Carmina suspiró y dejó caer su cuerpo sobre la cama, mirando el techo con una expresión de tedio absoluto. No había nada interesante en la televisión, el libro que había empezado la semana pasada no lograba atraparla, y sus mensajes seguían sin respuesta. Se giró para mirar su armario y, tras un momento de indecisión, una sonrisa pícara cruzó su rostro.
—Supongo que un desfile improvisado no estaría mal —murmuró para sí misma, levantándose con energía renovada.
Abrió las puertas del armario de par en par, recorriendo con la mirada cada prenda. Primero eligió un vestido rojo ajustado, que combinó con tacones del mismo tono. Se plantó frente al espejo, hizo una pose exagerada y, tras algunos ajustes al ángulo, tomó una foto.
—"¿Demasiado formal para una tarde aburrida en casa?", podría poner eso como descripción —dijo entre risas mientras revisaba el resultado en su teléfono.
El siguiente conjunto fue un vestido vaporoso con estampado floral, acompañado de un sombrero ancho que hacía años no usaba. Dio un par de giros frente al espejo, observando cómo la tela flotaba a su alrededor, y sacó otra foto, esta vez adoptando una pose más soñadora.
—Definitivamente algo digno de un picnic que nunca voy a tener —comentó divertida.
Así pasó el tiempo, cambiándose una y otra vez. Desde el clásico vestido negro hasta uno plateado que brillaba demasiado bajo la luz de su lámpara. Incluso probó un vestido que ya no le quedaba tan bien como recordaba, pero que no pudo resistirse a fotografiar “para la nostalgia”. Cada imagen era acompañada por gestos exagerados y comentarios en voz alta que hacían eco en la habitación.
Cuando finalmente se desplomó de nuevo en la cama, con un vestido azul lleno de volantes y su cabello despeinado, revisó las fotos una a una. Algunas eran graciosas, otras elegantes, y unas cuantas definitivamente irían a su carpeta de “ideas para futuros eventos”.
—Bueno, no solucioné mi aburrimiento, pero al menos me divertí un rato —dijo mientras seleccionaba una de las fotos para subirla a redes, escribiendo: "Modelando para mi audiencia imaginaria. ¿Cuál es su favorita?"
Y así, con una sonrisa satisfecha, dejó el teléfono a un lado, ya menos aburrida que al inicio.
—Supongo que un desfile improvisado no estaría mal —murmuró para sí misma, levantándose con energía renovada.
Abrió las puertas del armario de par en par, recorriendo con la mirada cada prenda. Primero eligió un vestido rojo ajustado, que combinó con tacones del mismo tono. Se plantó frente al espejo, hizo una pose exagerada y, tras algunos ajustes al ángulo, tomó una foto.
—"¿Demasiado formal para una tarde aburrida en casa?", podría poner eso como descripción —dijo entre risas mientras revisaba el resultado en su teléfono.
El siguiente conjunto fue un vestido vaporoso con estampado floral, acompañado de un sombrero ancho que hacía años no usaba. Dio un par de giros frente al espejo, observando cómo la tela flotaba a su alrededor, y sacó otra foto, esta vez adoptando una pose más soñadora.
—Definitivamente algo digno de un picnic que nunca voy a tener —comentó divertida.
Así pasó el tiempo, cambiándose una y otra vez. Desde el clásico vestido negro hasta uno plateado que brillaba demasiado bajo la luz de su lámpara. Incluso probó un vestido que ya no le quedaba tan bien como recordaba, pero que no pudo resistirse a fotografiar “para la nostalgia”. Cada imagen era acompañada por gestos exagerados y comentarios en voz alta que hacían eco en la habitación.
Cuando finalmente se desplomó de nuevo en la cama, con un vestido azul lleno de volantes y su cabello despeinado, revisó las fotos una a una. Algunas eran graciosas, otras elegantes, y unas cuantas definitivamente irían a su carpeta de “ideas para futuros eventos”.
—Bueno, no solucioné mi aburrimiento, pero al menos me divertí un rato —dijo mientras seleccionaba una de las fotos para subirla a redes, escribiendo: "Modelando para mi audiencia imaginaria. ¿Cuál es su favorita?"
Y así, con una sonrisa satisfecha, dejó el teléfono a un lado, ya menos aburrida que al inicio.
Carmina suspiró y dejó caer su cuerpo sobre la cama, mirando el techo con una expresión de tedio absoluto. No había nada interesante en la televisión, el libro que había empezado la semana pasada no lograba atraparla, y sus mensajes seguían sin respuesta. Se giró para mirar su armario y, tras un momento de indecisión, una sonrisa pícara cruzó su rostro.
—Supongo que un desfile improvisado no estaría mal —murmuró para sí misma, levantándose con energía renovada.
Abrió las puertas del armario de par en par, recorriendo con la mirada cada prenda. Primero eligió un vestido rojo ajustado, que combinó con tacones del mismo tono. Se plantó frente al espejo, hizo una pose exagerada y, tras algunos ajustes al ángulo, tomó una foto.
—"¿Demasiado formal para una tarde aburrida en casa?", podría poner eso como descripción —dijo entre risas mientras revisaba el resultado en su teléfono.
El siguiente conjunto fue un vestido vaporoso con estampado floral, acompañado de un sombrero ancho que hacía años no usaba. Dio un par de giros frente al espejo, observando cómo la tela flotaba a su alrededor, y sacó otra foto, esta vez adoptando una pose más soñadora.
—Definitivamente algo digno de un picnic que nunca voy a tener —comentó divertida.
Así pasó el tiempo, cambiándose una y otra vez. Desde el clásico vestido negro hasta uno plateado que brillaba demasiado bajo la luz de su lámpara. Incluso probó un vestido que ya no le quedaba tan bien como recordaba, pero que no pudo resistirse a fotografiar “para la nostalgia”. Cada imagen era acompañada por gestos exagerados y comentarios en voz alta que hacían eco en la habitación.
Cuando finalmente se desplomó de nuevo en la cama, con un vestido azul lleno de volantes y su cabello despeinado, revisó las fotos una a una. Algunas eran graciosas, otras elegantes, y unas cuantas definitivamente irían a su carpeta de “ideas para futuros eventos”.
—Bueno, no solucioné mi aburrimiento, pero al menos me divertí un rato —dijo mientras seleccionaba una de las fotos para subirla a redes, escribiendo: "Modelando para mi audiencia imaginaria. ¿Cuál es su favorita?"
Y así, con una sonrisa satisfecha, dejó el teléfono a un lado, ya menos aburrida que al inicio.