio que sólo los lugares abandonados saben guardar.

    En el centro de aquel vacío, permanecía de pie, inmóvil como una estatua, apenas un resplandor oscuro contra el paisaje desolado. Su manto caía sobre ella como una extensión de las sombras mismas, abrazándola y convirtiéndola en parte de la penumbra. En su mano derecha sostenía un medallón antiguo, frío al tacto, sus runas apenas visibles bajo la tenue luz, vibrando suavemente con una energía que ella podía sentir más que ver.

    Sus ojos, que brillaban con la intensidad de brasas vivas, estaban fijos en el horizonte, más allá de las ruinas. Observaba algo que no estaba allí, un punto perdido en la maraña de pensamientos que la mantenían atrapada. Un susurro interno le hablaba, no con palabras, sino con emociones que se enredaban entre la culpa, la determinación y un vacío que nunca terminaba de llenarse.

    Sus dedos trazaron los grabados del medallón, una caricia ausente que buscaba consuelo en lo que ya no podía ofrecerle respuestas. "Equilibrio..." murmuró, apenas un eco de voz que se perdió antes de alcanzar las paredes. La palabra cargaba un peso que resonaba en cada fibra de su ser, como una oración a un dios que no respondería.

    El viento, frío y delicado, sopló entre las ruinas, acariciando su rostro descubierto. Una rareza para ella, dejar a la intemperie los rasgos que casi siempre permanecían ocultos tras la máscara. Aquello no era un acto de confianza, sino de agotamiento. ¿Qué más podía esconder en un lugar donde nadie vendría a mirar?

    Alzó la vista al cielo, donde las estrellas titilaban indiferentes, como ojos eternos que habían visto más de lo que ella jamás podría comprender. Allí, entre las luces del firmamento, se permitió un instante de vulnerabilidad, un pequeño respiro para la tormenta que llevaba dentro. Su mente volvía a las mismas preguntas, las mismas sombras que nunca se apartaban del todo. ¿Había luz suficiente para compensar las penumbras? ¿Había un final en la balanza que pesaba sobre su existencia?

    La brisa murió lentamente, dejando el aire inmóvil una vez más. Y Moiril, con una calma tensa y una mirada cargada de significado, cerró los ojos. La soledad del lugar la envolvía, pero no la asfixiaba. Era familiar, casi un refugio, aunque lleno de cicatrices que ella misma había tallado.

    La quietud era casi tangible, como si el tiempo mismo hubiera decidido detenerse para observarla. Con los ojos cerrados, podía sentir la textura del lugar en su piel, la rugosidad del aire cargado de historia y las vibraciones imperceptibles que susurraban secretos de lo que una vez fue. Cada grieta en las piedras parecía murmurar una verdad olvidada, y ella, en su inmovilidad, las escuchaba.

    Su mente, sin embargo, era cualquier cosa menos tranquila. Imágenes dispersas cruzaban su conciencia: rostros que apenas podía recordar, risas que sonaban huecas y gritos que se desvanecían antes de completarse. Fragmentos de un pasado que ella nunca había podido recomponer, como pedazos de un espejo roto donde la luz y la oscuridad se reflejaban indistintas.

    Una lágrima silenciosa comenzó a formarse, deslizando un rastro helado por su mejilla, apenas visible en la penumbra. No era debilidad, ni arrepentimiento; era la manifestación de un peso que no podía ser ignorado. Con un gesto lento, casi ritual, sus dedos buscaron la máscara que descansaba cerca, su superficie fría y lisa como un eco del vacío que llevaba dentro. Se detuvo un instante, mirándola, como si el reflejo distorsionado en el metal pudiera devolverle algo perdido.

    Finalmente, se la colocó con precisión, ajustándola hasta que encajó perfectamente, ocultando su rostro y dejando en su lugar un enigma impenetrable. No era un acto de cobardía, sino una decisión consciente de apartar el dolor de la vista del mundo. La máscara era su escudo, un límite que nadie podía atravesar, una forma de mantenerse intacta en medio de las ruinas que la rodeaban.
    𓂀 𝕄𝕠𝕟𝕠𝕣𝕠𝕝 𓂀 El lugar parecía detenido en un tiempo que ya nadie recordaba. Columnas caídas yacen dispersas como huesos de un gigante olvidado, cubiertas de un musgo frío que crece sin prisa. La luz de la luna filtraba su pálida claridad a través de los huecos de un techo inexistente, proyectando sombras entre los arcos rotos. El aire estaba impregnado de humedad y un leve olor a tierra vieja, mezclado con el silencio que sólo los lugares abandonados saben guardar. En el centro de aquel vacío, permanecía de pie, inmóvil como una estatua, apenas un resplandor oscuro contra el paisaje desolado. Su manto caía sobre ella como una extensión de las sombras mismas, abrazándola y convirtiéndola en parte de la penumbra. En su mano derecha sostenía un medallón antiguo, frío al tacto, sus runas apenas visibles bajo la tenue luz, vibrando suavemente con una energía que ella podía sentir más que ver. Sus ojos, que brillaban con la intensidad de brasas vivas, estaban fijos en el horizonte, más allá de las ruinas. Observaba algo que no estaba allí, un punto perdido en la maraña de pensamientos que la mantenían atrapada. Un susurro interno le hablaba, no con palabras, sino con emociones que se enredaban entre la culpa, la determinación y un vacío que nunca terminaba de llenarse. Sus dedos trazaron los grabados del medallón, una caricia ausente que buscaba consuelo en lo que ya no podía ofrecerle respuestas. "Equilibrio..." murmuró, apenas un eco de voz que se perdió antes de alcanzar las paredes. La palabra cargaba un peso que resonaba en cada fibra de su ser, como una oración a un dios que no respondería. El viento, frío y delicado, sopló entre las ruinas, acariciando su rostro descubierto. Una rareza para ella, dejar a la intemperie los rasgos que casi siempre permanecían ocultos tras la máscara. Aquello no era un acto de confianza, sino de agotamiento. ¿Qué más podía esconder en un lugar donde nadie vendría a mirar? Alzó la vista al cielo, donde las estrellas titilaban indiferentes, como ojos eternos que habían visto más de lo que ella jamás podría comprender. Allí, entre las luces del firmamento, se permitió un instante de vulnerabilidad, un pequeño respiro para la tormenta que llevaba dentro. Su mente volvía a las mismas preguntas, las mismas sombras que nunca se apartaban del todo. ¿Había luz suficiente para compensar las penumbras? ¿Había un final en la balanza que pesaba sobre su existencia? La brisa murió lentamente, dejando el aire inmóvil una vez más. Y Moiril, con una calma tensa y una mirada cargada de significado, cerró los ojos. La soledad del lugar la envolvía, pero no la asfixiaba. Era familiar, casi un refugio, aunque lleno de cicatrices que ella misma había tallado. La quietud era casi tangible, como si el tiempo mismo hubiera decidido detenerse para observarla. Con los ojos cerrados, podía sentir la textura del lugar en su piel, la rugosidad del aire cargado de historia y las vibraciones imperceptibles que susurraban secretos de lo que una vez fue. Cada grieta en las piedras parecía murmurar una verdad olvidada, y ella, en su inmovilidad, las escuchaba. Su mente, sin embargo, era cualquier cosa menos tranquila. Imágenes dispersas cruzaban su conciencia: rostros que apenas podía recordar, risas que sonaban huecas y gritos que se desvanecían antes de completarse. Fragmentos de un pasado que ella nunca había podido recomponer, como pedazos de un espejo roto donde la luz y la oscuridad se reflejaban indistintas. Una lágrima silenciosa comenzó a formarse, deslizando un rastro helado por su mejilla, apenas visible en la penumbra. No era debilidad, ni arrepentimiento; era la manifestación de un peso que no podía ser ignorado. Con un gesto lento, casi ritual, sus dedos buscaron la máscara que descansaba cerca, su superficie fría y lisa como un eco del vacío que llevaba dentro. Se detuvo un instante, mirándola, como si el reflejo distorsionado en el metal pudiera devolverle algo perdido. Finalmente, se la colocó con precisión, ajustándola hasta que encajó perfectamente, ocultando su rostro y dejando en su lugar un enigma impenetrable. No era un acto de cobardía, sino una decisión consciente de apartar el dolor de la vista del mundo. La máscara era su escudo, un límite que nadie podía atravesar, una forma de mantenerse intacta en medio de las ruinas que la rodeaban.
    Me gusta
    Me encocora
    Me enjaja
    Me shockea
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • 𝕄𝕠𝕟𝕠𝕣𝕠𝕝:
    ┅┅━━━━━━━━ •⊱✧⊰• ━━━━━━━━┅┅
    En una sala del palacio de Albagard con una mesa de madera desgastada ocupa el centro, iluminada por un candelabro casi consumido. Adelaida, Barristan y Agatha están sentados alrededor de ella, sus rostros marcados por la tensión. Afuera, el silencio nocturno del palacio contrasta con la tormenta de pensamientos que se cierne sobre ellos.

    𝔸𝕕𝕖𝕝𝕒𝕚𝕕𝕒 [apoyando las manos en la mesa, con el rostro serio]:
    —Todo está listo. Llevamos más de un mes planeando esto, y con Archibald partiendo en dos días, no habrá otra oportunidad. A las cuatro de la mañana, los guardias estarán cansados, relajados por el cambio de turno. Es el momento perfecto.

    𝔹𝕒𝕣𝕣𝕚𝕤𝕥𝕒𝕟 [golpeando la mesa con los nudillos, su ceño fruncido reflejando su enojo]:
    —Lo es, pero no será sencillo. La distracción que haremos Adelaida y yo te dará el tiempo necesario para liberar a tu dragona, pero debes actuar rápido, Agatha. Si algo sale mal, tú serás la única que sobrevivirá.

    𝔸𝕘𝕒𝕥𝕙𝕒 [mirando el candelabro, con los dedos entrelazados sobre la mesa]:
    —Lo sé. Pero no puedo evitar pensar en lo que pasará si fallamos.

    𝔸𝕕𝕖𝕝𝕒𝕚𝕕𝕒 [sacando un pequeño artefacto metálico con runas grabadas de una caja frente a ella]:
    —Por eso te doy esto. Es un artefacto de destello, de un solo uso. Si te ves acorralada, apriétalo. Creará un destello tan fuerte que cegará a cualquiera cerca de ti. Eso debería darte unos segundos para escapar.

    𝔹𝕒𝕣𝕣𝕚𝕤𝕥𝕒𝕟 [cruzando los brazos, con una sonrisa amarga]:
    —Y mientras tú haces tu parte, Adelaida y yo nos encargaremos de distraer a los guardias en el ala sur. Sabemos lo que está en juego, y no hay marcha atrás.

    𝔸𝕘𝕒𝕥𝕙𝕒 [mirándolos con angustia]:
    —Si los atrapan, Archibald no tendrá piedad.

    𝔸𝕕𝕖𝕝𝕒𝕚𝕕𝕒 [con tono firme, mirándola a los ojos]:
    —Lo sabemos. Pero nuestras familias no se quedarán de brazos cruzados. Si algo nos pasa, harán todo lo posible por frenar a Archibald. Aunque eso no significa que él lo tema.

    𝔹𝕒𝕣𝕣𝕚𝕤𝕥𝕒𝕟 [asintiendo con determinación]:
    —Archibald no teme a una guerra interna, pero nuestras casas son poderosas. Si nuestras muertes significan un obstáculo para él, al menos habremos ganado tiempo. Lo importante ahora es que tú logres escapar y adviertas a las ciudades blancas.

    𝔸𝕘𝕒𝕥𝕙𝕒 [tomando el artefacto con manos temblorosas, pero con una expresión decidida]:
    —Lo haré. No dejaré que este sacrificio sea en vano.

    𝔹𝕒𝕣𝕣𝕚𝕤𝕥𝕒𝕟 [mirándola con intensidad]:
    —A las cuatro de la mañana, cuando comience nuestra distracción, tú irás al ala oeste. Libera a tu dragona y vuela antes de que puedan reaccionar.

    𝔸𝕕𝕖𝕝𝕒𝕚𝕕𝕒 [con una leve sonrisa seca]:
    —Haz lo que debes hacer, Agatha. No mires atrás.

    El sonido de pasos en el pasillo los hace callar. Adelaida apaga el candelabro rápidamente, sumiendo la sala en la oscuridad.

    𝔸𝕕𝕖𝕝𝕒𝕚𝕕𝕒 [en un susurro]:
    —Es hora de volver. En dos noches, serás libre.

    Los tres se separan en silencio, cada uno regresando a sus respectivas alcobas, mientras la sombra de la traición y la esperanza se cierne sobre el palacio. Afuera, la noche parece más oscura que nunca.
    ┅┅━━━━━━━━ •⊱✧⊰• ━━━━━━━━┅┅
    𝕄𝕠𝕟𝕠𝕣𝕠𝕝: ┅┅━━━━━━━━ •⊱✧⊰• ━━━━━━━━┅┅ En una sala del palacio de Albagard con una mesa de madera desgastada ocupa el centro, iluminada por un candelabro casi consumido. Adelaida, Barristan y Agatha están sentados alrededor de ella, sus rostros marcados por la tensión. Afuera, el silencio nocturno del palacio contrasta con la tormenta de pensamientos que se cierne sobre ellos. 𝔸𝕕𝕖𝕝𝕒𝕚𝕕𝕒 [apoyando las manos en la mesa, con el rostro serio]: —Todo está listo. Llevamos más de un mes planeando esto, y con Archibald partiendo en dos días, no habrá otra oportunidad. A las cuatro de la mañana, los guardias estarán cansados, relajados por el cambio de turno. Es el momento perfecto. 𝔹𝕒𝕣𝕣𝕚𝕤𝕥𝕒𝕟 [golpeando la mesa con los nudillos, su ceño fruncido reflejando su enojo]: —Lo es, pero no será sencillo. La distracción que haremos Adelaida y yo te dará el tiempo necesario para liberar a tu dragona, pero debes actuar rápido, Agatha. Si algo sale mal, tú serás la única que sobrevivirá. 𝔸𝕘𝕒𝕥𝕙𝕒 [mirando el candelabro, con los dedos entrelazados sobre la mesa]: —Lo sé. Pero no puedo evitar pensar en lo que pasará si fallamos. 𝔸𝕕𝕖𝕝𝕒𝕚𝕕𝕒 [sacando un pequeño artefacto metálico con runas grabadas de una caja frente a ella]: —Por eso te doy esto. Es un artefacto de destello, de un solo uso. Si te ves acorralada, apriétalo. Creará un destello tan fuerte que cegará a cualquiera cerca de ti. Eso debería darte unos segundos para escapar. 𝔹𝕒𝕣𝕣𝕚𝕤𝕥𝕒𝕟 [cruzando los brazos, con una sonrisa amarga]: —Y mientras tú haces tu parte, Adelaida y yo nos encargaremos de distraer a los guardias en el ala sur. Sabemos lo que está en juego, y no hay marcha atrás. 𝔸𝕘𝕒𝕥𝕙𝕒 [mirándolos con angustia]: —Si los atrapan, Archibald no tendrá piedad. 𝔸𝕕𝕖𝕝𝕒𝕚𝕕𝕒 [con tono firme, mirándola a los ojos]: —Lo sabemos. Pero nuestras familias no se quedarán de brazos cruzados. Si algo nos pasa, harán todo lo posible por frenar a Archibald. Aunque eso no significa que él lo tema. 𝔹𝕒𝕣𝕣𝕚𝕤𝕥𝕒𝕟 [asintiendo con determinación]: —Archibald no teme a una guerra interna, pero nuestras casas son poderosas. Si nuestras muertes significan un obstáculo para él, al menos habremos ganado tiempo. Lo importante ahora es que tú logres escapar y adviertas a las ciudades blancas. 𝔸𝕘𝕒𝕥𝕙𝕒 [tomando el artefacto con manos temblorosas, pero con una expresión decidida]: —Lo haré. No dejaré que este sacrificio sea en vano. 𝔹𝕒𝕣𝕣𝕚𝕤𝕥𝕒𝕟 [mirándola con intensidad]: —A las cuatro de la mañana, cuando comience nuestra distracción, tú irás al ala oeste. Libera a tu dragona y vuela antes de que puedan reaccionar. 𝔸𝕕𝕖𝕝𝕒𝕚𝕕𝕒 [con una leve sonrisa seca]: —Haz lo que debes hacer, Agatha. No mires atrás. El sonido de pasos en el pasillo los hace callar. Adelaida apaga el candelabro rápidamente, sumiendo la sala en la oscuridad. 𝔸𝕕𝕖𝕝𝕒𝕚𝕕𝕒 [en un susurro]: —Es hora de volver. En dos noches, serás libre. Los tres se separan en silencio, cada uno regresando a sus respectivas alcobas, mientras la sombra de la traición y la esperanza se cierne sobre el palacio. Afuera, la noche parece más oscura que nunca. ┅┅━━━━━━━━ •⊱✧⊰• ━━━━━━━━┅┅
    0 turnos 0 maullidos
  • ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝙢𝙤𝙣𝙤𝙧𝙤𝙡
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝙖𝙡𝙜𝙪𝙣𝙤𝙨 𝙢𝙚𝙨𝙚𝙨 𝙖𝙩𝙧𝙖́𝙨...

    𝐸𝑙 𝑎𝑖𝑟𝑒 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑏𝑜𝑠𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑒𝑐𝑖́𝑎 𝑐𝑎𝑟𝑔𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑒𝑛𝑒𝑟𝑔𝑖́𝑎 𝑝𝑎𝑙𝑝𝑎𝑏𝑙𝑒, 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑠𝑖 𝑒𝑙 𝑚𝑢𝑛𝑑𝑜 𝑚𝑖𝑠𝑚𝑜 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑢𝑣𝑖𝑒𝑟𝑎 𝑙𝑎 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑖𝑟𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛. 𝐻𝑜𝑝𝑒 𝑀𝑖𝑘𝑎𝑒𝑙𝑠𝑜𝑛 𝑠𝑒 𝑒𝑛𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑏𝑎 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑐𝑒𝑛𝑡𝑟𝑜 𝑑𝑒 𝑢𝑛 𝑐𝑙𝑎𝑟𝑜, 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑝𝑖𝑒𝑠 𝑑𝑒𝑠𝑐𝑎𝑙𝑧𝑜𝑠 𝑠𝑜𝑏𝑟𝑒 𝑙𝑎 𝑡𝑖𝑒𝑟𝑟𝑎 ℎ𝑢́𝑚𝑒𝑑𝑎 𝑦 𝑙𝑜𝑠 𝑜𝑗𝑜𝑠 𝑐𝑒𝑟𝑟𝑎𝑑𝑜𝑠. 𝐴 𝑠𝑢 𝑎𝑙𝑟𝑒𝑑𝑒𝑑𝑜𝑟, 𝑢𝑛𝑎 𝑙𝑒𝑣𝑒 𝑏𝑟𝑖𝑠𝑎 ℎ𝑎𝑐𝑖́𝑎 𝑏𝑎𝑖𝑙𝑎𝑟 𝑙𝑎𝑠 ℎ𝑜𝑗𝑎𝑠, 𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑢𝑛 𝑐𝑖́𝑟𝑐𝑢𝑙𝑜 𝑑𝑒 𝑟𝑢𝑛𝑎𝑠 𝑏𝑟𝑖𝑙𝑙𝑎𝑏𝑎 𝑑𝑒́𝑏𝑖𝑙𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑠𝑢𝑒𝑙𝑜, 𝑑𝑖𝑏𝑢𝑗𝑎𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑝𝑟𝑒𝑐𝑖𝑠𝑖𝑜́𝑛 𝑐𝑎𝑠𝑖 𝑜𝑏𝑠𝑒𝑠𝑖𝑣𝑎.

    𝐿𝑎 𝑗𝑜𝑣𝑒𝑛 𝑡𝑟𝑖𝑏𝑟𝑖𝑑𝑎 𝑎𝑙𝑧𝑜́ 𝑙𝑎𝑠 𝑚𝑎𝑛𝑜𝑠, 𝑑𝑒𝑗𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑢 𝑚𝑎𝑔𝑖𝑎 𝑓𝑙𝑢𝑦𝑒𝑟𝑎 𝑑𝑒𝑠𝑑𝑒 𝑠𝑢 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑟𝑖𝑜𝑟. 𝐸𝑟𝑎 𝑢𝑛 𝑡𝑜𝑟𝑟𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑑𝑒 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟 𝑝𝑢𝑟𝑜, 𝑢𝑛𝑎 𝑚𝑒𝑧𝑐𝑙𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎𝑠 𝑡𝑟𝑒𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑠𝑢 ℎ𝑒𝑟𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎: 𝑙𝑎 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑧𝑎 𝑖𝑚𝑝𝑙𝑎𝑐𝑎𝑏𝑙𝑒 𝑑𝑒 𝑢𝑛 𝑣𝑎𝑚𝑝𝑖𝑟𝑜, 𝑙𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑒𝑥𝑖𝑜́𝑛 𝑎𝑛𝑐𝑒𝑠𝑡𝑟𝑎𝑙 𝑑𝑒 𝑢𝑛 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒 𝑙𝑜𝑏𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎 𝑛𝑎𝑡𝑢𝑟𝑎𝑙𝑒𝑧𝑎, 𝑦 𝑙𝑎 𝑐ℎ𝑖𝑠𝑝𝑎 𝑐𝑎𝑜́𝑡𝑖𝑐𝑎 𝑒 𝑖𝑛𝑓𝑖𝑛𝑖𝑡𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑏𝑟𝑢𝑗𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑙𝑒𝑣𝑎𝑏𝑎 𝑒𝑛 𝑙𝑎𝑠 𝑣𝑒𝑛𝑎𝑠.

    𝑆𝑢𝑠 𝑙𝑎𝑏𝑖𝑜𝑠 𝑠𝑒 𝑚𝑜𝑣𝑖𝑒𝑟𝑜𝑛 𝑒𝑛 𝑢𝑛 𝑚𝑢𝑟𝑚𝑢𝑙𝑙𝑜 𝑎𝑝𝑒𝑛𝑎𝑠 𝑎𝑢𝑑𝑖𝑏𝑙𝑒, 𝑟𝑒𝑐𝑖𝑡𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑢𝑛 ℎ𝑒𝑐ℎ𝑖𝑧𝑜 𝑒𝑛 𝑙𝑎𝑡𝑖́𝑛 𝑎𝑛𝑡𝑖𝑔𝑢𝑜. 𝑈𝑛𝑎 𝑐𝑜𝑟𝑟𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑑𝑒 𝑒𝑛𝑒𝑟𝑔𝑖́𝑎 𝑑𝑜𝑟𝑎𝑑𝑎 𝑐𝑜𝑚𝑒𝑛𝑧𝑜́ 𝑎 𝑓𝑜𝑟𝑚𝑎𝑟𝑠𝑒 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑠𝑢𝑠 𝑝𝑎𝑙𝑚𝑎𝑠, 𝑒𝑥𝑝𝑎𝑛𝑑𝑖𝑒́𝑛𝑑𝑜𝑠𝑒 𝑦 𝑜𝑛𝑑𝑢𝑙𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑠𝑖 𝑡𝑢𝑣𝑖𝑒𝑟𝑎 𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑝𝑟𝑜𝑝𝑖𝑎. 𝐶𝑎𝑑𝑎 𝑝𝑎𝑙𝑎𝑏𝑟𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑟𝑜𝑛𝑢𝑛𝑐𝑖𝑎𝑏𝑎 ℎ𝑎𝑐𝑖́𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑎 𝑚𝑎𝑔𝑖𝑎 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑜𝑛𝑑𝑖𝑒𝑟𝑎, 𝑚𝑜𝑙𝑑𝑒𝑎́𝑛𝑑𝑜𝑠𝑒 𝑦 𝑐𝑟𝑒𝑐𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜.

    𝐷𝑒 𝑟𝑒𝑝𝑒𝑛𝑡𝑒, 𝑙𝑜𝑠 𝑎́𝑟𝑏𝑜𝑙𝑒𝑠 𝑎𝑙𝑟𝑒𝑑𝑒𝑑𝑜𝑟 𝑠𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑟𝑒𝑚𝑒𝑐𝑖𝑒𝑟𝑜𝑛, 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑠𝑖 𝑟𝑒𝑐𝑜𝑛𝑜𝑐𝑖𝑒𝑟𝑎𝑛 𝑒𝑙 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑑𝑒𝑠𝑎𝑡𝑎𝑏𝑎. 𝐻𝑜𝑝𝑒 𝑎𝑏𝑟𝑖𝑜́ 𝑙𝑜𝑠 𝑜𝑗𝑜𝑠, 𝑞𝑢𝑒 𝑏𝑟𝑖𝑙𝑙𝑎𝑏𝑎𝑛 𝑐𝑜𝑛 𝑢𝑛 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑛𝑠𝑜 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑙𝑎𝑛𝑑𝑜𝑟 𝑎𝑧𝑢𝑙, 𝑢𝑛 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑠𝑡𝑒 𝑖𝑚𝑝𝑎𝑐𝑡𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎 𝑙𝑎 𝑝𝑒𝑛𝑢𝑚𝑏𝑟𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝑏𝑜𝑠𝑞𝑢𝑒. 𝐶𝑜𝑛 𝑢𝑛 𝑚𝑜𝑣𝑖𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑟𝑎́𝑝𝑖𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑢𝑠 𝑚𝑎𝑛𝑜𝑠, 𝑑𝑖𝑟𝑖𝑔𝑖𝑜́ 𝑙𝑎 𝑒𝑛𝑒𝑟𝑔𝑖́𝑎 ℎ𝑎𝑐𝑖𝑎 𝑢𝑛 𝑣𝑖𝑒𝑗𝑜 𝑟𝑜𝑏𝑙𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑒𝑛𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑏𝑎 𝑎𝑙 𝑏𝑜𝑟𝑑𝑒 𝑑𝑒𝑙 𝑐𝑙𝑎𝑟𝑜. 𝐿𝑎𝑠 𝑟𝑎𝑖́𝑐𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑒𝑛𝑧𝑎𝑟𝑜𝑛 𝑎 𝑐𝑟𝑒𝑐𝑒𝑟, 𝑒𝑥𝑡𝑒𝑛𝑑𝑖𝑒́𝑛𝑑𝑜𝑠𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑟𝑎𝑝𝑖𝑑𝑒𝑧 𝑠𝑜𝑏𝑟𝑒𝑛𝑎𝑡𝑢𝑟𝑎𝑙, 𝑒𝑛𝑣𝑜𝑙𝑣𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑢𝑛𝑎 𝑟𝑜𝑐𝑎 𝑐𝑒𝑟𝑐𝑎𝑛𝑎 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑠𝑖 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑎𝑛 𝑠𝑒𝑟𝑝𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒𝑠.

    𝐻𝑜𝑝𝑒 𝑠𝑜𝑛𝑟𝑖𝑜́, 𝑠𝑎𝑡𝑖𝑠𝑓𝑒𝑐ℎ𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑙𝑖𝑔𝑒𝑟𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑎𝑔𝑜𝑡𝑎𝑑𝑎. 𝐷𝑜𝑚𝑖𝑛𝑎𝑟 𝑢𝑛 ℎ𝑒𝑐ℎ𝑖𝑧𝑜 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑎 𝑚𝑎𝑔𝑛𝑖𝑡𝑢𝑑 𝑛𝑜 𝑒𝑟𝑎 𝑡𝑎𝑟𝑒𝑎 𝑓𝑎́𝑐𝑖𝑙, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑠𝑎𝑏𝑖́𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑎𝑑𝑎 𝑒𝑠𝑓𝑢𝑒𝑟𝑧𝑜 𝑙𝑎 𝑎𝑐𝑒𝑟𝑐𝑎𝑏𝑎 𝑚𝑎́𝑠 𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑜𝑙𝑎𝑟 𝑠𝑢 𝑖𝑛𝑚𝑒𝑛𝑠𝑜 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟. 𝐸𝑛 𝑠𝑢 𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒, 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑟𝑒𝑠𝑜𝑛𝑎𝑏𝑎𝑛 𝑙𝑎𝑠 𝑝𝑎𝑙𝑎𝑏𝑟𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑠𝑢 𝑝𝑎𝑑𝑟𝑒, 𝐾𝑙𝑎𝑢𝑠 𝑀𝑖𝑘𝑎𝑒𝑙𝑠𝑜𝑛: “𝑆𝑒𝑟 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑛𝑜 𝑡𝑒 ℎ𝑎𝑐𝑒 𝑡𝑒𝑚𝑖𝑏𝑙𝑒, 𝐻𝑜𝑝𝑒. 𝐸𝑠 𝑐𝑜́𝑚𝑜 𝑢𝑠𝑎𝑠 𝑒𝑠𝑒 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑑𝑒𝑓𝑖𝑛𝑒 𝑞𝑢𝑖𝑒́𝑛 𝑒𝑟𝑒𝑠.”

    𝐴𝑙 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐ℎ𝑎𝑟 𝑢𝑛 𝑐𝑟𝑢𝑗𝑖𝑑𝑜 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑎́𝑟𝑏𝑜𝑙𝑒𝑠, 𝑔𝑖𝑟𝑜́ 𝑟𝑎́𝑝𝑖𝑑𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒, 𝑐𝑜𝑛 𝑠𝑢𝑠 𝑠𝑒𝑛𝑡𝑖𝑑𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑎𝑙𝑒𝑟𝑡𝑎. 𝑈𝑛𝑎 𝑓𝑖𝑔𝑢𝑟𝑎 𝑒𝑚𝑒𝑟𝑔𝑖𝑜́ 𝑑𝑒 𝑙𝑎𝑠 𝑠𝑜𝑚𝑏𝑟𝑎𝑠: 𝐿𝑎𝑛𝑑𝑜𝑛, 𝑐𝑜𝑛 𝑠𝑢 𝑠𝑜𝑛𝑟𝑖𝑠𝑎 𝑐𝑎𝑟𝑎𝑐𝑡𝑒𝑟𝑖́𝑠𝑡𝑖𝑐𝑎 𝑦 𝑢𝑛𝑎 𝑚𝑒𝑧𝑐𝑙𝑎 𝑑𝑒 𝑎𝑑𝑚𝑖𝑟𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑦 𝑝𝑟𝑒𝑜𝑐𝑢𝑝𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑒𝑛 𝑠𝑢𝑠 𝑜𝑗𝑜𝑠.

    —𝐸𝑠𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑒́𝑠 𝑝𝑙𝑎𝑛𝑒𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑢𝑠𝑎𝑟 𝑒𝑠𝑜 𝑒𝑛 𝑚𝑖́ —𝑏𝑟𝑜𝑚𝑒𝑜́, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑙𝑎 𝑡𝑒𝑛𝑠𝑖𝑜́𝑛 𝑒𝑛 𝑠𝑢 𝑣𝑜𝑧 𝑒𝑟𝑎 𝑒𝑣𝑖𝑑𝑒𝑛𝑡𝑒.

    𝐻𝑜𝑝𝑒 𝑟𝑒𝑙𝑎𝑗𝑜́ 𝑠𝑢𝑠 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑜𝑠 𝑦 𝑑𝑒𝑗𝑜́ 𝑒𝑠𝑐𝑎𝑝𝑎𝑟 𝑢𝑛𝑎 𝑝𝑒𝑞𝑢𝑒𝑛̃𝑎 𝑟𝑖𝑠𝑎.
    —𝑁𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎 𝑣𝑒𝑧 —𝑟𝑒𝑠𝑝𝑜𝑛𝑑𝑖𝑜́, 𝑎𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑛 𝑠𝑢 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑟𝑖𝑜𝑟 𝑠𝑎𝑏𝑖́𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑠𝑢 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟, 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑒𝑥𝑖𝑠𝑡𝑖́𝑎 𝑒𝑙 𝑟𝑖𝑒𝑠𝑔𝑜 𝑑𝑒 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑒𝑟 𝑒𝑙 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑜𝑙.


    ⸻ Hope se despertó sobresaltada, con el corazón latiendo frenéticamente en su pecho. El brillo dorado de la magia y el susurro de las hojas en el bosque todavía parecían reales, como si el sueño hubiera sido más que una simple creación de su subconsciente.

    Parpadeó, ajustándose a la tenue luz que iluminaba el búnker de los Hombres de Letras. Las paredes estaban revestidas con estanterías llenas de libros antiguos, y el leve zumbido de la electricidad llenaba el silencio. Las sombras bailaban en el techo debido a una lámpara que había dejado encendida, probablemente mientras leía hasta quedarse dormida.

    Se sentó lentamente, dejando que sus pies tocaran el frío suelo de baldosas. A pesar de estar despierta, el sueño seguía latente en su mente. Había algo más que simple imaginación en lo que había visto. La magia, las runas, la voz de su padre… todo se sentía demasiado real.

    Antes de que pudiera ordenar sus pensamientos, escuchó un golpe suave en la puerta. Dean Winchester la abrió apenas un poco, con una expresión mezcla de curiosidad y preocupación.

    —¿Estás bien, Hope? Te escuché hablando en sueños. Bueno, más como murmurando cosas extrañas. Ya sabes, rollo sobrenatural.

    Hope pasó una mano por su rostro y asintió.

    —Solo un sueño raro. Nada de qué preocuparse… creo.

    Dean la observó con escepticismo antes de cruzar los brazos sobre el pecho.

    —Cuando dices "nada de qué preocuparse", normalmente significa que algo va a explotar o que nos van a atacar monstruos. Así que, sé honesta, ¿fue solo un sueño o algo más?

    Hope vaciló, mordiéndose el labio inferior. Podía sentir que Dean ya estaba analizando cada movimiento que hacía, como siempre. Finalmente suspiró y se levantó, cruzando los brazos mientras trataba de explicar.

    —Había un bosque, runas, magia… mucha magia. Podía sentirla corriendo por mis venas como si fuera real. Y mi padre… él… bueno, su voz estaba ahí. Me recordaba que usara mi poder sabiamente. Pero entonces, algo cambió. La magia comenzó a controlarme. Se sintió como si algo oscuro estuviera acechando.

    Dean frunció el ceño, su expresión endureciéndose.

    —¿Oscuro, cómo? ¿Demonios? ¿Brújas malas? ¿Algo que debería preocuparnos a todos?

    Antes de que Hope pudiera responder, Sam apareció por el pasillo con una taza de café en la mano, sus ojos cansados pero alertas al captar la conversación.

    —¿Sueños raros? —preguntó Sam, entrando a la habitación. —Tal vez sea algo más que eso. Hemos visto antes cómo las visiones pueden ser advertencias. Podríamos buscar en los archivos del búnker, ver si hay algo sobre runas y magia descontrolada.

    Hope asintió lentamente.

    —Sé que no fue solo un sueño. Había algo más allá, algo que no entiendo aún. Si esto es una advertencia, no quiero ignorarla.

    Dean suspiró y se pasó una mano por el cabello.

    —Bien, investigaremos. Pero si algo oscuro está tratando de controlarte, Hope, más vale que lo enfrentemos juntos. No vamos a dejar que te pase nada.

    Sam asintió, poniendo una mano en el hombro de Hope.

    —Esto es lo que hacemos. Lo resolveremos.

    Aunque sus palabras eran reconfortantes, Hope no podía evitar sentir el zumbido persistente en sus venas, un recordatorio de que el sueño había sido más que una visión pasajera. Mientras los Winchester comenzaban a planificar su siguiente movimiento, ella sabía que esta vez, su lucha interna sería tan importante como la amenaza externa que pudiera estar por venir.


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝙢𝙤𝙣𝙤𝙧𝙤𝙡 ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝙖𝙡𝙜𝙪𝙣𝙤𝙨 𝙢𝙚𝙨𝙚𝙨 𝙖𝙩𝙧𝙖́𝙨... 𝐸𝑙 𝑎𝑖𝑟𝑒 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑏𝑜𝑠𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑒𝑐𝑖́𝑎 𝑐𝑎𝑟𝑔𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑒𝑛𝑒𝑟𝑔𝑖́𝑎 𝑝𝑎𝑙𝑝𝑎𝑏𝑙𝑒, 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑠𝑖 𝑒𝑙 𝑚𝑢𝑛𝑑𝑜 𝑚𝑖𝑠𝑚𝑜 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑢𝑣𝑖𝑒𝑟𝑎 𝑙𝑎 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑖𝑟𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛. 𝐻𝑜𝑝𝑒 𝑀𝑖𝑘𝑎𝑒𝑙𝑠𝑜𝑛 𝑠𝑒 𝑒𝑛𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑏𝑎 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑐𝑒𝑛𝑡𝑟𝑜 𝑑𝑒 𝑢𝑛 𝑐𝑙𝑎𝑟𝑜, 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑝𝑖𝑒𝑠 𝑑𝑒𝑠𝑐𝑎𝑙𝑧𝑜𝑠 𝑠𝑜𝑏𝑟𝑒 𝑙𝑎 𝑡𝑖𝑒𝑟𝑟𝑎 ℎ𝑢́𝑚𝑒𝑑𝑎 𝑦 𝑙𝑜𝑠 𝑜𝑗𝑜𝑠 𝑐𝑒𝑟𝑟𝑎𝑑𝑜𝑠. 𝐴 𝑠𝑢 𝑎𝑙𝑟𝑒𝑑𝑒𝑑𝑜𝑟, 𝑢𝑛𝑎 𝑙𝑒𝑣𝑒 𝑏𝑟𝑖𝑠𝑎 ℎ𝑎𝑐𝑖́𝑎 𝑏𝑎𝑖𝑙𝑎𝑟 𝑙𝑎𝑠 ℎ𝑜𝑗𝑎𝑠, 𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑢𝑛 𝑐𝑖́𝑟𝑐𝑢𝑙𝑜 𝑑𝑒 𝑟𝑢𝑛𝑎𝑠 𝑏𝑟𝑖𝑙𝑙𝑎𝑏𝑎 𝑑𝑒́𝑏𝑖𝑙𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑠𝑢𝑒𝑙𝑜, 𝑑𝑖𝑏𝑢𝑗𝑎𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑝𝑟𝑒𝑐𝑖𝑠𝑖𝑜́𝑛 𝑐𝑎𝑠𝑖 𝑜𝑏𝑠𝑒𝑠𝑖𝑣𝑎. 𝐿𝑎 𝑗𝑜𝑣𝑒𝑛 𝑡𝑟𝑖𝑏𝑟𝑖𝑑𝑎 𝑎𝑙𝑧𝑜́ 𝑙𝑎𝑠 𝑚𝑎𝑛𝑜𝑠, 𝑑𝑒𝑗𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑢 𝑚𝑎𝑔𝑖𝑎 𝑓𝑙𝑢𝑦𝑒𝑟𝑎 𝑑𝑒𝑠𝑑𝑒 𝑠𝑢 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑟𝑖𝑜𝑟. 𝐸𝑟𝑎 𝑢𝑛 𝑡𝑜𝑟𝑟𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑑𝑒 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟 𝑝𝑢𝑟𝑜, 𝑢𝑛𝑎 𝑚𝑒𝑧𝑐𝑙𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎𝑠 𝑡𝑟𝑒𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑠𝑢 ℎ𝑒𝑟𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎: 𝑙𝑎 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑧𝑎 𝑖𝑚𝑝𝑙𝑎𝑐𝑎𝑏𝑙𝑒 𝑑𝑒 𝑢𝑛 𝑣𝑎𝑚𝑝𝑖𝑟𝑜, 𝑙𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑒𝑥𝑖𝑜́𝑛 𝑎𝑛𝑐𝑒𝑠𝑡𝑟𝑎𝑙 𝑑𝑒 𝑢𝑛 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒 𝑙𝑜𝑏𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎 𝑛𝑎𝑡𝑢𝑟𝑎𝑙𝑒𝑧𝑎, 𝑦 𝑙𝑎 𝑐ℎ𝑖𝑠𝑝𝑎 𝑐𝑎𝑜́𝑡𝑖𝑐𝑎 𝑒 𝑖𝑛𝑓𝑖𝑛𝑖𝑡𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑏𝑟𝑢𝑗𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑙𝑒𝑣𝑎𝑏𝑎 𝑒𝑛 𝑙𝑎𝑠 𝑣𝑒𝑛𝑎𝑠. 𝑆𝑢𝑠 𝑙𝑎𝑏𝑖𝑜𝑠 𝑠𝑒 𝑚𝑜𝑣𝑖𝑒𝑟𝑜𝑛 𝑒𝑛 𝑢𝑛 𝑚𝑢𝑟𝑚𝑢𝑙𝑙𝑜 𝑎𝑝𝑒𝑛𝑎𝑠 𝑎𝑢𝑑𝑖𝑏𝑙𝑒, 𝑟𝑒𝑐𝑖𝑡𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑢𝑛 ℎ𝑒𝑐ℎ𝑖𝑧𝑜 𝑒𝑛 𝑙𝑎𝑡𝑖́𝑛 𝑎𝑛𝑡𝑖𝑔𝑢𝑜. 𝑈𝑛𝑎 𝑐𝑜𝑟𝑟𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑑𝑒 𝑒𝑛𝑒𝑟𝑔𝑖́𝑎 𝑑𝑜𝑟𝑎𝑑𝑎 𝑐𝑜𝑚𝑒𝑛𝑧𝑜́ 𝑎 𝑓𝑜𝑟𝑚𝑎𝑟𝑠𝑒 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑠𝑢𝑠 𝑝𝑎𝑙𝑚𝑎𝑠, 𝑒𝑥𝑝𝑎𝑛𝑑𝑖𝑒́𝑛𝑑𝑜𝑠𝑒 𝑦 𝑜𝑛𝑑𝑢𝑙𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑠𝑖 𝑡𝑢𝑣𝑖𝑒𝑟𝑎 𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑝𝑟𝑜𝑝𝑖𝑎. 𝐶𝑎𝑑𝑎 𝑝𝑎𝑙𝑎𝑏𝑟𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑟𝑜𝑛𝑢𝑛𝑐𝑖𝑎𝑏𝑎 ℎ𝑎𝑐𝑖́𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑎 𝑚𝑎𝑔𝑖𝑎 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑜𝑛𝑑𝑖𝑒𝑟𝑎, 𝑚𝑜𝑙𝑑𝑒𝑎́𝑛𝑑𝑜𝑠𝑒 𝑦 𝑐𝑟𝑒𝑐𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜. 𝐷𝑒 𝑟𝑒𝑝𝑒𝑛𝑡𝑒, 𝑙𝑜𝑠 𝑎́𝑟𝑏𝑜𝑙𝑒𝑠 𝑎𝑙𝑟𝑒𝑑𝑒𝑑𝑜𝑟 𝑠𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑟𝑒𝑚𝑒𝑐𝑖𝑒𝑟𝑜𝑛, 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑠𝑖 𝑟𝑒𝑐𝑜𝑛𝑜𝑐𝑖𝑒𝑟𝑎𝑛 𝑒𝑙 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑑𝑒𝑠𝑎𝑡𝑎𝑏𝑎. 𝐻𝑜𝑝𝑒 𝑎𝑏𝑟𝑖𝑜́ 𝑙𝑜𝑠 𝑜𝑗𝑜𝑠, 𝑞𝑢𝑒 𝑏𝑟𝑖𝑙𝑙𝑎𝑏𝑎𝑛 𝑐𝑜𝑛 𝑢𝑛 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑛𝑠𝑜 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑙𝑎𝑛𝑑𝑜𝑟 𝑎𝑧𝑢𝑙, 𝑢𝑛 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑠𝑡𝑒 𝑖𝑚𝑝𝑎𝑐𝑡𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎 𝑙𝑎 𝑝𝑒𝑛𝑢𝑚𝑏𝑟𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝑏𝑜𝑠𝑞𝑢𝑒. 𝐶𝑜𝑛 𝑢𝑛 𝑚𝑜𝑣𝑖𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑟𝑎́𝑝𝑖𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑢𝑠 𝑚𝑎𝑛𝑜𝑠, 𝑑𝑖𝑟𝑖𝑔𝑖𝑜́ 𝑙𝑎 𝑒𝑛𝑒𝑟𝑔𝑖́𝑎 ℎ𝑎𝑐𝑖𝑎 𝑢𝑛 𝑣𝑖𝑒𝑗𝑜 𝑟𝑜𝑏𝑙𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑒𝑛𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑏𝑎 𝑎𝑙 𝑏𝑜𝑟𝑑𝑒 𝑑𝑒𝑙 𝑐𝑙𝑎𝑟𝑜. 𝐿𝑎𝑠 𝑟𝑎𝑖́𝑐𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑒𝑛𝑧𝑎𝑟𝑜𝑛 𝑎 𝑐𝑟𝑒𝑐𝑒𝑟, 𝑒𝑥𝑡𝑒𝑛𝑑𝑖𝑒́𝑛𝑑𝑜𝑠𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑟𝑎𝑝𝑖𝑑𝑒𝑧 𝑠𝑜𝑏𝑟𝑒𝑛𝑎𝑡𝑢𝑟𝑎𝑙, 𝑒𝑛𝑣𝑜𝑙𝑣𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑢𝑛𝑎 𝑟𝑜𝑐𝑎 𝑐𝑒𝑟𝑐𝑎𝑛𝑎 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑠𝑖 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑎𝑛 𝑠𝑒𝑟𝑝𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒𝑠. 𝐻𝑜𝑝𝑒 𝑠𝑜𝑛𝑟𝑖𝑜́, 𝑠𝑎𝑡𝑖𝑠𝑓𝑒𝑐ℎ𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑙𝑖𝑔𝑒𝑟𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑎𝑔𝑜𝑡𝑎𝑑𝑎. 𝐷𝑜𝑚𝑖𝑛𝑎𝑟 𝑢𝑛 ℎ𝑒𝑐ℎ𝑖𝑧𝑜 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑎 𝑚𝑎𝑔𝑛𝑖𝑡𝑢𝑑 𝑛𝑜 𝑒𝑟𝑎 𝑡𝑎𝑟𝑒𝑎 𝑓𝑎́𝑐𝑖𝑙, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑠𝑎𝑏𝑖́𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑎𝑑𝑎 𝑒𝑠𝑓𝑢𝑒𝑟𝑧𝑜 𝑙𝑎 𝑎𝑐𝑒𝑟𝑐𝑎𝑏𝑎 𝑚𝑎́𝑠 𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑜𝑙𝑎𝑟 𝑠𝑢 𝑖𝑛𝑚𝑒𝑛𝑠𝑜 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟. 𝐸𝑛 𝑠𝑢 𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒, 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑟𝑒𝑠𝑜𝑛𝑎𝑏𝑎𝑛 𝑙𝑎𝑠 𝑝𝑎𝑙𝑎𝑏𝑟𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑠𝑢 𝑝𝑎𝑑𝑟𝑒, 𝐾𝑙𝑎𝑢𝑠 𝑀𝑖𝑘𝑎𝑒𝑙𝑠𝑜𝑛: “𝑆𝑒𝑟 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑛𝑜 𝑡𝑒 ℎ𝑎𝑐𝑒 𝑡𝑒𝑚𝑖𝑏𝑙𝑒, 𝐻𝑜𝑝𝑒. 𝐸𝑠 𝑐𝑜́𝑚𝑜 𝑢𝑠𝑎𝑠 𝑒𝑠𝑒 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑑𝑒𝑓𝑖𝑛𝑒 𝑞𝑢𝑖𝑒́𝑛 𝑒𝑟𝑒𝑠.” 𝐴𝑙 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐ℎ𝑎𝑟 𝑢𝑛 𝑐𝑟𝑢𝑗𝑖𝑑𝑜 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑎́𝑟𝑏𝑜𝑙𝑒𝑠, 𝑔𝑖𝑟𝑜́ 𝑟𝑎́𝑝𝑖𝑑𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒, 𝑐𝑜𝑛 𝑠𝑢𝑠 𝑠𝑒𝑛𝑡𝑖𝑑𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑎𝑙𝑒𝑟𝑡𝑎. 𝑈𝑛𝑎 𝑓𝑖𝑔𝑢𝑟𝑎 𝑒𝑚𝑒𝑟𝑔𝑖𝑜́ 𝑑𝑒 𝑙𝑎𝑠 𝑠𝑜𝑚𝑏𝑟𝑎𝑠: 𝐿𝑎𝑛𝑑𝑜𝑛, 𝑐𝑜𝑛 𝑠𝑢 𝑠𝑜𝑛𝑟𝑖𝑠𝑎 𝑐𝑎𝑟𝑎𝑐𝑡𝑒𝑟𝑖́𝑠𝑡𝑖𝑐𝑎 𝑦 𝑢𝑛𝑎 𝑚𝑒𝑧𝑐𝑙𝑎 𝑑𝑒 𝑎𝑑𝑚𝑖𝑟𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑦 𝑝𝑟𝑒𝑜𝑐𝑢𝑝𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑒𝑛 𝑠𝑢𝑠 𝑜𝑗𝑜𝑠. —𝐸𝑠𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑒́𝑠 𝑝𝑙𝑎𝑛𝑒𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑢𝑠𝑎𝑟 𝑒𝑠𝑜 𝑒𝑛 𝑚𝑖́ —𝑏𝑟𝑜𝑚𝑒𝑜́, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑙𝑎 𝑡𝑒𝑛𝑠𝑖𝑜́𝑛 𝑒𝑛 𝑠𝑢 𝑣𝑜𝑧 𝑒𝑟𝑎 𝑒𝑣𝑖𝑑𝑒𝑛𝑡𝑒. 𝐻𝑜𝑝𝑒 𝑟𝑒𝑙𝑎𝑗𝑜́ 𝑠𝑢𝑠 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑜𝑠 𝑦 𝑑𝑒𝑗𝑜́ 𝑒𝑠𝑐𝑎𝑝𝑎𝑟 𝑢𝑛𝑎 𝑝𝑒𝑞𝑢𝑒𝑛̃𝑎 𝑟𝑖𝑠𝑎. —𝑁𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎 𝑣𝑒𝑧 —𝑟𝑒𝑠𝑝𝑜𝑛𝑑𝑖𝑜́, 𝑎𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑛 𝑠𝑢 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑟𝑖𝑜𝑟 𝑠𝑎𝑏𝑖́𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑠𝑢 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟, 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑒𝑥𝑖𝑠𝑡𝑖́𝑎 𝑒𝑙 𝑟𝑖𝑒𝑠𝑔𝑜 𝑑𝑒 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑒𝑟 𝑒𝑙 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑜𝑙. ⸻ Hope se despertó sobresaltada, con el corazón latiendo frenéticamente en su pecho. El brillo dorado de la magia y el susurro de las hojas en el bosque todavía parecían reales, como si el sueño hubiera sido más que una simple creación de su subconsciente. Parpadeó, ajustándose a la tenue luz que iluminaba el búnker de los Hombres de Letras. Las paredes estaban revestidas con estanterías llenas de libros antiguos, y el leve zumbido de la electricidad llenaba el silencio. Las sombras bailaban en el techo debido a una lámpara que había dejado encendida, probablemente mientras leía hasta quedarse dormida. Se sentó lentamente, dejando que sus pies tocaran el frío suelo de baldosas. A pesar de estar despierta, el sueño seguía latente en su mente. Había algo más que simple imaginación en lo que había visto. La magia, las runas, la voz de su padre… todo se sentía demasiado real. Antes de que pudiera ordenar sus pensamientos, escuchó un golpe suave en la puerta. Dean Winchester la abrió apenas un poco, con una expresión mezcla de curiosidad y preocupación. —¿Estás bien, Hope? Te escuché hablando en sueños. Bueno, más como murmurando cosas extrañas. Ya sabes, rollo sobrenatural. Hope pasó una mano por su rostro y asintió. —Solo un sueño raro. Nada de qué preocuparse… creo. Dean la observó con escepticismo antes de cruzar los brazos sobre el pecho. —Cuando dices "nada de qué preocuparse", normalmente significa que algo va a explotar o que nos van a atacar monstruos. Así que, sé honesta, ¿fue solo un sueño o algo más? Hope vaciló, mordiéndose el labio inferior. Podía sentir que Dean ya estaba analizando cada movimiento que hacía, como siempre. Finalmente suspiró y se levantó, cruzando los brazos mientras trataba de explicar. —Había un bosque, runas, magia… mucha magia. Podía sentirla corriendo por mis venas como si fuera real. Y mi padre… él… bueno, su voz estaba ahí. Me recordaba que usara mi poder sabiamente. Pero entonces, algo cambió. La magia comenzó a controlarme. Se sintió como si algo oscuro estuviera acechando. Dean frunció el ceño, su expresión endureciéndose. —¿Oscuro, cómo? ¿Demonios? ¿Brújas malas? ¿Algo que debería preocuparnos a todos? Antes de que Hope pudiera responder, Sam apareció por el pasillo con una taza de café en la mano, sus ojos cansados pero alertas al captar la conversación. —¿Sueños raros? —preguntó Sam, entrando a la habitación. —Tal vez sea algo más que eso. Hemos visto antes cómo las visiones pueden ser advertencias. Podríamos buscar en los archivos del búnker, ver si hay algo sobre runas y magia descontrolada. Hope asintió lentamente. —Sé que no fue solo un sueño. Había algo más allá, algo que no entiendo aún. Si esto es una advertencia, no quiero ignorarla. Dean suspiró y se pasó una mano por el cabello. —Bien, investigaremos. Pero si algo oscuro está tratando de controlarte, Hope, más vale que lo enfrentemos juntos. No vamos a dejar que te pase nada. Sam asintió, poniendo una mano en el hombro de Hope. —Esto es lo que hacemos. Lo resolveremos. Aunque sus palabras eran reconfortantes, Hope no podía evitar sentir el zumbido persistente en sus venas, un recordatorio de que el sueño había sido más que una visión pasajera. Mientras los Winchester comenzaban a planificar su siguiente movimiento, ella sabía que esta vez, su lucha interna sería tan importante como la amenaza externa que pudiera estar por venir. #Personajes3D #3D #Comunidad3D
    Me encocora
    Me gusta
    Me shockea
    4
    0 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados